5-La Huida
De vuelta al presente.
-Quince años, llevas esperándome quince años -contestó Kran mirando el suelo.
Faith apretó la mandíbula y le dirigió una dura mirada, intentó disimular el profundo odio que llevaba cargando todo ese tiempo. Contempló la habitación mientras pensaba en la manera más cruel de torturarlo, esta vez la venganza sería suya, y la disfrutaría como nunca.
-En efecto. No tienes idea de lo que he esperado para volver a verte -Su voz sonaba excitada. Pasó la lengua por su labio superior, saboreando el miedo de Kran.
-La última vez que nos vimos las cosas no terminaron demasiado bien.
-No, pero me quedó un recuerdo imborrable. -Faith se descubrió la espalda, dejando al aire una gran cicatriz que recorría toda su médula espinal, hasta perderse en su parte trasera.
-Si te sirve de consuelo, pensé que te mataría, no te merecías menos que eso -respondió asqueado.
Ambos se miraron fijamente por unos segundos, aun en la oscuridad se distinguía el odio mutuo que se profesaban. A pesar de la aparente tranquilidad eran conscientes de lo poco que esta duraría.
-Por lo que veo, no desististe en tu idea de convertirte en un idiota carnicero -comentó Kran observando los instrumentos de tortura que adornaban la habitación-, sigues siendo un maniático de mierda.
-Para ti soy eso...
-Para mí y para el resto de las personas con un mínimo de humanidad en el corazón -El desprecio se marcaba cada vez más en su voz, deseaba con todas sus fuerzas quitarse los grilletes y romperle la boca a puñetazos.
Faith soltó una carcajada que hizo eco en la habitación, se acercó y le susurró al oído:
-¿En serio sigues pensando que existe una pizca de humanidad en todos nosotros?
Kran dibujó una leve sonrisa, intentando mantener la calma en aquellos momentos, luego de unos segundos habló:
-Nunca dije eso, solo sé que gracias a ti he podido ver en qué clase de persona estuve a punto de convertirme. Sé que he mentido, herido y asesinado personas, pero a día de hoy sigo pensando que todo lo hice por una razón... aunque no sepa cuál.
-Escucha lo que te voy a decir. -Faith lo agarró por el cuello-. En esta vida eres de los cazadores o eres de las presas, tú eliges en que bando estás.
-Sigues sin entender que no se trata de matar o morir, esa es la excusa que usan aquellos que no saben hacer otra cosa más que arrebatar vidas inocentes.
Faith lo miró por unos segundos, luego se dirigió hacia un rincón oscuro y volvió cargando una pesada bolsa. La abrió, y con suavidad comenzó a sacar distintos objetos: un saco de dormir, comida, ropa, y para el final dejó una daga.
-¿Te suena de algo? -dijo mostrándosela
-¿Qué me impide quitártela ahora mismo de tus manos y clavarla en tu pecho?
-Muchas cosas, en primer lugar: no saldrás con vida, en segundo: tu compañero de celda lo pagará, en tercero: porque estás atado y en cuarto: porque tu "humanidad" se iría a la mierda...
Un ruido proveniente del exterior lo interrumpió, eran gritos de personas enloquecidas, aunque por la euforia con la que lo hacían parecían animales luchando.
-Supongo que al final construiste tu coliseo de lucha, ¿Verdad?
Faith sonrió con autocomplacencia:
-Justo después de tu ataque de valentía estuve bastante grave, ninguno de mis hombres contaba conmigo; sin embargo, aquí estoy. En cuanto pude caminar nuevamente me encargué de que mis proyectos finalizaran de inmediato.
La habitación quedó sumida en un silencio bastante tenso, solo se oían los aislados gritos provenientes del coliseo de lucha. Faith jugueteó por unos segundos con la daga, como si esperara que esta expulsara fuego o algo así.
-¿Cómo es que la conservas todavía?
-Es un regalo de mi madre.
-¿Un regalo de tu madre? ¡Nunca la conociste, no me mientas!
-No grites, o la idea de hacerte comer la daga empezará a parecerme más atractiva.
-No estás en condiciones de amenazarme, soy quien tiene el control -dijo intentando mantener la seguridad.
-No es una amenaza, es una predicción... ¿Qué harás conmigo?
-Eso depende de ti y de lo que me aportes. ¡Ahora dime! ¿Para qué sirve la daga? Estoy seguro que si tu madre te la dejó fue por algo. -Faith parecía extrañamente ansioso, turnaba la mirada entre Kran y la daga.
-¿Eres idiota o qué? Te dije que no sé nada, nunca descubrí alguna característica o encantamiento oculto. -Kran sabía que eso era mentira, sí había algo especial con ella, pero no sabía qué-. Hay muchas armas con características especiales en el continente, ¿Por qué sería esta una de ellas?
-Estoy seguro de que sí lo es, además... ¿Qué tan inútil hay que ser para no encontrar nada sobre una puta daga?
-¿Hablas de mí o de ti? -respondió con una sonrisa.
Una ola de calor llegó al cuerpo de Faith, por un segundo le tentó la idea de clavarle la daga en la cabeza, pero hacerlo acabaría con la diversión. Respiró con suavidad intentando recuperar la cordura.
-Mañana seguimos -dijo cansado-, ahora mismo necesito dormir, de lo contario no me durarás una semana -Fue hacia la puerta y salió, después de unos segundos volvió acompañado por dos de sus hombres.
Kran fue escoltado de vuelta a su celda. Incluso pudo reconocer a uno de los bandidos junto a él; el asqueroso que maltrataba a Melvin cada vez que podía. Al llegar pudo percatarse de la ausencia del anciano, la sensación de que algo no iba bien se agarró a su mente.
-¡Guardia! -llamó aprovechando que uno de ellos seguía cerca.
-¿Qué? -preguntó de mala gana.
-¿Y el anciano del frente? -Señaló la celda de Melvin.
-Digamos que pasó lo que tenía que pasar -contestó riéndose.
Aquel cometario lo llenó de odio y tristeza, sintió ganas de abrir la celda y matarlo a golpes; pero, por otro lado, sentía pena de no haberse despedido de aquel anciano de sonrisa afable.
La noche se hizo eterna, vagó entre pensamientos que lo hacían reprocharse una y otra vez las decisiones que había tomado. Recordó a su padre, aquel viejo borracho que le sirvió de guía cuando era niño, pero que ya no estaba; se había esfumado hace quince años dejándole la vida hecha añicos. Entre pequeños lapsus de sueño la noche pasó, y con ella llegó la tranquilidad; no había guardias, ni siquiera las ratas se atrevieron a chillar en toda la mañana.
A pesar de no haber dormido mucho Kran no se sentía cansado, solo deseaba salir de aquel agujero; y de paso acabar con aquellos miserables asesinos.
Transcurrieron un par de horas hasta que los guardias volvieron. Uno de ellos le puso los grilletes y lo condujo de vuelta al cuarto de Faith. Durante el trayecto Kran echó una rápida mirada hacia el interior de cada una de las celdas, la mayoría estaban desocupadas, otras tenían inquilinos en su interior. Sin embargo, ninguna importó, menos la última; mirarla fue un grave error, en su interior se podía distinguir el cadáver de un anciano colgado de los barrotes, mirando al pasillo con sus ojos azules manchados por la sangre.
Algo en su interior se removió, por un segundo tuvo la esperanza de que el guardia hubiera mentido, pero no; Melvin se marchó definitivamente.
El resto del camino trascurrió demasiado rápido, para cuando quiso darse cuenta estaba frente a la puerta. En la habitación estaba Faith, mirándolo con una siniestra sonrisa dibujada en su rostro. A su lado había una mesa cargada con todo tipo de pinzas, cuchillos y otros artefactos de tortura.
-Amárrenlo con fuerza... no vaya a ser que nos dé una sorpresa.
-¿Tanto miedo me tienes? -Se burló mientras le pasaban cuerdas por sus brazos y piernas.
-Digamos que prefiero divertirme sin que te muevas. -Soltó una risa maniática que asustó a sus hombres, quienes se apresuraron a terminar su tarea para salir rápido de la sala.
Una vez se quedaron solos, el jefe de los Jerkas procedió a mirar los instrumentos para torturarlo. Acomodó cada cuchillo y pinza con sumo cuidado, una vez terminó le preguntó:
-¿Por cuál quieres que empiece? -dijo mientras señalaba todo el arsenal que se encontraba sobre la mesa.
-Prefiero las llaves para quitarme los grilletes.
-Lo lamento amigo, pero no tengo esa opción disponible.
Pasó su mano por cada uno de los cuchillos y se detuvo en uno de los más pequeños, tenía una hoja dentada, tan limpia que reflejaba la luz emitida por las antorchas. Lo tomó y lo deslizó desde la cara hasta las costillas de Kran, una vez ahí se detuvo.
-¿No vas a colaborar?
-Te dije que no sé nada.
-¡Mentiroso! -Hundió el cuchillo hasta llegar al mango, el dolor que causó en Kran fue inmenso, sintió ganas de gritar; pero no quería darle el placer de verlo sufrir-. Pensé que aguantarías más. -Sacó el cuchillo y observó cómo se había teñido por completo de rojo, disfrutó ver tal escena.
