Habían pasado al menos veinticuatro horas desde que Harry se enteró del secuestro de Louis y había enviado a Niall con Ara para salvarlo. Se parecía a un león enjaulado; esa era la descripción más cercana al estado en que se encontraba el capitán. Niall y Ara aún no le daban noticias sobre Louis, y eso era la peor tortura. Sin embargo, intentaba que nadie más notara su desesperación.

—Zayn.—Le llamó la atención.—¿Alguna noticia sobre Niall o Ara?

—Hace unos momentos llegó una carta; aún no ha sido abierta.—Le respondió, entregándole la carta.—Harry, ¿de qué se trata todo esto?

—No sé qué me sucede, Zayn.—Suspiró el capitán, agarrándose de la barandilla del barco.—Ese mocoso me tiene embrujado o algo parecido.

—Enamorado.—Le contestó el pirata.

—¿Enam...?—Volteó a verlo, riéndose.—No digas tonterías.

—Bueno, ese es el problema del corazón.—Le sonrió de manera burlona.—Tú, capitán Styles, sabrás qué hacer.

Louis no sabía cómo reaccionar, o siquiera cómo pensar, al enterarse por esa gente que Harry era un pirata, pero no cualquier pirata, sino un capitán temido en los siete mares.

Ahora tenía más claro por qué aquellos piratas que intentaron secuestrarlo habían salido corriendo tras enfrentarse a Harry. También le explicaba el motivo por el cual no le quiso decir más que su nombre en aquel bar.

—¿Cómo estás tan seguro de que Harry vendrá por mí? —le preguntó Louis, mirando al pirata—. Es más probable que esté embriagándose en algún bar y no sepa que he desaparecido.

—Cualquier pirata y mercader sabe que Styles se ha estado comportando de forma diferente, y eso fue justo cuando recorrió el puerto de ese pueblucho —le respondió, burlándose—. Se rumorea que fue en ese lugar donde encontró a un muchacho de ojos azules como el mismo mar y tan inocente como una paloma.

—Harry no está enamorado de mí —dijo Louis, sintiendo coraje—. Nunca me enamoraría de un pirata.

—Permítame dudar de sus palabras, mi rey —respondió entre carcajadas—. No se puede negar el amor cuando ya se está enamorado, y puedo presenciar que Styles se está volviendo loco por venir a rescatarte.

—No soy un rey y tampoco te voy a permitir burlarte de mí —le dijo Louis, enojado—. Harry no caerá en esto y no vendrá por mí. Entonces, ¿qué me harás? ¿Mantenerme cautivo para siempre? Mi papá vendrá por mí, pero no ese pirata.

—Ten cuidado con cómo me hablas, preciosura —le contestó, sacando una daga para ponerla en el cuello de Louis—. A mí me hablas con respeto y si digo que Styles vendrá por ti, así será.

Harry se encontraba en su barco, navegando por los mares de España con su tripulación. El sol brillaba reflejado en el mar y el viento soplaba fuerte, haciendo que las velas se agitaran y el barco se moviera como una pluma en el agua. Harry estaba al mando de todo, dirigiendo cada movimiento del navío y coordinando las acciones de su equipo.

Cada vez que Harry pasaba por el pueblo donde vivía el chico, no podía evitar espiarlo mientras trabajaba, sintiendo una atracción poderosa hacia él que no podía comprender. El capitán estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó la presencia de Zayn. Sabía perfectamente que no era alguien apto para el amor, así que, con un suspiro, se volvió y miró a Zayn.

—¿Alguna noticia sobre Ara? —lo interrogó, casi adivinando que la respuesta sería un no, pero su contestación lo sorprendió.

—Sí, capitán —respondió Zayn asintiendo—. Ara mandó a un hombre para avisar del lugar donde tienen a Louis. Jack dejó rastros y pudo escuchar que decía que quería que estuvieras a sus órdenes.

—¿Qué dijo...? —parpadeó algo sorprendido, para luego estallar en carcajadas—. ¿Yo estar a merced de una cucaracha?

—Harry, ¿cuáles son tus órdenes? —la expresión de Zayn reflejaba asombro.

—Primero, que saquen a Louis de ese lugar y lo pongan a salvo —dijo, caminando hacia la barandilla y dándole la espalda a Zayn—. Después, quiero que derriben cada barco perteneciente a Jack.

Ya habían pasado dos días desde lo sucedido con Jack. Ara le había enviado más mensajeros, informándole sobre cada movimiento y cómo iba a actuar de acuerdo a su plan. Harry no podía dejar de pensar en Louis; pasaba el tiempo bebiendo ron y una nueva bebida llamada tequila, pero aún así, ese mocoso parlanchín no salía de su cabeza.

—¡Zayn! —le gritó Styles—. Pirata sucio y miserable, te odio por tener siempre la razón.

—¿Estás aceptando tu amor hacia el chico? —murmuró Zayn a su lado, haciendo que Harry gritara y saltara de su lugar.

—Maldito —lo miró, asustado.

Era una noche oscura y fría. La tripulación descansaba después de una batalla reñida cuando Harry finalmente confesó sus sentimientos a Zayn, su más fiel compañero. Le contó todo acerca de Louis, cómo lo observaba desde su barco y que pensaba que era más que una simple atracción física.

Sin embargo, su amigo no pareció impresionado por el discurso de Harry. Solamente sonrió, lo miró y le arrebató la botella de tequila para darle un gran trago, mirándolo con una sonrisa.

—Bastardo pirata —lo miró sonriendo—. ¿Tanto te costaba confesar eso? ¿Acaso no soy tu mejor amigo? Harry, sabía que ese chico te tenía loco.

—Me está costando decirte esto —le confesó, arrastrando un poco las palabras—. Siento que me han quitado algo valioso y tengo que ir a buscarlo.

—No irás a ningún lado, Harry —Zayn lo miró fijamente—. Ara y Niall tienen todo planeado, y si los mandaste, fue porque confías en ellos.

—Claro que confío en ellos —le respondió, haciendo un puchero—. Pero Zayn, necesito tener en mis brazos a ese chico; él no sabe que soy capitán pirata.

—¿No le contaste sobre ti? —lo miró Zayn, preocupado—. Harry, en este punto Jack ya debió de decirle todo; ahora tu deber será explicarle la verdad.

—Lo sé, lo sé —murmuró, pasando su mano por el cabello—. No le diré que estoy enamorado de él; estoy seguro de que, con solo ser pirata, se alejará.

—Si él también te ama, te escuchará, Harry —lo miró—. Liam me escuchó y no huyó de mí. Sabemos que fueron criados con la idea de que "los piratas son alguien peligroso y asqueroso que merece la muerte", pero él te entenderá y no te dejará ir.

Styles suspiró frustrado ante todas las emociones que lo invadían. Quería mandar todo al carajo y cortarle la cabeza a ese bastardo que se pavoneaba con la idea de que Harry estaría a su merced.