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Shared cigarette kisses | YuChaer

"Donde Yuna y Chaeryeong se besan a través de cigarrillos compartidos".

Original: hwasahoe

Escalofríos hacen camino por la espalda de Chaeryeong cuando la fría brisa nocturna consigue acariciar su piel a pesar del enorme suéter que fue puesto sobre ella antes de salir al tejado. Pero la aguda sensación es familiar para ella, aunque sea por causas contrarias. Son escalofríos iguales a los que siente cuando las cálida manos de Yuna toman su rostro o rozan alguna parte de su cuerpo, en realidad, la presencia de la menor es suficiente para que una ola de sensaciones variadas cubra la existencia de Chaeryeong, siendo los escalofríos parte de ello.

Con escalofríos proviniendo del frío y de la piel debajo de ella, el humo de un cigarro rueda por su garganta hasta ser expulsado por sus carnosos labios. El cruel y oscuro aroma siendo arrastrado en la espesa nube de humo que se pierde en el aire. Esto es su normalidad. Una extraña clase de normalidad pero es la que ambas disfrutan.

El reloj llegando, alguna veces incluso después de haber pasado la medianoche, las dos en el tejado de una casa que no les pertenece y un cigarro para compartir entre ambas bocas que indirectamente se besan en cada calada dejando el sabor de labios ajenos en un respiro que se pierde. El escenario no cambia ninguna noche, así como tampoco cambia la costumbre de Chaeryeong de reposar su cabeza en el regazo de Yuna y verla acompañar a las estrellas sobre ellas.

Ha encontrado el lugar donde encaja a la perfección.

Por mucho tiempo a pesar de sus considerablemente cortas vidas, Chaeryeong y Yuna vagaban por distintas partes del mundo sintiéndose como piezas de un rompe cabeza ajeno al que se le fue asignado. Una vida que no les pertenecía con personas que no eran esa pieza que encajase con sus aristas y grietas, con sus perfecciones y cualidades. Pero eso cambio cuando se encontraron en un punto medio del mundo y se dieron cuenta que aunque no encajaron a la perfección, los espacios que pudieron haber entre ellas son los lugares más seguros que podrán conseguir para estar. Y les gustó de esa manera.

Les gusta de esa manera.

—Yuna —Chaeryeong llama antes de darle otra calada al cigarro y expirar el tóxico humo hacia el vientoㅡ, no quiero volver a casa.

No es necesario gran explicación para Shin entender a que se refiere Chaeryeong. Casa no se trata del apartamento donde la mayor vive sola desde que logró zafarse del diligente agarre de su familia, se trata de un momento y de un sentimiento. Es el golpe de realización que llega cuando no están juntas, cuando Chaeryeong ve toda la ciudad desde el balcón y entre todas las caras que no puede ver sabe que ninguna será igual a la de Yuna. Se trata de regresar a aquellos tiempos donde no conseguía su pieza favorita.

Para ella "casa" se trata de un momento vacío donde su hogar se encuentra lejos.

La morena le quita el cigarrillo justo después de eso, tomándolo tan despreocupadamente en sus delgados dedos como si la voluntad de mantenerlo en ellos fuera lo único que lo sostiene. Habla fuerte y claro antes de acercarlo a su boca.

—No tenemos que.

Aunque ninguna de las dos habla el silencio nunca llega. Hay música proviniendo de dentro de la casa, están los gritos de Nayeon y Momo cantando una canción que no pueden entender, Sana y Tzuyu reclamándose los celos que se han provocado mutuamente durante toda la fiesta, mientras que Jennie y Jisoo, quienes son las dueñas de la casa están desaparecidas en acción. Sin embargo, en medio de todo ese desastre, Chaeryeong sólo puede mirar hacia arriba y ver todas las estrellas que alumbran su oscura noche.

Las estrellas que los grandes ojos de Yuna guardan.

Y algunas del cielo también.

Noches como estas nunca han faltado, horas donde la mente y cuerpo de Chaeryeong se posan sobre Yuna y no hay forma de diferenciar que es de una y que es de la otra. La mayor sube su mano hasta acunar la mejilla de su acompañante y recibir a cambio otro escalofríos cuando ella se restriega sobre su palma. ¿Acaso hay forma de diferenciar cuerpos cuando estos están unidos tan íntimamente?

—No quiero irme de aquí —la pelirroja habla en susurros que chocan contra el humo que Yuna expulsa—. Quiero quedarme todo el tiempo que pueda, aquí y ahora, por siempre.

Yuna da otra calada y crispa sus labios en una sonrisa al intoxicarse con tan familiar veneno, no es precisamente del cigarro de lo que hablamos. La mano que sostenía el cigarro consigue camino hasta el largo cabello de Chaeryeong mientras que la otra se cuela por debajo del suéter que le dio a la mayor y pone su palma justo sobre su abdomen desnudo, dejando que el cigarro cuelgue de sus labios.

—Entonces nos quedaremos. Por siempre —la despreocupación y tranquilidad con la que Yuna habla siempre ha sido una maravilla para calmar la acelerada mente de Chaeryeong.

No tienen porque regresar a casa si han conseguido su hogar.

Es turno de Chaeryeong quitarle el cigarrillo a Yuna pero en vez de acercarlo a su boca, mueve la mano que estaba en la mejilla de la menor hasta su nuca y la acercar peligrosamente a su cara. La distancia es prácticamente inexistente pero no hay roce alguno entre sus labios, sólo una sonrisa divertida por parte de la mayor y esa efímera paz de la morena.

Pero existe un dolor, el dolor de sus labios por sentir algo más suave, algo más dulce que el recubrimiento del filtro de un cigarro, algo demasiado íntimo como para llamarlo familiar.

Algo seguro.

Algo que solo se puede sentir como ella.

—Sabes que puedes solo besarme, ¿cierto? —Yuna alienta mientras roza su nariz con la mejilla de su mayor.

Chaeryeong no puede guardar su risa, haciendo que sus finas mejillas parezcan más rellenas de lo que son y hagan desaparecer sus pequeños ojitos en un par de lunas que alimentan el sentido de pertenecía de Yuna. Esa sonrisa es suya, es la que causa la de ella.

—Lo sé —asiente, guardando rastros de su risa en la adorable sonrisa que muestra sus encías—, lo sé.

Con eso finalmente cierra distancia entre sus labios con los de Yuna, el par de belfos bailando a una parsimonia que borra todo rastro de nicotina de sus lenguas y deja un sabor dulce en cada movimiento.

Este es su lugar para siempre, Chaeryeong afirma otra vez.

Lo hizo cuando conoció a Yuna, cuando lo que se ha convertido en una insalubre cantidad de cigarros compartidos y abrumadores besos se convirtieron en su mayor y único vicio. Supo que era ella a donde pertenecía, así que ahora lo decide otra vez.

Yuna es su lugar para siempre, pero esta vez lo es definitivamente.

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