Capítulo 10: Plan De Venganza.
En un viejo hotel al sur de Queens se encontraba Ryan Payton quien había afeitado su barba y cortado su cabello para evitar ser reconocido por la policía y el personal del hospital. El hombre tomó una foto de su hija y esposa que se encontraba en una pequeña mesa de noche y le dio una ojeada viniendo viejos recuerdos a su mente.
—Mierda. — susurró el hombre para después meter la foto y varias cosas más en una bolsa que sostenía en sus manos.
El hombre se levantó de la cama en la que se encontraba sentado y salió de la habitación con aquella bolsa rumbo a un nuevo destino.
Mientras tanto, Andrew, Loly, Jack y Billy habían logrado escapar de sus amenazantes en aquel restaurante chino. El rubio guió a todos hasta un pequeño Dojo de pelea donde una vieja amiga del chico los recibió.
—¿Jack? — preguntó la mujer pelinegra.
—¡Jia Li! Me alegro de verte. — contestó el rubio con un abrazo. — te presento a… unos amigos, ella es Loly de quien te conté hace unos años.
—Mucho gusto. — contestó la pelinegra con amabilidad, raro en ella.
—Él es Billy, el otro chico del que te conté… el otro día.
—Supongo que ella sabe más de ti que tu mismo, Black. — soltó Billy.
—Él es Andrew, Andrew Wilson, es… abogado. — dijo Jack al notar la preocupación del pelinegro.
—Es un gusto, me llamo Jia Li, soy vieja amiga de Jack. — contestó la mujer de ojos achinados.
—Te preguntarás qué hacemos acá y la verdad es que no tengo respuestas para eso ahora, pero necesitamos tu ayuda, un lugar donde quedarnos.
—Yo… — Jia Li fue interrumpida por las palabras que Andrew soltó.
—Es imposible que podamos escondernos de estas personas, será cuestión de tiempo para que nos encuentren como lo hicieron en el restaurante. Creo que lo mejor sería no exponer a más seres queridos, Jack.
—El ciego tiene razón, mis amigos de Inglaterra son lo suficientemente capaces de lograr defenderse pero me preocupan un par de personas aquí. — agregó Loly a la conversación.
—Jia Li sabe defenderse sola también, ella entrenó con los mejores guerreros de China cuando era niña. — dijo Jack.
—Black… Andrew y Loly tienen razón. ¿Saben qué? Ya habíamos acordado esto en el restaurante, no sé porque estamos discutiendolo. — soltó Billy algo enfadado al mismo tiempo que se dirigía a la salida.
—¡Alto Billy! Tienes razón, ya lo habíamos hablado, acompañaremos uno por uno a traer a las personas que nos importan.
—Poker, sé defenderme sola, el ciego que pelea como ninja sabe defenderse solo. Déjate de estupideces ya, es hora de moverse. — dijo Loly de forma grotesca para después salir del Dojo.
Los tres hombres junto a Jia Li se quedaron en silencio y mirándose uno a otro hasta que Andrew habló.
—Bien, ya escucharon…
Billy salió por la puerta pero fue detenido por Jack y Jia Li.
—Espera iremos contigo. — soltó la chica.
—Señor Wilson, ¿Seguro que irá… sólo? — dijo Jack mientras volteaba a ver al pelinegro, sin embargo, el hombre ya no estaba en el lugar.
—Vaya que es rápido.
—¿Seguros que es ciego? — preguntó Jia Li.
—Algo así, patea traseros con un traje de diablo todas las noches pero… es ciego.
—¿Qué?
—Callate, Billy, vámonos.
El trío salió del Dojo rumbo a Harlem.
La mañana aún era oscura, eran las tres y cuarenta de la mañana cuando la puerta de una lujosa casa se abrió dejando ver a un hombre de traje elegante con un arma en su estuche y su placa policial a un costado. El hombre caminó hasta la refri para colocarle algo de hielo a su whisky que había servido segundo atrás, tras hacerlo, abrió la puerta principal buscando algo liviano para comer encontrando una pequeña porción de verdura verde, luego, el tipo cerró la puerta y a su lado se encontraba un hombre alto vestido de negro y con un pasamontañas del mismo color.
—¡Mierda! — exclamó el hombre para luego lanzar el líquido del vaso al ladrón en su casa, sin embargo, el tipo de negro logró esquivar el líquido y comenzó a pelear contra el hombre armado.
Salieron de la cocina a golpes y patadas llegando hasta el comedor, tras varias combinaciones de golpes por ambas partes, el enmascarado de negro logró tomar a su oponente del cuello y golpear su cabeza contra la mesa de madera dejándolo totalmente inconsciente en el suelo.
