14. distance
CAPITULO CATORCE
Distancia
A ELIZABETH NADA LA HABÍA PREPARADO PARA EL VACÍO EN EL PECHO QUE estaba experimentando producto de la extraña distancia que había creado con el hombre que le gustaba, a pesar de que fue su solicitud se sentía rara cargando con el sentimiento de soledad y la sensación de vacío. Solo transcurrieron un par de días, nueve para ser exactos, y Damian no le había escrito o enviado fotografías de lo que estaba haciendo, habían creado una bonita rutina a la que estaba acostumbrada, sabía que temprano por las mañanas sacaba a pasear a Titus y le compartía videos junto con fotografías de las cosas que sabía hacer el can.
En momentos así el arrepentimiento la invadía.
Los detalles y regalos del chico aún no terminaban. Al día siguiente de su prominente separación le habían llegado tulipanes rojos con una pequeña tarjeta que señalaba el significado de aquella flor en el lenguaje de las flores: "Amor incondicional", cuando leyó aquello su cuerpo se inundo con una inmensas ganas de correr a los brazos del chico para besarlo de la misma forma que aquel día lo hicieron.
Y ahí también había otro punto.
Desde que probó los labios del moreno siempre estaba imaginando como lo volvía a besar. Hubo una ocasión donde estaba en clases y su imaginación se largo a volar sin importar su entorno, recuerda vívidamente como las manos de Damian la sujetaban firmemente de la cintura y del cuello para darle profundidad y firmeza al beso, aun sentía las grandes manos del chico en aquellos lugares y le daba escalofríos cada vez que lo recordaba.
Le regalo su primer beso a Damian Wayne, el heredero al imperio que Thomas y Bruce Wayne habían creado con tanto esfuerzo. Había besado al hombre que estaba detrás de la mascara que portaba el superhéroe de nombre "Robin".
Y no se arrepentía de nada.
La forma en que él la besó le transmitió todo lo que el chico sentía. Con la delicadeza que la tomó le hizo entender que era cierto lo que le había dicho: que era su más grande tesoro en la vida, los carnosos labios del hombre tomaron sus labios con tanto amor que su pecho le hacía doler.
No era deseo. No, definitivamente no.
Era cariño y amor verdadero.
Él logró trasmitirle con hechos todo lo que le había dicho.
Oh. Oh, y que decir de las malditas palabras en árabe. Investigó como desquiciada para saber el significado de estas y logró dar con elllo.
Mi vida.
Mi amor.
¡Demonios! ¿Qué había hecho para ganarse al pedazo de hombre que tenía a sus pies?
Sabía que Damian se caracteriza por ser un hombre egocéntrico, con cero paciencia y una lengua cargada de veneno pero con ella era tan diferente.
Como si se quitara esa coraza que protege su verdadero yo.
Damian estaba deseoso de amor y ella lo sabía pero aún así se sentía incapaz de amarlo, no porque no le gustara ni porque no sintiera nada ¡Carajo! ¡La traía loca!
Pero ella era tan poca cosa para él.
De día era Damian Wayne, el hijo de un magnate empresario y heredero a todo un jodido imperio de poder y riquezas. De noche era Robin, el superhéroe que protegía y limpiaba Gotham y el mundo si era necesario, combatía a peligrosos villanos saliendo casi siempre victorioso y bien parado.
Ella solo era Elizabeth Castro, una inmigrante que estudia enfermería gracias al gran sentido de vocación, se describe como una simple civil de bajos recursos que se había sacado la lotería al descubrir a su destinado. Era una cobarde que le aterraba salir con el chico que le había entregado todo para demostrarle el amor que siente por ella.
Damian se exponía en la noche para proteger a la gente y ella no era capaz de salir con él.
Era una ridícula.
Pero agradecía que él entendiera a esa ridícula. Sus miedos e inseguridades eran validos.
Suspiro nuevamente mientras se encontraba ida en sus pensamientos.
—Me estas irritando con tus suspiros Elizabeth —Matthew le habló entre dientes.
—¿Lo siento?
El hombre se dió vuelta para mirar a la chica.
—Escupelo muchacha
—¿Qué?
—¡Que lo escupas! ¿Qué te tiene así? —la castaña lo miró asustada.
No podía decirle sobre la identidad de Damian. Tenía que mentirle pero el bien de los tres.
—Le pedí tiempo a Damian
—¿¡Qué tu hiciste qué!? —el chico zarandeo desesperado a su amiga. —¡Estas loca!
—Matthew —Se quejó.
—¿¡Ahora qué vamos a hacer!? ¡Él era tu sugar daddy!
—¡Matthew hablo en serio! —el nombrado detuvo sus movimientos y entendió que la chica no estaba jugando.
Ella hablaba en serio. Su ceño fruncidos y sus incontables suspiros le confirmaban la verdad.
