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Azotes

Tarik llevó en cadenas al trío hacia la parte superior de la base, donde todos los cazadores y refugiados los esperaban para el gran espectáculo que se iba a presenciar. El trío salió entre gritos, abucheos, aplausos, silbidos, risas y demás. Les arrojaban objetos, los escupían, los insultaban, eran simples objetos para liberar la ira, rabia y mostrarse superiores al tener al gran equipo "The Poker's" sometidos como animales.

La primera en la fila detrás de Tarik era Arlet, atrás ella venía Liv y al final de encontraba Price. Al seguir avanzando, se veía una especie de arena de combate, con tres postes de madera en el centro y unos tipos enormes esperando por ellos junto a una mesa donde habían tres látigos enormes y gruesos.

Los tres pudieron ver el destino que les esperaba y el pánico se adueñó de sus almas.

—Price —dijo Liv mirando atrás, con la voz temblorosa y entrecortada a punto de romper en llanto.

—Está bien, no te asustes —respondió Price con la voz más calmada. —Estaremos bien.

Arlet veía con terror aquellos látigos y ya podía imaginar el dolor que iba a causarle tal castigo. Cerró los ojos e intentó dejar de pensar en ello. Los gritos cesaron al igual que las risas y los insultos.

Ella se encontraba en el salón de clases y su lección había terminado. Guardó su cuaderno en su mochila junto con sus lapiceros y algunas notas extras que hizo. Salió del salón de clases y sentado en el suelo se encontraba Derek, leyendo un libro de misterio, libro que Arlet le había regalado hace días atrás ya que sabía que era su género literario favorito. Ya iba muy adelantado en la historia a pesar de recién haberlo obtenido. Derek levantó la cabeza, la vio salir, guardó el libro en su mochila, se levantó y caminó hacia ella. Arlet estaba muy agotada y aburrida a causa de las excesivas tareas y caminó exageradamente hacia Derek fingiendo un cansancio aún mayor. Derek abrió los brazos, asintió con la cabeza y Arlet cayó en sus brazos mientras se quejaba.

—Pobre chica —dijo Derek.

—Odio esa estúpida clase —dijo Arlet.

—No recuerdo una clase en la que si la hayas pasado bien.

—Me gustó cuando hablamos sobre la identificación de cuerpos por medio de los dientes.

—Si, eso fue tétrico.

—No lo malinterpretes, fue interesante.

—Seguro, también me fascina la idea de diseccionar cadáveres y verles los dientes.

—Como sea. ¿Qué harás ahora?

—No lo sé, tengo mucho tiempo libre y...

—Traje mi almuerzo, podemos comer juntos si deseas.

—¿Me invitarás de tu comida?

—¿No quieres?

—No rechazaré una invitación y menos si es comida... Menos si es de ti.

Ambos se miran fijamente por unos segundos. Derek se muestra relativamente nervioso y aunque Arlet intenta ocultarlo, ella también. Ambos están sintiendo algo por el otro, pero ninguno es capaz de dar el primer paso y aceptar que podría existir algo hermoso entre los dos.

—Cuidado, ¿qué pasa aquí? —preguntó Price.

Arlet y Derek reaccionan de inmediato ante el susto de Price y desconectan ese momento que estaban pasando juntos. Price apareció a espaldas de ellos y tomándolos por el cuello. Liv se encontraba con él mientras cargaba unos libros importantes para un examen que estaba por dar dentro de unas horas.

—Dios santo, que susto —dijo Arlet.

—Sí Price, eso fue malvado de tu parte. ¿Qué acaso no ves que arruinaste un bello momento amoroso? —dijo Liv.

—De hecho, estábamos hablando sobre rechazar o no comida —respondió Derek intentando cambiar de tema.

—Genial, ¿qué vamos a comer? —preguntó Price.

—Tú, no lo sé —respondió Arlet.

—¿Por qué mejor no vamos todos a ese nuevo restaurante que abrieron hace unos días? Se veía bueno. Además, me dará tiempo de seguir estudiando. Tengo que aprender cómo es que el fuego puede canalizarse en ciertos objetos volviéndolo mortales—dijo Liv.

—Sí, las hamburguesas lucían bien y Liv podrá estudiar como incendiar cosas—agregó Price.

—Es que yo traje mi propio almuerzo —dijo Arlet.

—No importa, lo juntamos todo. Haremos un buffet.

Los cuatro comenzaron a caminar hacia la salida de la universidad. Con Arlet, Liv y Price adelante riendo y hablando del día, mientras que Derek se encontraba atrás, con las manos en los bolsillos, sonriendo y viendo como la silueta de Arlet se iluminaba por los rayos del sol, haciendo que el amor que ya sentía por ella siga creciendo. Arlet miró hacia atrás, chocando la mirada con Derek, viendo los ojos que tanto la enamoraban, pero sin tener claro su color. Su rostro iba perdiendo forma y ciertas características ya no podía distinguirlas, pero de algo estaba segura. De que el amor que sentía por él no hacía más que crecer día a día.