Tras algunas horas, aquel hombre había despertado amarrado a una silla con su cara ensangrentada y frente a él se encontraba aquel hombre enmascarado.
—¿Quién mierda eres? — preguntó el secuestrado.
—Vas a hablarme del asesinato a la familia Payton, sé que participaste. — dijo el enmascarado.
—No sé… de qué hablas. — soltó el hombre en la silla con dificultad para respirar al mismo tiempo que utilizaba sus manos para tratar de soltarse.
Sin pensarlo, el hombre enmascarado soltó un par de golpes en el estómago de su rehén para obligarlo a hablar.
—No tengo todo el día, idiota.
—Quizá te equivocaste de persona pero lo que hiciste hoy fue un gran error, maldito bastardo.
—Vas a responder ahora, idiota, porque te juro por mi vida que te haré sufrir hasta que te quedes loco… — el enmascarado fue interrumpido por un movimiento del hombre en la silla quien logró desatar sus manos para tomar el arma de su rival.
—¡De rodillas, déjame ver tus manos!
—Mierda… — susurró el enmascarado.
—No eres tan valiente ahora… ni se te ocurra mover un dedo. — dijo el hombre de traje para luego sacarle la máscara a su rival en el suelo. —¡Carajo! — exclamó el hombre al verle la cara al ladrón.
—¿Por qué la sorpresa?
—No te mueres nunca, hijo de perra…
—Ponme a prueba, tienes dos opciones ahora, disparar o entregarme a tus hombres.
—Tu cuerpo en un ataúd es una recompensa muy grande, prefiero la primera. — contestó el hombre con el arma para después accionarla, sin embargo, el cargador estaba vacío.
—Sin balas, idiota. — soltó Payton para luego ponerse de pie y darle un par de golpes a su rival quien quedó medio aturdido. — si no vas a hablar entonces no me sirves de nada. — agregó el hombre vestido de negro quien seguidamente tomó a su víctima por la espalda y en un rápido movimiento le quebró el cuello.
Comenzaba a amanecer, la actividad en la ciudad comenzaba a sentirse pues las personas ya salían hacia sus trabajos.
—¿Pasaron lo del restaurante de anoche en televisión? — preguntó un joven que pasaba por el lugar junto a su compañero de trabajo.
—Lo vi recién antes de irme de casa, fue una maldita locura… aquí están cada vez más fuera de la ley.
Desde la cima de un edificio, Andrew escuchaba la conversación de esas dos personas y luego se retiró del lugar rumbo al edificio del periódico de Nueva York.
—¿Dónde habré puesto el…? ¡Te vi! — hablaba una rubia para sí misma sentada frente a un escritorio con varios papeles sobre él.
—Señorita Brismonth… — susurró una voz masculina llamando la atención de la rubia.
—¡Oye! ¿Qué haces aquí tan tarde?
—Yo te pregunto lo mismo… o tan temprano, diría yo.
Ambos rieron, la chica se levantó de su asiento y le dio un pequeño abrazo a Andrew.
—Estaba escribiendo sobre un artículo… no importa. ¿Qué haces aquí?
—Vine porque hay un problema grande y necesito que estés a salvo. — dijo el pelinegro.
—¿De qué hablas?
—Te contaré después pero ahora debemos irnos, hay gente que nos está buscando y no para darnos una medalla.
—Sí… Está bien. — contestó Amy.
Andrew tomó la chaqueta de la chica que colgaba de una silla y le ayudó a ponérsela.
—Lamento hacerte pasar por esto. — dijo el hombre.
Amy simplemente dio una sonrisa forzada.
[Ministerio de Magia, Inglaterra]
El Ministro de Magia se encontraba en una reunión importante por lo que pidió no ser interrumpido.
—Entonces, señor Spooner, tenemos en nuestra mano lo que hace falta, usted decide si quiere negociar o simplemente dejar pasar la oportunidad.
—La propuesta es interesante, señor Carter. — contestó el hombre con una taza de té en su mano.
—Somos una organización bastante estratégica, le prometo que no fallamos a la hora de ejecutar, así no tendrá más fracasos evidentes como el de la familia Sawyer Wood el año pasado.
El Ministro dio una sonrisa maliciosa.
—Usted gana, Carter, compraré sus servicios con todo gusto.
El hombre de traje y cabello largo sonrió y se puso de pie acomodando su traje.
—Excelente, le enviaré a mi gente mañana temprano, será toda suya.
Sin más, el hombre salió de la oficina del Ministro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro