Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ÚNICO

Las horas pasan y Jeon Jungkook sigue dando pinceladas a un lienzo que ya se volvió negro. Su mente da vueltas sin dejar de pensar en aquella sonrisa que hacía tan solo un tiempo le gustaba halagar, piensa en esos labios que le encantaba besar y en aquellas farolas que lo iluminaron tantas veces cuando se encontraba pintando cuadros que se convertían en una apreciación a la naturaleza, la belleza más primera.

Aquella luz, la cual se veía personificada en quién lo hacia suspirar aún después de tantos años, que lo había sacado de la oscuridad fue la misma que lo volvió a hundir en la más profunda de las tristezas. Su corazón se había quedado en un invierno del que no podía salir por más que lo intentara y no había día o noche en la que no lo recordara ni en la que todos los momentos que pasaron juntos volvieran para atormentarlo como demonios.

Pero como existe el amor, también el odio y podría decirse que Jeon Jungkook amaba, así como odiaba, a Kim Taehyung. Lo odiaba por ser un cobarde y lo amaba por la belleza que poseía, la preciosidad de su alma que lo hipnotizaba y seguía atrayendo como si fuera un imán, lo amaba mucho más de lo que podría llegar a odiarlo; pues a pesar de todo su inteligencia aun le hacia soltar suspiros y ese aire de nueva picardia lograba desestibilizar cada parte de su cuerpo, amaba aún más como podia perderse por el universo que yacia en sus lúceros, pues era lo único que mantenia intacto después de tan abrupto cambio.

La hermosura de aquel joven ahora causa envidia en muchas personas, pero antes tan solo unos pocos se dignaban a mirarlo, pues Kim Taehyung desconocia que era poseedor de tan magnifica belleza. Su rostro siempre ha sido delicado, pero con el paso de los años se convirtió en algo divino. Sus cabellos negros adornan sus bellas facciones y están siempre ligeramente despeinados, como si el viento fuera un artista y Taehyung un modelo al cual quiere retratar. Esos cabellos que ondeaban con sincronía a cada movimiento se rebelaban contra él mismo, y parecían poseer el coraje que a él mismo le faltó años atrás, cuando solo era inocencia. 

¡Él ahora se había convertido en un ángel!

Jeon Jungkook solo sigue pintando su lienzo con un negro que es tan profundo, tan oscuro.

Odiaba a Taehyung, pero aquella sonrisa y todas las veces en las que cuidaba de él llegan a su mente y ¡Dios! No puede evitar volver a enamorarse de él, sentir ese nerviosismo y sonreír para después golpearse por ser tan estúpido, por entregarle su corazón a alguien que no valora el arte de amar.

Después de una gran discusión ninguno de los dos había vuelto a hablar y se separaron como si nunca hubieran tenido una historia, como si la unión tan fuerte que los hizo juntarse nunca existió. Pero ahora, después de dos años de aislamiento, volver a verlo ha acontecido a la mayor de sus desgracias.

Kim Taehyung es un adonis y con tan solo volver a mirar sus ojos cayó en la trampa que era amarlo, lo cautivó como nunca antes y revivió una parte de él que creía había muerto junto con el amor que alguna vez le tuvo.

Era obvio que nada volvería a ser como antes, pero la indiferencia con la que se trataban sólo le hacía doler aún más su corazón y desesperar a su cerebro. No se concentraba en clases porque anhelaba acercarse a él y tocar sus suaves cabellos, volver a sentir su aroma, tocar su cintura, escuchar su risa, su voz que sentía que podía doblegarlo con solo decir una palabra.

Jeon Jungkook estaba perdido en el laberinto que era Kim Taehyung.

—¡Jungkook! ¡Es hora de ir al colegio! —Llaman y deja el trance en el que se había metido, mira el cuadro que tiene delante, frunce el ceño y suspira. Era otro día más sin poder pintar.

Grandes ojeras adornan sus bellos y apagados orbes, no solo por la falta de sueño sino también por la falta de esperanza y amor que hace tiempo lo ha abandonado. Los nervios que antes en él no existían ahora lo acompañan todos los días al ir a la escuela.

Puede ser por el hecho de que su mente se ha olvidado de las cosas más elementales a causa de priorizar el arte en lugar de sus deberes, por el miedo y la tristeza constantes que tiene, por tener que estar cerca de TaeHyung todos los días y pasar la vergüenza de verse exactamente igual o peor que años atrás o es todo a la vez. Aquel chico ronda su mente sin querer dejarla en paz tan solo unos segundos, lo ve hasta en sus sueños, su belleza lo embriaga y persigue como una constante sin solución.

