
Atormentada
Rose iba de camino a su sesión de entrenamiento por si sola. Estaba muy enfocada últimamente es su misión para la batalla en contra de "Agros". Llevaba una pequeña maleta y una ropa idónea, pero al llegar a su destino, se encontró con Ysamar, arrodillada en el suelo y en calma, sin mover un músculo, con el cuerpo firme.
Rose se acercó lentamente para verle el rostro y tenía los ojos cerrados y no mostraba ninguna expresión. Rose no entendía nada y escuchó como Joseph llegaba junto a Londra y reían. Automáticamente, lo hizo guardar silencio al entender que quizás lo que estaba haciendo requería de una gran concentración. Joseph y Londra se acercaron lentamente y miraron a Ysamar de la misma manera que lo hacía Rose.
—¿Está dormida? —preguntó Londra.
—Claro que no —respondió Rose. —Debe estar meditando quizás.
—Algo así —respondió Ysamar abriendo un solo ojo y asustando a todos.
—Buenos días maestra Ibars —dijo Joseph.
—Chicos quiero que les quede claro que yo no soy una maestra, solo tengo a mi mando a Rose, pero no puedo ser considerada una maestra.
—¿Por qué no? —preguntó Londra.
—Porque no lo soy, sería faltar el respeto a personas que si lo han sido.
—¿Cómo su maestro?
Ysamar quedó en silencio por unos segundos al comenzar a recordar a Derek y sentir la nostalgia y pena de ya no tenerlo cerca.
—Exacto, como él —respondió Ysamar.
—¿Cómo era él? —preguntó Joseph. —Solo escuché historias que rondaban por la base. El señor Lapadat no sabía mucho del trébol.
—No escuché que fue capaz de detener a una persona en el aire sin tocarla —agregó Londra. —No sé cómo se puede hacer algo así, pero debió ser genial.
—Hay tantas historias entorno a él que parecen irreales —dijo Ysamar. —Pero sí, pudo detener a una persona en el aire.
—Genial.
—Fue hace años, durante la batalla contra Capricornio.
—¿Ella no es la que acaba de llegar? —preguntó Joseph. —¿Por qué está de nuestro lado si la orden luchó contra ella?
—Capricornio fue una víctima más de "Agros", ella y su acompañante no tiene la culpa de lo que hicieron.
—No es por nada —agregó Rose. —Pero si la orden considera que necesitamos de ella para esta misión, es porque fue una enemiga extremadamente poderosa y eso le da más peso a la historia del trébol.
—Derek Escarsa era una persona increíble, tenía la capacidad de hacer parecer lo imposible como algo común. Llegó a mi vida para darle un sentido, para guiarme, para ponerme en la senda correcta y poder seguir adelante. Sin embargo, era una persona más, un humano. Muy poderoso, pero era solo un humano. Una persona con muchas heridas internas que jamás pudo curar, triste en muchos aspectos. Cuando lo conocí, cargaba con una gran culpa sobre sus hombros por causa de un mal que él había cometido y que jamás pudo superar. Eso lo volvió una persona fría, negativa y reservada. Incluso dejo de entrenarme por ello, pero lo que admiraba de él, es que supo levantarse y darle otro golpe a la vida. Peleó una vez más, pero fue la última. El día en que murió fue un golpe duro para mí. Me había quedado sola y la persona que me había ayudado a darle sentido a mi vida, se había ido con él también mis ganas de vivir. Si estoy aquí, es porque él no habría aceptado que me quedara tirada en el suelo sin antes pelear, sin dar mi último aliento como lo hizo él.
Rose, Joseph y Londra se quedaron sin palabras. Las historias de Derek variaban y tenían muchos cambios, pero todas apuntaban a lo mismo, que era una especie de superhéroe que podía con todo, pero Ysamar había puesto y mostrado a Derek Escarsa como una simple persona más, que reía, que lloraba, que sufría y podía morir. Que agonizó en sus últimos años por cargar con tanto y que tenía miedo, pero, sobre todo, que era una persona con mucha tristeza. Derek Escarsa pasó de ser una especie de Dios, a alguien corriente. La admiración de los chicos hacia Derek aumentó porque ahora lo veían como una meta que se podía alcanzar, que se podían convertir en alguien como él e incluso ser más. En ese momento, el legado del trébol había logrado su objetivo, inspirar a los demás a ser mejores que los antepasados y aprender que las personas que parecen poderosas, a veces son las más vulnerables y que lo único que quisieran por un segundo es llorar.
Arlet se encontraba pensativa, sentada en el suelo y alejado de todos. Esperaba la llegada de Liv para poder iniciar la siguiente fase de la misión. Tenían tanto en su mente que no era capaz de ordenar sus ideas y su alma estaba tan dañada que lo mismo pasaba con sus sentimientos. Arlet estaba quebrada emocionalmente, triste y con rabia. Deseando poder saciar esa rabia en contra de quienes la lastimaron.