Abrió los ojos y los vio a Liv y a Price con las cadenas tirando de ellos y ya en el centro de esa extraña arena. Todos seguían gritando y reclamando el castigo para ellos. A lo lejos entre la multitud, Roger los estaba observando, incrédulo de que se ejecutara la tortura que iban a imponerle. Pese a todo, por alguna razón, aún sentía cierta fidelidad por "Vex" y verlos en esa posición le era extraño.

Pusieron a los condenados, en orden con Arlet al medio, Liv a su derecha y Price a su izquierda. Tarik se puso frente a ellos, los miró, sonrió, se dio la vuelta y abrió sus brazos en señal de superioridad. Sintiendo la adoración de todos los presentes. Levantó su mano derecha e hizo un puño, haciendo que todos se callaran al instante.

—¡Hermanos, es un honor estar frente a ustedes el día de hoy y hacerlos participe de este gran evento! —anunciaba Tarik a gritos — ¡Tenemos frente a nosotros a los infames seres que han hecho de este mundo una ruina tal y como hoy la conocemos, llenando a la sociedad de caos, dolor, odio, sufrimiento e injusticia! ¡Los tenemos aquí, a merced de nuestras reglas y con las ansias de mi parte de hacerles sentir lo mismo que han hecho sentir a todos! ¡Hermanos, hoy es un día glorioso, serán testigos de cómo doblegamos y hundimos a el diamante, el corazón y a la espada! ¡Hoy, "The Poker's" serán vistos como simples humanos que se arrodillarán ante nosotros y recibirán el castigo que merecen!

Los tres fueron despejados de sus vestimentas superiores, tirando con fuerza y rompiéndolas en el acto. Fueron encadenados a los postes y dejaron sus espaldas descubiertas. Liv estaba aterrada, intentando zafarse del poste tirando de las cadenas. Price rascaba el poste hasta que la sangre comenzó a salir de sus uñas. Arlet abrazó el poste, temblando de miedo y dejando que las lágrimas salieron cuando sus ojos se cerraron.

Se escuchó el azote del látigo en el aire y con el ambiente esperando con ansias el momento, Tarik dio la orden y los hombres azotaron. El golpe fue tan fuerte que se pudo oír en toda esa base. El aire se le escapó a Liv al sentir tal dolor, Price gritó al instante del impacto y Arlet solo se retorcía. La herida que quedó en la espalda de los tres fue tan grande que casi cubría toda su espalda. Nuevamente el látigo volvió a impactar y el dolor seguía intensificaba. Continuaron más, y más y más, cada vez más fuerte. Liv rompió en llanto al sentir tal dolor tan extremo y el poste mostraba las marcas de sus uñas en un intento por escapar de su castigo. Los azotes eran tan fuertes y crudos, que la sangre salía a salpicones de sus espaldas y caían en el público que presenciaba tal acto.

Los gritos de dolor de los chicos, el grito de todos que disfrutaban de la tortura y ver como recibían su merecido, hizo que Tarik sintiera mucho placer y satisfacción en ese momento. Comenzó a reír de forma extraña, pero a la vez estaba llorando. Sus emociones no eran capaces de demostrar que quería manifestar Tarik. Solo recordaba los bellos momentos con su esposa e hijo. Las cenas, los tiempos en los que jugaba con su pequeño, las veces en las que dormía con su esposa, los domingos cuando el calor del sol que entraba por la ventana, los despertaba y les hacía saber que hoy sería un gran día y de cómo todo eso desapareció en un instante cuando ellos decidieron ser héroes.

Roger no toleraba más, pasó por toda la multitud, se acercó a Tarik quien seguía riendo y llorando a la vez, lo tomó de los hombros y este no respondía.

—¡Tarik, ya basta! —gritó Roger. —¡Ya está, recibieron lo que merecían!

Tarik no respondió, tenía la mirada pérdida mientras el aire se le iba escapando debido a las constantes carcajadas. Roger lo soltó, se acercó a los verdugos y entonces Tarik lo miró.

—¡No! —gritó Tarik.

El hombre se abalanzó sobre él y comenzó a golpearlo desesperadamente. Los verdugos se detuvieron y el grito de todos se escuchó mientras pedían que continuarán con la ejecución.

En ese instante, un extraño ruido se escuchó, como si algo estuviera cayendo y acercándose lentamente a la entrada de la base. Una fuerte y gran explosión se vio en la entrada de la base y un gran grupo de soldados entró a la base disparando a todos lados y matando a cuantos hombres veían.

Tarik se levantó muy furioso, mientras todos corrían como locos buscando refugiarse. En la entrada de la base, se encontraban Aramis y Vahid liderando el ataque. En cuanto Tarik se había ido, Roger se levantó y corriendo fue a liberar a los chicos de los postes. Estaban muy lastimados, Liv cayó al suelo, Price estaba perdiendo la conciencia poco a poco, pero Arlet se mantenía de pie a pesar del dolor.

—Cuídalos —dijo Arlet con dificultad.

—No puede ir —dijo Roger preocupado y advirtiendo a Arlet.

—Claro que puedo.

Arlet salió corriendo con dificultad a causa del dolor, pero poco a poco comenzó a correr. Iba torpemente y conforme iba avanzando, iba mejorando. Agitó su cabeza, dio un grito y comenzó a correr sin problemas, atacando a los salvajes con la ayuda de sus rayos carmesí. 

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