Imprudencia
Todo estaba muy silencioso, pero quizás todo estaba en su cabeza. Quizás no podía oír el ambiente, ya que, su cuerpo se hallaba en la tierra, pero su mente no. Su mente seguía asustada, imaginando todo lo negativo. No quería hacerlo, intentaba con todas sus fuerzas imaginar que todo estaba bien y que solo era una misión más, una misión sencilla y que no llevaría tanto trabajo. Sin embargo, en cuanto creía que lo había logrado, nuevamente regresaba a ella lo peor.
La puerta de la habitación se escuchó, aunque ella no lo pudo oír por seguir sumergida en la tragedia futura que se estaba inventando en su mente.
Nuevamente tocaron a la puerta y seguía sin abrir y así varias veces hasta que alguien gritó el nombre de Arlet desde afuera. El gritó no fue suficiente con una vez, así que se intentó varias veces hasta que Arlet al fin reaccionó.
La joven se acercó a la puerta y la abrió muy apenada debido a la insistencia de la persona que llamaba. Liv la miró por unos segundos muy preocupada y molesta, pensó incluso por un segundo que quizás Arlet no estaba lista para la misión, que podría estar muy inestable, pero también sabía que Arlet no iba a quedarse por nada en el mundo.
—¿Estás bien? —preguntó Liv muy preocupada.
Esa pregunta había sido repetida tantas veces en los últimos días y pese a la respuesta por parte de Arlet, ambas sabían que nada estaba bien ¿Cómo iba a estarlo después de todo el desastre? No podían responder con la verdad, no al menos en ese momento. Ninguna estaba bien, pero debían dejar todo de lado, porque decir la verdad en ese momento llevaría a la inestabilidad de la misión.
—Sí, lo siento, estaba ocupada con unas cosas —respondió Arlet tratando de no mostrarse indefensa.
—Entiendo —dijo Liv aceptado la mentira. —¿Lista?
—¿Qué?
—Ya es hora, te veo en el hangar en diez minutos. No demores.
Liv se marchó y Arlet se quedó parada en la puerta, mirando al vacío fijamente y con los ojos bien abiertos. Ahora el miedo se había intensificado y también temía por su vida; sin embargo, debía actuar rápido y dejar todo a un lado. Ya habría tiempo para llorar después.
Arlet se preparó y en cuestión de segundos estaba lista. Salió de la habitación con una seguridad falsa, los nervios evidenciándose en su rostro y sus manos delatando su inmenso pavor.
El dúo de chicas se encontró en el hangar donde Hazel daba los últimos detalles y pautas a todos los soldados. "Phoenix" se encontraba escuchando a pesar de no estar presentes en el rescate. Todos estaban muy bien armados y otros soldados iban cargando uno a uno los enormes explosivos que usarían en la base de la torre.
Hazel vio a las chicas llegar e hizo que todos se fueran a sus posiciones. Se acercó a ambas y pensó en decirles algo, lo que sea. Nada servía, porque no sabía que decir, solo las abrazó con fuerza y se despidió de ambas entre lágrimas. Hazel se alejó y fue acompañada por Lapadat al área de donde podría monitorear todo.
En ese momento, llegó Ysamar para verlas antes de irse y Liv entendió que el momento no era de ella. Se alejó con camino a la nave que las llevaría y espero en la entrada a su compañera.
—¿Estás lista? —preguntó Ysamar.
—Por supuesto —respondió Arlet fingiendo una vez más.
—Cuídate mucho.
—No importa como esté ahora, solo que él regrese.
—Si él regresa, pero ustedes no, no hará nada en contra de "Agros".
—Lo sé, todo está bajo control.
Ysamar asintió con la cabeza y regresó con Agni para esperar cualquier situación.
Arlet se acercó a Liv para entrar y cuando lo estaban haciendo, un soldado llegó corriendo y gritando que no despeguen. Arlet y Liv no entendían nada al igual que todos los presentes. El soldado recuperó el aire y miró fijamente a Arlet.
—¡El joven Collins despertó! —gritó el soldado.
Arlet y Liv corrieron desesperadas hasta la habitación de Price, empujando a todos los soldados que se les cruzaba y disculpándose al mismo tiempo por tal acción. Ambas tenían sentimientos encontrados, estaban asustadas y preocupadas por el rescate, pero a la vez, estaban felices por ver a Price despierto después de todo este tiempo.
Al llegar a la habitación que resguardaba a Price, encontraron a una enfermera insistiendo que regrese a la camilla y a Price retirándose todos los cables que lo conectaban con los aparatos médicos.
—¿Qué ocurre? —preguntó Liv preocupada con tal escena.
—El joven sigue insistiendo en ir al rescate después de oír a unos soldados hablar de eso —respondió la enfermera muy furiosa.
—¿Y puede ir? —preguntó Arlet mirándolo fijamente a Price mientras este seguía retirándose el equipo médico.
—Señorita, por favor.
—¿Qué?
—No incite al joven a continuar con esta locura.
—Pero no respondió la pregunta, ¿puede o no? —preguntó Liv insistente y apresurando la respuesta de la enfermera.
La mujer mostró un rostro decepcionado y sorprendida al ver a ambas jóvenes de acuerdo con la actitud de Price e incluso apuradas. La enfermera sabía perfectamente que podía pelear y participar en el rescate, pero debía monitorear y descartar cualquier inconveniente futuro. Miró a Price que ya terminaba de retirarse todo y movió su cabeza de lado a lado y volvió a mirar a Arlet muy molesta.
—Está estable, pero no recomiendo que vaya —respondió la enfermera.
—¿Por qué? —preguntó Liv apresurando a la enfermera.
—Porque no sabemos que pueda pasar. Recomiendo que se quede tres días o más para estar seguros de que ya está mejor.
—Después de esos tres días nos dirán que sigamos esperando —dijo Arlet acercándose a Price y poniendo a un lado a la enfermera.
—Señorita, por favor —recriminó la enfermera el comportamiento de Arlet y se mostró indignada.
—Es un hombre modificado desde su concepción, no es alguien normal. Dígame si alguna vez vio a alguien curarse de tal manera.
—Nunca hemos visto algo así, pero...
—Lo necesito ahora más que nunca.
La enfermera se quedó mirando a Arlet por unos segundos y vio la desesperación y miedo en sus ojos y lo escuchó en su voz. Alguien tan fuerte y poderosa, la reina de los naipes, la líder del equipo más fuerte del mundo se había rebajado a su nivel y estaba rogando a una enfermera para poder contar con Price. La suplica de Arlet era como el de una niña que pedía permiso a su madre para un deseo que tenía. Arlet estaba como una niña aterrada y necesitaba todo lo que le pudiera servir para tener éxito en el rescate.
La enfermera volvió a ver a Price y después de pensar unos segundos, asintió con la cabeza aprobando la participación de Price. Arlet y Liv se acercaron a la habitación y al entrar encontraron a Price rompiendo el yeso que cubría su pierna. La espada movió su pierna para corroborar que ya se encontraba perfectamente bien. Levantó la mirada y observó fijamente al dúo de chicas para después sonreír.
—¿Creían que iban a ir por ese desgraciado sin mí? Yo metí a mi hermano en ese lugar, yo lo sacaré de ahí —dijo Price al dúo manteniendo la sonrisa.
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