Tenerlo cerca nubla sus sentidos y verlo se ha vuelto su mayor anhelo.

No puede ver sus labios debido a la mascarilla, pero los recuerda de un rojo intenso. Sus ojos felinos lo llevan a un sueño profundo, a un paraíso de solo imaginarlos. Apreciarlo se ha vuelto una odisea por la máscara que ahora tapa la magnificencia de su rostro y eso lo hace caer en la locura. No iba a negar que le desesperaba no poder ir, quitarle la mascarilla y contemplar sus hermosos labios.

La voz de su madre lo vuelve a interrumpir. Jungkook se apresura para terminar de alistarse y lavarse sus dientes. Toma su mochila y sale a paso rápido de su casa para subirse al auto de su padre. Mira la hora en su celular solo para confirmar que está llegando tarde otra vez como ya era costumbre.

Apenas pone un pie en su salón de clases siente el mismo temor de siempre y de lejos, ahí estaba él.

Taehyung, primoroso como siempre, despampanante y acompañado de toda la gente falsa que ahora está involucrada en su vida, ya no ríe como antes y eso Jeon lo nota más que nada.

Al pasar los minutos Jungkook se quedó meditando en las razones de aquella nueva personalidad encantadora que había desarrollado Taehyung a lo largo de esos años, ya que era tan cautivante como irritante pues al resaltar sus atributos era obvio que los populares lo querrían en su grupo, Taehyung era tan influenciable que no fue difícil hacer que se comportara como ellos en tan corto periodo de tiempo.
Siempre fue superficial y ahora lo era aún más, pensó que quizá la separación y aquellos ataques que recibía de pequeño contribuyeron, no solo a que su imagen mejorara, sino a que sus verdaderos principios también salieran a la luz volviéndose en lo que tanto, desde hacía mucho, había anhelado.

Antes solo estaba escondido en un caparazón que solo él había visto, oculto del brillo y de los ojos de los demás. Si, tal vez Jungkook hubiera preferido mil veces que Taehyung se quedara de aquella forma inocente libre del conocimiento de su belleza que por error le había hecho conocer debido a tantos halagos y besos en sus párpados.

Antes, tenía aquella manía de sostener sus lentes cuando hablaba de cosas interesantes y solía gritar cuando resolvía un problema de matemáticas, antes de que descubriera su atractivo Taehyung solía recitar algunos poemas y analizar cada uno de ellos, solía hablar de cosas aleatorias, de sus videojuegos favoritos, de la carrera universitaria que quería seguir, de que película verían ese día, sobre un programa que había creado o sobre algo que había armado, hablaba cosas interesantes antes de las cosas banales.

A TaeHyung le gustaba preguntar sobre el día de JungKook, hablarle y hacerlo reír, se preocupaba cuando JungKook mostraba un ligero cambio en su personalidad, le gustaba bromear y reír hasta que se le fuera el aire, era un poco torpe y ese era su encanto, tenía pocos amigos y para JungKook era algo que estaba bien, era iguales en ese tiempo.

TaeHyung ahora, consciente de su hermosura y sin aquellos lentes que adornaban preciosamente sus luceros, ya no se emociona si resuelve algo, su inteligencia persiste, pero la mantiene oculta como alguna vez ocultó su belleza. Se dedicó a encajar que ahora pierde tiempo al ayudar a sus otros amigos, sale a fiestas todos los fines de semana y los rumores nunca hablan bien de él, cuando antes solía pasear por los bosques y tomar fotografías de lo bello de la vida, cuando las canciones que escuchaba antes eran preciosas.

¡Oh, el pasado! ¡Hermoso pasado!
¡Que hermoso es el tiempo!

Jeon Jungkook disfrutaba antes del misterio que era TaeHyung, analizarlo era conocer el espacio, una personalidad exquisita, fascinante. Ahora verlo, si bien es hermoso, lo lleva a la misma respuesta, la superficialidad de este nuevo ser que ha sido creado a partir de desilusiones del pasado e influenciado por personajes para nada agradables con una filosofía de vida un tanto hedonista, pero tampoco les quería atribuir tanta cultura a seres que claramente no la poseían. Sin embargo, si podía dar conciencia de lo influenciable que TaeHyung podía ser debido a que carecía de carácter y conocía del mundo tan poco como el mundo conocía de él.

Cada que mira a TaeHyung no puede evitar pensar en su preciosidad sin duda y aún más en el ser tan soso que se había vuelto, ya no había nada que analizar, no había profundidad en él más que lo que mostraba de atractivo. Una desilución para cualquiera que lo haya conocido tan bien como Jeon JungKook.

La mente de Jungkook divaga mas allá de lo que deberia en horario de clases y solo piensa en que aquellos negros cabellos de Taehyung se teñirian de blanco de aquí a unos cuantos años, al igual que aparecerán arrugas en su rostro, su sonrisa caerá y aquel brillo de la juventud habrá desaparecido de un rostro que era el epítome de perfección y es ahí cuando en él no quedará mas que los recuerdos de una vida alocada, sin enseñanza alguna, sin personas que lo quieran y tal vez añorando haber hecho mejor las cosas, lamentandose por haber desperdiciado su juventud con personas despreciables y lo peor, lo que llevaria a Kim TaeHyung a una agonia sin termino, extrañaria su bello rostro libre de arrugas.

¡El único enemigo de Kim TaeHyung sería el tiempo! No el alcohol que destruiría su mente con el pasar de los años, no la gente con la que se juntaba que lo llevaba por el mal camino, no el hecho de que ahora piense más en a qué fiesta ir que a qué universidad quiere ingresar, no él mismo que se perjudica al tomar decisiones tontas, el tiempo y solo el tiempo sería su peor mal.
No, no podía dejar que algo tan atroz sucediera, menos cuando él podía evitarlo. Tan solo el imaginar estar lejos de aquella obra de arte le llenaba de una depresión que no podía contener, además de la clara angustia y desespero de su alma ya corrompida por la epifanía que había sometido a su mente.

Jungkook no odiaba a Taehyung, pues era clara aquella devoción poco sana qué tenía hacia él, pero sabía que el peor enemigo de aquel adonis sería nada más que el tiempo, ¡Oh, el tiempo que corre sin detenerse! Haría que Taehyung sufriera al notar las primeras canas, al notar las primeras arrugas alrededor de sus ojos, el deterioro de su cuerpo sería la mayor condena que un pecador debería pagar.

—No puedo permitir eso. —Dice, fuerte y claro. Sin titubear.

Tan solo solo dejar de ver a la perfección hecha persona generaba en él la mayor de las angustias, imaginarlo envejecer era la mayor de las devastaciones.

¡Horror! Eso era lo primero que aparecía en su mente, la juventud era lo único que tenía, la belleza es la expresión de la naturaleza, la belleza inspira y da a quienes la poseen. Sin belleza, ¿Qué era Taehyung?
¿Cuál es el verdadero fin de la belleza? Ser vista por ojos envidiosos, ser mostrada para que sea venerada, existir en el amplio mundo como una rosa, inmóvil. ¿Cuál es el verdadero fin de la belleza? Si está solo nace para ser observada, lo es todo y a la vez nada, efímera como el tiempo. Perdurable si es que inspira lo necesario para permanecer perenne en la historia.

¿Qué es acaso la belleza si no un todo efímero? Mueve masas, inspira poetas, crea mundos, roba suspiros, todo durante un corto periodo de tiempo para después marchitarse, llenarse de arrugas y morir seca, sin nada.

¡¿Qué sería de Taehyung sin la divinidad que se le ha sido otorgada?!

Su delicadeza debía perdurar en el tiempo para ser admirada, sus ojos deberían ser apreciados con la misma intensidad que JungKook lo apreciaba, sus labios venerados, todo su rostro debería ser considerada una de las más grandes obras de arte, la más grande de los dones de la naturaleza porque TaeHyung había sido bendecido. Aquella magnificencia sabía que no volvería a ser replicada ni en unos mil años, la gracia de aquel joven es única, los rasgos son sinónimo de pureza y él es la viva representación de una noche estrellada iluminada por la gran luna, es el sol mañanero, el cantar de los pájaros, un bosque lleno de flores y plantas exóticas. Si TaeHyung perdura en el tiempo, intacto, sería un ser digno de admirar y de arrodillarse ante su presencia, ante su belleza.

