II
El chico del callejón
Miércoles por la tarde. Chifuyu ya no podía seguir ignorando el peso de la situación. Ahora solo le quedaban un día y medio —sin contar las horas que pasaba en el trabajo— para encontrar un novio falso. Eso sin mencionar que su mente ya estaba saturada de los fracasos de los planes A y B. Tenía que pensar en algo rápido, antes de que su dignidad quedara completamente pulverizada.
—Pff, como todos dicen, la tercera es la vencida. ¿Qué es lo peor que podría pasar? —se preguntó a sí mismo, con un tono de voz casi esperanzado, como si el simple hecho de verbalizarlo lo convenciera. "Seguro no pasa nada grave... ¿verdad?"
Así fue como decidió que la única opción restante era el bar. El lugar donde las parejas siempre se formaban, ya fuera por accidente o por el destino, a la buena o a la mala. Chifuyu ya no estaba seguro de qué esperar, pero el bar parecía ser su última esperanza. Estaba listo para convertirse en uno de esos personajes desesperados que buscan a su media naranja en medio de la niebla, en la oscuridad de la noche...
—Dios, ¿eso sonó más patético de lo que esperaba? —se quejó mentalmente, preguntándose si en algún momento podría librarse de esa sensación de vergüenza ajena.
Chifuyu había seguido todos los pasos de su estrategia con una precisión que ya le sorprendía a él mismo. Después de tomar una ducha rápida y perfumarse casi hasta los pies, se puso el mejor atuendo que tenía en su armario para "salir a cazar", o al menos, para salir a parecer que estaba cazando. Se arregló el cabello con más cuidado del habitual y salió rumbo a la estación de Shibuya, evitando las zonas que solía frecuentar Koko. Si iba a hacer esto, no podía arriesgarse a que alguien lo reconociera. Inui, Takemichi, o peor aún, Mikey... no, nada de eso. Tenía que ser un lugar completamente alejado.
El "Black Widow" no era exactamente su tipo de bar, pero al menos era relativamente neutral y lejos de los lugares que Koko solía frecuentar. Al entrar, se dirigió rápidamente a la barra, buscando entre las caras desconocidas de los clientes. El bar estaba lleno de gente que se movía al ritmo de la música, con luces tenues y una vibra algo misteriosa. Chifuyu suspiró aliviado. Ninguno de sus conocidos parecía estar allí.
—Un Martini sucio, por favor —pidió al bartender, que le lanzó una mirada desaprobatoria por lo que parecía un pedido demasiado sofisticado para la ocasión. Pero Chifuyu no estaba allí para juzgar cócteles; estaba ahí para conseguir algo que ni él sabía qué era aún.
Tomó el Martini con una mano temblorosa, probando primero la aceituna antes de buscar un objetivo entre la multitud. Su mirada recorrió el bar hasta que se detuvo en un chico que estaba de espaldas, alto, robusto y con un corte de cabello negro que, por algún motivo, le pareció intrigante. Cuando el chico se giró, Chifuyu no pudo evitar notar una cicatriz que le cruzaba el rostro. Eso, combinado con la particularidad de sus ojos —uno de color rojo y otro blanco— lo hizo sentirse aún más interesado.
"¿Quién es este tipo?", pensó Chifuyu, antes de decidir que necesitaba un poco más de valor para acercarse.
—Un shot de vodka, por favor —le pidió al bartender, con el leve temblor en la voz que siempre tenía cuando las cosas se ponían incómodas.
Se lo tragó de un solo sorbo, sintiendo el ardor del alcohol recorrer su garganta, y con un pequeño suspiro de valentía, se dirigió hacia el chico. Pero en cuanto comenzó a caminar entre la multitud, el sonido de "Carolina" llenaba el aire y la gente a su alrededor bailaba sin preocupaciones. ¡¿Por qué la gente no podía dejar de moverse?! Chifuyu intentó atravesar la pista de baile, pero no fue fácil. En medio de su lucha por sortear a las personas que danzaban sin cesar, se dio cuenta de algo: el destino, como siempre, tenía otros planes.
