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Yoongi se encontraba en el baño de la escuela, mirándose a sí mismo en el espejo.
Ese día no se sentía bien.
El frío provocó dolores en su oído derecho debido a lo sensible que era, estaba algo aturdido y para colmo, Hoseok intentó arrastrarlo nuevamente.
Estar cerca suyo no era cómodo, era demasiado explosivo e irónicamente, no le prestaba la más mínima de su atención.
El pelirrojo se la pasaba charlando, de un lado al otro con sus amigos, teniéndolo como a un perrito faldero. Al menos, así se sentía cuando lo llevaba con él.
En un punto dejó de seguirlo y nadie lo notó.
No eran amigos, Yoongi ya no lo consideraba de esa forma, pero por alguna razón Hoseok sí.
Ya no es lo mismo. El pálido lo sabía, aún así, cuando le hablaba comenzaba a sentir una absurda ilusión de que tal vez podría cambiar, volver a los viejos tiempos.
Y finalmente no era así. Entonces, la frustración acabaría convirtiéndose en enojo, y el enojo en irritación.
Tal vez él fue el único que lo sintió tan especial desde el inicio.
El silencio se rompió cuando Yoongi escuchó unas suelas golpeando suavemente la baldosa del suelo, se giró disimulado y casi se le cae el corazón. Era Jungkook.
El mundo tenía que odiarlo bastante, como para meter hasta en la sopa a esas personas que deseaba olvidar.
La garganta se le apretó un poco, mirándolo. Pero su gesto no estaba siendo devuelto.
Yoongi permaneció frente al lavado, sintiéndolo justo al lado. Apretando los puños, exhaló, muy despacio.
Uno de los cubículos se abrió en ese momento, pero no le interesó, el alma se le llenó de un desespero exasperante cuando al que considero su mejor amigo se disponía a irse.
No puede estar seguro de qué fue lo que lo impulsó a hacer lo siguiente, pero, se atrevió a sujetarlo de la camisa y decir su nombre.
Tristemente, sus cuerdas vocales y vocalizacion no ayudaban. Así que, para él fue como balbucear sin sentido, Yoongi jamás consideró vergonzoso el hablar frente a Jungkook, pero esta vez...
El chico moreno que acaba de salir exhalo una risita, y su rostro se tornó de un rojo tan fuerte, al menos así debía ser si su carne quemaba a ese nivel que estaba sintiendo.
La tela entre sus dedos se deslizó como si nada y Jungkook se fue de su vista.
El corazón se le aceleró, recogiendo sus orejeras y huyendo de ahí.
En los pasillos, casi choca contra alguien conocido. Ese cabello castaño de puntas un poco rizadas lo reconocería en cualquier sitio; era Jimin.
-¡Hyung! ¿Dónde iba? Hay clases...-No parecía estarle regañando ni mucho menos, más bien, sonaba pícaro. Como si lo hubiera descubierto con las manos en la masa. Fue así por un instante antes de descubrir que Yoongi no respiraba normalmente, tenia el rostro rojo y sus ojos brillaban más de lo normal-Hey, ¿Te encuentras mal?.
Yoongi negó un poco, retrocediendo, sosteniendo su poco pecho. Era el estrés y las sensaciones pesadas que se habían estado acumulando tanto tiempo.
Hizo algunos gestos con las manos tratando de explicar que estaba algo sobreestimulado de emociones, pero Jimin no comprendía.
-No necesito saberlo, ¿Quieres que te acompañe a tomar aire?-Él no estaba sujetándolo incómodamente, haciéndolo lidiar con el contacto físico de alguien en quien no tenía la suficiente confianza todavía. Tampoco lo extorsionaba para que se desahogue, ni estaba armando algún tipo de escándalo por su bienestar. Eso fue más cómodo de lo que podría admitir.
Yoongi asintió, inhalando, comenzando a subir hacia la terraza aún cuando ya había culminado el horario de receso. Jimin lo seguía por detrás en silencio.
Se colocó las orejeras para protegerse y admiró el horizonte, sentándose contra la pared.
El castaño se acomodó justo a su lado, dándole un poco de café que compró de la máquina antes de subir. Ambos, sin decir nada, mientras trataba de resistir las traicioneras lágrimas de pena que gritaban por brotar de sus ojos.
Después de cerrarlos y inhalar varias veces, una ola de viento frío le hizo encogerse ligeramente-Yoongi Hyung, no viniste muy abrigado.
Jimin le extendió un abrigo con una sonrisa leve, y aunque pensó en rechazarlo, finalmente de resignó al dulce calor, especialmente cuando le ganó más la curiosidad el saber qué era lo que buscaba entre sus bolsillos.
Finalmente lo vió extraer su móvil y unos auriculares. El castaño lo extendió un lado sin decir nada, y Yoongi se lo colocó bajo la orejera.
Música suave y relajante comenzó a sonar. No era un sonido invasivo... Se oía exactamente como ese momento que estaban viviendo.
Un día fresco cercano al otoño, en una terraza, con compañía silenciosa, y un horizonte de azul puro sin nubes.
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