JungKook, orgulloso, le contaría a todos que Taehyung era muchísimo más que una divinidad y que poseía tanto belleza como genio que es lo que más carece en este mundo, desde su perspectiva.

Como un impulso, al mismo tiempo que sonó la campana, Jeon Jungkook se levantó de su asiento y salió a paso rápido con una libreta y lápiz en mano.

¡La inspiración había vuelto en él!

Tenía que pintar a Taehyung y hacer que su belleza se conserve en el tiempo.
Al terminar, si bien era una de las cosas más preciosas que había dibujado porque Kim era el que estaba en aquella hoja, no se sentía para nada satisfecho, había algo en él que pedía a gritos salir. Un deseo que se iba expandiendo hacia todo su cuerpo, algo que tal vez había deseado antes y no era hasta que tuvo aquella epifanía que se le fue revelado.

La belleza de Taehyung era algo que él debía poseer, algo que debía hacer que todos admirarán y que años después se intentará replicar, la gracia de Taehyung tenía que ser para el mundo una nueva corriente artística. Una nueva forma de ver al arte, Taehyung sería para el mundo el joven cuya divinidad permaneció intacta.


Las almas sensibles se creía que hoy en día ya no existen y es tal vez uno de los mayores problemas en este mundo, esa vulnerabilidad y amor por el arte se había perdido hace mucho.

JungKook era una de esas pocas almas sensibles que aún existían, su forma de ver el mundo era distinta y creía tener un don que le habían dado para apreciar la belleza en todo sentido y forma. Jeon JungKook tenía una idea que se había formado desde hace ya un tiempo.

Él amaba todo lo bello, la naturaleza, los animales, los rostros bellos, el mundo.

Todo lo pintaba porque necesitaba que durara mucho más de lo que la vida establece que debería durar. La noche que debería de ser eterna dura unas horas y las primaveras unos meses cuando está coexistiendo con el invierno sería precioso, algo simplemente divino de ver.

Se había obsesionado con la belleza del mundo, pero en especial con la durabilidad de está pues desde que sus pensamientos lo llevaron a tan trágico panorama de un viejo TaeHyung, su mente no había hecho más que pensar en lo injusta que era la vida con las cosas que eran hermosas.

Les daba poco tiempo, ¿cómo se podría apreciar la belleza en todas sus épocas?

Esas deducciones lo volvían loco, pensó entonces que las flores que veía a diario desaparecerían, que los árboles del parque cerca a su casa serían destruidos de acá a unos años, que lo que ahora es naturaleza se llenara de edificios y eso lo devastaba.

En especial cuando se dió cuenta que él nunca estaría para apreciar toda la belleza del mundo en todas sus épocas y que lo único que lo había inspirado tanto como nunca antes se marchitaria en cuestión de años, Kim TaeHyung el epítome de la belleza que quedaría en un simple recuerdo, un fantasma de lo que alguna vez fue.

Y cuando pase eso, ¿quién lo recordará? ¿Quién dirá que existió alguien tan hermoso si no quedan recuerdos de él? ¿será realmente recordado si es que solo un par de personas lo recuerdan cuando el mundo entero podría ponerse a sus pies?

Los días pasaron y el desespero seguía invadiendo su alma, tal como la contaminación a un paraíso puro. Dibujar y pintar era lo único que hacía para saciar su aflicción. En cada lienzo, en cada hoja de aquel cuaderno, su habitación que estaba sumergida en el desorden que sólo él podría entender, la cara de Kim TaeHyung era lo único que podía juzgarlo.

Sin duda, eran los mejores trabajos que estaba haciendo Jeon JungKook, en un afán, tal vez, de superarse a sí mismo dibujaba una y otra vez aquel rostro que besó y adoró tiempo atrás. En un arranque maníaco, quizá, comenzó a hacerlo y no pudo parar al ver el recuerdo de la perfección de aquel rostro. Mientras más dibujaba, más amaba los rasgos únicos de aquel joven, mientras más pintaba, más resaltaba sus facciones.

Estaba lleno de devoción, de amor, incluso de locura, pero quién puede juzgar al artista si este puede interpretar lo que desee sin ser corrompido y dejar su alma en un cuadro sin que su desnudez y sentimientos sean expuestos.

Nadie podría tener el poder de someterlo a cuestionamientos por sus acciones un tanto inexplicables que estaba teniendo desde hace unos días desde que la idea de preservar la belleza apareció en su conciencia atrapandolo sin dejarle salida para que pudiera escapar de sus verdaderos deseos. ¿No son los retratos la forma más hermosa de que la belleza de Taehyung perdurara en el tiempo?

Jungkook quería mucho más y eso era lo que no lo tenía conforme porque si quería ver algo bello nada más bastaba con ver alguna de sus obras maestras, pero sí quería presenciar la divinidad, si quería sentir lo que es estar cerca de Dios y a la vez del infierno, si quería sentir sus pasiones revolotear, si quería sentirse vivo, tenía que tener a TaeHyung tan cerca como si fuera a robarle un beso como en tiempos mejores. Tan cerca que podría sentir su respiración.

¡Tan solo de imaginarlo su cuerpo se estremece!

Formas de que aquel chico permaneciera joven por siempre... Debía de haber alguna, una manera en la que su juventud y belleza no se deteriorara con el pasar de los años, una manera en la que el tiempo no avanzara o que TaeHyung no avanzara junto con el tiempo.
Mientras se acercaba a pintar los labios del retrato, su mente se iluminó.

Lloraba.

Aquel retrato había tocado su alma, la había acariciado y besado dejándolo atónito, la contemplaba desde lejos temiendo acercarse y dañar tan perfecta creación. Pensó inmediatamente que ese cuadro debía ser expuesto y adorado, no porque él lo haya pintado, sino por el simple hecho de que la belleza de Kim Taehyung había sido retratada.

Nunca había trabajado tanto, sus manos nunca habían terminado temblando, sus cabellos nunca habían estado tan desaliñados y su cuarto nunca se había convertido en un depósito de pintura.

¡Temblaba!

Jungkook estaba frente a una de sus mayores obras terminadas, un lienzo grande con el rostro de Kim TaeHyung luciendo divino, no había adornos en sus cabellos, ni ropa extravagante, ni siquiera un fondo resaltante, solo su rostro en la mayor expresión del realismo. Quería acercarse, tocar sus suaves cabellos y dejar un beso en sus preciosos luceros color gris azulado.

¡El retrato estaba vivo!

Jungkook lo sentía de aquella forma, aquellos ojos lo miraban profundamente, con amor incluso. Sentía que había retratado al TaeHyung del pasado, con su escencia, su genio, con la belleza del presente.

—¡Mamá! Corre, ven, tienes que mirar esto. —Exclamó efusivo, al escuchar los pasos de su madre secó sus lágrimas y abrió la puerta dejando entrar a una señora con estilo relajado y aires joviales, cabellos castaños y de pequeña estatura, sonrió al ver a su hijo y se notó el gran parecido.

—¡Es bellísimo! Jungkook, esta es una de tus mejores pinturas, no lo digo porque sea tu madre, realmente tienes un talento único y sabes aprovecharlo —dijo con la clara alegría en su rostro. —Ese chico TaeHyung... Siempre creí que fue bendecido por la naturaleza por la belleza que poseía, ahora parece que se ha dado cuenta. La delicadeza de un rostro hermoso logra cautivar a cualquiera... ¿Sigues hablando con él?

Jungkook no respondió y su madre minutos después de halagar nuevamente el retrato se retiró.

—En este cuadro están mis sentimientos, ¡Bellos sentimientos! ¡Que todos lo observen! No, no, mi alma está puesta en este retrato. ¡Nadie debería verlo! ¡He puesto todo de mí! El artista puede expresarlo todo, incluso poner sus sentimientos sobre un lienzo o sobre un papel sin ser corrompido, pero mi devoción hacia Kim TaeHyung, mi amor, mi anhelo. No debería interesarle a nadie, ¡hay tanto de mi en lo que he pintado! Me avergüenza que vean la desnudez de mi alma, mi extraña devoción. No, no, tengo que pensar en otra manera de que belleza como tal perdure.

Mientras ordenaba su habitación, la idea que hace unos días había cruzado por su mente nuevamente lo invade y no deja de pensar en eso. Una vez termina de dejar medianamente ordenada su habitación se acuesta en su cama con el cuadro directo a él, con los ojos azulitos de Kim Taehyung fijados en él y siente terror, no solo por los pensamientos que tiene, sino por aquel retrato, era un cuadro hermoso, el mejor de sus trabajos, pero...

Se durmió con aquella idea en su mente.

Después de contemplar por días su majestuosa obra y todo lo que había hecho, sonríe maravillado.

