Capítulo 28 (Presente)
"Podré perdonarte, pero jamás olvidar lo que hiciste, mi corazón no es tan bondadoso como para hacer eso."
Lan-Yun
Por momentos la estabilidad en el invierno se rompía con un aumento de temperatura o nueva vegetación floreciendo aquí y allá, a través de la ventana del despacho personal de Lan-Sui, se podía apreciar el paisaje más iluminado por rayos de sol que caían directo del cielo, sin ninguna nuble gris o blanca que se interpusiera, disminuyendo su impacto.
Aves volaban en los cielos azules, despejados, se escuchaba su trino dulce y de vez en vez pasaban de largo muy cerca del cristal, cuyos adornos de escarcha comenzaban a ceder ante el calor que brotaba paulatinamente.
En las calles de la ciudad, demonios y mortales convivían animados, llevando canastos con la carga exportada de los clanes aliados, los niños hacían coronas de flores, mezclando el blanco tradicional con colores más vivos, como rosados, rojos y amarillos. El aroma a tierra mojada con el despertar del polen, creaban una fragancia única, agradable al olfato.
Con el calor en incremento, las vestimentas también cambiaron; ya no era necesario llevar una túnica superior con mangas largas u acampanadas, así que fueron sustituidas por trajes ligeros de algodón, que les permitiera movilidad y una sensación constante de frescura. Miko usó uno de esos trajes, aunque no dejaba de lado la larga túnica que le pertenecía a Lan-Sui, quien volvía a vestir como en aquella ocasión, durante su viaje al clan de Acero, con la diferencia que su cabello oscuro fue trenzado en lugar de atado en una coleta alta. De las tres, Katana era la única que seguía inmune a la nueva temperatura, ignorando las prendas más sencillas, necia a quitarse el forro grueso que no dejaba ver casi nada de su piel; entrecerró los ojos al entrar y ver a su prima sin sus extremidades de demonio, ni orejas, ni cola, ni cabello blanco, solo tatuajes oscuros y una actitud simple que no le hizo nada de gracia, aún así, Katana no se permitió opinar y pasó directo al motivo de su llegada.
—Tu solicitud para ir al clan de Acero ha sido denegada. —Katana extendió el pergamino a Lan-Sui, quien lo tomó solo para dejarlo a un lado, cerca de Miko. —Por ahora, Aries no se encuentra en condiciones para recibir visitas, se ha disculpado por ello y escribe para recorrer la fecha de su encuentro a la siguiente luna llena, escribe también que desea ser ella quien venga a palacio, ya que aún se siente en deuda por la generosidad que mostraste durante el juicio, salvando su vida a costa de la tuya. Agrega además que las almas ancladas a su palacio por Armin han sido retiradas por la corte Estelar y serán trasladadas a sus respectivos hogares cuando las hayan unido. —mientras hablaba, Katana sacó un segundo pergamino que fue ignorado por Lan-Sui, igual que el primero, siendo Miko la encargada de leerlo y arrugar el ceño, o emitir un suspiro de alivio conforme las misivas se resolvían benéficamente para su imperio. —La corte Estelar ya nos informó de este movimiento, Lu escribió, diciendo que la urna con el alma del emperador llegará a la capital en cuatro lunas.
—Escribiré una respuesta a su majestad Aries, ya mismo. —Miko retiró los pergaminos y tomó nuevas hojas para llenar con una entrenada caligrafía. —Que la mensajera real se la lleve de vuelta y que dos de nuestros guardias la escolten hasta los límites del clan. Si su majestad, la reina, lo desea, puede venir en cualquier momento luego de su recuperación.
Katana inclinó la cabeza.
—Por supuesto.
—Respecto a la llegada del alma del emperador a la ciudad, ordena que empiecen los preparativos para una recepción, nada extravagante, ni ostentoso, pero sí con el suficiente impacto que demuestre la importancia de este evento. Quiero que se preparen unas habitaciones de anclaje, ¿tienen alguna sugerencia?
—La sala de cristales. —dijo Katana.
—Haz la recepción, que la gente esté cerca de su emperador, —Lan-Sui tamborileó sus dedos, jugando con un pincel sin tinta. —sin embargo no lo ancles a este lugar. Invita a Thunder, dale a él el alma. El pueblo va a entenderlo, en este palacio hay demasiados malos recuerdos para que mi padre viva en paz, la ciudad Blanca ya no es más su hogar, solo es un lugar en el que vivió.
Miko detuvo su escritura, reanudando con más calma. No dijo nada por un buen rato hasta que hubo concluido con su primera tarea. Leyó el pergamino varias veces, esperó a que la tinta secara y enrolló la carta, para entonces, Katana ya tenía listo un portaplanos que se sellaba con magia, siendo imposible abrirlo por nadie más que la persona a la que iba dirigido el contenido que resguardaba.
—Aún no te vayas. —Miko tomó un segundo rollo. —Escribiré enseguida la invitación al emperador de la Luna, para esta misión envía directamente a Rin-Lu. A ella dile que espere, prepararé por la mañana un par de regalos que acompañaran el pergamino.
—Sí, mi emperatriz.
—Es buena, ¿no? —soltó de repente Lan-Sui, haciendo dudar a Miko, cuya caligrafía sufrió un pequeño incidente y tuvo que iniciar de nuevo. —El imperio se queda en buenas manos.
—Debes volver. —dijo Katana, aferrándose al portaplanos. —No solo por el imperio, sino por nosotros. La emperatriz es suficiente para liderar al clan, pero no merece vivir viendo la felicidad de los demás, ella también merece disfrutarla y no podrá estar del todo feliz hasta que tú no regreses. Y bien. —agregó, recorriendo el peinado hecho con una melena oscura que siempre debió ser blanca. —Como demonio, no como una mortal.
—¿Qué tienen de malo los mortales? —Lan-Sui se recostó en su asiento, cruzando los brazos sobre su pecho, ahí dónde dolía, ahí dónde el corazón que estuvo helado y sin latir, por fin podía palpitar con toda normalidad. Katana la miró haciendo una mueca y ella soltó una carcajada. —Ya entendí. No te preocupes por eso, ¿quieres? Esta es la única forma que pude mantener si quería quedarme un día más, si seguía siendo un demonio el puesto de emperatriz no podría ser cedido y el exceso de poder obligaría a mi alma a regresar. Necesitaba tiempo.
—Necesitas dejar de ser tan idiota. ¿Qué es eso de meterte en problemas sin decirnos? —Lan-Sui explotó, retorciéndose en su lugar sin poder dejar de reír. —Si nos hubieras contado habríamos encontrado una manera.
Lan-Sui negó entre risas. Miko terminó de escribir y le entregó ese segundo encargo a Katana, a la par que su compañera volvía a estabilizarse, recuperando su actitud seria, que, incluso sin el aura asesina de por medio, seguía desprendiendo sombras y una necesidad urgente de bajar la mirada, algo que Katana no hizo.
—No, fue mejor así. —Lan-Sui le sonrió. —Digamos que a parte de meterme en problemas, ya tengo algo de experiencia en esto de morir. Solo les pido tiempo.
—¿Solo tiempo? Lan-Sui, cada vez que pides algo acompañado de un "solo" termina siendo un caos.
—¡Mentira!
Katana alzó una ceja y se aclaró la garganta.
—"Solo necesito entrenar". Destruiste una montaña. "Solo será una vez". Terminaste causando una guerra por ir a una reunión de clanes y rechazar públicamente a una princesa. "Solo necesito una pelea". Hiciste que el cielo interviniera y los clanes mortales se enfrentaran a nosotros. Y ahora me sales con tu "solo les pido tiempo". Suena a que ese tiempo va a doblarme la edad y un poco más, ¿cómo quieres que esté tranquila y no me preocupe?
—Respira.
—No necesito respirar, necesito meterte un golpe para ver si así tu cerebro funciona de milagro.
—Hazlo. —Lan-Sui alzó ambas manos. —Pégame si te hace sentir mejor.
—No lo haré, no hay magia en tu cuerpo y un golpe mío acabaría matándote.
—¡Cierto! —dijo Lan-Sui bajando las manos, se puso de pie, rodeó el escritorio, quedando frente a frente a Katana. La miró a los ojos durante un minuto y luego se arrodilló, tanto Katana como Miko tuvieron un sobresalto. —Te pido una disculpa por los problemas que causo y que siempre tienes que resolver, también por preocuparte. Tienes razón en lo que dices, sin embargo en ninguna ocasión he mentido. Pedí entrenar, y sí, rompí una montaña pero fue entrenando. Dije que iría una sola vez a la ceremonia de líderes, no he vuelto a ir, ni siquiera cuando ascendí. Pedí una pelea, no volví al campo de batalla con intenciones asesinas luego de ese primer enfrentamiento con Ni-An. Quizá sean peticiones alocadas que traigan consecuencias fuertes, mas nunca mentí, ni entonces, ni ahora, ni en un futuro, si les pido tiempo es porque lo necesito, dentro de eso queda una verdad firme que no va a ser olvidada. Volveré.
Varias gotas cayeron sobre su cabeza, Lan-Sui se movió, iba a levantarse cuando Katana la abrazó, quedando igual que ella, de rodillas, aferrada a su cuerpo mortal sintiéndolo frágil, débil, moribundo. Con la cabeza recargada en uno de sus hombros y sus manos estrechando fuerte su espalda, segura a pesar de que Lan-Sui ya no tenía magia, protegida incluso si los brazos esqueléticos ya no llevaban fuerza, Katana se quedó ahí, llorando las penas, los recuerdos y el dolor que nunca liberó.
No se guardó nada.
Al final, y a pesar de haberlo sacado todo, su corazón permanecía lleno, completo, acompañado por el canto modesto de una voz invernal y la sonrisa de un demonio blanco que se acercó a ella cuando más lo necesitaba.
Aún si el invierno se había ido, en su corazón los copos seguirían cayendo, estación tras estación, año tras año, hasta que ella volviera y su tiempo de espera marcara el desenlace.
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