The perfect story
Me encontraba acostada en el pequeño sofá debajo de la ventana de la sala. Pude ver con claridad las gotas de agua que se deslizaban por el vidrio a causa de la torrencial lluvia, aunque no puedo decir lo mismo de lo que estaba más allá de la barrera trasparente, esa que me impide tocar las lágrimas de las nubes.
El día estaba gris, el cielo estaba triste; al igual que yo.
Pocas veces tendrías la fortuna de encontrarme de este ánimo, calmada y reflexiva, sin gritar o emocionarme por cualquier detalle insignificante. Sentía en mi corazón un vacío, un vacío que a mi parecer, es sin sentido e inexplicable; tal y como lo que hice. Ese día fui atrapada, no se por que lo hice. No culparé a los que me persuadieron a ir a la fiesta, ni a los que me alentaron a tomar. No los culparé, porque fui yo la que tomó la decisión; me decía "solo una copa más", siempre una copa más...
Aún no recuerdo mucho de lo que pasó después, los oficiales me dijeron que tome mi auto y salí de el lugar de la celebración, luego me estrellé contra un poste, pero iba pasando un joven en ese momento. El no murió, doy gracias por eso, sin embargo si quedo muy herido.
El juicio era al día siguiente, y aún no sabía que hacer, no sabia qué decir; ni siquiera sabía si debía luchar,después de todo, sabía que lo que había hecho estaba mal, y era consciente de ello cuando lo hice.
Sentía que mi vida no tiene sentido, era hueca, y sin valor. Si meditaba en aquello, ¿de qué me servio salir a beber? Me proveyó de alivio momentáneo, pero, ¿a que costo? Ahora debía soportar la humillación ante los demás, y ante mí misma. Había caído muy bajo, me había convertido en lo que -desde niña- decidí que no quería ser.
"Soy una mala persona"...
"Pude haberlo matado"...
"No merezco vivir"...
Esos fueron los pensamientos que inundaron mi cabeza. Las lágrimas empezaron a deslizarse suavemente y en silencio por mis mejillas, yo las dejaba correr libres; era justo que ahora sufriera remordimiento. Al llegar al punto de no poder evitar soltar leves gemidos por los sollozos, paré. Recordé de algo que mis padres me habían hablado hace muchos años, cuando aún vivía con ellos. Siempre intentaron convencerme de su extraña creencia. Claro que nunca les había prestado no la más mínima atención, sino que respondía ocasionalmente, y cuando lo hacía, no era más que para gritarles -ya enojada- que me dejaran a en paz; ellos solo suspiraban, y dejaban el tema por un par de días.
No me quedaba otra opción, toqué fondo, no tenía nada más que perder.
Decidí ir a mi habitación, y cuando llegue, abrir el último cajón de mi armario, en el que dejaba todas las cosas que no usaba. Saque una gran caja, allí reposaba el libro, junto con varias fotografías que enmarcaban momentos especiales de mi vida, esperando ser re-descubierto. Con cuidado, extraje el empolvado y olvidado ejemplar. Pase mis dedos delicadamente por la portada, que no tenía más detalles que el título en letras doradas y cursivas, en la parte media de la caratula. Lo abrí, lo abrí en la parte que marcaba la mitad del libro, dividida -supongo- por el autor. Allí encontré palabras, muchas palabras. Una extraña historia, sobre un bebé hijo de una virgen, que cuando creció, se convirtió en un gran hombre que hacía cosas maravillosas. Lo que más me fascino de la historia, fue como al final, nuestro protagonista, muere, dándole fin al reinado que poseía el enemigo. Cabe destacar, que, llegados a esta parte de la historia, varias lágrimas habían retomado el camino que dejaron las anteriores; pero estas eran dulces, no amargas como las que las precedieron. Por supuesto que, la historia no termina ahí. Después de tres días, de forma inexplicable, resucita, y al fin de da a conocer el porque de su muerte. Es la historia más bella y perfecta que he leído jamas.
Lo más especial de esta historia, es que no se queda solo en el papel; esta historia puede llegar a transformar millones de vidas, que como yo, están agobiadas de tanto luchar. No sabes lo que daría por qué siguieras mi ejemplo, que aunque no tuvo el mejor comienzo, confió en que tendrá un final de cuento. Desde donde estoy ahora, detrás de las rejas, estoy alegre, por qué se que cuando salga, hablaré a otros de Su amor. Y cuando muera, ya no veré este mundo tan cruel, estaré en un lugar encantador y, lo mejor, con El.
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad."
1 Juan 1:9 (RVR1960)
"... que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo ha levantado de entre los muertos, seras salvo. Por que con el corazón se cree para ser justificado,pero con la boca se confiesa para ser salvo. Así dice la escritura: <<Todo el que confié en el no sera defraudado jamas.>>"
Romanos 10: 9-11 (NVI)
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