Se dirige a su escritorio y toma un lápiz, está dibujando nuevamente, cuando termina escribe sobre el boceto. No sabe lo que hace pues no es su área, pero trata de dejar plasmado lo que piensa, lo que siente y lo que pasa, escribe tal vez de como comenzó a conocer a Kim TaeHyung, de cómo se enamoró, de su primer beso, de la forma en la que TaeHyung dejó de ser la persona que era para convertirse en solo un recipiente.

Jeon JungKook no odia a Kim TaeHyung, es más, lo ama profundamente, pero ama más otra versión a comparación de la que es ahora y es justo esa la que dibujó y sobre la que está escribiendo. Sonríe pues recuerda viejos tiempos en dónde solían pasarla en su habitación escuchando música, simplemente hablando de cosas de suma importancia filosófica, los días de verano en donde solo reían sin parar o besándose como solo dos adolescentes experimentando podrían hacerlo.

Kim TaeHyung se había vuelto su ideal y la representación de todo lo que seguía, su belleza etérea y fuera de este mundo era justo lo que JungKook más veneraba, esa singularidad del rostro y la perfección en su punto máximo era lo que lo hacía arrodillarse.

Cuando termina de escribir se queda nuevamente observando su gran lienzo y se pierde en los ojos almendrados de TaeHyung, en sus labios que los pintó de un rosa pálido, en sus cabellos que ondulados caían perfectamente adornando su rostro.

En su mente un adolescente Kim TaeHyung aparece y puede ver claramente como este cuidaba su piel pues, como era de esperarse de belleza divina, se irritaba con facilidad. Por su mente pasan varios recuerdos y se queda con el característico olor que desprendía al pasar, un ligero olor a detergente de ropa si te acercabas lo suficiente y olor a vainilla así estuvieras a unos metros de distancia. Sabía reconocer a TaeHyung y la distancia a la que estaba solo por eso.

Le parece extraño que al levantarse de la cama llega a sentir aquel aroma a vainilla. No sabe si ha recordado tanto que puede sentirlo o que el estar encerrado tantos días le está jugando una mala pasada, aspira nuevamente y se embriaga con aquel aroma.

Kim TaeHyung olía a vainilla por una de sus cremas corporales, su olor era perfecto, tranquilizante, con el pasar del tiempo, se volvió, a su perspectiva, algo como un tipo de sustancias ilícita. No había vuelto a sentir tan exquisito aroma en tanto tiempo...

¡Vainilla! ¡El cuadro olía a vainilla!

Fue su única conclusión pues al acercarse y estar cara a cara con el retrato lo sentía, ¡Olía a vainilla! Siente su cuerpo temblar y un ligero sudor aparece en su frente. La euforia combinada con miedo.

Era un milagro, o tal vez una maldición, ¡El cuadro estaba vivo!

¡Vainilla! ¡Vainilla! ¡Vanilla!

—¡Vainilla! ¡Vainilla! ¡Vanilla! —siguió repitiendo por unos minutos observando su obra.

Permaneció encerrado en su cuarto con la obra un par de días más en los que solo bajaba a llevarse su comida y bajaba a dejar el plato sucio para evitar ensuciar los cuadros o desordenar más de lo que ya estaba su habitación.

Pasó esos días ordenando la desastrosa habitación/estudio de arte, mientras lo hacía desechó también sus anteriores cuadros como si con esto borrará cualquier indicio de lucidez e ingenuidad de antaño, tiró todo peluche que se cruzara frente a él dejando gran espacio para colocar los dibujos que había hecho en dónde solo TaeHyung era el protagonista.

Colocó en una bolsa de basura todo lo que creía que ya no servía, todo lo que representaba su vida, todo por lo cual había vivido todos esos años, su mayor pasión, sus mejores recuerdos incluso su antigua forma de ver al mundo, absolutamente todo estaba tirando en una bolsa de basura pues su mundo ahora era Kim TaeHyung.

Antes de que deje la basura fuera el timbre de su casa suena, se sobresalta ya que no espera a nadie y su casa está vacía, no recuerda a dónde dijo que iría su madre. Se acerca y abre la puerta, la sorpresa en su rostro es más que evidente, se acomoda los lentes y antes de que pueda hablar es interrumpido por aquella magnífica e hipnotizante voz: —Hola, JungKook.

