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40. post

CAPITULO CUARENTA

Después de

Mes 1

EL PRIMER MES FUE TOTALMENTE DEVASTADOR PARA LA JOVEN EXTRANJERA, ERA EXTRAÑO VOLVER A SU RUTINA ACADEMICA SIN VER a su destinado en su día a día como de costumbre; extrañaba todo de él. Sus besos, su calor, su olor y esos pequeños detalles que él tenia únicamente con ella. Cada vez que su mente se desocupaba de la universidad inmediatamente el azabache la invadía ¿Cómo estará? ¿Qué estará haciendo? eran preguntas que constantemente se hacia de forma tortuosa, su polerón  estaba impregnado del olor tan característico de su azabache provocando que siempre utilice a penas llega a casa provocando un rechazo en lavarlo temiendo perder el olor de su amado.

Estaba jodida.

A penas y había comido durante todo aquel mes. Matthew siempre se encargaba de darle u obligarla a comer adjuntando como método de chantaje el nombre de su novio.

Novio.

¿Él si quiera seguía siendo su novio?

En sus muchas noches en vela se lo preguntaba al imaginarlo.

Ella lo ama y se arrepiente de no habérselo demostrado de la misma forma en que él lo hizo.

Pero ya no podía regresar el tiempo.

Porque él se había ido.

(...)

Mes 2

El segundo mes se sintió extraño e igual de vacío como el primero, sin embargo, tuvo algo positivo dentro de todo.

Conoció a Jonathan Kent, el mejor amigo de su novio.

El superhéroe era todo lo opuesto al amor de su vida, pero llegó con una misión que Damian le encargó.

Protegerla.

—¿Señorita Elizabeth? —Un chico alto y delgado, pero musculoso, apareció en la puerta de su departamento. Portaba unos lentes y ropa casual juvenil. 

—¿Quién eres? —Observó a través del orificio de la puerta y colocó sus dedos cerca del collar lista para activar el botón de pánico.

—Jonathan Kent. Damian me envió

Y a penas oyó el nombre de su amado abrió la puerta permitiéndose ver ante los ojos del hijo del hombre acero. De forma inconsciente busco al de ojos esmeralda pero no lo encontró.

Porque él se había  ido. 

—¿Sabes cómo esta Damian? 

—No lo sé —La miró con lastima. —Él simplemente desapareció como si nunca hubiera existido

—Oh

—¿Puedo pasar?

—Claro —Se hizo a un lado. —Adelante

—Gracias

Apenas ingreso el de ojos celeste, el can de pelaje negro ladró alegre de verlo.

—Hola Titus, también me da gusto verte —Lo acarició.

—¿Gustas servirte algo?

—No es necesario. Solo vengo a presentarme y —Suspiró con tristeza al ver el rostro delgado y sin brillo de la destinada de su mejor amigo. —Decirte que estoy para lo que necesites. Damian me dijo que conocías su secreto y eso me pareció extraño —Sonrió al recordar a su aruño amigo. —También me pidió cuidarte y estoy para eso, los titanes también aunque ellos no sepan toda esta situación

—Me gustaría que siga así

—No hay problema, así quedará —Un silencio incomodo invadió el lugar. —Mi numero de teléfono esta aquí —Extendió un papelito en dirección a la mujer. —Y el botón de pánico esta conectado a los Titanes 

—Gracias 

—Si —Apretó los labios y asintió. Era hora de marcharse. —Fue un gusto 

—Igualmente, gracias 

Y apenas el chico se marchó del departamento la joven castaña cayó llorando desconsolada al suelo.

Su chico, el amor de su vida, seguía teniendo esos detalles tan únicos con ella. 

(...)

Mes 5

Cinco meses más tarde y el dolor seguía ahí solo que comenzaba a pasar más desapercibido para la gente que le preguntaba cómo se encontraba.

Lo extrañaba.

Añoraba tenerlo a su lado.

Poco a poco se había alejado de la batifamilia con la intención de que la perdida dejara de doler junto al sentimiento de sentirse una intrusa en esa familia, pero eso le fue algo dificultoso. Cataleya, Dick y Alfred estaba veinticuatro siete pendiente de ella; el mayordomo siempre le enviaba comida después de verla tan flaca, Dick junto a Cataleya la visitaban de vez en cuando y siempre la invitaban a los panoramas familiares brindándole ese apoyo y preocupación que solo Matthew y John estaban demostrando por ella. 

Matthew era su ángel de la guarda.

Siempre intentaba alegrar su día y demostrarle la belleza de la vida.

Pero le estaba costando.

Ella amaba a Damian y no podía olvidarlo con facilidad.

(...)

Año 1

Cuando se cumplieron 365 días luego de la decisión que su pareja tomó, el dolor ya no se sentía de la misma forma. Comenzó a ir a terapia por consejo de Dick y obedeció, fue una de las mejores decisiones que tomó. Se dio cuenta que debía sanar y seguir adelante por amor propio y porque Damian no querría verla en esa condición.

Tan patética.

Tan debilucha.

Durante mucho tiempo se odio por ser la destinada de Damian Wayne. Si tan solo ella hubiera sido una superheroína o alguien que tuviera poderes y entrenamiento para defenderse él nunca se hubiera apartado de su lado.

Pero su psicóloga Dinah Lance le había señalado que su pensamiento era totalmente erróneo.

Damian Wayne la amaba por ser quien era. 

Un chica normal, con una vida normal.

Alguien simple.

Sencilla.

Y por eso debía dejar de odiarse.

Porque ella es una mujer inteligente, alguien capaz de cumplir lo que se proponga. Ella era Elizabeth Castro, una joven mujer que quizás no cumplía los estándares de belleza, pero que poseía otras características que la hacían única y bella.

Ella comenzó a amar sus ojos saltones.

Su cabello rebelde.

Sus manos pequeñas.

Y cuando lo hizo comprendió porque Damian Wayne la adoraba. 

(...)

Año 1 con 9 meses

Cuando veía series románticas o leía algún libro de ese índole habían algunas escenas donde, luego de que la pareja se separan, sufrían algún tipo de alucinaciones donde de forma inconsciente confundían a una persona similar en apariencia física con sus parejas.

A ella nunca le ocurrió durante todo ese tiempo.

Claro, hasta este día.

Estaba de lo más bien bebiendo de un té en una de las cafetería de Gotham en compañía de Matthew y John cuando lo vio a través de la ventana.

Su corazón latió de una desenfrenada y su estomago se apretó.

Se paró de golpe asustando a sus amigo y salió afuera sin importarle chocar con las personas. 

Corrió detrás de él.

Lo persiguió porque no quería perderlo otra vez.

Y cuando lo alcanzó se topó con la decepción.

No era él.

Sintió ganas de llorar mientras que su respiración se volvía más agitaba.

Sus amigos la habían alcanzado y ella estaba a punto de colapsar.

Lo extrañaba.

¡Carajo! Lo anhelaba.

Quería tenerlo devuelta a su lado. 

Quería sentirlo otra vez. 

Quería verlo.

Olerlo.

Y decirle cuanto lo amaba.

Pero no podía 

Porque él se había ido.

Y muy dentro de ella sabía que nunca iba a regresar porque Damian Wayne había tomado su decisión.

Se había ido para siempre.

Queda solo el epílogo

Quiero llorar

Muchas gracias por todo.

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