Sintió una mano en su hombro, y antes de siquiera procesarlo, un nombre familiar lo hizo congelarse.
—¿Chifuyu?—
Volteó lentamente, y ahí estaba Koko, con esa expresión relajada pero intrigante que siempre tenía. No era exactamente lo que quería en ese momento, y mucho menos en un bar como ese.
—Oh, ¿qué haces tú aquí? —preguntó Koko, su tono amigable, pero con algo de sorpresa. Aunque no lo decía abiertamente, Chifuyu podía ver que Koko lo estaba analizando, como si intentara conectar los puntos de por qué su presencia allí era tan... fuera de lugar.
Chifuyu, atrapado en la situación más incómoda de la semana, intentó sonreír con naturalidad, pero la cara de pánico que seguramente se reflejaba en sus ojos lo delataba.
—Yo... ¡ah, ya sabes! Solo salí un rato a... a despejar la mente —respondió, como si tener una excusa fuera suficiente para salvar la situación.
Koko lo miró con una ligera sonrisa, como si no estuviera completamente convencido de la explicación, pero no insistió. No era el tipo de persona que presionaba, pero algo en su mirada hizo que Chifuyu sintiera que no podría escapar de esta.
—Interesante. ¿Vas a quedarte mucho rato? —preguntó Koko, mientras ajustaba su saco con una mano.
Chifuyu, sin saber si reír o llorar, simplemente se quedó allí, congelado por un momento. No podía ser cierto. ¿Realmente estaba teniendo esta conversación con Koko en un bar, justo cuando todo lo que quería era desaparecer del mapa? En su mente, su plan había hecho aguas antes de siquiera comenzar, y la única respuesta que le salió fue un susurro dudoso.
—Yo... tal vez... —murmuró con una voz que no parecía la suya, y por supuesto, Koko no dejó pasar la duda.
—Oh, ya veo... —respondió Koko, con una ligera sonrisa y un tono que indicaba que se estaba divirtiendo un poco con la situación—. ¿Viniste solo o con los chicos? Aunque bueno, Inui no me mencionó nada...—.
Chifuyu se quedó allí, sintiendo que las paredes del bar empezaban a cerrarse lentamente a su alrededor. ¿Por qué tenía que ser tan bueno detectando el caos en las conversaciones? No podía salir de esta.
—Oh, no, la verdad vine con mi novio —respondió, con el tono más seguro que pudo encontrar, aunque su voz tembló ligeramente al pronunciar esas palabras.
—¿Tu... novio? —Koko levantó una ceja, claramente dudando. La presión de la mentira pesaba sobre Chifuyu como una tonelada de ladrillos. No había forma de salir bien de esto.
¿Qué carajos, Chifuyu Matsuno? Acabas de cavar tu propia tumba. Ni siquiera tienes un novio falso y ya te metiste en problemas.
Se auto-regañó en su cabeza mientras, por fuera, forzaba una sonrisa nerviosa.
—¡Sí, claro! ¡Mi novio! —dijo con demasiada energía, intentando proyectar confianza a pesar de que por dentro estaba gritando.
Koko lo miró un poco más de cerca, sin poder evitar mostrar un toque de curiosidad. Sabía que algo no encajaba, pero no estaba dispuesto a presionar... todavía.
—Oh... ¿El que se supone conoceremos este viernes? —preguntó Koko, mientras trataba de hacer que su voz se oyera sobre la música que vibraba en el bar.
Chifuyu intentó no dejar que su rostro se volviera aún más rojo de lo que ya estaba. ¡El maldito viernes! Ese día estaba cada vez más cerca, y no tenía nada resuelto. De alguna manera, todo parecía desmoronarse.
—¿Él viene a este tipo de bares? Tal vez lo conozca —comentó Koko, con una sonrisa algo burlona que claramente estaba disfrutando de la incomodidad ajena. Su tono subió un poco, pues la música de "Carolina" seguía retumbando por todo el bar.
Chifuyu, sintiendo que el suelo se le caía bajo los pies, intentó pensar rápidamente. ¡No tenía un novio! ¿Y ahora qué iba a decirle a Koko? ¿Que se había inventado todo en un intento de no quedar como un idiota?
—¡Claro! —dijo, y la palabra salió como un disparo, demasiado fuerte para ser creíble—. Mi... mi novio definitivamente viene a este tipo de bares, solo que... eh, tú sabes, es un tipo misterioso... ¡y no le gusta que lo reconozcan! —soltó, con una risa nerviosa, mientras su mente se revolvía buscando alguna salida.
Koko no parecía convencido, pero tampoco parecía querer darle más vueltas al asunto por ahora. Miró hacia el chico con el que había estado conversando antes y luego volvió a fijar la vista en Chifuyu, entrecerrando los ojos, claramente pensando en algo.
—Está bien... —respondió, encogiéndose de hombros. — Pero si te soy honesto, me da curiosidad. ¿Cómo se supone que viene a esta clase de lugares, si es muy raro que te vea por aquí? —preguntó, haciendo un gesto con las manos, a forma de pensar.
Chifuyu casi se atraganta con su propio aliento.
—¿Raro? ¿Por qué...? ¡Oh, claro! Pff, Shibuya es enorme, es casualidad que nos encontremos —dijo, ahora sintiéndose completamente desesperado. Miró alrededor del bar y vio a lo lejos un par de chicos que no le importaban para nada. Quiso gritar al universo por ponerlo en una situación tan absurda. Pero lo único que salió de su boca fue un torpe:
—¡Espera! ¡¡Espera, Koko, acabo de recordar algo!! —chilló, quizás con más volumen del necesario.
Koko lo miró, confundido pero curioso. Chifuyu, ahora a punto de explotar por la incomodidad, buscó la excusa más ridícula que le vino a la cabeza.
—¡Uh, acabo de recordar que mi "novio" está... afuera! ¡Sí, sí, claro! ¡Fue por algo a su... moto! —dijo, señalando una dirección completamente aleatoria, con la esperanza de que Koko no lo cuestionara más.
—Vaya, qué casualidad —dijo Koko, soltando una carcajada. —¿Lo tienes tan bien escondido que ni siquiera te deja mostrarlo en público?—
Ay Dios, ¿por qué estás tan jodidamente malo mintiendo?
Chifuyu se dio cuenta de que sus probabilidades de salir de este lío de manera digna ya habían desaparecido por completo. Sin embargo, trató de no perder la compostura y se rió, aunque más como una mezcla entre nerviosismo y desesperación.
—¡Exacto! —respondió, forzando una risa. —Tienes que entender, es muy... ¡tímido! Sí, ese es el tipo. Timidez extrema. A veces no sabe cómo socializar, es todo un caso, ya sabes—.
Koko, con una sonrisa divertida, no podía evitar disfrutar del mal momento ajeno.
—Entiendo, no te preocupes —dijo, dándole una palmada en el hombro. —A mí me pasa todo el tiempo con Inui, que se pone todo raro en ciertos bares y no puede mostrarse muy a gusto... Pero no te preocupes, seguro estará afuera en su moto... —dijo con un tono sarcástico.
Chifuyu, sintiéndose completamente derrotado, miró a Koko como si acabara de ver al peor enemigo del universo. En este punto, todo lo que quería era salir de allí y desaparecer en la nada. ¡Ojalá pudiera invocar un agujero negro y tragarse a todo el mundo!
Sin embargo, lo que no sabía es que Koko aún tenía una última pregunta para él, la cual lo iba a poner aún más en evidencia.
—Oye, Chifuyu, ya que estamos... ¿Te gustaría que Inui y yo te acompañáramos en tu cita con tu novio ahora? Seguro que no será tan malo, ¿no? Digo, Inui le causa mucha curiosidad —preguntó Koko, con una sonrisa amplia y claramente disfrutando de la incómoda situación que había creado.
Y ahí, en ese momento, Chifuyu solo pudo pensar: "Esto es el fin de todo."
—¡¿Qué?!... —exclamó con cierto temor en su voz, para después calmarse. —Que diga, no es necesario, Koko, les prometí que se los presentaría al mismo tiempo y... eso sería traición —empezó a justificarse con nerviosismo.
—¿En serio? —le preguntó Koko con un tono de diversión a punto de hacer otro comentario.
—¿Cómo carajos voy a salir de aquí? —pensó Chifuyu. Así que decidió usar la excusa más vieja y barata de todas... fingió que le marcaban por teléfono.
—¿Bueno? Oh cariño, ¿dónde estás? ¿Qué? ¿Quieres que salga? ¡Voy para allá, corazón! —fingió colgar su teléfono.
Volteó a ver a Koko con la mirada más apenada.
—Creo que será hasta el viernes, tengo que ir a ver a mi novio, ¡adiós!—.
Sin permitir que el otro chico le contestara, salió corriendo del lugar para empezar a caminar por las calles de Shibuya, donde el bullicio, la música y las luces de los antros iluminaban esa parte de la ciudad. Observaba cómo todos iban a su propio ritmo, la felicidad que irradiaban empezaba a causarle cierta sensación de asfixia. Se dirigió a un callejón con la esperanza de escapar de toda esa exposición de personas. Se sentía abrumado, así que, en cuanto estuvo solo en esa ligera separación de casas, donde probablemente te sacarían los órganos si no estabas atento, respiró hondo.
Fue entonces cuando escuché un ruido a lo lejos, un golpe que resonaba, apenas ahogado por la música y el bullicio que me rodeaba. Caminé, sin saber exactamente qué podría pasar si seguía avanzando, pero algo dentro de mí me impulsaba a dar cada paso. Los gritos y golpes continuos eran cada vez más claros. Al llegar al final del callejón, pensé que mi día no se podía poner peor... y aún así, no dejaba de empeorar mi situación.
Hasta que, por unos segundos, pude jurar que nuestros ojos se conectaron, como en una novela romántica. Sus ojos, de un café opaco, se encendieron al mirarme. Bajo la luz de la luna, vi cómo cambiaban de un ámbar precioso a un dorado brillante. Su cabello brillaba, sus facciones eran marcadas, su rostro parecía tallado por la mano de Afrodita... y esa sonrisa... esa maldita sonrisa seductora que se le escapó de los labios en cuanto golpeó al primer tipo que le lanzó un golpe. Era como un maldito baile sincronizado de mi corazón con su cuerpo, porque por cada mínima acción que él hacía, sentía cómo mi caja torácica latía con fuerza, como si fuera un maldito bombo.
No entendía exactamente lo que estaba pasando, ni cómo había llegado a este punto. Tampoco podía decir en qué momento mis piernas se movieron para correr a su lado e intentar ayudarlo. Hace años que no me metía en una pelea, pero no pude evitarlo... Algo me decía que debía conocer a ese chico de mirada salvaje. Mi pierna llegó más rápido que mi consciencia, y de repente, estaba dándole un golpe en la cabeza al tipo que estaba a punto de golpearlo por detrás.
—¿Quién demonios eres? ¿Cómo llegaste aquí? ¡Tienes que irte! Este es un lugar peligroso —preguntó con voz ronca el chico de ojos ámbar, sin apartar la vista de la pelea.
—Oh, por favor, te acabo de salvar de un golpe sorpresa —respondió Matsuno con una sonrisa y un tono ligeramente divertido, notando la expresión de confusión del tipo que se giró para mirarme, evitando que lo golpearan.
—Joder, puedo pelear yo solo. No necesito tu maldita ayuda —torció los labios con frustración, mientras volvía a concentrarse en la pelea.
—Eso dices, pero no puedes negar que acabo de salvarte hace un segundo —respondió Matsuno a forma de restregarle en cara que lo necesitaba.
El chico de los ojos ámbar me lanzó una mirada fulminante, como si mi intervención fuera lo último que necesitaba en ese momento. Ni siquiera se tomó un segundo para agradecerme; en lugar de eso, continuó golpeando a los tipos como si estuviera en su propio mundo, moviéndose con una gracia brutal. Cada uno de sus movimientos era preciso y lleno de fuerza, pero también tenía algo casi... hipnótico. No sabía si estaba más fascinado por la pelea o por él.
Intenté no quedar como un completo idiota, pero mis dedos se sentían torpes, como si el hecho de estar aquí me hubiera metido en una situación de la que no sabía cómo salir. El chico seguía el ritmo de la pelea, bloqueando golpes y devolviendo puños con una agilidad impresionante. Y yo... bueno, yo me quedaba allí, mirando como un espectador más que como alguien involucrado en lo que estaba sucediendo.
—¡¿Sabes qué?! —gritó, finalmente deteniéndose para dar un puñetazo fulminante al tipo que tenía frente a él. El tipo cayó como una bolsa de papas, y por un momento, creí que todo había terminado. Pero el chico de ojos dorados, Baji según su nombre, no parecía conformarse. — ¡Este es el problema de la gente como tú! — lanzó una mirada furiosa hacia los otros dos que aún intentaban reincorporarse. — No pueden siquiera seguir el ritmo.
Por alguna razón, me sentí un poco ofendido. No era que no me supiera defender solo que, en el fondo me preguntaba cómo había acabado aquí. ¡¿De verdad era yo el que necesitaba ser rescatado?! ¿Y por qué sentía como si ya hubiera superado un límite con este tipo de... "situaciones"?
Antes de que pudiera contestar, uno de los tipos más grandes se levantó del suelo, con los ojos inyectados en furia. Sin pensarlo demasiado, se lanzó hacia el chico de cabello color negro con el puño levantado. Algo dentro de mí hizo "click", y por puro instinto, di un paso adelante, empujando al tipo por los hombros para desequilibrarlo y hacerlo caer de nuevo.
—¿¡Tú!? —gritó el chico de ojos dorados, sorprendido, sin darse cuenta de que yo había vuelto a meterme en el fregado, como si no hubiera suficiente caos. — ¡Eres un desastre total! ¿Qué demonios piensas ganar con todo esto?
—¡No soy un desastre, solo... intento ayudar! —respondí, mientras trataba de mantenerme firme. Era lo único que se me ocurría decir, aunque probablemente sonaba más a excusa que a otra cosa.
Él chico de cabellos largos no dijo nada, pero le lanzó una mirada fulminante a los otros chicos, que ahora estaban tratando de levantarse como si tuvieran un poco de dignidad. Se acercó lentamente a mí, su cuerpo aún lleno de tensión.
—Escucha —dijo, bajando la voz, pero lo suficiente para que solo yo lo escuchara—. Si sigues metiéndote en esto, vas a terminar peor que ellos. Te sugiero que salgas de aquí antes de que los chicos empiecen a tomarlo como algo personal y vayan después por ti.
—Pero yo... —traté de responder, pero la verdad es que no tenía excusa alguna. No sabía por qué me había metido en todo este embrollo, solo sentía que algo me empujaba hacia él. Era como si lo necesitara, como si él fuera la pieza que faltaba en algo que ni yo mismo entendía. Apreté los dientes, encontrando la valentía en medio del caos, y sin pensarlo demasiado, solté: —¿Tienes pareja? —
El chico de chamarra de cuero se detuvo por un momento, sus ojos dorados brillaron bajo la luz de la calle. Me observó como si acabara de decir algo completamente inesperado. Algo en su expresión cambió, y por un instante, creí que había hecho una estupidez.
—¿Qué? ¿Por qué me preguntas eso? —su tono de sorpresa era evidente, pero también había algo de irritación. Frunció el ceño mientras sus manos se metían en los bolsillos, y luego lanzó una risa sarcástica. —¿Acaso quieres saber si tienes oportunidad o qué? —
Me quedé paralizado, sin saber cómo responder. Mi cabeza daba vueltas. ¿Qué demonios me estaba pasando? En ese momento, mi boca pareció actuar por su cuenta.
—No... No es eso, es solo que... —empecé a balbucear, nervioso, como si estuviera tratando de justificar algo tonto—. Es que, mira, no sé cómo decirlo, pero... no quiero que pienses que soy un... no sé, un idiota total. Pero ¿qué tal si, ya sabes, fingiéramos? —la frase salió atropellada, casi incoherente—. Fingir que eres mi novio... falso, claro. Joder acepta, no he tenido el mejor día, que decir he tenido la peor semana del mundo.
