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33

Marcy sintió la mano de Anne en su pierna tratando de calmarla, la pelinegra no se había dado cuenta de que había estado moviendo la pierna de arriba a abajo durante varios minutos.

-¿Cuanto más falta? — murmuró.

-No creo que mucho — Sasha apretó un poco la mano de Marcy.

-¿Creen que esto sea buena idea? — Marcy preguntó — nunca he hablado con un psicólogo.

-Claro que lo es — Anne aseguró mientras entrelazaba su mano con la de Marcy — es importante que hables con el, no podemos ignorar y dejar pasar como si nada tus autolesiones.

-No son un chiste, Marbles. De verdad nos importas y queremos que estés bien.

Marcy sintió un nudo en su garganta impidiéndole decir algo. Apoyó la cabeza en el hombro de la castaña a su lado mientras sostenía la mano de la rubia fuertemente.

-¿Marcy Wu?

Marcy se levantó, nerviosa. Soltó la mano de ambas chicas lentamente y caminó hacia la secretaria que se ocupaba de organizar las citas.

La secretaria le abrió la puerta dejándola pasar, Marcy entró jugando nerviosa con sus dedos y con la vista fija en el piso, pero se obligó a levantarla al escuchar un voz saludándola.

-Marcy Wu, bienvenida.

El lugar no era demasiado grande, pero servía para tener varios estantes repletos de libros, el escritorio y un sofá.

Marcy se acercó a la silla frente al escritorio y se sentó.

Jugó con las mangas de su suéter sin levantar la vista.

-¿Es la primera vez que hablas con un psicólogo?

-Si, nunca lo he hecho — Marcy subió la vista, finalmente — ¿Como funciona... Esto?

-No hay un protocolo fijo, Marcy, todo depende del paciente y de que tanto este quiera avanzar.

-¿Como se supone que funcione si el paciente lo decide, qué no lo ayudan...?

-No podemos obligar a nadie, seguimos el hilo del paciente y lo ayudamos, pero finalmente es este el que decide.

-No lo comprendo.

El psicólogo soltó una risa suave ante la confusión de Marcy.

-Dime, Marcy, ¿Que tanto quieres avanzar?

Marcy observó confundida al hombre frente a ella.

-¿Quieres que te ayude a comenzar?

La pelinegra asintió, avergonzada.

-¿Quieres hablar sobre cómo comenzaron tus autolesiones?

Cada músculo en el cuerpo de Marcy se tensó, pero finalmente soltó un suspiro y asintió. Acarició su brazo de arriba a abajo mientras abría los labios buscando las palabras correctas para comenzar.

-Empezó cuando cumplí los dieciséis, no tenía una buena razón para hacerlo, pero sentía que era una forma de liberarme, de escapar de mis problemas, de poder sentir algo que no sea el dolor en mi pecho o de concentrarme en otras cosas que no fueran los pensamientos y voces en mi mente.

Marcy sintió sus ojos cristalizarse mientras pronunciaba cada palabra. Nunca había hablado con nadie sobre sus autolesiones y como empezaron, no le gustaba preocupar a otros.

-Yo... Supongo que era una forma de escapar de una realidad que no quería, al inicio era eso, una puerta a la paz y la libertad fuera de mis problemas, pero, creo que es como una droga o como el alcohol.

Marcy soltó un sollozo que se logró escuchar gracias el espeso silencio que había en la habitación.

-Te pueden mantener ajeno de la realidad mientras sus efectos aún te controlan, pero cuando vuelves a la tierra, te culpas y te sientes como mierda al haber caído ante esto una vez más, ¿Por qué no fui más fuerte, por qué corrí como una cobarde a esconderme y refugiarme en un baño y una navaja? — Marcy levantó la vista hacia el psicólogo, el cual le estaba ofreciendo un pañuelo.

Marcy lo tomó y limpió sus recientes lágrimas. Quería seguir hablando.

Odiaba el sabor salado de sus lágrimas cerca de sus labios, pero amaba el sentimiento de poder soltar todo lo que se había estado guardando consigo misma desde hace muchos años.

-Siempre me culpaba a mi misma, siempre lloraba en silencio mientras limpiaba la sangre seca en el suelo, yo... Siempre escondía la navaja rezando por no volver a hacerlo, pero luego, volvía como cobarde a esta y cortaba mis muñecas como si fueran papel, como si fueran basura, como si no fuera yo.

