02. search
CAPITULO DOS
BUSQUEDA
DAMIAN WAYNE SE CONVIRTIÓ EN UN JOVEN HOMBRE TENAZ Y DIGNO DE cargar con el manto de Robin a pesar de su desastroso pasado. Su Katana bien pulida yacía enfundada descansando a su lado mientras que frente a él la gran pantalla de la baticomputadora aparecían nombres y fotografías de diversas muchachas con las características que él buscaba.
—¿Estas buscando con quien revolcarte? —La irritante voz cargada de burla de Jason Todd inundo el lugar.
—No me jodas ahora, Todd
—Oh, la bola de odio esta mas molesto que de costumbre, dime ¿Qué buscas? Llevas días en esa computadora.
El de ojos verdes se volteo exasperado y con un evidente rostro enojado.
—Lárgate. No lo repetiré otra vez —Siguió tecleando y navegando.
El ex asesino llevaba días intentando localizar a la chica. Había solicitado a la cafetería que le diera la información de compra de la chica para lograr obtener el nombre de su destinada, sin embargo le negaron aquella petición gracias a que es información personal y no desean ser demandados por darla. También tenía pensado ingresar al lugar en una de sus tantas patrullas nocturnas para hackear las cámaras y así obtener el video de lo sucedido y capturar una fotografía de la castaña para que la computadora de la baticueva pudiera hacer el trabajo mas rápido, pero toda la familia han estado ocupados batallando con diversos criminales de Gotham.
Estaba desesperado. Necesitaba localizar a su chica.
Nadie de la familia sabía sobre lo vivido en la cafetería hace un par de días, ni siquiera Alfred quien era el más sabio a la hora de brindar consejos.
—Amo Jason deje de molestar al amo Damian. El amo Tim lo necesita en la segunda planta —El anciano apareció a un costado del nombrado sacando así de sus pensamientos. —Le traje unas frutas picadas
—Gracias Alfred —Volvió a teclear nuevas características en la parte que decía "búsqueda".
—Lo noto agobiado e inquieto ¿Ocurre algo? —El de ojos esmeralda dejo de teclear y se sumergió en la duda.
¿Debía contarle ahora que solo estaban ellos dos en la cueva?
—Si. Ocurrió
—¿Requiere mi ayuda? —Damian giró la silla quedando frente al canoso.
—Encontré a mi destinada
—Vaya. Felicidades amo Damian ¿Usted se encuentra cómodo con toda esta situación?
—Para extrañeza de ustedes, lo estoy. Solo que el día de nuestro encuentro ella vertió su bebida encima de mi y la llame idiota
—No me sorprende de usted
—Y cuando ambos sentimos ese clic ella huyó —Decidió ignorar el comentario del hombre.
—¿Esta preocupado de que ella no se sienta feliz por encontrarlo a usted?
—Si
El quinto Robin se sentía tan cómodo con el mayordomo que podía hablar sobre sus inseguridades, incluso se atreve a decir que se siente más en confianza con él que con su padre quien ha sido un desastre en el ámbito amoroso.
—Quizás ella se sintió temerosa de usted amo Damian. No es un secreto para nadie el hecho de que es bastante intimidante y quizás se sintió abrumada ante tantas emociones provocadas por ese clic
—Aún así todavía no logro localizarla
—¿Cómo era la muchacha?
Wayne se detuvo a pensar un momento más en las características de la joven. Desde el encuentro no ha dejado de repasar la imagen de la castaña temeroso a olvidar el rostro y atributos físicos de su destinada.
—Su cabello es castaño y tiene unos ojos grandes de color castaño oscuro. Me llegaba un poco mas abajo de mis hombros, intuyo que no pasa del metro sesenta. Su piel era algo blanca y sus manos pequeñas
—Veo que recuerda con claridad a su destinada. Deseo que tenga éxito en su búsqueda
—¿Te topaste alguna vez con tu destinada?
—No debería indagar en cosas que no son de su interés —Damian sonrió divertido.
—No le digas a nadie de esto
Y sin responder el mayordomo se retiró con un sentimiento de alivio y orgullo invadiendo su interior. Veía como cada día el único hijo de sangre de Brice Wayne - Y también al que él consideraba secretamente como un nieto. - dejaba de ser "el nieto del demonio" a pasar a ser solo Damian Wayne, un joven de veintidós años que estaba sanando y convirtiéndose en un chico ansioso de amor
[...]
Apenas y habían transcurrido ocho días desde el encuentro que tuvo con el hombre que con una sola mirada de sus penetrantes ojos verdes ató los corazones de ambos destinados. Elizabeth se estaba ocultando, evitando ir a lugares donde ella concurría en incluso comenzó a levantarse mas temprano para ir a la universidad y no toparse con el hombre.
Estaba terriblemente asustada.
Toda su adolescencia soñó con amar y ser amada, con encontrar a su destinado, pero ahora que lo encontró gracias a su torpeza de botarle encima su desayuno se sentía angustiada. El hombre se veía imponente y vestía ropa elegante, recordaba el pelo azabache perfectamente peinado. La mirada dura que le brindó al principio para que luego de que sus corazones se atasen esta cambiase a una totalmente suave y de sorpresa. Elizabeth estaba asustada de decepcionar al hombre.
A diferencia de él, Elizabeth es una chiquilla más humilde. Es una inmigrante que llegó a Gotham City en busca de mejores oportunidades para ella y su pequeña familia conformada por sus padres y hermana menor, trabajó duro en la escuela para poder ganar una beca que le cubría todo el arancel de la carrera al ingresar a una universidad estatal de los Estados Unidos, el país de los superhéroes. Ella vestía de manera sencilla, a penas y tenía dos jeans de mezclilla de diferentes tonalidades -Uno claro y uno de color negro- con el que se daba vuelta para ir a la universidad, poseía cuatro vestidos floreados y muchas blusas que había adquirido en la ropa americana. Solo tenía un dos pares de zapatillas y una botines cafés.
Se preguntaba a modo de tortura el por qué. ¿Por qué entre tantas personas ella debía ser la destinada de un hombre que gritaba riqueza y elegancia? Seguramente el hombre estaba enojadísimo al ver que ella era la persona a la que estaba destinado a amar.
Recuerda claramente que después de salir despavorida de la cafetería corrió con un manojo de sentimientos en dirección a la universidad. Le había contado a Matthew sobre su trágica situación recibiendo felicitaciones por su parte y un "Sácale plata para que me ayudes a pagar la uni". Luego la consoló e intentó disipar sin éxito las inseguridades de su amiga.
Sin embargo no esperaba toparse con él.
Frente a ella estaba él, el hombre que se convirtió en su destinado con solo una mirada. Las piernas de las castaña de metro cincuenta y ocho temblaban como gelatina de los puros nervios que sentía al ver aquel imponente y elegante joven de ojos verdes. Desprendía aquel olor a perfume masculino caro, vestía totalmente de negro: unos pantalones y zapatos de vestir, un jersey cuello alto y un abrigo largo que le llegaba hasta un poco más abajo de las rodillas.
— Fue difícil encontrarte, Elizabeth Castro
Editado.
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