La sorpresa en su rostro fue palpable. Se quedó callado durante unos segundos, procesando lo que acababa de escuchar. A pesar de su exterior duro, parecía un poco desconcertado ante mi petición tan... rara.
—¿Fingir qué? ¿Es en serio? —el chico frunció el ceño, claramente confundido.
—Fingir que eres mi novio porque... bueno, mentí con mis amigos, les dije que tenía novio, pero no es cierto. Necesito a alguien para este viernes, porque tengo una reunión con ellos. Ya sabes, para que no me sigan molestando. —De repente, mi voz se apagó un poco. Era extraño admitir algo así, pero sentía que tenía que hacerlo. —Tal vez si solo consigo que me ayude este viernes, todo se solucionará. Y para la boda de Takemichi puedo fingir que terminamos claro. Después... todo volverá a la normalidad, ¿no? —pensó Chifuyu a modo de auto consuelo.
Él se quedó en silencio un momento, observándome, y luego soltó una risa seca.
—¿De verdad? ¿Mentiste con eso? —su tono tenía una mezcla de incredulidad y diversión.
—Sí —respondí rápidamente, sintiendo cómo el nerviosismo se apoderaba de mí—. Necesito que finjas ser mi novio solo para ese día. No me hagas quedar mal con ellos.
Por unos segundos, el chico de sonrisa con colmillos me miró fijamente, y algo en su expresión cambió. Había una chispa de algo peligroso en sus ojos.
—¿Qué me das a cambio? —preguntó, como si estuviera evaluando la oferta.
Respiré hondo, preguntándome qué podría ofrecerle.
—¿Qué quieres? —pregunté, sintiéndome completamente fuera de lugar.
El joven de camisa negra sonrió, pero no era una sonrisa amable. Era una sonrisa retadora, como si estuviera a punto de ponerme a prueba.
—Te daré mi número, y acepto hacer de tu "novio falso"... pero en algún punto tendrás que hacer algo que yo te diga cuando lo quiera. Sin preguntas, sin importar el riesgo. ¿Entendido? —
Me quedé en silencio por un momento, procesando lo que acababa de decir.
—¿Qué tipo de cosa? —le pregunté, aunque algo en mi interior ya sabía que no iba a ser sencillo.
Se acercó un paso más, bajando la voz. —No importa el riesgo. Tú harás lo que yo te diga, y lo harás en el momento que lo pida. Si te atreves a hacerlo, entonces acepto ser tu novio falso. Y, por supuesto, te daré mi número —.
El aire parecía volverse más denso mientras lo miraba, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. ¿De verdad estaba dispuesto a aceptar este trato tan extraño? Pero no podía dar marcha atrás ahora. Mi mente solo pensaba en la reunión del viernes, en no quedar mal con mis amigos y que con el perfil de tipo de persona que le describió a Koko, este chico parecía encajar perfectamente.
—Está bien —respondí, tratando de no mostrar cuán nervioso me sentía—. Acepto.
Me miró fijamente, con una sonrisa casi imperceptible.
—Entonces, tenemos trato —dijo, y antes de que pudiera reaccionar, sacó su teléfono móvil y me lo extendió—. Este es mi número. Mándame la dirección y detalles donde nos veremos el viernes.
Y antes de regresarle su teléfono no pude evitar preguntarle: —¿Disculpa cómo te llamas? Yo soy Chifuyu... Chifuyu Matsuno—
—Baji Kaisuke —respondió con una sonrisa ladina.
Ahora si, lo siento mejor desarrollado. Siento que aún así esto me quedo un poco serio pero lo siento más natural, pero ahora si, el siguiente capitulo se viene la reunión, oh siii!!
¿Qué le pedirá Baji a Chifuyu en el futuro? Excelente pregunta Doroti uwu
Nos vemos en el proximo cap.
Con cariño.
Meilinlin12.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro