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Capítulo 10

—¡Chaeyoung! Chaeyoung, ¿Estás escuchándome?

Despegué mis ojos de la laptop cuando observé el rostro de Tzuyu tan cerca que de un cabezazo seguramente podía romperle la nariz. Me alejé para evitar hacerlo y aunque siempre me había enojado cuando me sacaban de mis momentos de concentración, no quería que iniciáramos ninguna pelea. Mi familia ya estaba cansada con nuestros arrebatos y de tener que arreglar mi oficina por como la dejábamos después de eso.

Tzuyu es mi mejor amiga desde que estuve iniciando la secundaria. Ella era una alfa como yo, sin embargo, de algún modo logramos encajar después de molernos a golpes un par de veces. No es que me queje, así eran las clases debido al constante deseo por ser mejor que todos tus compañeros de tu género. Tzuyu y yo comprendimos que no había necesidad de llegar eso, hemos sido amigas
desde entonces y aunque cuando no compartimos pensamiento, podemos morirnos a los golpes, nunca pasa de eso, aquí el que gana la pelea, tiene razón. Fin de la historia.

Mi familia la contrató para que sea como mi ayudante, mi mano derecha. Ellos se la pasaba la mayor parte de sus años viajando y todo lo que fuera en Corea quedaba en mis manos, así que me trasladaron a su oficina hace un año. No me quejo, es mucho más grande que la anterior. Ser la única heredera de una de las compañías más conocidas a nivel nacional e internacional puede ser algo de demasiado estrés para cualquiera. Yo que nací en esa cuna de oro, ya estaba completamente acostumbrada y sabía cuándo permitirme vagar e ignorar el trabajo, y cuando no.

Por ejemplo, cuando recogía o llevaba a Mina, ahí me podía permitir ignorar el trabajo solo para después esforzarme el doble. No dejaría que todo se me junte como aquel jueves donde las cosas se salieron de mis manos. Aún me hervía la sangre de solo pensar que no acabé con ese desgraciado.

—Tzuyu, ¿Exactamente a donde les gusta ir a los niños de tres años?

—¿Qué? ¿Cómo voy a saber yo eso?

—No lo sabes, perfecto. Entonces deja de joder y permite que la máquina me responda.

Ella rodó los ojos y se sentó en la silla corrediza frente a la mía, separados por mi gran escritorio. Continué buscando entre las páginas las actividades favoritas de pequeños de esa edad, aunque todas las opciones que me daban me parecían tan cliché que quise hasta mandarle mi carta a los usuarios de aquel inútil foro para que se vayan a la misma mierda con sus respuestas tan obvias e inútiles.

Es importante agradarle a Taehyung. No es que tuviera experiencia en niños o en cortejos, pero Mina amaba a su hijo y si realmente deseaba llegar a algo con ella, necesitaba poder agradarle a lo más importante en su vida, esa bolita con piernas y brazos que responde al nombre de Taehyung.

Sonreí al recordar aquel día que lo conocí, ese temor que creció en mi pecho cuando Mina me abrió parte de su vida y me contó su historia, pero por sobre todo, recordé esas ganas que tuve de seguirla apenas tres minutos después de que se fue. Yo no iba a renunciar a mi omega solamente por un pasado oscuro, no sería igual que cualquiera, porque necesitaba a Mina en mi vida tanto como necesitaba respirar. Así es, he oído de estas historias tantas veces, pero jamás creí vivir una.

Como a cualquier niña pequeña, las historias que me contaban antes de dormir hablaban sobre dragones, príncipes y princesas amándose para siempre por tener un lazo destinado a existir. Uno no suele creer en esas cosas cuando creces, ves que la realidad se basa en morder a alguien y ya, pero cuando yo la vi aquel día en el baño, me di cuenta que quizás los cuentos no siempre son solo cuentos.

Mina era mi pareja, mi omega, mi otra mitad, lo sentí y algo dentro de mí me dice que ella también lo hizo, aunque para mi sorpresa no se lanzó en mis brazos de buenas a primeras. Descubrí que gracias a mi padre tenía más autocontrol que cualquier otro alfa que haya conocido. Debía agradecerle luego, de no ser por él hubiera devorado a mi Mina en el auto, cosa que no estaba del todo bien, aunque mi cuerpo me lo pedía a gritos.

Ella no es una omega normal, pero creo que eso lo hace tan especial para mí, tan perfecta a su manera. Mina es una omega perfecta por no cumplir con los estándares de cómo deben ser ellos. Ella es fuerte, trabajadora, protectora y jodidamente sexy, sin duda. Cuando hable con mi padre, él estará orgulloso de saber que mi omega no es una tipa escuálida sin cerebro.

—Chae, estás actuando muy extraño.

—Mmm.

—Y no lo sé, ¿No será que tu celo se acerca? Siendo así dímelo, no quiero que se repita la experiencia de la última vez... Mejor voy llamando a algunas señoritas de una vez, a ver si esta vez sí te gusta alguna.

—La última vez no fue tan grave.

—¿Tan?

—Solo arrojé a una chica a la piscina, tienes que superarlo.

—Claro, y te faltó mencionar que la lanzaste desde tu habitación, por la ventana. Tercer piso, Chaeyoung.

—No es mi culpa, yo les dije que no quería ver a nadie.

Recordar aquella experiencia no me hacía bien. Aún tenía algunos estragos de culpa por lo que hice con aquella chica, de hecho hasta tuvimos que pagarles a los padres de Yeri por los posibles traumas causados a su hija, pero yo avisé que no deseaba a ninguna omega esa vez, son ellos los que persistieron con llevarme chicas a mi habitación y así concluyó la historia. Aunque en ese momento no comprendí porque no sentí aquel deseo sexual de poseer a cualquier omega, tiempo después entendí que me estaba guardando para alguien especial que por suerte ya había encontrado.

¿Cuál "tal vez"? Definitivamente ya lo había encontrado.

—Chaeyoung, sabes por qué estoy aquí, ¿verdad?

—Hay dos posibilidades, o son mis padres o es Dahyun, ¿A quién viniste a hacerle el favor ahora? — No me importó lo tediosa que sonó mi voz, estaba lo suficientemente enojada por no encontrar lo que deseaba como para que me importe ser suave Tzuyu.

—Dahyun.

—¿Qué quiere?

—Bueno, al parecer ella está muy al pendiente de tu celo, así que desea que te convenza de que esta vez la dejes intentarlo.

—Sabes la respuesta. — Gruñí. —No estoy interesado en Dahyun o en ninguna chica que quieran traerme, además, no sé qué parte de dile que me mudé a Perú, no entiendes.

—¿Por qué Perú?

—No lo sé, en las películas nunca nadie menciona Perú, quizás ella ni sepa dónde queda y me deje tranquila.

—Dios, hermana, eres un caso. — Tzuyu rió, levantándose de la silla y caminando hacía la salida, no sin antes, decirme —Le diré de nuevo que lo haces para protegerla de tu lado animal.

—Sí, sí, como sea. ¡Mierda! Estúpido internet. — Gruñí, alejando la laptop para apoyar mi frente contra el escritorio de cristal, no se me ocurría absolutamente ningún lugar para llevar al pequeño hijo de Mina

Aparqué mi auto fuera de la casa de Mina, observando mi reflejo en el espejo antes de respirar hondo. Estaba tan ansiosa y preocupada porque todo saliera bien. Esperé a que fueran las diez en punto para salir del auto y encaminarme a la puerta, quizás era muy desesperada, pero no deseaba ser impuntual ni tampoco demasiado exigente. Las diez en punto estaba bien, ni un minuto más ni menos.

Golpee la puerta de su casa un par de veces. Me sorprendió el hecho de que nunca antes había hecho eso, lo normal siempre era dejar a Mina y observarla hasta que ella entre en su hogar, ahora me encontraba frente a este y cuando ella abriera podría admirar un poco de aquel sitio al que tanto deseaba entrar. Debía estar completamente lleno de las feromonas de Mina.

Escuché unos pasos y dejé sonar mis nudillos, permitiendo que aquel sonido me relaje. Por raro que parezca, era tranquilizante.

—¡Mami! ¡Yo quero abrir!

Una voz ligeramente grave y altamente infantil se escuchó del otro lado, mordí mi labio ansiosa, respirando profundo para calmar la inseguridad que me estaba consumiendo, no podía apestar las calles con mis nervios. Mierda, soy Son Chaeyoung, tengo que calmarme.