En ese momento, apareció Auritz quien había estado buscándola. No le dijo nada al principio, Arlet ni siquiera había notado su presencia, solo se quedó mirándola por unos segundos, viendo cómo iba marchitándose su alegría y su motivación se transformaba en venganza. Se acercó, se inclinó para verla y ella aún seguía sin verlo.
—Arlet —dijo Auritz en voz baja. —Arlet —insistió y entonces la joven salió de su trance y lo vio.
—¿Qué pasó? —preguntó Arlet confundida.
—Está bien, no pasa nada. Te desconectaste del mundo por un rato, es normal en estos días.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí?
—Recién llego.
—Lo siento, no sé qué me pasó.
—Tu alma está siendo atormentada y lo sabes.
—Padre, no puedo creer ahora, lo siento. No puedo y no soy capaz de hacerlo. Si está ahí, me quitó mucho y no encuentro la razón de ello. Siendo ira y tristeza durante años y nadie me apacigua.
—¿Por qué piensas que podría ser solo para ti? El juicio de Dios puede ser para todos nosotros.
—¿Por qué no manda otro diluvio entonces? Le funcionó bien la última vez.
—El hombre se ha visto sometido ante la necesidad de demostrar un poder que solo Dios posee. Ambas ordenes luchan por un mantener un régimen que ellos consideran correcto y pelean por convertirse en un salvador. Sin embargo, en ese camino, se están llevando la vida de muchos.
—¿Por qué permite eso entonces?
—La pregunta debería ser, ¿para qué lo permite? El propósito divino que tienen para nosotros siempre llevará a algo que el señor sabe que es bueno para nosotros. Nunca hubo paz sin una guerra antes y lo mismo pasa en las personas. Tú al igual que todos aquí estamos librando dos guerras, una en contra de "Agros" y otra contra nosotros mismos. Viste muchos años luchando sola contra tus pensamientos y ahora solo ves lo negativo. Estás siendo guiada por camino de venganza y solo te lastimas el corazón. Recuerda, "pues por cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados". Nuestra pelea no debe ser para saciar nuestros bajos instintos vengativos, deben ser para salvar al mundo de un mal que Dios nos puso en frente.
Auritz se levantó y se disponía a irse para continuar con sus labores, mientras que Arlet seguía sentada en el suelo, pero ahora estaba confundida, pensativa y buscando el sentido de lo dicho por el hombre.
—¿Dice que debo entregarme a él? —preguntó Arlet.
—Eso es decisión tuya —respondió Auritz. —Por cierto, la señorita Ivanova ya despertó, parece estar estable. Quizás debas ir a verla.
Arlet llegó hasta la habitación donde se encontraba Diane y la encontró aún mareada, desorientada por todo lo que había pasado. Arlet se acercó un poco y pudo verla a lo que Diane giró su cabeza ligeramente y a pesar de todo, pudo reconocerla.
—No esperaba verte a ti —dijo Diane con el tono de voz bajo.
—¿Esperabas a alguien en especial? —preguntó Arlet.
—A cualquiera menos a ti.
—Sé que no te caigo muy bien.
—Al menos en algo tienes razón.
—Pero lo que pasaste no se lo deseo a nadie.
Diane giró la cabeza para evitar ver a Arlet y esquivar su empatía que la enfermaba. Diane no aprobaba a Arlet después de que ella se pusiera en contra de la orden. Desde entonces, siempre estuvo en contra de ella y se intensificó tras la muerte de Derek.
—¿Cómo diablos llegué hasta aquí? —preguntó Diane aún con la voz en un tono bajo.
—Yo te traje después de sacarte de ese lugar.
—Cualquier lugar es mejor que estar aquí. Ni siquiera sabía que existía.
—Diane tenemos una oportunidad más.
—No me interesan tus oportunidades.
—Podemos acabar con todo.
—¿Incluido este asqueroso lugar?
—Si "Agros" desaparece, entonces ya no habrá razón para seguir aquí. Podemos volver a pelear, solo una vez más.
—¿Una más?
—Una más.
—¿Por qué?, ¿por qué tendría que pelear por una orden y un mundo que me abandonó a mi suerte?
Arlet se quedó pensando un segundo en que podía responder. Pensaba lo mismo de cierta manera, no tenía sentido luchar por personas que muy probablemente se vuelvan a matar entre ellos años más adelante.
—No debe ser esa la pregunta —respondió Arlet. —¿Para qué tuviste que pasar por todo eso?
Diane la miró y Arlet se quedó mirándola por unos segundos para después darse media vuelta e irse, dejando ahora a Diane con la incógnita de saber el motivo de toda su odisea. Tenía que haber una razón detrás de todo y solo peleando se podría encontrar esa razón, el mundo debía ser salvado porque estaba en manos y ellos y eso lo convertía en su obligación.
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