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5~

Café. La única bebida que puede darle la vida cuando se encuentra al borde de un colapso por culpa de los estudios, como en esos momentos, y no queda. Jisung se maldice mentalmente por ser tan despistado cuando se encuentra con que no le queda nada de la amarga bebida, cogiendo ya las llaves para salir disparado hacia la tienda del barrio para comprar más. En su mente pasa la idea de que puede tener alguna especie de dependencia insana de esa bebida, pero le da poca importancia al pensar en lo buena que es la sensación del amargo líquido en su boca.

Su trabajo de trimestre lo tiene bastante estresado. Quiere sacar una nota memorable para demostrar que el lugar en el que vives no es sinónimo de tus capacidades. Y es que, desde que se metió en la pelea entre su hyung y el tailandés, todo el mundo lo ha criticado por ponerse de parte de Minho. El odio de sus compañeros hacia él, o la pena, en el peor de los casos, aumentó cuando se enteraron de que Jisung vive en el mismo barrio que el chico de la pelea. Se ve que esos prejuicios de adolescentes, que creyó que se olvidarían al llegar a la madurez, siguen presentes en mucha gente. Contenerse para no salirse de control en la universidad y decir todo lo que quiere decir sobre sus estúpidas ideas preconcebidas le cuesta cada día más.

-Bienvenido.- lo saluda una voz agradable y animada en cuanto entra a la hogareña tienda.

El lugar es pequeño. Los pasillos formados por estanterías repletas de diferentes productos llaman a perderse entre su aparente desorden. Carteles de ofertas hechos a mano destacan aquí y allí, llamando la atención de los clientes hacia productos que seguramente no tenían en mente adquirir. El aire huele a pan recién hecho, proveniente de una cesta llena de bollos al lado del humilde mostrador. Este se encuentra lleno de productos como tabaco o chicles, así como un bote con un cartel que anuncia caramelos gratis. El lugar se encuentra totalmente vacío, sin ningún cliente a la vista.

Detrás del mostrador se encuentra el chico que ha hablado. Es joven, más joven que él. Lleva puesta una camisa blanca y un delantal con el nombre del lugar bordado. Sus cabellos castaños se encuentran ligeramente desordenados. Sonríe de manera amable, haciendo que Jisung note su parecido con un pequeño zorro del desierto. Todo en el chico grita adorable y buena persona.

Una amplia sonrisa se instala en el rostro de Han al poder observar que Jeongin casi no ha cambiado en relación con el niño de catorce años que recuerda. Al contrario que con sus hyungs, al ver al menor del grupo su corazón se ablanda y un profundo suspiro se escapa de entre sus labios, llevándose casi todo el aire de sus pulmones. Se siente tan bien comprobar que el chico ha crecido tanto que cree que puede mantener su sonrisa incluso cuando vuelva a su tedioso trabajo para la universidad.

Camina hacia la estantería donde recuerda que está el café, rezando por que no lo hayan cambiado de lugar y tener que buscarlo entre las decenas de productos. La paciencia no es una de sus virtudes. Su sonrisa se amplía cuando encuentra el paquete de café que quiere, de una marca buena, detrás de todas los paquetes de marcas algo cutres. Pero sus labios se estiran en su máximo cuando ve por el rabillo del ojo como el chico detrás del mostrador lo observa con el ceño fruncido y una expresión de confusión en su rostro.

Un recuerdo lo ataca creando una sensación cálida en su pecho.

Flashback

-Me encanta este café Innie.- dice el Jisung de quince años en medio de un gemido de placer provocado por la bebida que saborea.- Que pena que se acabe siempre tan pronto.

-Algún día trabajaré en la tienda del barrio y te guardaré un paquete al fondo de todo, donde nadie mira, para que siempre tengas tu café, hyung.- exclama con decisión un pequeño al que acaban de colocar el aparato, que convierte su sonrisa en una exhibición de hierros.

-Has rebuscado bien para encontrar ese café.- dice un confuso Jeongin cuando Jisung llega a su puesto.- Debía estar al fondo.

-Tu dijiste que guardarías uno al fondo para mí porque me gustaba, y me gusta, mucho.- responde el chico con un encogimiento de hombros.- Solo he rezado porque uno de mis amigos si cumpla sus promesas.

-¿Entonces si que eres tú hyung?- pregunta con los ojos brillantes de emoción el menor.

Jisung asiente, haciendo que el menor suelte una exclamación ahogada y que salga disparado de detrás del mostrador. Salta a los brazos de su mayor con una amplia sonrisa, mostrando su perfecta dentadura producto del aparato dental que sufrió durante años. Han siente que abrazar de nuevo el cuerpo del menor es una sensación única e inigualable. Mentiría si dijese que no ha echado de menos la calidez de la cercanía del chico.

