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08. stroke

CAPITULO OCHO
ataque

EL DÍA ESTABA SIENDO DEMASIADO AGOTADOR PARA EL GUSTO DE LA CASTAÑA, hace nada había terminando las clases y sentía que su cuerpo iba a colapsar el cualquier momento producto del cansancio. Se durmió a las dos de la madrugada gracias a que estuvo hablando por chat con el chico que le robaba suspiros y tuvo que levantarse a las seis y medio para alistarse e ir a cumplir sus deberes como estudiante universitaria, a primera hora se enfrento a tres horas de corrido de clases de bioquimica para luego tomar un break de diez minutos e ingresar a practico de un ramo llamado proceso atención en enfermería.

Apenas y había comido un sandwich vegano acompañado de un capuchino. Ahora que había conocido a Damian intentaba no consumir tanta carne — Y menos frente a él. — para no hacerlo sentir mal o que sintiera asco de la comida.

Cerró sus ojos mientras meditaba. En la mañana le había enviado un mensaje al azabache pero no obtuvo respuesta y eso la ha tenido preocupada durante el transcurso del día. En las primeras horas simplemente pensó que era demasiado temprano como para responder — A pesar de que envió el mensaje a las ocho am. — pero pasada del mediodía se preocupó.

Su primera hipótesis trataba de que quizás se dió cuenta que no eran compatibles. Él era reservado y se caracteriza por ser un buen oyente mientras que ella habla hasta por los codos y casi siempre tiende a divagar. Damián es un observador analítico y ella es demasiado despistada como darse cuenta de inmediato sobre algunas cosas.

Seguramente ahora se debe estar arrepintiendo de todo.

Las flores habían dejado de llegar hace una semana por petición de ella y quizás eso le molestó al chico. Estaban a días de cumplir un mes de cortejo y ella aún no hacía algo extraordinario por él salvo cocinarle y enviarle mensajes bonitos de animo.

Era demasiado poco en comparación a todo lo que él hacía por ella. Probablemente Damian se percató de aquello.

—María —el llamado de su amigo Matthew hizo que abriera los ojos y saliera de sus pensamientos. —Hoy has estado muy callada

—¿Yo?

—No conozco a otra persona en esta ciudad que se llame María

La castaña sonrió levemente pero aún con un notorio desgano.

—Oye, oye. Alto ahí vaquera ¿Qué pasa?

—Nada ¿Por qué?

—¿Osas a mentirle a tu mejor amigo? Y peor aún ¿Limitarlo de un chisme?

La castaña hizo una morisqueta con sus labios mientras apartaba la vista de su compañero.

—Damian no me ha respondido el mensaje que le envié en la mañana

—Ah

Ambos se miraron en silencio.

—Eli —llamó lastimero. —¿Crees que...?

—Creo que se aburrió de mi o peor, se dió cuenta que no somos lo suficientemente compatibles como para ser destinados

—Ahora suenas muy desesperada

—Matthew

—Te lo dije aquel día en que tuvieron la primera cita. Deja tus malditas inseguridades de lado

—¿Cómo quieres que las deje? Cuando él es el maldito heredero de un imperio gringo poderoso y yo solo soy una chica de pueblo que vino a este país en busca de mejores oportunidades

La conversación se estaba transformando en una discusión y eso a la castaña no le gustaba. Detestaba discutir pero se sentía demasiado irritada.

—Lo siento. No quería alzar la voz ni mucho menos desquitarme contigo es solo que...

—Te entiendo Eli —la tomó por los hombros para darle confort. —Pero debes confiar y creer. Quizás no vengas de una familia adinerada, al igual que yo, pero sé con certeza que eres lo suficientemente encantadora y hermosa como para enamorar a un maldito heredero de un imperio gringo

—Matt sus ojos se cristalizaron.

—Él tiene una vida ocupada al igual que tu, seguramente tuvo que hacer alguna cosa de ricachon que lo esta manteniendo ocupado

¿Cómo no lo pensó? Se dejó consumir por sus absurdas inseguridades y es que es comprensible la invasión de esa clase de pensamientos; es su primera vez experimentando lo que es el noviazgo y el dejarse llevar por emociones románticas.

—Cierto ¿Por qué no lo pensé?

—Porque eres una maldita tóxica —golpeó el brazo de la castaña de forma juguetona para luego abrazarla por los hombros. —Ahora andando porque ando con antojos y quiero comer algo rico

—Tengo ganas de helado

—Claro, no eres Elizabeth Castro si no tomas un helado en pleno invierno

Y ambos salieron del campus en dirección a una cafetería que vendiera helados y postres dulces.

[...]

Algo no se sentía bien y Elizabeth lo percibía en el aire, sentía algo de tensión en el ambiente pero no lograba comprender cuál era la causa de dicha situación.

