Cuentas
Los cazadores se lanzaron como animales contra los vexianos en un intento por frenar el ataque. Arlet se puso a cubierta y tras dar de baja a una cazadora, tomó su vestimenta superior para poder cubrirse. El dolor era tan intenso que o era capaz de poder mover los brazos con facilidad sin evitar gritar a causa del sufrimiento.
Aramis y Vahid seguían al frente de todos y eran quienes más bajas tenían y a quienes siempre iban a atacar. No lograban ver a Arlet, ni a Liv y tampoco a Price, hasta que Vahid logró quitarse de encima a un grupo de cazadores que interrumpían su visión y logró ver a Roger levantando a Liv. El suelo estaba cubierto de sangre y Liv no podía levantarse. Price se movía por el suelo, pero no estaba consciente en su totalidad como para saber que estaba pasando.
—¡Aramis! —gritó Vahid mientras apuntaba a la grotesca escena.
—Maldición. ¡Tenemos que buscar la manera de llegar a ellos cuanto antes!
—¡Equipos ocho, seis, tres y once vienen conmigo! ¡Vamos abrir paso hasta la arena!
—¡Equipos dos, uno, siete y cinco iremos atrás de ellos! ¡Los demás sigan atacando desde aquí y eviten que salgan!
En el momento de la orden de los líderes, un grito lleno de dolor, ira, tristeza y fuerza, se escuchó en toda la base y fuera de esta misma. Un potente rayo color rojo, separó por fragmentos el suelo en varias secciones. Entonces, varios rayos salieron del suelo disparados hacia arriba, logrando acabar con una cantidad considerable de cazadores. Arlet se levantó del suelo para la sorpresa de todos. La joven se encontraba consciente, con el dolor que la estaba matando, pero era capaz de dar pelea.
—Equipos, tres y ocho, apoyen al diamante —ordenó Vahid sin poder despegar la mirada de tal escena.
Arlet es encontraba de pie, con los brazos separados de su cuerpo y una ráfaga de aire que ondeaba sus harapos robados y lo poco de cabello que podía. Estaba experimentando un sufrimiento inimaginable y su rostro lo mostraba, en cada mínima expresión, pero la voluntad que tenía era mucho más fuerte que cualquier otra cosa.
Tarik comenzó a avanzar, dejando que la ira y la venganza tomarán control de él. Aniquilaba a cuantos vexianos veía de las maneras más atroces posibles. Los tiraba al suelo y aplastaba sus cabezas con enormes objetos pesados, los atravesaba con enormes lanzas y asestaba disparos mortales, pero, aunque estuvieran en el suelo, él seguía atacándolos. Vio como Arlet se levantaba del suelo e iba acabando con los cazadores, por lo que decidió ir por ella para destruirla cuanto antes. Ese fue su plan, hasta el momento en que vio lo que pasaba en la arena.
Roger intentaba llevarse a Liv, pero simplemente no podía. Su cuerpo era muy pesado debido al estado en el que se encontraba. Price ya estaba por quedar en el mismo estado y Roger no sabía qué hacer para no perderlos a ambos.
—¡Collins! —gritaba Roger. —¡Collins, reacciona! ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Collins, debemos irnos!
Price seguía escuchando con dificultad cuando el ruido empezó a disiparse, su visión se ponía borrosa y el aliento se le iba. Price dio un último suspiro y su cuerpo se descompenso. Estaba inconsciente y Era muy mucho más difícil seguir. Roger dejó a Liv de lado por un segundo, se acercó a Price y este ya había caído. No respondía a nada, pero debía estar seguro de aún tenerlo vivo. Puso su oído en el pecho de Price y su corazón aún se podía escuchar, pero el ritmo cardiaco era muy elevado. Su corazón se oía a una velocidad anormal y Roger sabía que, si no actuaba rápido, podría disminuir y eso provocaría la muerte del joven. Intentó parar a ambos a la vez y en cuanto pudo hacerlo y se disponía a caminar, alguien lo empujó desde atrás con mucha fuerza.
Los dos jóvenes cayeron al suelo junto con Roger y al levantar la cabeza y girar vio que se trataba de Tarik. Estaba muy furioso, las venas de su cabeza podían verse y palpitaban con fuerza.
—Maldito desgraciado infeliz, ¿qué crees qué estás haciendo? —preguntó Tarik.
—Tarik estos jóvenes ya han sufrido bastante, déjalos en paz —respondió Roger.
—Yo decidiré cuando parar con ellos y si solo debe quedar un pedazo del estómago de ellos, así será.
—Ya basta, esto no es lo que ellos hubieran querido.
—Da igual, no están. Yo me encargaré de que ellos sientan lo que es sentir dolor de verdad.
De pronto, un rayo de color rojo impactó cerca de ellos, haciendo que ambos se espantaran. Cuando Tarik se dio la vuelta, tenía a Arlet frente a él. Su cuerpo estaba rodeado de rayos rojos y sus manos expulsaba de manera descontrolada esos mismos rayos.
—Se acabó —dijo Arlet. —Déjanos ir y la historia habrá terminado.
—¿Crees que será así de fácil? —preguntó Tarik.
—No tienes oportunidad contra mí y lo sabes, no desperdicies tu vida por un deseo de venganza que jamás logrará sanar tu herida y curar tu honor o el de quienes murieron.
—Tú no tienes ni idea de lo que es el honor.
—Tengo a alguien a quien derrotar y ese no eres tú. Siento mucho lo que pasó y sé qué crees que es mi culpa. Tal vez sea así, muy probablemente sea así, pero tu gente ha caído y solo quedas tú. No intentes pelear contra lo que no puedes ganar.
Tarik, tomó su arma del suelo, apuntó a todos y dio disparos al cielo de manera descontrolada. Arlet no se movió ni un centímetro al ver como Tarik intentaba intimidar a todos. Unos soldados se acercaron a tomar a Liv y a Price para poder llevarlos a la base, pero en cuanto Tarik vio esto, pese a tener todo en contra, no titubeó ni un segundo y disparó a los soldados, provocando que estos mueran al instante y la furia de todos los demás soldados.
Arlet se acercó rápidamente a Tarik y lo golpeó en el rostro con tanta fuerza que el hombre cayó al suelo, soltando su arma y golpeando su cabeza. Arlet le colocó su rodilla en el cuello para evitar que se mueva mientras reflexionaba en que debía hacer. ¿Era alguien tan peligroso como para dejarlo vivo o podía cambiar si recibía el castigo idóneo? Al verlo por unos segundos, Arlet se observó a sí misma. En ese momento, sus recuerdos la llevaron al momento en el que peleaba con Derek y todo el sufrimiento y muerte que acarreó toda esa sed de venganza. Arlet tomó del cuello a Tarik para poder acabar con la vida del hombre. No tenía salvación ni cura, hasta el momento en que ellos no mueran, Tarik no iba a parar.
Roger se levantó, se acercó lentamente a los soldados vexianos mientras miraba a Tarik y ambos pudieron chocar miradas.
—Muy trabajo soldado —dijo Aramis.
—Gracias señor —respondió Roger.
—¡Maldito Judas! ¡Infeliz, te recibí aquí y eras de la escoria! —gritó Tarik al enterarse de la verdadera identidad de Roger.
Arlet estaba con hacerle estallar la cabeza cuando de pronto se empezó a escuchar algo extraño. Era como si varios vehículos, tanto aéreos como terrestres, se estuvieran acercando a toda prisa. Todos giraron para ver a la entrada de la base temiendo que pueda ser lo peor. Arlet se levantó de inmediato, los rayos desaparecieron y miró junto con todos a la entrada.
—Era cuestión de tiempo —dijo Aramis. —Desgraciadamente, llegamos al mismo tiempo.
Se empezaron a escuchar gritos de oficiales del poder que se iban acercando. Eran demasiados y debían actuar rápido o todos iban a morir.
—Saquen a todos de aquí —dijo Arlet. —Llévense a Liv y a Price, que los curen y sigan buscando a todos para poder seguir con el plan.
Cuando estaban por actuar, el ruido cesó. Por unos segundos, hubo una paz total, nadie decía nada y menos se movían, algunos dejaron de respirar. En ese preciso instante, por la destruida puerta de la base, entraron Kai y Elm, tranquilos, sin intenciones de dañar a nadie. Incluso Kai llevaba las manos en la espalda. Ambos miraron a todos lados y en cuanto chocaron mirada con Arlet, Kai sonrió ligeramente, a comparación de Elm que frunció el ceño e hizo puños.
—Cuanto tiempo, O'Claire —dijo Kai.
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