-Me pareció que eras tú nada más entraste, pero no quería hacerme esperanzas y luego llevarme un chasco.- confiesa Jeongin cuando se separan.- Las señoras llevan días diciendo que el hijo de los Han ha vuelto, pero no acababa de creerlo del todo. Aún no habías venido a verme a pesar de que ya hacía días que corría el rumor.- el puchero inconsciente y el tono triste que usa el chico hacen que Jisung se sienta horrible por no haber visitado antes al pequeño.- ¡Pero lo importante es que ya te he visto!

-Lo siento Innie, me reencontré con algunos de los chicos de casualidad y he dejado que todo lo que me han contado me tenga tan distraído como para no acordarme de que tenía que visitar a mi bebé preferido. Soy un asco de amigo.- se lamenta el mayor con culpabilidad.

-Da igual, lo importante es que ya estás aquí.- el pequeño le resta importancia con un gesto de la mano.- El pequeño Jungkook se pasó hace unos días diciendo que sus hyung se habían encontrado con un viejo amigo que le parecía bastante raro, así que supuse que, si de verdad eras tú, después de ver a Minho estarías algo descolocado.- Jisung no tiene que responder para que Jeongin entienda que está en lo cierto.- ¿Qué tal tu madre?

-Muy bien. No creo que quiera volver de Malasia en futuro cercano. Dice que allí vive millones de veces mejor que aquí. Sobre todo porque allí papá no puede encontrarla. Me ha costado un montón que me deje volver a mí solo.- Jeongin asiente con un semblante serio, pensando en la agradable señora Han y en lo que daría por volver a verla.- ¿Y la tuya? Chan me contó que ha empeorado de su enfermedad.

-Digamos que como te lo contó Chan es la forma suave de decirlo.- responde el pequeño con un suspiro cansado.- Hace ya un par de meses que necesita oxígeno todo el tiempo porque sus pulmones se están deteriorando muy rápido. A parte de que su estómago se ha vuelto muy delicado y hay muy pocas cosas que no le sienten mal. Suele vomitar bastante. Es duro, pero ambos sobrevivimos aún.

-Ay Innie, no sabes lo que daría por inventar una medicina que curara a la señora Yang.- murmura el mayor con tristeza al ver el cansancio y la incertidumbre reflejados en el rostro de su bebé.- No te mereces esto.

-La vida no es fácil, creo que todos lo sabemos.

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[Chan omma <3]

En la guarida dentro de media hora.

No es una pregunta.

Me da igual lo que estés haciendo.

El mensaje de su mayor lo deja algo descolocado por el simple hecho de que ambos habían confesado que si se reuniesen en la guarida todo sería demasiado pesado para los dos. Lleva cerca de dos horas estudiando y esa es la excusa perfecta para dejarlo antes de que su cabeza explote por el exceso de información. La curiosidad lo mueve cuando se echa una chaqueta vaquera a los hombros por encima de su camiseta de manga corta y sale de camino a la guarida.

Al llegar al lugar se encuentra con la puerta entornada. Desde fuera se escuchan risas y murmullos provenientes de dos o más personas. Han siente su corazón oprimirse de la emoción al pensar que puede que dentro lo esté esperando esa partida de cartas tan deseada desde que llegó. A sus oídos llegan los ecos de los gritos de nueve niños emocionados por ganar.

Empuja la puerta para entrar, encontrándose con Jeongin sonriendo de manera amplia mientras Chan se ríe de manera escandalosa tumbado sobre el sofá. El mayor de todos se agarra la barriga con dolor mientras esta se contrae en espasmos debido a la risa. Se le hace completamente imposible no sentirse algo feliz al verlos allí, a pesar de que el lugar se siente, de una manera abrumadora, vacío con solo tres personas en él.

-¡Jisung hyung! ¡Chan hyung no se cree que ya puedo cuidarme solo!- exclama el menor con fingida indignación, intentando ocultar su diversión.

-Chan, no lo hemos criado bien.- suspira el de mejillas regordetas con exagerada decepción.- No está bien decir mentiras, tú eres nuestro bebé. Claro que no sabes cuidarte solo.- responde, ganándose que el menor le eche la lengua como respuesta.- Normal que hyung se ría así de esa tontería.

Los dos mayores siguen con la broma un poco más, haciendo comentarios sobre lo tiernos que son los diecinueve años del chico o lo lindo que se ve cuando intenta enfadarse. Jeongin intenta defenderse con indignación sobreactuada, pero no puede evitar que de vez en cuando se le escape alguna risa por los comentarios de los chicos, que lo dejan como un auténtico bebé. Había echado de menos lo protegido que se siente al su lado.

