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Luna

Algunos días pasaron después de la reunión donde los altos mandos de "Vex" seguían trabajando para encontrar la mejor opción para destruir el campo de fuerza y así acabar con la torre. Sin embargo, no parecía haber ningún avance. Todos estaban estresados, saturados por el extenuante trabajo de idear el plan perfecto que pueda servirles, pero nada parecía salir bien.

Arlet se encontraba en su habitación, pensando en todos los acontecimientos recientes y como le estaban afectando en su relación con Derek. Tenía claro que no quería tener una relación amorosa con él otra vez, pero aun lo amaba y Derek dejaba que Arlet hiciera con él lo que quiera, ya que creía que merecía el desprecio y castigo de Arlet. Además de ayudarle para saciar su ira de años y descargarla en él. Arlet notó que usaba a Derek como una tabla de madera al que solo le clavaba cuantos clavos podía sin importarle si le dolía o si lo sentía. Se sentía miserable, mucho más de lo que ya se sentía.

Arlet se levantó de la cama, se dirigió a su baño, se lavó el rostro y se miró al espejo por unos segundos para verse fijamente. Giró su cabeza hacia la ducha y se quedó pensando por un segundo. Levantó un poco el brazo y se olfateó la axila para apartar su rostro cuanto antes por lo desagradable del olor incluso generándole arcadas.

—Que maldito asco —dijo Arlet. —Al diablo todo y todos.

Arlet se acercó a la ducha, se desvistió y entró en ella dejando que el agua recorra todo su cuerpo. Esta vez, no hubo ningún recuerdo, solo rabia de Arlet al dejar que su cuerpo quede tan deplorable. Talló con fuerza cada parte de su cuerpo esperando que el mal olor se vaya cuanto antes. Al terminar de bañarse, tomó su mochila y buscó entre sus cosas algún desodorante o perfume que pueda servirle. Al encontrar lo que quería, notó que ambos recipientes estaban prácticamente vacíos y no le bastaría para despojarse de aquel mal olor. Uso lo que quedaba en ambos recipientes y con la toalla cubriéndole el cuerpo, abrió la puerta de la habitación para que solo pueda salir su cabeza y esperó por un rato hasta que dos soldados pasaron cerca.

—Sí, creo que podríamos terminarlo más tarde —dijo un soldado al otro.

—¿Te parece sí lo hacemos está noche? —preguntó el otro soldado.

—Oigan, por aquí —dijo Arlet.

Los soldados voltearon a verla y les resultó extraño ver que solo estaba su cabeza. Se acercaron confundidos y se pararon frente a Arlet.

—¿Se encuentra bien? —preguntó uno de ellos.

—Sí, acabo de salir de la ducha, ¿alguno de ustedes podría conseguirme unas cosas?

—Seguro, ¿qué necesita?

—Necesito perfumes, que sean cinco diferentes y diez desodorantes.

—¿Qué piensa hacer con tantos de esos? —preguntó el otro soldado.

—No sea chismoso. Por favor, vayan por lo que les pedí y no demoren.

Después de unas horas, Arlet salió buscando a alguien por toda la base, pero sus intentos eran en vano. Caminó por un largo rato hasta encontrar a Hazel discutiendo con Lapadat y Córdova sobre las estrategias que pueden ir mejor en el ataque a la "Torre Inicial".

—Arlet —dijo Hazel sorprendida al verla. —¿Qué trae por aquí?

—¿Huele a perfume? —dijo Lapadat olfateando al aire.

—A mucho perfume y desodorante —agregó Córdova.

—Ya cállense —dijo Hazel acercándose a Arlet. —¿Estás bien?

—Sí, lamento interrumpirte —dijo Arlet con pesar.

—Ay, no te preocupes, tu interrupción me da un respiro.

—¿Aun no hay nada?

—Por ahora no, lo siento.

—De hecho, siento mi reacción de la otra vez.

—Está bien, no hay problema. Creo que habría reaccionado de la misma manera.

—Sí, gracias por escucharme.

Arlet se dio media vuelta y caminó despacio. Estaba decepcionada de sí misma, ya que, quería información respecto a la persona que buscaba, pero su temor y vergüenza no se lo permitieron. Hazel notó esto y sonrió ligeramente al entender el propósito de Arlet.

—Él suele estar afuera de la base —dijo Hazel. —Le gusta estar solo y pensar un poco en todo. Le sirve también de entrenamiento o al menos eso dice.

Arlet sonrió por un segundo cuando notó que Hazel intuyó su pensamiento. Asintió con la cabeza y salió en busca de su objetivo.

