EXTRA: «Fuego de Dragón»
FERNANDO DE LA TORRE
No entiendo cómo jamás intuí que Bianca podría ser una de nosotros; porque, rebobinando, ¡nos parecemos muchísimo!
Y ni hablar de su increíble similitud con Soledad. Quizás no se manifieste a simple vista en lo referente a su apariencia física, no obstante, ambas son portadoras de la misma tenacidad colmada de fuego en su interior, un espíritu de dragón que, paradójicamente, podría dejarte helado.
Si necesitan un testimonio que lo confirme, estoy seguro de que mi padre les brindará uno que, sin lugar a dudas, los convencerá. Mi tía ha logrado asustar a un hombre maduro solo con su mirada asesina y justificados reclamos.
—¿Va a matarlo? —susurra mi hermano, quien permanece a mi lado, expectante del rumbo de la discusión.
No importa lo que pase. Está claro que no planeamos intervenir a menos que sea estrictamente necesario; como en el hipotético caso de que debamos evitar un crimen pasional, por ejemplo.
—No lo creo.
—Entonces mamá será quien lo haga.
—Es bastante probable.
Román de la Torre osó entrometerse entre una madre y su bebé, Ingrid no lo perdonará en décadas. «Siendo optimistas, le esperan algunas semanas durmiendo en una habitación de hotel.»
Su deprimente relato a modo de excusa enciende mis ganas de pegarle un puñetazo por su ambición y cobardía. Un silencio rancio se expande por la sala y tanta quietud resulta demoledora para nuestra integridad familiar.
—Iré a dormir. Espero que al despertar no estés aquí —Es la única declaración de mi madre.
Ingrid es una De la Torre por matrimonio así que carece de ese empuje que nos caracteriza para pelear. Madre es más de quienes planean la batalla fríamente y calculan con cuidado sus estrategias. Sería la Reina de las Nieves si lo considerara pertinente.
—Fer…
—Claro que puedes venir, Rigo. No deberías ni preguntarlo.
«Necesito a mi esposa ahora.»
Siento el camino a casa como una eternidad, y solo percibir la fabulosa esencia de jazmín que usa Nanda consigue serenarme al llegar. Es más eficaz que cualquier ansiolítico.
—¿Cómo les fue?
Mi linda mujer nos recibe con facciones preocupadas y una bandeja de tragos a la que tendremos que recurrir más tarde. Ahora mismo requiero de algo más fuerte.
—Ven aquí.
La acomodo en mi regazo y escondo mi cabeza en su cuello. Perderme en ella es todo lo que necesito. ¡Si tan solo pudiera atar mis dedos a su cabello y no dejarla ir jamás!
—¿Podrían abstenerse de comer enfrente del pobre? —Rigo rompe el encanto del momento con maestría.
—Que no hayas tenido suerte con Alondra no es nuestra culpa.
Mi ataque es bajo y trae consigo cierta amargura, por lo que me arrepiento casi de inmediato. Al parecer, ella es su punto más débil.
—¿Realmente te interesa tanto?
—Yo tampoco lo vi venir, Nanda.
Estoy seguro de que no. Hasta donde sé, a Rigo le aterrorizaba en la escuela.
Opto por cambiar a un tema menos melancólico y mi mejor idea es atacar al malnacido del año:
—Lo peor será verle el rostro a ese canalla mañana en la oficina.
—¡Fer! Estás hablando de tu padre.
Como notarán, mi mujer suele ser demasiado generosa.
—Lo sé, lo sé. Pero debes admitir que se ha portado como un cretino.
—Definitivamente su actuar no estuvo bien. Pero no condenaré todo lo que conozco de él a causa de ello.
Ruedo los ojos. La bondad es una cualidad suya que amo y detesto al mismo tiempo en variedad de ocasiones.
—Igualmente, la oficina será un maldito infierno.
—Yo estoy muy feliz de que aún no me haya graduado.
Que mi hermano menor me recuerde su buena fortuna en ese ámbito empeora mi malhumor.
—Tampoco celebres tanto, ¿eh? No hay manera de que te escaquees en cuanto recibas tu diploma. Ya tengo el sitio ideal para tu despacho —Con la advertencia dada, paso a mi siguiente blanco—: ¿Y tú? ¿Qué esperas para venir a trabajar conmigo, dulzura?
Sé de antemano que esta discusión es absurda porque ella siempre ha dejado muy claro que no trabajará conmigo (o “para mí’, como insiste en verlo), pero soñar no cuesta nada y la persistencia siempre ha sido lo mío.
—¡Me ves todos los días! ¡Vivimos juntos!
¿Me creerán si les digo que sigo sin estar satisfecho?
—Pero no a toda hora y se trata de una cuestión médica. ¡Es más, lo exijo!
—Vaya, conque nos hemos puesto muy demandantes, ¿eh? —Ella se burla en mi cara y yo bufo, incomprendido—. Cariño, hemos tenido esta plática muchas veces. He descuidado bastante “Sueño verde” durante la organización de la boda, no puedo abandonar.
—Lo sé… —Y suelo adorar su determinación excepto cuando se entromete en el cumplimiento de mis deseos puramente egoístas. Es una relación complicada.
—Hablando de eso e interrumpiendo apropósito su momento acaramelado y súper incómodo para mí, tengo una idea en mente que me gustaría discutir contigo, cuñada.
—¿De qué va?
—Es una línea de condominios ecológicos. Tengo una buena parte avanzada y me gustaría tu opinión al respecto. Comenzó como un proyecto escolar, pero creo que la inmobiliaria podría beneficiarse.
—¿En serio?
Que mi hermano desee involucrarse voluntariamente en negocios de la empresa representa una auténtica novedad. Me alegra que finalmente haya aceptado que está creciendo y emplee su tiempo en algo útil.
—Me fascina. Cuenta conmigo —Nanda, claro está, acepta complacida.
—Gracias.
Libero a mi esposa de mi prisión de amor para que se marche a la cama en su quinto bostezo. Mi hermano y yo nos quedamos tomando un poco de whisky, aunque él luce empeñado en beber como si estuviera practicando para una competencia internacional.
—Vaya, Rigo, sé que ha sido difícil de digerir, pero no preví que te afectaría tanto.
Pensé que tendría una jaqueca colosal que lo pondría a rogar por un medicamento, no que desataría al alcohólico en su interior.
—No lo entiendes, Fer. La noche en que estuve con Alondra, mi verdadera intención era buscar a Bianca.
«Okey, creo que se me ha bajado el azúcar.»
—¿Pensabas…? —No tengo el valor para terminar la frase, él me entiende.
—No estoy seguro. Solo sé que estaba borracho y había percibido una conexión entre nosotros durante la fiesta.
«¡Claro! ¡Una conexión consanguínea, carajo!» De pronto soy yo quien muere de ganas por acabar esa botella y borrar esta noche entera de mi memoria.
—¡Rayos!
—Así que ahora me siento como una mierda repugnante porque ha resultado ser mi prima.
Y con razón.
—Mi único consuelo es que nunca sucedió. Aun así, ¿cómo se supone que la mire a la cara?
Es una situación bastante jodida, aunque hago todo lo que está en mis manos para que no se
recrimine.
—Eh, no es tu culpa. Estuvimos al borde del desastre. Agradezcamos al cielo que no pasó.
—Creo que necesitaré un psicólogo después de esto.
Todos. Toda esta maldita familia lo requiere con urgencia antes de que seamos consumidos por el fuego de dragón en nuestro interior.
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