-Sois los peores hyungs del mundo.- murmura Jeongin cruzándose de brazos, pero con una sonrisa todavía en su rostro, cuando ya llevan cerca de un cuarto de hora bromeando.- Si lo sé no vengo. Solo os vais a reír de que soy el pequeño.

-Sabes perfectamente que tienes los mejores hyungs del mundo, Yang Jeongin.

Los tres chicos se giran a la vez hacia la puerta, de donde proviene la nueva voz. Hyunjin los observa con diversión. Lleva unos vaqueros oscuros y una camisa negra por fuera del pantalón. Hoy no lleva su cinta de hacer deporte y varios mechones de pelo se colocan delante de sus ojos de manera tierna. Sonríe de manera amplia observando de manera directa al menor de todos. El recién llegado se ha quedado encandilado con lo bonito que se ve ahora el pequeño del grupo después de haber crecido.

Jeongin no puede evitar que su corazón se acelere y sus mejillas se tiñan de rojo al volver a tener a Hyunjin tan cerca. A pesar de ser casi vecinos, han perdido totalmente el contacto. Lo que no esperaba era que el chico se haya vuelto el triple de guapo de lo que era, ni que su sonrisa le siga gustando de la misma manera enfermiza que cuando tenía catorce.

-¡Hyunjin! ¡Has venido!- exclama Chan con una amplia sonrisa.- ¡Pensé que no ibas a hacerlo!

-Encontré a alguien que se quedase con Ryujin a tiempo. No quería perderme esto por nada del mundo.- responde el chico, cambiando el destinatario de su sonrisa por unos instantes.- Ahora le debo a la enana una tarde de películas, pero merece la pena.

-Deberías pagarle a mi madre por cuidar de Ryujin cuando está enfadada contigo por no ver películas de animación. Se vuelve completamente insoportable cuando eso pasa.- la voz de Minho sale de detrás de Hyunjin. El chico aparta a Hwang con poca delicadeza, haciéndose notar.- Tu hermana es igual de aguantable que Jisung cuando no bebé café antes de estudiar. Eso es igual a nada.

En un primer momento, el nombrado suelta un ruido de indignación al oír las palabras de su mayor, pero se bloquea cuando el chico le dedica una sonrisa ladeada y un encogimiento de hombros. Han nota su corazón acelerarse sin control al ver como Minho toma asiento en el que era su sitio habitual. A pesar de todo el espacio libre el mayor se sienta en el suelo, al lado de la pierna de Jisung, con su espalda apoyada en el sofá. Todos lo miran con sorpresa por su aparición inesperada, excepto Hyunjin, que niega con la cabeza por su actitud infantil. Lee saca un cigarro y empieza a jugar con él entre sus dedos.

-Como se te ocurra encenderlo te vas.- lo amenaza Jeongin, dejándolos a todos sorprendidos por su firmeza.- No deberías fumar en general, pero aquí te lo prohíbo tajantemente. Es asqueroso.

-¿Dónde quedó el hyung, enano? Creí que tenías más respeto por tus mayores.

A pesar de seguir murmurando cosas sobre lo irrespetuosos que son sus menores, Minho guarda el cigarro de nuevo en su bolsillo con un bufido. Los chicos se toman unos segundos para observarse entre sí, sintiendo emociones encontradas al ver como se han colocado de forma inconsciente. Jisung se encuentra en la esquina de uno de los sofás, con Minho en el suelo a su derecha. Chan se ha sentado en la otra esquina del mismo asiento, en frente de Jeongin. Al lado del menor, en el centro del otro sillón, se ha sentado Hyunjin. Exactamente los mismos puestos que ocupaban cuando todos se reunían. Es bonito y triste a la vez. Hay demasiados puestos desocupados, pero después de mucho tiempo algunos están ocupados.

-Vamos a jugar esa partida de cartas ya.- gruñe Minho, sacando una baraja polvorienta por el desuso de debajo del sillón.

Hasta él se sorprende de que siga ahí, pero nadie le rechista, contentos con esa improvisada reunión de los cinco.

Siempre tengo la sensación de que lo que escribo va súper lento y de que es súper espeso. No sé ni como sois capaces de leerme jajaja salu3

Pero sinceramente, esta historia va a ir algo lenta en cuanto al tema de las parejas. Se ve como hay algo entre ellos desde el principio, pero no tengo pensado que pasen cosas fuertes hasta dentro de bastantes capítulos.

Se me hace hiper raro ver Tatoo con sus 14k de visitas y esta historia con apenas 160 XD Pero aún así si llega a más de 500 ya sería un logro para mí uwu

Os amo <3

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