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Capítulo 32

"No tienes que decir te amo para decir te amo. Olvida todas las estrellas fugaces y las lunas plateadas. Hemos estado creando sombras púrpuras con rojo y azul."

-For Him (Troye Sivan)


La tormenta se cernía sobre él cuando logró encontrar a Jungkook, estaba hundido hasta los tobillos por el barro del suelo y su caballo rechinaba molesto a pesar de que le había regalado multitud de caricias tratando de aportarle un poco de tranquilidad. Taehyung se vio obligado a dejar a su animal más atrás, donde la tierra no pudiese atrapar sus patas manchadas por el barro del terreno. Para él lo primero siempre sería la salud de esos a quienes quería. Y amaba a sus caballos, hace mucho que eran los únicos que le quitaban cada momento de tristeza. Formaban parte de su familia y por lo tanto su principal objetivo era el de cuidarlos lo mejor que sabía y podía.

Observó a Jungkook por unos segundos antes de avanzar, Taehyung estaba realmente enfadado y sin embargo no pretendía gritar en una situación como aquella. Solo quería ayudar al hermano de Yoongi. Algo que sería difícil teniendo en cuenta lo nervioso que este simulaba estar mientras ponía la atención en la yegua. La tormenta tampoco ayudaba demasiado, ellos dos solían encerrarse en la mansión en cada una de las ocasiones que un rayo cruzaba el firmamento.

-Jungkook .- lo llamó con la voz calmada. Al menos tan calmada como pudo escucharse teniendo en cuenta lo agitado que se sentía mientras clavaba los pies en el suelo tratando de no resbalar. - Esta no es una buena zona para protestar debido a que alguien quiere ayudarte, así que deja que te eche una mano.

El pequeño de los Min levantó la mirada, sus ojos estaban rojos y no resultaría difícil para nadie descubrir que la causa de ese color eran simples lágrimas. Miró a Taehyung sintiéndose esperanzado, aunque nunca lo admitiría en voz alta estaba asustado. Muchísimo. Por la yegua que se había lastimado, por esa fuerte tormenta que le impedía pensar con claridad, por la reacción de Yoongi y por Hoseok. Su cabeza era una red de pensamientos que se enrollaban de forma inevitable, causando un gran lío de sensaciones en el interior de su pecho.

Suspiró y se limpió la tierra de la cara haciendo un inesperado puchero que causó en Taehyung una sonrisa sincera. Parecía todo un niño desamparado bajo la tormenta y repleto de barro.

-Ayúdame. - Jungkook lloriqueó con la voz afectada. El frío y los sentimientos desbocados provocaban en sus palabras una ronquera más propia de un adulto que de un chico de su edad, a pesar de la infantil expresión de su mirada. - Tenemos que sacar al caballo.

Taehyung asintió y se acercó, las venas de su cuello todavía destacaban debido al enfado que le provocaba ver a uno de sus animales en aquella situación. No podía soportar que los demás tocasen un solo pelo de estos y escogía a los cuidadores del establo con sumo cuidado. El que Jungkook hubiera lastimado a una yegua provocaba en su interior unas inmensas ganas de comenzar a gritar, aún así sabía que no era el momento. El muchacho también estaba mal, temblaba de arriba a abajo por la torrencial lluvia.

-Tenemos que sacarle las patas del barro, agradece que la parte delantera de su cuerpo no se haya hundido, de lo contrario ahora mismo estarías muerto. Nunca vuelvas a llevar a uno de mis caballos por un camino que no conoces, Jungkook Del mismo modo que no irías con un niño pequeño a una zona peligrosa. - Taehyung posó su frente sobre el lomo de la yegua y la acaricio levemente antes de continuar con su reprimenda. - Puedes actuar impulsivamente siempre que no dañes a los demás. Hazte lo que quieras a ti mismo, pero no impliques a quienes te rodeamos.

-No eres nadie para darme un sermón, tú eres el primero en actuar de forma precipitada cuando las situaciones te superan. Acabemos de una vez y vayámonos. - protestó el hermano de Yoongi, apartando la mirada del cabello húmedo que caía sobre la frente de Taehyung. Sus ojos verdes habían tomado un tono mucho más intenso bajo la lluvia. Destacaban a pesar de su evidente enfado, casi brillaban.

-Estoy en todo mi derecho. No olvides que estás en mi casa, con mi yegua y en una maldita zona repleta de barro profundo, así que mueve el culo y ayudame. Sabes que no me enfado con facilidad pero si lastimas algo que yo adoro...

Jungkook se libró de la tierra y llegó para ayudarle antes de que a Taehyung le diera tiempo de acabar la frase. Se sentía mal, quería ayudar a Tae y al caballo, por mucho que sus palabras pudieran sonar frías estaba realmente agradecido de tener ahí al hermano de Hoseok. Quería hacer las cosas bien por una maldita vez en su vida pero todo indicaba que en cada sencilla ocasión que abría la boca o movía un solo dedo, lo estropeaba.

La tarea no fue fácil, a pesar de que estaban trabajando en equipo las lluvias traían más y más barro por la cuesta del bosque que rodeaba los terrenos de los Jung, además de eso los truenos asustaban al animal provocando que sus patas se enterrasen más a cada instante. Y Jungkook, bueno, en realidad él también estaba asustado. No le agradaba estar al aire libre en medio de una tormenta.

-Bien, parece que sus patas comienzan a encontrar estabilidad sobre el terreno. Vamos a moverla hacia una zona menos blanda.

Sabía que era su culpa, incluso si por fin el caballo estaba liberado. Ninguno de sus avances le ayudaba a reducir la sensación de malestar que su cuerpo manifestaba, de hecho lo empeoraba todo.

-Tae. - lloriqueando se acercó al muchacho y lo envolvió en un abrazo. No acostumbraba a hacer esas cosas pero el estar tan asustado de alguna forma lo tornaba dependiente. De niño solía correr hasta sus padres y abrazarse a ellos, antes de que estos murieran recordaba recibir las muestras de cariño más bonitas cuando la más mínima cosa lo asustaba. - Perdón, no quise dañar al caballo ni hacerte venir a por mí debajo de la tormenta, yo... En realidad yo... Me gusta Hoseok y me siento mal porque él ama a Yoongi, que sea feliz es lo único que me importa y sin embargo ese matrimonio... Está viviendo una mentira y no me gustaría verlo sufrir.

Taehyung estrechó a Jungkook entre sus brazos, sobó la dura espalda de este con sus manos y lo pegó a su cuerpo hasta que los sollozos del llanto se hicieron casi inaudibles. Generalmente era él quien necesitaba un pecho sobre el que llorar. Aunque sabía consolar también, de alguna forma la vida lo había obligado a aprender desde muy joven el secreto de las lágrimas. No le resultaba nuevo tener a un chico destrozado entre sus brazos pero sí doloroso, podrían pasar miles de años y seguiría sintiendo el dolor por el sufrimiento ajeno como propio.

-Está bien Kookie, vamos a acabar con esto y nos iremos a casa. A nuestro hogar...

-Tu casa y tu hogar. - corrigió Jungkook, recordando las anteriores palabras de Jung Taehyung.

-Nuestra Jungkook, es nuestra casa. Olvida lo que dije antes, estaba enfadado y quería acabar con esto cuanto antes. - a pesar de que la lluvia camuflaba las lágrimas, Taehyung pasó sus dedos por debajo de los ojos de Jungkook en un intento por quitar de él cada rastro de tristeza. Hasta el más mínimo detalle fue analizado.

Ese día Min Jungkook descubrió un brillo diferente en la mirada del jinete, si bien Hoseok llevaba marcado en sus iris el verde característico de su familia, Taehyung portaba un tono diferente. Más oscuro y llamativo. Como las hojas de los árboles de la selva, o los ramos de olivo. Sus ojos le recordaban a la naturaleza salvaje cuando estaban cargados de fortaleza, eran distintos a los que veía cuando el chico se mostraba asustado. Su mirada cambiaba con las emociones, algo que fascinó sin duda al estudiante de psicología. O tal vez era solo su percepción y el clima tormentoso lo que oscurecía el tono de sus iris, todavía no lo sabía.

En cuanto lograron sacar al caballo del barro, Tae comprobó cada pata de la yegua poniendo especial delicadeza en comprobar que no se hubiera hecho daño. Jungkook pudo aprender en esa ocasión acerca de la adoración que el hermano de Hoseok tenía hacia sus animales.

-Será complicado bajar con ella, tendremos que ayudarle. Es probable que se asuste y se niegue a seguir en varias ocasiones pero no podemos detenernos, con la forma en la que está lloviendo el barro se mantendrá creciendo con los regueros de agua.

Jungkook asintió a las palabras del hermano de Hoseok y se colocó a un lado del caballo en un intento de mantenerlo tranquilo mientras alcanzaba con una de sus manos las riendas. Estaba exhausto y le dolía el tobillo porque había forzado demasiado sus piernas antes de que Taehyung llegase.

En sus intentos por regresar a los terrenos que conocía en la mansión de los Jung se había caído entre el barro al menos unas diez veces y ahora su tobillo comenzaba a dar señales de que realmente se hizo daño en alguna de esas ocasiones, el suelo estaba tremendamente resbaladizo. Su cuerpo probablemente se encontraba lleno de magulladuras a esas alturas, producto de la enorme cantidad de ramas de árboles que se clavaron constantemente en su espalda en consecuencia del estrecho camino y qué decir de la lluvia. Jungkook se sentía calado de agua hasta los huesos, al igual que ahora lo estaba el jinete que se encontraba indicandole lo que hacer para poder ayudar a la yegua en el proceso de bajada hacia los prados planos cercanos a la mansión que les proporcionarían un poco de estabilidad. Había sido una idiotez correr con un caballo hacia una zona que ni siquiera conocía.

-¿Vas bien? - preguntó el menor de los Min, notando la forma en la que Tae se tambaleaba levemente. El suelo estaba repleto de pequeños ríos que llegaban hasta la altura de sus tobillos y arrastraban el barro a su alrededor.

En un traspié el chico terminó tirado en el suelo pero se levantó rápidamente antes de que la yegua se negase a caminar de nuevo. Jungkook solo lo observó impresionado y se mantuvo ayudándole en cada instante, no estaba acostumbrado a ver a Taehyung así. Tan... responsable y adulto en sus actos. Generalmente lo veía como una persona tímida y asustadiza, aunque tal vez nunca le dio la oportunidad de mostrarse de otra forma debido a los constantes desplantes que le propinaba.

Suspiró y miró hacia el suelo. ¿Cuándo fue la última vez que tuvo una reacción tan impulsiva? Hoseok le gustaba. No, Hoseok le encantaba. La manera en que le revolvía el cabello mientras le dedicaba una sonrisa cargada de orgullo era todo lo que él necesitaba para tener un buen día. Disfrutaba estando a su lado, porque por primera vez en su vida alguien lo trataba como a una persona en lugar de como a un deshecho. Yoongi siempre había estado demasiado centrado en el dinero o las cosas materiales que quería pero no lograba obtener. Quizás si su hermano amase al magnate lo entendería, pero su hermano solo amaba esos malditos billetes que condenarían su vida algún día.

-Está bien... Vayamos con calma. - pidió el jinete, sobando levemente la zona de su brazo que se había lastimado debido a la caída. - Con cuidado.

Jungkook volvió a asentir obedientemente, le gustaba ver a Taehyung con una actitud de líder porque eso implicaba que la debilidad mental de su persona quedaba completamente apartada y ese chico que siempre se asustaba con facilidad se convertía en el ser humano que realmente era. Estaba comenzando a sentirse avergonzado por haberlo obligado a ser un muchacho tímido a través de sus malas respuestas, su personalidad confiada era algo que merecía ser parte de cada uno de sus días.

Taehyung mostrándose así de libre, era algo muy distinto de lo que normalmente el pequeño de los Jung le dejaba ver a él o a cualquier persona que formase parte de su entorno.

-Tae, ten cuidado. - cuando Jungkook habló con cierta preocupación en la voz, Taehyung sonrió sintiéndose agradecido por la amabilidad poco frecuente de este que ahora lograba recibir. Realmente se estaba esforzando por ayudar.

Se miraron a los ojos un segundo antes de seguir con la complicada tarea de descender por el estrecho camino de barro.

-¿Cómo es que seguiste subiendo? - mencionó el jinete, mirando hacia el largo recorrido que tendrían que realizar para descender.

-No sabía cómo pararla, supongo que la yegua se asustó y continuó corriendo hasta que no pudo seguir. ¿Eso de que se ponen nerviosas cuando quien las lleva lo está es un mito o...

-Los caballos son intuitivos, fieles y la mayoría de las veces sensitivos. Si te pones nervioso responderá de la misma forma. Hasta dónde he podido comprobar no es ningún mito. - respondió Taehyung. Le gustaba el hecho de que Jungkook se mantuviese así de cordial aunque a la vez lo asustaba, después de la calma siempre llega la tempestad.

-¿Cuándo compites con ellos no sientes nerviosismo? - Jungkook necesitaba hablar, para olvidar sus sentimientos por unos minutos y para entretenimiento de su dolorido corazón.

Taehyung volvió a sonreír, esta vez miró a Jungkook a los ojos. Sabía lo suficiente del hermano de Yoongi como para entender que su interés no era exactamente real, pero estaba bien, podrían hablar para entretenerse en el transcurso del difícil camino. Ignorar la fuerte tormenta era complicado, sin embargo mientras se tuvieran el uno al otro quizás podrían hacer de esa experiencia un momento menos claustrofóbico de lo que ya lo era debido al estrecho camino que debían recorrer.

-No me pongo nervioso nunca con ellos, confío en que nunca me lastimarán y ganar no me resulta importante. - sonrió. - En realidad esto es lo único que nos queda de mi padre, los caballos eran su mayor devoción. Cuando compito nunca lo hago buscando ganar nada, para mí es más acerca de compartir experiencias con mis animales, la doma clásica no siempre es amable con ellos y por eso las medallas y trofeos no suponen ningún tipo de objetivo para mí.

-¿Cómo era él? Tu padre...

Nuevamente Taehyung alzó la mirada para captar los ojos de Jungkook, inspeccionándolo levemente en el proceso.

-Divertido, cariñoso y la mayoría del tiempo infantil. Solía sobreprotegernos la mayoría del tiempo, a veces ni siquiera permitía que saliéramos al jardín solos pero aún así... Mamá... Bueno, ella estaba enferma. - Le había comenzado a doler la garganta debido a los recuerdos, siempre era inevitable cuando el pasado llegaba hasta su cabeza a pesar de las lagunas mentales que todavía tenía tras la muerte de sus progenitores. - No podía protegernos de su propia esposa.

En ese momento ambos escucharon el sonido de voces, varios hombres los llamaban desde el principio del camino. Alzaron al instante sus manos y gritaron reclamando atención. Necesitaban esa ayuda de inmediato, ser encontrados era lo más importante.

-Bajaré a avisarles, cuida de la yegua y mantente tranquilo... - Taehyung dió los primeros pasos antes de darse la vuelta y caminar de nuevo hacia Jungkook. - ¿Amas a Hoseok?

Con la duda nadando en sus labios Jungkook asintió. Las gotas de agua resbalaban por su masculina mandíbula y sus ojos irritados le daban un aspecto mucho más cercano del que el pequeño de los Jung había lograba percibir en este con anterioridad. Tenía la atención total y completa de Taehyung, lo cierto es que la había tenido desde el primer instante en que llegó a su hogar. Porque Jung Taehyung era el estúpido masoquista que se había enamorado del peor y más cruel muchacho. Se enamoró de alguien que vivía sus días haciéndole la vida imposible. Porque era un estúpido romántico que vivía con la estúpida de idea de que tal vez amor era justamente lo que el hermano de Yoongi necesitaba para encontrar la felicidad.

Ese triángulo que Jungkook veía se había convertido en un cuarteto del que ninguno podría salir sin rasguños. Dolía, pero en su opinión a veces la única prueba del amor hacia alguien era precisamente el dolor ocasionado por el miedo a perder a la persona que hacía a otra ver castillos en el aire.

-Entonces solo imagina que soy Hoseok...

Jungkook estuvo a punto de preguntar justo antes de que Taehyung se lanzara a besarlo. Su primer beso, robado por el chico equivocado, por alguien muy distinto de su amado y admirable Jung Hoseok. No era lo que quería, mucho menos lo que esperaba y soñaba cada noche, pero lejos de apartarse tomó a Tae de la cintura mientras trataba de seguir el ritmo de ese beso tan torpe y tan caliente como podría serlo para alguien que estaba percibiendo el modo en el que los labios de otra persona se sentían sobre los suyos por primera vez.

No era un simple roce de boca contra boca, aún siendo ambos torpes se permitieron besarse hasta que la respiración fue necesaria de nuevo. Los dos necesitados, los dos imaginando situaciones distintas y amando a personas diferentes.

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