Arlet salió de la base y buscó un largo rato hasta dar con Derek. Él se encontraba sentado mirando el cielo nocturno sin decir nada. Pensaba detenidamente en todo y como poder acabar con esa torre. Arlet lo vio y se arrepintió de haber ido al verlo tan hermoso como lo recordaba. La luz de la luna le daba un aura pacífica y le resultaba admirable y extraordinario saber que en ese joven también había un guerrero muy fuerte y poderoso capaz de matar a todos por las personas más importantes para él. Se dio vuelta y entonces pateó una piedra que llamó la atención de Derek quien volteó la cabeza para ver a Arlet a punto de irse.

—¿Arlet? —preguntó confundido Derek.

—Hola —dijo Arlet dándose vuelta bastante avergonzada para verlo de nuevo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Derek aun confundido.

—Yo...

—¿Estás bien?

—Sí. Bueno, no. No lo sé.

—¿Necesitas algo?

—Yo...

—Estoy preguntando demasiado, lo siento.

—Sí, gracias.

—Espero entiendas porque no te hablé, creo que necesitabas tu espacio después de todo.

—Agradezco eso.

—No tocaré mucho el tema. Volveré a lo que hacía.

—¿Y qué hacías?

—¿Quieres acompañarme?

Derek le extendió la mano la Arlet para ayudarla a caminar y evitar que caiga o se lastime. Arlet caminó lentamente hacia Derek, tomó su mano y los recuerdos regresaron a su mente. Derek vio eso y trató de soltarla creyendo que era lo mejor, pero Arlet apretó con fuerza la mano de Derek para evitar que la suelte. Derek se sentó en el suelo e invitó a Arlet a hacer lo mismo. La joven accedió y contempló el paisaje nocturno junto a Derek.

—¿Qué vienes a hacer aquí? Hazel dice que siempre paras aquí —dijo Arlet.

—Solo pienso un poco, nada más. Despejar la mente también sirve como... —trató de hablar Derek.

—Entrenamiento —completó Arlet.

Ambos quedaron callados mirando el paisaje nuevamente, pero por parte de Arlet había tanto que quería decir, tanta furia, pero el momento era perfecto y su cabeza se volvió un caos porque, así como quería reprocharle todo y pelear con él, también quería besarlo una vez más.

—Por cierto, hueles bien —dijo Derek.

—Sí, me gasté todo el perfume que me dieron y solo me queda un desodorante —dijo Arlet.

—Se nota.

—Llevaba tiempo sin bañarme.

—El agua genera recuerdos.

Arlet giró la cabeza para ver a Derek. El joven seguía con la mirada al frente, pero Arlet notó que Derek había pasado por lo mismo que ella. Todo lo que dijeron era verdad, Derek se torturó por años al igual que ella lo hizo.

—No tienes idea de cuánto tiempo he esperado este momento para decirte lo infeliz y miserable que he sido por tu culpa —dijo Arlet con mucha rabia. —De las noches que pase sin poder dormir por recordar tu rostro, pero a pesar de todo, sin importar el sufrimiento, te amo como a nadie lo he hecho y no puedo decirte lo infeliz que fui, porque es contigo que dejo de serlo.

—Pase miles de noche llorando a un rincón totalmente vacío y el único que hablaba era mi corazón. Solo gritaba tu nombre —respondió Derek mirando a los ojos de Arlet. —Mande al diablo el mundo y a todos incluyendo a Liv y a Price con el único objetivo de volver a ver tus ojos. Sin embargo, no podía aferrarme más a ti y debía continuar con mi vida y entender que debía dejar de torturarme e intentar perdonarme.

—Lo que hiciste no encuentro como perdonar y no creo poder hacerlo jamás, pero no quiero quedarme así. Lo que puedo hacer es intentarlo.

Arlet se levantó, se dio la vuelta y se alejó de Derek. En ese momento, el recuerdo del viaje con Ysamar vino a su mente y recordó aquella frase que dijo. Derek se levantó y se quedó mirando a la luna fijamente.

—Si hubiera sabido que todo esto pasaría, de todas formas, lo habría hecho. Todos los días lamento lo de tu madre, pero no puedo cambiar lo que pasó, solo puedo tratar de sanar el dolor que cause.

Arlet escuchó a Derek y se quedó sin decir nada, mirándolo mientras él veía a la luna. Una lágrima se deslizó por la mejilla de Arlet, la secó y regresó de nuevo a la base. Derek volvió a sentarse y a seguir viendo la enorme luna. 

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