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♡ ∘ ׄ · ׂ 33

A veces sucede que uno se ciega tanto por el deseo de recuperar algo que olvida todo lo demás. Su amor propio, su anhelo de superación e incluso, al amor de su vida. 

Yo sabía muy bien eso, así que después de mirar por última vez el celular completamente descargado sobre mi sofá, abrí la puerta, ignorando el abrazo de Tiara, luché para liberarme de este y cerrarme en mi mismo. Dejaron de existir sus gritos, las miradas de los vecinos preguntándose qué había ocurrido o cualquier cosa que no fueran mis pies moviéndome automáticamente hacía el único lugar donde encontraría lo que necesitaba para recuperar a Oliver.

No me costó demasiado llegar al edificio donde sabía encontraría a la persona que podía llevarme con mi última esperanza, tampoco tuve que hacer gran cosa, sorprendentemente, él estaba justo frente a la entrada, con los brazos cruzados, mostrándome una victoriosa y asquerosa sonrisa.

- Hey Soaring -. Inclinó la cabeza hacía un lado, riendo vagamente. - Que feo estás, parece que te hubieran arruinado la vida o algo así -. Se burló. Gemí, no tenía fuerzas ni para sentir dolor por ese sarcástico comentario. - No puedo creer que Aquino realmente esté encaprichado contigo, no eres más que un omega estúpido, como cualquier otro -.

Kendo pasó una de sus manos por entre sus mechones de cabello, peinándolos muy a su propio estilo, con bastante lentitud. Suspiré, sabía que no haría nada a menos que yo le dijera lo que deseaba.

- Uh -. Hablé entonces, carraspeando un poco, tratando de que al menos mi voz no se escuchara tan rota como me sentía. - Necesito...-.

- ¿Qué dices? -. Avanzó un paso, llevando descaradamente una de sus manos a su oreja. - No puedo oírte, habla más alto -.

- Ne-Necesito -. Bajé la mirada, suspirando. - Quiero ver a Aquino -.

- Así no se piden las cosas, idiota -.

- Por favor -. Imploré entonces, mirándolo a los ojos. - Por favor, llévame con Aquino. Porfavor -. Deseaba tanto retractarme, correr y huir de ahí tan rápido como mis piernas me lo permitieran, tal y como la última vez; pero no, observaba a Kendo analizarme con la mirada, mientras mi omega se mantenía quieto, tal cual un lobo con la cola entre las patas y la cabeza gacha, completamente sumiso ante la única persona que podía ayudarme a recuperar a mi hijo.

- Claro, Soaring -. Mi piel ardió cuando pasó uno de sus brazos por mi cintura, guiándome para que salgamos del edificio. - De hecho, es para eso que estoy aquí, Aquino me mandó por ti -.

- Él...-.

- Sí, sabía -. Kendo me abrió una de las puertas de su auto, dejándome entrar y cerrándola con fuerza, causando un fuerte estruendo. Me encogí en mi asiento, pero al instante relajé mis músculos, tratando de parecer menos asustado de lo que me veía. - Parece que te conoce mejor de lo que crees -.

Me sentía como si estuviera yendo directo a la guarida del lobo a ser comido por este mismo, pero mi cabeza no podía pensar en algo mejor que eso ¿Qué ganaba persiguiendo a los sujetos que había mandado el juez? Solo recibiría más de esos golpes y todo delante de Oliver; al igual que eso causaría que tenga otra denuncia por mal comportamiento y eso no me ayudaría durante el juicio. No, sin Natalan presente, lo único que podía hacer era entregarme a Aquino, solo estando con él volvería a ver a Oliver.

Mientras el auto avanzaba, pensé en Natalan ¿Cómo estaría Natalan ahora? Con sinceridad, no podía imaginármelo de ninguna manera, ni buena ni mala, no me imaginaba a Natalan huyendo de mí, pero tampoco me lo imaginaba volviendo, porque si fuera así, ya estaría de regreso. Cada que pensaba en él, sentía sus brazos rodeando mi cuerpo y su voz cerca de mi oído, diciéndome que todo saldría bien. Solo esperaba volverlo a ver algún día, y aunque no sea conmigo, quería verlo muy feliz. 

Cerré los ojos con fuerza cuando un fuerte retorcijón en mi estómago logró hacer que me encoja, sabía que era mi omega chillando de dolor ante la simple imagen de Natalan con otra persona, pero él ya no era para mí, siendo almas gemelas o no, yo volvería con Aquino, él me mordería otra vez y entonces me entregarían a Oliver. Ya con Oliver, pensaría en cualquier forma de huir, alejarme de todo y de todos, solo con mi pequeño en brazos. Ese era elplan.

Pero mi deseo secreto que a veces causaba que mis ojos se llenen de lágrimas, era volver a ver su mirada heterocromatica, las arruguitas bajo sus ojos y sentir sus labios sobre los míos. Un placer ya prohibido para mí. Natalan, gracias por haberme mostrado que sí podía ser feliz.

Aunque la vida está llena de buenos y malos momentos. Siempre al final sale al arcoiris, sí, pero después del arcoiris cae la tormenta otra vez, y mayormente, es esta la que dura mucho, mucho más que la felicidad de los siete colores. 

- No deberías estar triste -. Me habló Kendo, mirándome por medio del retrovisor. - Realmente eres un caso tan raro, Soaring -.

Y por primera vez, sentí que podía entablar una conversación con él, porque Kendo no me observaba como algo insignificante, sino que, al contrario, la curiosidad de su alfa salió aflote para ese punto. Suspirando, relamí mis labios. 

- ¿Por qué un caso? -. Murmuré, aunque él me oyó.

- ¿No se supone que todos los omega anhelan estar con su alfa? Aquino es tu alfa, debes desear estar con él en las buenas y en las malas ¿No sientes eso? Es tu obligación, naciste para esto -.

- No lo siento -. Susurré, mirando las calles a través de la ventana. Estaba lloviendo, como aquella vez que Natalan me pidió disculpas y se quedó afuera en la lluvia, esperando que yo le abriese la puerta. - Mi omega no quiere ir con su alfa -.

- ¿Por qué? ¿Qué quiere entonces? -.

- Quiere ser feliz -.

- Per- -.

- Yo no siento la necesidad de un alfa para ser feliz -. Dejé de apoyar mi cabeza en la ventana, observando directamente a los ojos de Kendo, a través del retrovisor. Él bajó la mirada por primera vez, aunque estuve seguro que fue debido a que tenía que concentrarse en el camino. - Pienso que... No me merezco esto, supongo -. Suspiré. - Desde que Aquino me dijo que fui solo una apuesta, mientras lloraba y me lamentaba, siempre me pregunté "¿Realmente me merezco esto?" y cuando estás solo... Y nadie, nadie te responde, te das cuenta que no, no lo mereces -. Para este punto, no sabía si Kendo me estaba escuchando, pero no me importó, continué hablando. - Nunca le hice nada a nadie para que me suceda esto, por eso sé que no lo merezco. No nací para ser el omega de Aquino, o de nadie... Nací para ser feliz -.

- ¿Y qué supones? ¿Crees que alguien va a tomar en serio a un omega que no sigue las reglas? -. Ahora su tono fue mucho más altanero, al parecer empezaba a perder la paciencia.

- Creo que no soy el único que piensa así -. Bajé la mirada a mis manos, jugando con mis dos pulgares. - Pienso que soy como... Una aguja en un pajar -.

Después de eso, Kendo no me dijo nada más. Él se quedó en silencio todo el resto del camino y yo me quedé con muchas palabras más rozando mi lengua y deseando salir, pero no mecreía capaz de tentar a la suerte. Volví a mirar por la ventana, preguntándome si Natalan había tenido razón ese día ¿En serio quedarían más agujas en este inmenso pajar? ¿O solo éramos un par de soñadores estúpidos que no aceptaban su realidad?

Cuando llegamos a nuestro destino, Kendo tuvo que gritar mi nombre para hacerme reaccionar. No estaba dormido, estaba recordando, recordando esos días en los que Natalan, Oliver y yo nos quedábamos hasta tarde viendo películas, después Nat llevaba a Oli a su habitación a dormir y me cargaba para ir a la cama. A veces me escondía de él y jugábamos a encontrarme, pero él siempre lo hacía. 

¿Podría ahora encontrarme? O... ¿Siquiera estaba buscándome? 

Sentí un fuerte tirón en mi brazo y fui arrastrado por Kendo dentro de una antigua casa. No sabía qué hacíamos ahí, pero ni siquiera alcancé a preguntar, para el segundo siguiente ya estaba cayendo contra el suelo y Kendo cerraba la puerta, conmigo dentro. Sentí la madera del piso y suspiré, al parecer, la curiosidad había abandonado por completo al alfa amigo de Aquino y de nuevo se había vuelto el mismo chico que servía a su mejor amigo como si fuera su mano derecha. 

- Soaring -. Oí la voz de mi alfa y no quise alzar la cabeza.

Mi mente volvió a perderse a los recuerdos de mí mismo, del mismo Soaring que, con un bebé de días en brazos, se dijo a si mismo que nunca más se dejaría vencer por ningún alfa, que no necesitaba de estos, del amor o de cualquier sentimiento o persona que no fuera su hijo. ¿Qué diría ese Soaring si me veía ahora? ¿Se daría cuenta de que lo hacía por mi pequeño o escupiría sobre mí ante mi cobardía por no poder hacer otra cosa? ¿Me golpearía por no haber dejado que Natalan me muerda en su momento? ¿Por mi ingenuidad de un felices porsiempre?

- ¿Qué tiene? -. Oí a Aquino preguntarle a Kendo, quien suspiró, inclinándose para tomar confuerza los mechones de mis rizos y después de uno de mis chillidos de dolor, alzar mi cabezapara que observe los ojos de mi antiguo alfa.

- Nada -. Kendo suspiró, sin soltar mis cabellos. - Ha estado así desde que lo encontré, sigo pensando que es un estorbo, está más loco que una cabra ¿Por qué lo quieres, Aquino? -.

- Simple -. Aquino avanzó hasta apoyarse en una de sus rodillas, tomando mi barbilla, hice un gesto que traté de reprimir cuando analizó con sumo cuidado mi rostro, dirigiendo su mirada después a mi cuello. - Él cree que ese Natalan puede ser mejor alfa que yo y está equivocado. A los omega como él, sus alfa, debemos darles una lección -.

- Si era solo una lección ¿No es más fácil golpearlo o matarlo y ya? Podrías hasta quedarte con el niño, tú que siempre has querido...-.

- Exacto -. Aquino cortó a Kendo. - He intentado con cada omega que he mordido y ninguna ha concebido, tú mejor que nadie sabes que estuve a punto de ir a hacerme el maldito examen, pero...-. Él gruñó, mirándome después, con una enorme sonrisa. - Al parecer yo no era el problema y si Soaring me sirve para dejar una generación, entonces es bueno para algo. Así de simple -.

- Es todo tan problemático -. Kendo suspiró, caminando más adentro de la casa, sacando de una pequeña nevera portátil una cerveza, abriéndola ante mí. - Aunque ahora comprendo la razón por la cual la llamaste, no hay nadie que sirva mejor para cuidar omegas que ella -.

- Solo diré que después del juicio, de que el juez confirme que llevas mi hermosa nueva marca en tu cuello y vengas a este lugar, Soaring -. Sus palabras iban dirigidas a mí. - Vas a ser como mi puta gallina de los huevos de oro, y mi hermana se encargará de cuidarte -.