—Cuando llegues a tocar la cerradura, te dejaré ¿De acuerdo? — La dulce voz de Mina me tranquilizó, incluso en el momento en que abrió la puerta sentí tantas ganas de atraerla hasta que mis brazos la tuvieran como prisionera, de quedarme con su delicioso olor todo el día como había sucedido otras veces.

—Hola, Chaeyoung.

—Hey.

—Hola, Chaeyouung— Esa fue, definitivamente la forma más deforme como había oído mi nombre en mis veinticinco años, pero bueno, no es que haya estado tan cerca de otro niño pequeño antes. Siendo hija única también, eso no ayudaba mucho.

—Lo hace bien. — Le regalé una sonrisa a Taehyung, quien, después de comprobar mi expresión se acercó más a la pierna de Mina.

—Lo practicamos un poco antes de que llegues, está muy emocionado con que le digas a qué lugar vamos a ir.

—¿Quieres saber, Taehyung?

El pequeño, que hasta entonces me dio la oportunidad de notar su bonita vestimenta, una remera manga corta de color gris con un dibujo animado en frente, junto con unos jeans y unas zapatillas, sí, eso estaba muy bien para el lugar donde iríamos.

—Sip. — Escuché su tierna voz, prestándole atención. —Mami huele a ti, a veces. Quero, uh. — Su expresión se puso seria mientras tomaba aire. —Quiero, sí. — Después de asegurarse de pronunciarlo bien, me miró de nuevo. —Quiero talarines.

—Taehyung. — El tono de regaño con el que Mina habló me causó un poco de gracia, al instante su pequeño la miró e hizo un puchero, agarrándose mejor de la tela del pantalón de Mina. —Lo siento, es que no comió de lo ansioso que estaba, te dije que hace ya un tiempo que no salimos y bueno... Tiene hambre. — Ella se encogió de hombros mientras tomaba a Taehyung en brazos, noté que Mina ya llevaba puesta una bolsa, diferente a la que usaba para la Universidad, así que imaginé que eran las cosas de Taehyung.

—¿Le dirás a dónde vamos? Quizás así se calme un poco.

—No los voy a secuestrar, si es que te llama la atención la idea. — Bromeé, encantado con notar la expresión de sorpresa y luego como las mejillas de Mina se teñían de un suave tono rojizo, Taehyung la miró y colocó su dedito en su cara.

—Mami... Estas cariente.

—Caliente, Tae. — Habló bajo, ronca, completamente avergonzada. Mierda, hasta su voz podía causar tantas cosas en mí. —Es con "L", caliente.

—Cariente. — Repitió el pequeño, concentrado en el movimiento de los labios de su mamá.

—Sí... Bueno, practicaremos eso luego.

Quizás muchas personas consideren que esto es un tanto extraño, es decir, si ya encontré a mi omega y sé que es ella, debería morderla sin importarme el lazo roto que tiene y aceptar mi destino de esta forma. No es que me molestara esa idea tampoco, pero había algo en Mina que evitaba que me abalanzara encima de ella y la obligara a que sigamos lo que se supone, se debe hacer. Ella no es como cualquiera, es especial y perfecta, aunque se diga lo contrario, es por ello que mi forma de cortejarla y reclamarla tiene que ser especial y perfecta también.

Quizás que seamos novias, casarnos, tener más hijos e incluso para ese entonces no lo mordería si ella no lo desea.

Siento que ella es quien tiene las completas riendas de a donde se dirigirá lo que sea que estemos haciendo, y no me molesta que tenga el control total. Esto se vuelve entretenido y encantador si puedo ganarme su confianza, poco a poco.

Está herida, lo sé, mi alfa aúlla de dolor de saber que su omega está tan rota por dentro al punto de no confiar en nadie. Aunque sé que si Mina se dejara llevar, su omega no tardaría mucho en aceptarme. Me interesa que sea su parte racional la que me quiera con ella para siempre, la deseo completamente, ansío reclamarla y hacerla completamente feliz.

—Entonces ¿Nos vamos? — Pregunté, mucho más decidida a ganarme por completo a la hermosa chica frente a mis ojos, empezando por conseguir gustarle a la razón de su vida, su hijo.

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