—¿Qué paso? ¿Por qué hiciste eso?
—Bueno, es difícil de explicar
—Ugh pues explicalo con tus palabras
—Le pedí tiempo porque bueno —se acomodó mejor en el asiento. —Porque me sentía insegura y aterrada
—Ah, no me digas nada porque ya se. Dejaste que las inseguridades sobre tu persona te invadieran metiéndote miedo
Bueno, eso también era cierto
—Si
—¡Eres una tonta! —se jaloneó el cabello desesperado. —¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta!
—Si Matthew soy una tonta —bajo la mirada insegura de la decisión que había tomado.
—¿Qué acaso él no te ha mostrado de mil formas que te adora? ¡El otro día vino a la universidad solo para dejarte café! ¡Demonio Eli eres una...! —pegó puñetazos al aire para posteriormente suspirar y sentarse en la banca más calmado. —¿Qué te dijo él?
—Eh, bueno, me dijo muchas cosas
—¿Te insultó? Porque si te insultó de verdad que merecido te lo tienes
—¡Matthew!
—Ya, ya. Termina de contar
—Bueno, me dijo que entendía mis inseguridades y que me esperaría toda la vida si es necesario para que estemos juntos.
—Ajá
—Me dijo mi vida y mi amor en árabe
—Ya
—Me dijo que que era el mas grande tesoro que tenía en su vida —como respuesta el chico gritó emocionado.
—¡Más! ¡Más!
—Y nos besamos
El chico se rió a carcajadas mientras golpeaba la mesa emocionado.
—Eres tan malditamente afortunada
—Si, eso lo sé —Ssnrió.
—¿Y que paso luego de eso?
—Antes de besarme me pidió dos cosas, la primera es que le permitiera el seguir cortejandome y la segunda era besarme
—Intuyo que le dejaste que lo hiciera
—Me olvidé responder a la primera petición pero me ha enviado regalos. Al día después de pedirle tiempo me envió un ramo precioso de tulipanes rojos con una tarjeta con sus iniciales y el significado de las flores
—Honestamente se me hace absurdo que le hayas pedido tiempo si después de todo él te sigue cortejando a la distancia
—Es difícil de explicar
—¿Te has preguntado lo difícil que debe ser para él todo esto? Quiero decir, leí en páginas de chismes que los ricos no son del todo felices porque pueden comprar lujos pero no el amor
—No, nunca lo he pensado
Y se sintió culpable saliendo por fin de su burbuja egoista y llena de inseguridades. Si bien no era del todo mentira lo que le había contado a su amigo solo que había omitido la parte de que él era Robin para proteger su identidad. Damian le había contado ese mismo día de manera superficial un poco de su triste vida, le había dicho que creció bajo un legado inhumano que le hizo creer durante mucho tiempo que él no sería capaz de ser amado.
Estaba equivocado.
Ella adoraba a su chico. Adoraba esa sonrisa egocéntrica que solía darle cuando la colocaba nerviosa o cuando le tomaba la mano para caminar a la par. Le encantaban esos ojos verdes que lograban transmitirle todo lo que él no le decía y que decir de esos detalles únicos que tenía con ella.
Pero a pesar de todo aquello no podía evitar llenarse de miedo cuando lo recordaba vestido de Robin.
—Meditalo un poco Eli. No es justo que juegues de esa forma con él
—Yo no estoy jugando
—Pero es lo que le estas demostrando
—¿Y qué debería hacer?
—No puedo meterme en tu vida y decirte que es lo que debes hacer porque eso lo debes decidir tu, pero si puedo aconsejarte. Ordena tus pensamientos Elizabeth y es hora que dejes ir tus inseguridades
—Pero el miedo...
—Siempre sentiremos miedo a las nuevas experiencias y descubrimientos, pero si no lo enfrentas estarás toda tu vida estancada gracias a eso —a ese punto los ojos de la muchacha se llenaron de lagrimas. —No es justo ni para él ni para ti que te dejes llevar por las inseguridades y el temor. Eres una chica increíble Elizabeth, tienes muchas virtudes
—Pero también defectos
—Todos los tenemos amiga porque sin ellos no seríamos humanos —le sonrió mientras la abrazaba. —Ordena tu vida y cuando estés lista corre a los brazos de es chico porque te puedo asegurar que desde afuera de esa relación se ve que él te adora. Recuerda que son destinados
—Gracias Matthew —sorbio. —No sé qué haría sin ti
—Nada cariño, no harías nada —rió.
Y Elizabeth por primera vez luego de dos meses desde que conoce a su destinado se siente segura de algo.
Damian Wayne le había demostrado de múltiples formas que la adoraba y aunque no se sentía muy segura del hecho de que él la protegería del crimen debía confiar.
Porque ellos estaban hechos el uno para el otro y por eso el destino los unió.
No habría nada que rompiera aquel lazo invisible que se forjó.
Editado.
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