Ni siquiera me sorprendió la existencia de su hermana, claramente no recordaba ninguna en la adolescencia de Aquino, pero ya que toda mi vida con él había sido una completa mentira, no me sorprendía que ahora me saliera con ese tipo de cosas. Gran parte de su plan maestro ya me lo había imaginado y asimilado, aunque no me esperaba eso de que no pudiera concebir con ninguna de las omegas que había mordido, quizás era esa una de las razones por las que se la vivía rompiendo lazos, ya que ninguna le daba lo que él realmentedeseaba: Hijos.

Era bastante normal en este mundo el típico alfa con deseo por extender su legado, su herencia, su sangre. Como un sueño por mantener creciendo la población, otro deseo que veníamos teniendo debido a ese lado animal. Por eso Natalan me había mencionado esa vez lo detener un hijo, aunque cuando él lo dijo, la idea me sonó bien. Muy bien. 

Ahora solo tenía ganas de vomitar.

- Oliver -. Hablé entonces, sorprendiendo a Aquino y Kendo, quienes me miraron por todos los segundos que tardé en continuar. - Puedo... Oliver va a estar... Uh, Oliver va a estar conmigo ¿Verdad? Él...-.

- No lo sé -. Aquino respondió, con una burlona sonrisa. - Podría llevarlo con mi madre, ella siempre ha querido un nieto -.

- ¡No! -. Grité, mirándolo a los ojos, sintiendo mi vista nublarse de nuevo, sin saber de dónde conseguía tal cantidad de lágrimas para continuar llorando. - Por favor... Por favor Aquino yo... Te juro que-Te juro que hago lo que sea pero no -.

- Está bien -. Aquino suspiró. - Solo para que dejes de llorar como estúpido, Oliver se quedará aquí contigo, pero ni se te ocurra pasarte de listo porque te juro que sino él será testigo de cómo su padre, su gran héroe, es molido a golpes por su otro papá ¿Entendiste? -.

Asentí, bajando la mirada de nuevo. Eso sonaba bien, sí, si estaba con Oliver, aún podía salir adelante, con él a mi lado podría de una u otra forma escapar y llevarlo conmigo. Aquino no le haría daño a Oliver, él no tocaría a uno de sus hijos, así que si las cosas salían mal, ahora sabía que Oliver era necesario para él.

Aunque no me imaginaba a Oliver creciendo con Aquino como padre, había pasado nochese nteras soñando con Oliver teniendo a Natalan como ejemplo. Contándole a Natalan cuando vea a una omega bonita, o un omega, diciéndole que había defendido a alguien de los tontos alfas que se creían la gran cosa y trataban mal a los otros. Sí, esas eran las imágenes que pasaban por mi cabeza al pensar en el futuro de mi hijo. Sin embargo, lo quería vivo, sea como sea. 

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que llegué a esa casa, pero Aquino y Kendo estaban mucho más relajados. Sin saber ni siquiera cómo, llegué a avanzar hasta un extremo de la casa, cerca de una pared, apoyando mi cabeza en esta y abrazando mis propias piernas, mirando la nada, pensando en Natalan, Oliver, Duxo e incluso en Nova. Casi sonreía ante cada recuerdo bueno que me mantenía tranquilo, sin entrar en pánico.

Aquino habló entonces con alguien por celular, se metió a una habitación a hacerlo pero se lograba escuchar un poco, eso por mi buen oído, quizás. Era una mujer, preguntándole dónde estaba y cuándo volvía, lamentablemente no escuchaba las respuestas de la otra persona. 

Kendo me observaba por segundos, sentía su mirada sobre mí pero no dije nada, ni él dijo otra cosa. Después de un rato más, Aquino se reunió con nosotros, maldiciendo en voz baja.

- ¿Qué dijo? -. Preguntó su mejor amigo.

