Apariencia
Muy escondido, en un lugar recóndito y desolado, donde el viento era frio y los cartones eran el único abrigo disponible, Tarik Lefevre se encontraba intentando sobrevivir, rodeado de personas de bajos recursos. Pobres hombres tratando de encontrar paz en adicciones y saciando el hambre con miserias de otras personas. Al mirar al cielo nocturno, jamás había sido tan oscuro, cruel y frío. Tarik levantó la mano intentando alcanzar el cielo, intentando alcanzar a alguien. El gran vacío en el alma del hombre le generaba un gran sentimiento de tristeza que aplastaba la poca humanidad que quedaba en él.
Un extraño anciano se acercó a Tarik, con un andar particular, una sonrisa muy fea e irritante y con muchas yagas en el cuerpo. En la fosa cubital del brazo izquierdo del hombre, se podía ver una extraña mancha negra y emanaba un fétido olor a descomposición.
Tarik se mostraba molesto e incómodo por la presencia de aquel hombre. Llevaba harapos como vestimenta y el cabello se le caía de a pocos, solo poseía algunas tiras de cabello.
—Maldito —dijo Tarik entre dientes. —Lárgate escoria, tu asquerosa presencia es insultante para mí —terminó de decirle, pero esta vez más fuerte y firme.
—Vaya —respondió el hombre con una voz muy fea e irritante al igual que su voz. —No te sientes a gusto estando aquí, ¿verdad? Bueno, ¿quién podría? Lo increíblemente genial, es que todos aquí somos hermanos. Unidos por la misma malicia y sucumbidos a lo más bajo de lo que queda de este ruin mundo cubierto de mentiras.
Tarik volteó a ver al hombre y quedó sorprendido al presenciar la desconexión de este sujeto con su mente. Se quedó mirando fijamente a punto fijo en la nada, con los ojos pesados y la boca abierta generando que su saliva caiga poco a poco. Tarik se asustó al ver a ese hombre en el estado que se encontraba, pero lo peor de ello, es que, al verlos a todos con atención, pudo notar que todos eran peores que aquel hombre incluso pudo distinguir el cuerpo de un hombre en un estado de descomposición muy avanzado.
Tarik se levantó de donde estaba y salió corriendo de aquel lugar. Mientras iba corriendo, más veía y peor se tornaba el ambiente. El olor era aún más desagradable, las personas estaban en peores condiciones y llegó a ver a un grupo de personas comiendo del cuerpo de un perro. En el momento de detenerse a verlos con horror, una extraña mujer volteó y le gritó con fuerza para que se vaya y no le arrebate su comida. Siguió corriendo y mientras más corría las personas iban aumentando, no entendía que pasaba, hasta que dio con una enorme pared que no le dejaba continuar. Al voltear, notó que había estado corriendo en el interior de un callejón sin salida.
Tarik se dejó caer al suelo y al momento de que sus manos tocaron el asfalto, una mujer desde las sombras lo miró. Intentaba seducir a Tarik, pero era muy desagradable debido a cómo iba vestida y el aspecto tan descuidado que tenía. La mujer se comenzó a acercar lentamente arrastrándose por el suelo hasta llegar al regazo de Tarik. Se acercó hasta su cara mientras se reía, dejando ver sus dientes podridos.
—Nosotros lo seguimos hasta aquí —dijo la mujer mientras se reía.
Tarik la miró con terror y al ver de nuevo a todos, se percató que tenía a muchos de esos tipos mirándolo como si fuera una presa al cual debían lanzarse.
En la base de "Vex", Hazel mandó a llamar a todos los miembros importantes de la base para poder hacerles llegar un mensaje. Nadie había tocado el tema a profundidad de la declaración de guerra de Ryzak. Se les veía muy intrigados, dudosos al no saber qué hacer.
Todos esperaban a la joven en el centro de control y mando de la base. Liv seguía siendo atendida por sus heridas y su proceso de recuperación iba acorde a lo esperado, dentro de muy poco podría regresar a retomar su misión.
Hazel llegó con sus típicos documentos en los brazos, muy apresurada y agitada por todo el estrés y ajetreo. Colocó los documentos y tras tomar aire, decidió no hacer esperar.
—No quiero irme por las ramas —dijo Hazel con la cabeza agachada. —Todo lo que ha ocurrido nos deja sin tiempo de pensar y cada segundo debe ser aprovechado al máximo.
Es muy claro lo que Ryzak dijo y él ya dio el primer paso en este conflicto, pero estoy segura que él entiende lo que significa una guerra porque está en ella desde hace más de diez años cuando decidió que la mejor salida y solución a su tiranía era matar a Evan y Alex Parker. Dio su primer golpe y ahora solo queda recibirlo o esquivarlo y contratacar.
No voy a ceder ante la amenaza de un cobarde al nivel de Ryzak. Nuestra guerra a empezado, la guerra de la ordenes empezó y no vamos a dejar que eso acabe con nosotros y con el mundo al cual hundió en la miseria.
El plan es este si él quiere guerra, vamos a seguir con los ataques. Si quiere buscarnos para matarnos, no nos esconderemos, nos pondremos frente al enemigo y lo venceremos. Nadie se queda aquí, nadie se queda a revisar nada en los puestos de control, todos vamos a pelear ahora y en el momento que la batalla final llegue. Todos pelearán por el bien de este mundo y su supervivencia.
—Hazel —dijo Niel. —Entiendo que la euforia del momento puede hacer que todos nos entusiasmemos, pero, ¿cómo pretendes salir a pelear? Algunos no saben cómo dar un golpe.
—Aprenderán, no podemos quedarnos a darles una mínima oportunidad y chance a esos malditos. Yo lo entiendo, sé que es arriesgado, pero siéntese a pensarlo solo un segundo. ¿Qué más nos pueden arrebatar? Todos nos lo han quitado y ahora ellos se regocijan en su gloria. Una gloria cimentada sobre una base de cristal, frágil y con grietas, esperando un quiebre más para caer. Nosotros seremos ese quiebre, nosotros vamos a traer abajo todo lo que ellos han hecho y le devolveremos al mundo la paz que tanto ansía.
Todos comenzaron a gritar y vitorear al oír la última palabra de Hazel y mientras eso sucedía, Arlet y Price se dirigieron a la salida de la base. En la entrada ambos se dieron la mano junto con un fuerte abrazo en caso sea la última oportunidad de verse.
—Cuídate mucho, por favor —dijo Price.
—Lo haré. Tú debes garantizar estar bien, tienes más por lo que luchar —dijo Arlet.
—Pero sin ti no podremos luchar.
Ambos salieron y tomaron caminos separados para poder dirigirse a su destino, ambos muy asustados y nerviosos por lo que les espera y por el destino que podría llegar a sufrir.
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