Esperaba pacientemente a que su pedido llegara a la mesa que compartía con su buen amigo. Él había pedido un caramel macchiato con un trozo de tartaleta de manzaba, en cambio la castaña pidió un frapuccino de maracuya. Escuchaba al rubio quejarse de algunos profesores y como algunos compañeros tenían el complejo de Dios por comprender mejor ciertas cosas.

—¿Crees que aprobemos el certamen de fisio?

—Aprobaremos todas las materias Matthew — Le sonrió para tranquilizarlo.

—¿Hiciste algún resumen?

—Lo hice y por supuesto que te traje una copia — Sacó de su carpeta café unas hojas fotocopiadas. —Acompaña la lectura con las capsulas que están en línea

—Eres tan inteligente

No creía ser inteligente pero si ordenada. Tenía una agenda donde anotaba y organizaba sus semanas para poder rendir adecuadamente en la universidad, antes de conocer a Damian tenía un estricto horario de descanso que iniciaba a las diez pm que le brindaba nueve horas de sueño reparador.

—Deberías de ordenarte

—Debería pero me gusta vivir al limite

Iba a responder cuando una fuerte explosión resonó por toda la manzana. Los vidrios del local reventaron en mil pedazos hiriendo levemente a algunas personas que estaban cerca de las ventanas.

—¡Es el Joker! —gritó alguien dentro del local mientras veía como en las cales una multitud de personas corría despavorida en busca de refugios.

La castaña en compañía del rubio se pusieron de pies y se acercaron a las personas afectadas por los cortes.

—¿Se encuentra bien? —la inmigrante preguntó mientras inspeccionaba las heridas.

—¡Necesito ayuda! ¡Hay alguien herido!

—Yo me encargo de la gente de aquí. Ve con ellos.

Y antes de marcharse preguntó a un trabajador del lugar.

—¿De casualidad tienen un botiquín de primeros auxilios?

—Si, si. Deme un minuto

Y no se tardo prácticamente nada cuando ya tenia una bolsa táctica de primeros auxilios en sus manos permitiendole a Elizabeth la oportunidad de ayudar a másde un herido.

Cuando salió del local se topó con destrozos y mucho humo. A solo metros de la cafetería había explotado una bomba desde el interior de un edificio que alcanzó a varios vehículos e infraestructuras comerciales. Habían secuaces del Joker tomando rehenes y disparando a quema ropa.

También gente herida y otras sin vida.

A María Elizabeth la habían preparado desde el primer momento de la carrera para actuar y socorrer en esta clases de situaciones, también le habían mencionado que si la vida de ella corría peligro no debía ejercer si no que salvaguardarse a si misma pero ¿Cómo haría eso? Cuando frente a ella se oían gemidos de dolor y llamados de socorro.

—Diríjase a la cafetería y busque a Matthew Miller, dígale que Elizabeth necesita apoyo.

—Si señorita

El hombre corrió de vuelta al local.

Elizabeth no dudó ni un segundo en acercarse a las personas para categorizarlas para priorizar a aquellos. Frente a ella se encontraba un hombre de pulso débil y con gran hemorragia externa en la zona abdominal. Se arrodilló colocándose los guantes de látex para luego abrir las gasas y hacer compresión en la zona.

—Señor ¿Me escucha? ¿Sabe cuál es su nombre? —pero no obtuvo respuesta.

Sabía que ha no había nada que hacer. Seguramente había entrado en un shock hipovolémico que en cuestión de minutos lo llevaría a la muerte.

—Perdón —murmuro para luego apartarse y buscar a quién más ayudar.

Se topó con una mujer embarazada que tenía una clara deformación en la zona del hombro

—Soy estudiante de enfermería. Déjeme ayudar —la mujer lloraba desconsoladamente. —¿Me escucha? ¿Cuál es su nombre?

—Sarah —dijo en un hilo de voz.

—Señora Sarah, soy Elizabeth y la ayudaré —tanteó el cuello de la mujer. —¿Puede mover las extremidades?

—Si

—¿Cuántos meses de embarazo tiene?

—Seis

—Bien, necesito sacarla de aquí y ponerla en un lugar seguro

—Por favor no me abandoné

—No lo haré, estoy aquí con usted —le tomó la mano

—¡Elizabeth!

— Matt, necesitamos sacarla. Esta consciente y tiene 6 meses de gestación. Hay posibilidad de una fractura de clavícula y humero, le inmovilicé el brazo

—¡Oiga señor! —el rubio le grito al hombre que lo fue a buscar. —Necesito que me ayude a transportar a la mujer

El hombre trotó agitado hacia los jóvenes y siguió las instrucciones brindada por la mujer para una correcta movilización de la mujer.

—Seguiré priorizando. Una vez dejes a la mujer ven a ayudar y trae a más hombres

Era un escenario tan sanguinario que solo deseaba poder llegar a tiempo y ayudar a la gente a sobrevivir.

Y también salir ilesa de ahí.

Editado.

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