El psicólogo se levantó de la silla y caminó hacia Marcy, se acercó a ella y se sentó a su lado.

-Odio esto. Odio ser tan cobarde y no poder luchar contra mis problemas como cualquier persona, odio preocupar a Anne y Sasha, odio que ellas estén sufriendo por mi culpa, me odio a mi misma. Odio odiarme.

Marcy sintió un nudo en su garganta impidiéndole seguir, lloró durante unos minutos y no le importó tener la vista del psicólogo sobre ella, dejó salir sus lagrimas, lágrimas que había estado guardando tanto tiempo. Sollozó como nunca lo haría hecho y se lamentó por dentro de esto.

-No te puedo mentir diciendo que estás bien, Marcy — la pelinegro levantó la vista — estar mal es igual de común que estar bien, pero somos humanos, después de todo, nos gusta disfrutar de las mentiras.

El psicólogo llevó una mano al hombro de Marcy.

-No estás bien, Marcy — el psicólogo dijo mientras Marcy lo observaba, perpleja — pero el estar mal no te restringe, el estar mal te ayuda a crecer y madurar y así podrás sanar y cicatrizar con el tiempo.

Marcy soltó un suave sollozo y ocultó su rostro entre sus manos.

-No lo entiendo — murmuró en voz baja.

-No necesitamos entender todo todo el tiempo, a veces necesitamos actuar sin pensar, ¿Que aprendes de un logro? Absolutamente nada.

Marcy tragó grueso, por lo menos eso lo había entendido.

-Marcy, toda cicatriz puede sanar, solo necesita tiempo, tú puedes sanar, pero tú necesitas ayudarte a ti misma.

Marcy volteó hacia el hombre frente a ella.

-¿Yo? — preguntó confusa.

-Si.

-Pero, no puedo...

-Si puedes, Marcy.

Marcy jugó con las mangas de su suéter.

-Yo te ayudaré, pero finalmente eres tú la que hace todo — el psicólogo soltó un suspiro — yo puedo hablar con pacientes que tienen tendencias suicidas, puedo intentar ayudarlos, pero finalmente, ellos son los que deciden entre el abismo o sanar.

Marcy sollozó, pero asintió con la cabeza, comprendiendo lo que este le decía.

-Yo... Yo quiero ayudarme — Marcy sintió lágrimas bajando por sus ojos mientras pronunciaba cada palabra.

Golpes en la puerta se escucharon.

-Veo que ya se terminó nuestro tiempo — el psicólogo soltó un suspiro. Marcy sonrió — espero que finalmente entendieras lo que te dije al inicio de nuestra sesión.

-Todo depende del paciente y de que tanto este quiera avanzar — repitió la pelinegra poniéndose de pie — ahora lo comprendo.

-Tu decidiste avanzar, Marcy.

-Me alegra haberlo hecho.

-Por cierto, Sasha ne dijo que te gustaba dibujar.

𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧

-¿Qué haces? — Sasha preguntó tratando de ver lo que Marcy hacia con su libreta.

Marcy empujó a la rubia no muy fuerte ocultando el dibujo que se encontraba en una de las páginas.

-Nada que te importe.

Sasha se llevó una mano a la cintura, indignada.

-Ya me voy con Anne, malagradecida de lo peor.

Sasha se dió media vuelta y caminó hasta la puerta, se detuvo al ver que Marcy no la seguía.

-No puede ser — volteó los ojos.

-¡La cena está lista! — Anne anunció asustando a ambas chicas.

Marcy se levantó de la cama dejando su libreta aparte, cuando pasó por la puerta jaló a Sasha por el brazo y la llevó al comedor.

Las risas llenaron el lugar, Marcy disfrutaba de las cenas con Anne y Sasha, disfrutaba de cada momento a su lado.

Durante horas olvidó por completo el dibujo que había en su libreta y cuando volvió al cuarto, soltó un suspiro y se sentó en el escritorio.

Anne observó a una Marcy completamente dormida en el escritorio.

-Oh, Marbles — rió y se acercó a esta para llevarla a la cama.

Se quedó quieta al ver el dibujo que Marcy había hecho.

Sonrió y dejó un pequeño beso en la mejilla de la pelinegra.

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Me re maté porque este capítulo lo escribí sin inter, así que estoy segura de que esa plática no se parece mucho a una plática entre psicólogo - paciente 😍

En fin, posiblemente subo otro especial luego.

Nos vemos ♡︎

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