- Que ya está en camino. Pero ya la conoces, se quedó seguro tomando alguna cerveza por ahí -. Pasó las manos por su rostro entonces, gruñendo por lo bajo. - Detesto tener una hermana así ¿Por qué tiene que ser tan malditamente obstinada? -.

- Quizás porque es una omega amargada -. Respondió Kendo, encogiéndose de hombros.

- Bueno, es su maldita culpa que ningún alfa quiera acercarse a ella -. Aquino lo miró. - Tú lo intentaste ¿Recuerdas? Patalea y ataca como una completa loca, uno de estos días le va a tocar un alfa que no va a aguantar sus estúpidos berrinches y ni yo podré hacer nada por evitar que le den lo que se merece -.

De nuevo sentí mi estómago retorcerse ¿Cómo podría Aquino expresarse así de su hermana? O peor ¿Permitiría en serio que un alfa la golpee solo por ser alfa y ella omega? ¿Realmente las personas no tenían ni un poco de sentido común para los sentimientos de los demás? Si ella no quería estar con nadie, era su problema, no por eso estaba loca, ni por eso se merecía que la golpeen. Su cuerpo y su corazón eran suyos, no le pertenecían a cualquier alfa que tuviera mano fuerte ¿Por qué nadie podía ver las cosas de esa forma?

- Tienes que verle el lado bueno, ella tiene ese... Ese don, y te va a servir con Soaring -.

- ¿Don? -. Murmuré. Aquino y Kendo me miraron entonces. Aquino sonrió, empezando a avanzar hacia mí, haciendo que por reflejo propio, yo me encoja en mi lugar. - Lo siento, no debí- -.

- Ella tiene ese algo -. Aquino me habló. - Ya sabes... Como un sexto sentido, puede ver más allá que otros, como un bichito raro -. Él se inclinó hasta quedar arrodillado a mi lado, pasando su mano por mi mejilla, encogiéndome ante su frío tacto. - En realidad es que tiene la nariz sensible para las feromonas, ella puede sentir con más claridad la personalidad de una persona solo con olerte, al igual que saber que tan fértil eres... Y otras cosas, aunque a mí siempre me decía que no tenía nada malo y no conseguía tener hijos, empecé a pensar que estaba perdiendo mi toque -.

- U-Uh -.

La mano de Aquino se paseó por mi cuello, traté de alejarme, pero la pared fría estaba del lado opuesto, impidiéndome moverme. Él sonrió, acercándose para pasar su lengua por mi cuello, sentí la humedad de su saliva y mi omega se asqueó. Desee vomitar de nuevo, pero no lo hice, de algún modo no lo hice. 

- ¿Sabes, Soaring? -. Susurró cerca de mi oído. - Nunca te lo dije, pero cuando estás asustado hueles demasiado bien -. Mordió el lóbulo de mi oreja y lo traté de alejar, mis manos intentaron tocar su pecho para apartarlo pero las suyas fueron mucho más rápidas, agarraron mis muñecas con fuerza, me dolió, mas no se lo dije, solo jadee cuando me tumbó contra el suelo, dejando que mi cuerpo impacte con fuerza, antes de colocarse sobre mí, relamiendo sus labios. - Antes de morderte ¿Qué tal si nos divertimos mientras esperamos que la estúpida de mi hermana vuelva? -.

No. No, no quiero, no. Natalan. 

Mi omega lo llamaba mientras entraba en pánico, mi cuerpo empezó a temblar pero no le importó a Aquino, él me arrancó la remera, lanzándola a un lado. Escuché suspirar a Kendo a la distancia e incluso pude verlo, con mis ojos cargados de lágrimas tratando de conseguir su ayuda, él solo se volvió para meterse en alguna de las habitaciones y dejarnos solos.

Sabía que esto pasaría, ya me había imaginado que tendría que entregarme a Aquino como la última vez, sin embargo ¿Por qué me daba tanto miedo? Me removía queriendo quitarlo, mis manos buscaban apartarlo incluso cuando él las empujaba con fuerza hasta que casi golpeaban directo al suelo. No podía, me sentía débil, pero mis piernas trataban de cerrarse incluso después de que me arrancó también el pantalón y la ropa interior. 

Me cubrí, mis manos buscaban tapar mi entrepierna, mis piernas se cerraban a pesar de los gruñidos y las palabras firmes y con voz de alfa que Aquino repetía, me pedía quedarme quieto, pero no escuchaba, estaba tan cerrado en el susto que solo intentaba apartarlo, llorando, sacudiendo la cabeza, alejando cualquier parte que se acerque siquiera a mis muslos. 

- Con un demonio. QUÉDATE QUIETO -. Su puño impactó directamente contra mi mejilla y sentí dolor, sí, pero no me detuve. Chillé igual o más fuerte, hasta que él se terminó de desabrochar su pantalón y sacó su miembro ante mis ojos; colocó sus manos sobre mis rodillas y separó mis piernas con tal fuerza que dolió.

No quiero. No quiero, Natalan. Natalan, por favor. Natalan. 

- ¿Es en serio? ¿Aquí en la sala? ¿Puedes ser un poco menos asqueroso, estúpido? -. Escuché una voz que no reconocí y Aquino me soltó. Él levantó la mirada mientras mi cuerpo entero se relajó al ya no tener contacto con ninguna parte de él Encogí mis piernas lo más que pude, cubriéndome. Apenas veía por la cantidad de lágrimas en mis ojos, pero cuando alcé la mirada hacía un lado y pestañee lo suficiente para ver la persona que me había salvado. No era Natalan, pero le debía mucho porque empezaba a sentir que me faltaba el aire ya.

- Nimu -. Él habló, levantándose y acomodando sus ropas, aunque por su tono, no estaba feliz con su interrupción. - Vengo queriendo que vengas desde hace dos horas y cuando por fin obtengo algo de diversión te apareces ¿En serio? ¿Te pagan para interrumpir, estúpida? -.

- Para tu mala suerte, pedazo de animal, me dijiste que vuelva rápido y aquí- -. Su frase quedó en el aire cuando su mirada y la mía se encontraron. Ella tenía unos hermosos ojos cafe claro, además del cabello cafe. Era muy hermosa, me pregunté cómo era hermana de Aquino, pero no lo consideré demasiado, no era mi problema. - ¿Lo violaste? -. Cuestionó, observándome con suavidad, no sentía temor ante su mirada, supuse que era el efecto de que sea una omega, al igual que yo.

- ¿Qué? -. Aquino preguntó, mirándola confuso. Él se levantó del suelo y caminó hasta ella, esperando que continúe hablando.

Ella se acercó a mí y se quitó la chaqueta, poniéndomela por sobre los hombros, me continuó mirando fijamente antes de mirar a su hermano nuevamente, apoyando sus manos en su cintura, en una típica señal de reproche. 

- ¿Ya lo violaste? ¿Desde cuándo estás acosando al pobre chico? -. Su pregunta fue bastante confusa hasta para mí, pero no me importó, estaba suficientemente ocupado tratando de cubrirme lo más posible con mis prendas rotas y la cacheta de la chica.

- ¿Violarlo? ¡Claro que no, estúpida! Apenas iba a hacerlo y me interrumpiste -.

- ¿No? -. Nimu volvió a mirarme, suspirando. - ¿Estás completamente seguro de que no lo has tocado... En este sentido? -.

- Recordaría haberlo violado ¿Por qué? ¿Qué tiene? ¿Le ves algo malo? -. El miedo en la voz del alfa iba creciendo con forme hablaba. Demonios, si yo tenía algo malo, significaba que Aquino ya no me querría y el plan se iría completamente a la basura.

- Malo no -. Ella me miró con los ojos cargados de compasión. - Felicidades, pequeño, estás embarazado -.

¿Qué? 

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