—H-Hola—. Responde con un nerviosismo palpable, sus manos tiemblan, sus piernas flaquean. ¿Es esto un sueño?

—¿Puedo pasar?—, Dice y Jungkook se hace a un lado, no puede respirar. Ve a su obra pasar, sentarse en la cocina y mirarlo como solía hacerlo. Su corazón se detiene, su filosofía está viva y frente a él —Ha pasado un mes desde que no vas a clases.

—¿Un mes?— Dice con honestidad, sorprendido.

—Si, no debería importarme pensarás tú, pero estaba con sinceridad preocupado. No contestabas las llamadas y no me quedó más opción que venir, pero veo que estás muy bien, ¿Es así?

Jungkook no responde y decide ignorarlo solo dice: —He pintado nuevamente, ¿Quieres verlo?

Cuando TaeHyung asiente ambos se dirigen a las escaleras camino al cuarto de JungKook, el olor a pintura se siente desde escalones antes y una vez el pelinegro abre la puerta el otro queda maravillado.

—S-Soy yo—. Dice y es lo único que puede expresar, apenas se da cuenta de las demás pinturas, su atención está fija en el lienzo más grande en dónde solo está él retratado con la más simple de las posiciones y con el más simple de los fondos, se siente tan real que le da miedo, toca con delicadeza los labios de su pintura y luego los de él. —¿Así soy yo? ¿T-Tan hermoso?

—En el mundo hay muchas épocas importantes, podríamos empezar con el descubrimiento de la pintura, la aparición del primer arte, el nacimiento de la fotografía, del cine. Lo que para aquellos de antaño fue eso lo más espectacular que han visto, para mí solo está tu imagen aquella delicadeza con la que fue creada es todo. El ideal de belleza era tú, Kim TaeHyung. Aunque el retrato, uno de mis mejores y más laboriosos trabajos, es claramente muy hermoso, para nada se compara con tenerte aquí y ver, con ojos claros, lo buena que fue la naturaleza.

—Pero...— dice captando la atención de Taehyung quién lo ve por un momento para volver su vista al cuadro. —La naturaleza también puede ser mala o más bien es el tiempo quién es nuestro peor enemigo, tu peor enemigo, pues mientras pasen los años y dejes la colorida adolescencia, si bien tus facciones se volverán aún más atractivas, se irán marchitando cuál flor en un inmenso jardín incapaz de retenerla e impedir su crecimiento. ¿Por qué no puedes quedarte así, con ese aire de pequeña inocencia?
El tiempo que juega más en tu contra que en la de los demás te quitará todo rastro de candidez, te corromperas más de lo que ya lo estás haciendo y debido a esa mancha en tu alma se reflejará la fealdad del pecado en tu rostro, tendrás arrugas y tus cabellos serán blancos, el tiempo te tratara como nunca quisieras que te traten.

Kim TaeHyung escuchaba todo con pequeñas lágrimas que caían de su perfecto rostro mientras contemplaba en su mente algo que nunca se había cuestionado... Envejecer. En su ideal de vida, el cual era solo vivir el momento y vivir en base a experiencias, nunca se había planteado, o mejor dicho, nunca se había imaginado con los cabellos blancos, ni con arrugas en su rostro. Tenía también que preservar aquella bendición que le fue entregada por la naturaleza.


Jeon JungKook temblaba por lo que iba a hacer, pero ¿realmente había otra opción? Se comienza a cuestionar rápidamente en su cabeza y le duele, buscó miles de formas en la que toda gracia pudiera permanecer intacta y lo único que pasó por su mente era...

¡Jeon JungKook era un pecador!

Sus manos están manchadas, pero lo único en que piensa es que la belleza podrá preservarse, había logrado que el tiempo se detuviera solo para él, para evitar lo peor.

Ya no habría canas blancas adornando como nieve su cabello, ya no se notarán las arrugas en su bello rostro, su porte siempre se mantendría elegante, sus ojos nunca perderían la inocencia, su boca nunca se llenaría de llagas.

Olía a vainilla, vainilla que lo embriaga, vainilla que reemplaza el olor a hierro, el olor a azufre. Jeon Jungkook había detenido el tiempo para enaltecer a la belleza.

Concluyó con la mayor obra de arte que jamás pudo haber hecho, plasmada en ella el dolor del amor y la locura teñida de un rojo escarlata.

Jeon JungKook lo tenía todo, el pecado incluído también.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro