Dual
Capítulo Único.
Para Yamato Ishida era difícil considerar siquiera que estaba a punto de perder todo por lo que tan arduamente había trabajado durante años debido a un maldito acuerdo. Noches en vela, ejercicios físicos exhaustivos, casi asesinos. Solo para terminar con un palmo en las narices.
Tenía ganas de golpearle la cara al desgraciado que giro la orden. Porque no había sido una elección de su comandante, no. La disposición había llegado de más arriba.
Se suponía que después de haber pasado por una minuciosa selección, y ser elegido entre casi veinte postulantes a astronautas, el próximo mes volaría a la estación espacial ISS(1), y ahora...
Yamato dejo ir un suspiro frustrado al recordar que ahora su lugar a bordo del ISS sería ocupado por un recomendado. Cuanto o qué le había costado ese puesto, no lo sabía, lo único seguro es que Matt perdió su oportunidad.
Los contactos y apadrinamientos que pudiera conseguir eran más importantes que el trabajo duro y el buen desempeño.
Y con todo eso en la cabeza es que terminó sin quererlo en el barrio chino, buscando un bar en el que pudiera emborrachase hasta no saber de sí.
Hacía años que no probaba una sola gota de alcohol, con el único incentivo de salir limpio de toda toxina si se realizaba un examen sorpresa.
―Todo para nada ―rumió pateando una lata que se estrelló contra el poste más cercano, y terminó por aterrizar frente a una puerta roja por la que salía un joven.
―Bienvenido a mi tienda de mascotas, soy el conde D. ―Fue lo primero que dijo el hombre pálido de cabello negro que lo miraba con una sonrisa. No parecía molesto porque la dichosa lata terminara frente, a lo que Matt ahora reconocía como, la tienda de mascotas.
Pensó disculparse, nunca fue su intención causar daño, pero antes de que incluso separara los labios, el dependiente continuo.
―Esta noche puede que encuentre aquello que desee. Este es el barrio chino. Un lugar misterioso con muchas comodidades raras y valuables y quien sabe, si me da una oportunidad tal vez entre mis lindos animales encuentre alguno que calme el vacío en su interior.
Matt negó con la cabeza, el no consideraba sufrir de ello, por lo tanto, no necesitaba...
―Le aseguro señor Ishida, puedo ayudarlo ―concluyó el Conde D.
Con cierta renuencia Yamato entro siguiendo al misterioso hombre, que con palabras amables intentaba convencerlo de que comprendía su malestar y sin duda tenía la solución.
―Anterior mente el congresista Roger T. Stanford(2), que supongo conoce, tuvo la fortuna de tener por mascota la misma criatura que voy a ofrecerle.
Yamato se quedo anonadado por la referencia. ¿Sería cierto?
―Lo que debe saber señor Ishida es que el Kirin, no es algo que pueda vender, si lo estoy guiando a su presencia es porque es el deseo del Kirin.
Matt se detuvo, con cada segundo que pasaba en presencia del Conde, estaba cada vez más seguro de que le faltaba un tornillo.
―Quizás no debería... ―dijo Matt intentando encontrar una buena excusa para salir de ahí.
―En Asia el Kirin es considerado como una de las 4 bestias Sagradas, junto con el Dragon, el fénix, y la tortuga. Se piensa que tiene la piel de todos los animales sobre la tierra y se es referido a el como el rey de los animales ―continúo hablando el Conde D, sin importarle en lo más mínimo lo que Yamato tuviera que decir.
Y a este punto parecían haber caminado dentro de un enorme laberinto del cual no podría salir sin ayuda. Por ello decidió que mirar al animal, y negarse a comprarlo alegando algo sobre el precio, sería mucho más efectivo que sólo intentar huir y terminar perdiéndose.
―Gracias por su paciencia. Le he traído a su maestro ―presentó el Conde D mientras se inclinaba frente a un jovencito de no más de diez años, que adornado de pies a cabeza de manera exquisita permanecía sentado en un pequeño trono. La seda china de la que estaban hechas sus ropas era sin duda de la más fina calidad, y sus ojos... nunca había visto algo parecido. Eran de un color verde, pero... las betas dentro de ellos...
―Es humano, ¡Solo es un niño! ―gimió Matt sin creerse del todo él mismo sus palabras. A pesar de lo que veía, algo dentro de él se estremeció al contemplarlo.
―Todos los Kririn masculinos tienen el prefijo "ki" en su nombre, y todas las Kirin tienen el sufijó "Iin" ―menciono como dato importante el dependiente tomando entre sus brazos a la criatura para ofrecérsela a Matt. ―Su nombre es Kellin ―concluyó el Conde mientras Matt sentía el peso de la niña, porque si se llamaba Kellin, por la explicación anterior era una niña ¿verdad?
Era bonita, su cabello castaño y esa piel morena clara con destellos dorados se parecían mucho a los de...
Matt negó con la cabeza, no era hora de estar pensando en eso, en él.
―El Kirin tiene el poder de hacer sus deseos realidad ―afirmo el Conde D mostrando una sonrisa confiada que no importo mucho, porque Matt estaba como hechizado ante la mirada de la pequeña Kellin, su peso se sentía casi natural entre sus brazos, como si perteneciera ahí.
―¿El precio...? ¿Cuál es el precio?
―Nada excesivo se lo aseguro, pero quizás deba cobrarlo más adelante cuando... cuando cumpla sus objetivos.
Matt volvió a mirar el dulce rostro de la niña, sin duda era una belleza y estaría mucho mejor bajo su tutela que en manos de ese proxeneta que podría venderla a otro sujeto mal intencionado.
―Bien, entonces me la llevo.
Yamato salió de ahí lo más rápido que sus piernas pudieron encontrar la salida. Abordo un taxi y sin dudarlo dio la dirección de su departamento, sin notar que desde la puerta de la tienda el Conde D lo observaba marchar mientras pensaba en que el Kirin concede los deseos por medio de la sangre de otros.
Porque no hay forma de obtener lo que deseamos gratuitamente.
Apenas llegar a su hogar Yamato ya no estaba tan seguro de si había hecho lo correcto. Miro a la niña sentada en el sofá, que tranquilamente se mantenía quieta, como una hermosa muñeca de porcelana.
Iba a preguntarle algunos detalles de como había terminado en la tienda del Conde, cuando el timbre comenzó a sonar.
Matt se mordió los labios y decidió que primero vería quien tocaba, si era urgente abriría, de lo contrario simplemente haría oídos sordos.
Lamentablemente para él, detrás de la puerta estaba la única persona a la que no podía negarle la entrada.
―Taichi ―nombro al abrir.
Tai apenas tener el paso libre se lanzo contra los brazos de Yamato llorando de manera desconsolada. Su cuerpo temblaba, la hinchazón y enrojecimiento de sus ojos hablaban del largo tiempo que llevaba sollozando.
―¿Pero que ha pasado? ―preguntó Matt sin intentar separarse de su amigo.
―Ya no puedo soportarlo más... He aguantado tanto, todo para que Tsuna creciera con una familia, pero... ya no lo soporto. Ella está destrozándonos, destrozándome.
Matt estaba enterado de las muchas infidelidades en que Tai descubrió a su esposa Akane, y personalmente supo de muchas más. Pero nunca dijo nada, ya sea porque no quería causarle más dolor, o ser el motivo de su ruptura definitiva.
Y ahora...
―Lo ha vuelto a hacer, y en nuestra propia casa.
―Tai, respira, debes intentar pensar con...
―No. Estoy arto de pensar, si lo pienso voy a terminar por dejar pasar esto por el bien de mi hijo y... no quiero seguir viviendo así. Voy a pedirle el divorcio...
―Pero tu imagen. Estas a nada de convertirte en congresista y luego...
―He luchado mucho para llegar a mi puesto, y se que la prensa me hará pedazos, que supondrá acoso a mi hijo, pero estoy al límite de mi cordura. Si no me separo de ella temo...
Yamato apretó más fuerte a Tai contra su pecho cuando este comenzó a desquebrajarse frente a él. Amaba tanto a este hombre en que se había convertido su amigo de la infancia. Deseaba con todas sus fuerzas ser capaz de terminar con su sufrimiento.
―No importa lo que decidas, sabes que te apoyare.
Y quizás por la sinceridad de esas palabras Taichi sintió que su fuerza y valor renacían.
Aún lloro un par de horas porque necesitaba desahogarse.
―Gracias Yama, por estar siempre conmigo... ―dijo en forma de despedida, luego con gesto decidido se marcho para tomar lo que era suyo y dejar para siempre a esa mujer, que no hizo sino hacerlo padecer los seis años que Tsuna tenía existiendo.
Yamato se quedó mirando mientras Taichi se alejaba, quería seguirlo, tomar su mano y acompañarlo.
―¿Cuál es tu deseo? ¿la mayor riqueza en tu mundo? ¿fama? ¿Poder? ―murmuro la niña Kirin parada justo detrás de él, mirándolo directamente a los ojos.
La cabeza de Yamato comenzó a lanzar preguntas como ¿Por qué Taichi no noto su presencia? ¿Ella había estado ahí observándolo todo ese tiempo?
Y para su mayor asombro justo frente a sus ojos comenzó a transformase en una bestia extraña que no se parecía a nada que antes hubiera visto, y eso era mucho decir, si tuviera que comparar diría que sólo Kimeramon le haría justicia, pues era una amalgama de seres que no existen, el cuerno de un unicornio, el cuerpo de un Pegaso, pero la piel de un dragón, el pelo blanco como el de un Yeti.
―¿Cuál es tu deseo? ¿la mayor riqueza en tu mundo? ―repitió aquel ser con mayor énfasis, como si demandara una respuesta.
―Mi deseo es... poder llegar a la luna, que las personas que amo sean felices...
Pero incluso antes de terminar de hablar una imagen acudió a él, la misma de hace unas horas, un Taichi triste y destrozado, uno que él soñaba con ver nuevamente feliz.
Su respuesta después de eso le sonó tan hipócrita.
―Lo que realmente quiero es...
Quería, deseaba, anhelaba ser quien pudiera brindarle a Taichi esa alegría pues lo amaba. Rayos... lo que él mas deseaba en este mundo no era algo tan banal como cumplir testarudamente con un sueño, sino algo mucho más profundo y significativo, su deseo era tener a Taichi Yagami.
―Concedido. Alcanza tu destino con tus propias manos ―dijo y luego se desvaneció en la oscuridad de la habitación llevándose consigo también su conciencia.
.
.
El timbre del teléfono despertó a Yamato, que con torpeza se incorporo del sillón en donde cayo dormido la noche anterior. Estaba desubicado, no recordaba porque estaba en la sala y no en su dormitorio.
El constante timbrar seguía taladrando sus tímpanos con infernal insistencia, así que como pudo se puso de pie para atender.
Levanto la bocina y...
―Yamato, ya era hora ―dijo Koushiro con voz angustiada. ―Ha habido un incendio en el edificio de Tai y...
Lo que siguió a eso fue solo a medias codificado por su cerebro. En menos de media hora se encontraba entrando a toda carrera por la puerta del hospital en donde Taichi fue internado.
No tardo en ubicar a Kushiro, quien para ese momento estaba ya acompañado de Hikari y Takeru.
―¿Cómo están? ―preguntó.
―Tsuna está bien, sólo fue el susto ―respondió Hikari haciendo referencia a su sobrino. ―Pero mi hermano. Los doctores no saben si lo lograra. Después de sacar a Tsuna regreso al edificio y ayudo a salvar a muchas personas, sin embargo...
Y hasta ahí llego, su voz se quebró para comenzar a llorar.
―El techo de varios pisos se colapsó, los bomberos y paramédicos los sacaron, pero... ―agregó Tk al tiempo en que intentaba consolar a una destrozada Kari.
―¿Familiares de señor Taichi Yagami? ―se escuchó a una enfermera llamar.
―Aquí ―dijo Hikari acercándose a toda prisa.
Mientras Kari llenaba un formulario extenso al ser el único familiar directo, Matt se ofreció para ir a dar una visita rápida a Taichi, quería comprobar con sus propios ojos que se encontraba estable y en vías de recuperación.
Al ir caminando por los blancos pasillos del hospital comenzó a recordar, la niña que llevo a su casa y que misteriosamente había desaparecido, el sueño de la bestia Kirin y su última frase pronunciada que a cada momento se hacía más y más nítida.
Con cuidado abrió la puerta, si Taichi se encontraba dormido no quería despertarlo.
―Yama ―murmuro Tai extendiendo la mano derecha en su dirección apenas reconocerlo.
―Ichi ―gimió en un hilo de voz mientras corría a sujetarlo. Con devoción beso su palma, para luego llevarla a su frente y llorar agradecido de que estuviera vivo. No se había dado cuenta de cuan angustiado estaba hasta ese instante.
―Yama.
―No te esfuerces, debes...
―Pero necesito que sepas, porque mientras llovían piedras sobre mí, y creí que había llegado mi momento, yo solo podía pensar en ti. En que me gustaría volver a verte, para al fin confesarte lo que hoy descubrí. Yo te amo.
Matt apretó los labios.
Alcanza tu destino con tus propias manos.
―Con que eso significaba ―murmuro para si mismo antes de inclinarse y besar delicadamente los labios de su amor.
―Yo también te amo ―confesó feliz, pues algo en su interior le susurraba que la esposa ya no estaba para interponerse. Ella se había ido de la manera más conveniente. sin escándalos, y dejando como héroe a su esposo.
No me importa quien muera, si el mundo arde, mientras te tenga a ti, todo lo demás sale sobrando pensó Matt mientras acariciaba el rostro de Taichi quien se había vuelto a quedar dormido.
Dicen que Kirin solo puede servir a un soberano o a un dictador, así que quizás, el hecho de que decidiera servir a Yamato es porque adivino que él se convertiría en la pareja de un futuro presidente...
Fin.
N. A.
1.-ISS: Estación Espacial Internacional, en ISS, por sus siglas en Ingles, International Space Station.
2.- Roger T. Stanford: se trata de uno de los dos protagonistas originales del cuarto capitulo de Pet shop of horrors, en la que termina siendo nombrado presidente de los E. U.
Para quien no ha visto la seríe The Pet Shop of Horrors es una serie de terror y misterio que cuenta con cuatro capítulos.
*La hija
*Delicious
*Desesperación
*Dual
Y de los cuales he hecho adaptaciones a diferentes animes, siendo este el ultimo.
A las increíbles personas que hacen el favor de leerme, saben la razón.
Así es.
Los especiales de Halloween o Día de Muertos según la región donde se encuentren.
Cada año intento publicar mínimo tres historias de terror que espero disfruten. Esta es la psegunda de este año.
Les deseo un escalofriante día de todos los santos.
Atentamente su servidor incondicional
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