01. the encounter
CAPITULO UNO
EL ENCUENTRO
EL RELOJ DEL CELULAR SONABA ESTRUENDOSAMENTE, SIETE TREINTA DE LA MAÑANA y Elizabeth iba tarde a su primera clase del día. Detestaba de sobremanera los lunes y sobre todo tener que madrugar para tener solo una miserable clase de dos horas donde la profesora solo leía los power point. Oh, cuanto odiaba a aquella mujer bajita y de cabellera blanca que siempre encontraba alguna falla en las respuestas orales que le brindaba la latina en sus clases.
— ¿Aló?
— ¡Matthew! —Gritó Elizabeth cuando escuchó la voz de su compañero de clases por el altavoz del celular. —Voy tarde, muy tarde y necesito que hagas algo para que cruela no se de cuenta
—Demonios Eli ¿Te volviste a quedar dormida?
—Si, si y ahora estoy terminando de alistarme. Ayúdame por favor
—Okey. Hare tiempo pero tienes que volar
—Superman se quedará pendejo a mi lado
Si se tuviera que describir y encasillar a Elizabeth Castro en una sola palabra sería despistada. La joven castaña puede estar buscando durante largos minutos sus gafas de lectura sin percatarse de que los trae puesto o incluso olvidar dónde dejo el celular aún estando dentro de su casa.
Se suponía que la noche anterior había colocado la alarma a las seis en punto de la mañana para tener el tiempo suficiente en alistarse, desayunar y dejar tendida su cama, sin embargo, el sueño cedió y prefirió dormir otra hora más para estar fresca como lechuga a las ocho en punto frente a una clase aburrida donde la docente que la impartía le quitaba las ganas de graduarse como enfermera. Y si, quien la mando a meterse a estudiar una carrera donde dormir es casi imposible. Para la joven el dormir es el mayor placer de la vida. Claro, después de comer, pero aun así si tuviera que hacer un listado con las tres cosas que más le genera la producción de dopamina es:
1.- Comer.
2.- Dormir.
3.- Ver series románticas.
Oh si, la joven latina ama ver series románticas. Disfruta ver como hacen ver el amor en las telenovelas, la ayuda a mantener la fe en que en algún momento ella también sentirá el amor o que en el mejor de los casos, ella se encuentre con su destino.
Solo el treinta y siete por ciento de la población lograba encontrar a su destinado y ella realmente anhela encontrarlo. No es una chiquilla muy exigente, ella solo desea a un hombre que la respete y se de cuenta del tipo de mujer que tendrá a su lado.
—Puta madre Elizabeth —Matthew le hablo a través del teléfono. —Apúrate que yo sirve para hacer estas cosas, soy un joven de bien
—Ay si es solo firmar y decir presente cuando la vieja pase lista
—Échale ganas y apúrate
—Mi cama me hace ojitos
—Elizabeth ¡Apúrate!
—Te voy a cortar, voy saliendo
Y sin esperar más tomó su mochila de color café para colgarla en sus hombros para luego cerrar la puerta principal con llave y emprender una carrera hasta la estación del metro más cercana. Miró su reloj suspirando, el aparato marcaba las siete con cincuenta y tres minutos, no había probado ningún bocado de desayuno y probablemente cruela no la dejaría ingresar a clase.
Con un suspiro ahogado dejo de correr para apoyar sus manos en sus rodillas y recuperar el aliento. Su estómago rugió al sentir un rico aroma a pan y dulces recién horneados, giró a su costado y vio una cafetería con un gran letrero colgado en la parte de arriba de la estructura.
Destined coffee.
La castaña sonrió al leer el nombre. Caminó a pasos tranquilos hasta la puerta de cristal y con un poco de fuerza la empujó, ingresando al local. Una parte del mostrador estaba lleno de postres dulces mientras que la otra había una gran variedad de sándwiches.
—Hola, bienvenida a Destined coffee ¿Qué desea llevar?
—Eh, hola. Quiero un té de frambuesa y un sándwich de tocino —Sacó de su billetera desgastada el dinero necesario para pagar.
El lugar era bastante bonito, poseía un diseño moderno con bastantes plantas y muebles a juego.
—Señorita Elizabeth
—Aquí. Aquí.
—Su pedido
—Gracias —Agradeció para posteriormente tomar las cosas y guardar el sándwich en su mochila.
Hizo una mueca al recordar que tendría una falta en una de las asignaturas principales de la carrera. Tomó sus celular para escribirle un mensaje a Matthew mientras caminaba a la salida.
Para Matty🌷:
Matt, no llegaré a tiempo a clases así que no te preocupes en dejarme presente. Gracias por tu ayuda, te debo un café ❤️
—¡Ay! —La latina choco contra un torso duro.
Oh. Oh.
Había derramado su té encima del hombre frente a ella. Con lentitud pasó su vista por el torso del imponente hombre frente a ella y si, había ensuciado el traje costoso que portaba aquel muchacho de pelo azabache y que desprendía un olor a perfume caro.
—¿Por qué no te fijas por donde caminas? Idiota —La voz de muchacho se oyó grave y profunda.
—¡Ay! ¡Perdón! —Dejó su vaso en la mesa mas cercana y tomó unas servilletas para limpiarlo con desesperación. —Lo siento, no fue mi intención. —Comenzó a hablar con extrema rapidez. —No estaba prestando atención por donde iba porque le estaba escribiendo a un compañero para que ya no intente dejarme presente en la clase porque no voy a alcanzar a llegar gracias a que me quede dormida a pesar de dejar ocho alarmas puestas y... —Unas manos masculinas y de tez morena le sujetaron las muñecas para que dejará de intentar limpiar el desastre con las servilleta y de paso se callara.
Cuando Elizabeth alzó su vista logró encontrarse con unos ojos de color verde como la esmeralda que la observaban con molestia. Sin embargo, cuando sintió como su corazón se aceleraba y se quedaba sin aire producto de las cálidas sensaciones que invadía su pecho no le importó nada a su alrededor hasta que sintió como un hilo rojo se ataba a sus corazones anunciando el encuentro de dos destinados.
Él la miraba con asombro mientras se quedaba sin aire ante las sensaciones que estaba experimentando. Soltó inconscientemente el agarré que había ejercido sobre las muñecas de la chica.
A Damian ya no le importaba que su perfecta e impecable ropa estuviera sucia y llena de té, a él solo le importaba mirar los ojos chocolates de la muchacha que estaba frente suyo. Había esperado secretamente este momento.
Lo había añorado egoístamente a pesar de que una de los principales legados que hay en la liga de los asesinos es no sentir amor, puesto que este te debilita e impide que hagas bien el trabajo de asesino.
Lo había añorado en secreto al ver como su hermano mayor lo había encontrado en una colombiana de mal carácter. Al ver como ambos se profesan eterno amor sin importar las consecuencias ni el temor a ser "débil".
Cuando Elizabeth salió primero del trance no dudo en apartarse algo acongojada gracias a las emociones y salir huyendo a pasos torpes del lugar dejando un vacío en el hombre.
Damian no dudo en ir tras de ella.
Debía saber al menos el nombre de su destinada, sin embargo, le fue imposible atraparla, ya que, para su mala suerte se había escabullido entre las personas impidiéndole el disculparse por llamarla idiota.
Editado.
Vayan a leer "Tournesol", un fanfic de Jasper Hale
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