-Aun... aun no te digo nada imbécil -respondió adolorido.
-Es porque todavía no he preguntado. -Pensó por unos segundos en cuál sería la primera, hasta que se decidió por la más básica -. ¿Qué coño haces por estas tierras?
-Es una historia muy larga, -contestó con dificultad. Un pequeño hilo de sangre brotó por la herida.
-Tengo toda la tarde, así que adelante.
Con mucho dolor e interrupciones narró aquello que su torturador quería escuchar, no podía hablar sobre Marcus pues acabaría con el factor sorpresa, tampoco sobre Melvin; así que haciendo uso de sus escasas dotes comunicativas intentó irse por las ramas, para ganar el mayor tiempo posible. Para cuando quiso darse cuenta ya era de noche, por lo que Faith le ordenó que callara.
-Muy bien, han habido avances. Mañana segui... -Un estruendo resonó por toda la habitación, las paredes vibraron al igual que el suelo- ¿Qué fue eso? -Volteó a ver a Kran, este tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-Se te acaba el tiempo.
-¿Qué tramas hijo de puta? -Corrió desesperado hacia la puerta en búsqueda de ayuda- ¡Guardias!
El pasillo estaba desierto, ni siquiera los hombres encargados de custodiarlo estaban ahí. Faith miró extrañado por unos segundos mientras buscaba el origen del ruido, sin embargo, un objeto metálico impactó contra su cara de lleno, haciéndolo caer inconsciente.
-¿Kran, estás ahí? -Por la puerta se asomó un hombre de cabello castaño con una sonrisa de oreja a oreja, era Marcus. Justo tras él entró un hombre de mediana edad con el pelo cenizo, acompañado de otros dos sujetos desconocidos.
-Al fin, pensé que tendría que escapar -dijo aliviado.
-¿Crees que te dejaría solo? -preguntó manteniendo la sonrisa.
-Dejen el sentimentalismo. -ordenó desde el fondo una voz firme y autoritaria - Afuera quedan más, y somos solo cinco hombres. Por cierto, mi nombre es Flinx. -Se presentó acercándose a Kran para cortarle las ataduras.
-Toma. -Marcus le cedió la espada mientras desenfundaba el arco.
-¡A ver chicos! -Llamó Flinx con energía-. Necesitamos salir de aquí con la mayor discreción posible, nuestra misión es irnos con vida. Marcus irá en la retaguardia, cubriéndonos con el arco; Kran irá junto a Valve y Nubi; mientras que yo marcharé al frente. ¿Alguna duda?
-Sí, ¿Qué ropa me puedo poner? -preguntó Kran, quien solo llevaba un trapo hasta ese momento.
Marcus rebuscó por toda la habitación buscando un atuendo para su amigo. Se terminó topando con una bolsa negra muy conocida para él.
-¡La tengo! -gritó eufórico mientras corría con ella en la mano- Aquí está la ropa, y todo lo demás. Vámonos.
Luego de un rápido cambio de ropa, y de comprobar que la daga siguiera en su sitio los hombres se dispusieron a salir.
-¡Un momento! -dijo Kran-. Tenemos que llevarnos a Faith, sin él los Jerkas son pollos sin cabeza.
-No podemos llevarlo, estás herido y solos nos retrasaría.
-¡Capitán! -llamó uno de los hombres que venía junto con él, Flinx volteó a verlo-. Yo lo llevo, es hora de acabar con esta banda.
-Lo que quieran, solo vámonos.
Salieron con la formación prevista, avanzaron con cautela a través del pasillo, envueltos en un silencio que solo era roto por el sonido de sus pasos.
-Jerka a las doce -advirtió Valve.
Marcus sacó una flecha, apuntó por un segundo y con un certero tiro fue capaz de atravesar la cabeza del bandido.
-Buen tiro -elogió Flinx.
-¡Gracias!
El camino siguió sin muchos inconvenientes. Quizás la tranquilidad era lo más perturbador, atravesaron el dormitorio jerka, pasaron por otra habitación desconocida para ellos; hasta que llegaron a la puerta que daba al patio. Al atravesarla Flinx ordenó:
-¡Mantengan la formación!
-¿No hay más? -preguntó Kran extrañado, no había visto muchos cadáveres por el camino, así deberían quedar más.
-Hay algo extraño, deberían haber muchos más. -Flinx miró hacia atrás con desconfianza-. Avancemos con cuidado y salgamos de aquí.
Avanzaron en silencio, unidos, para evitar cualquier emboscada. A unos metros de la puerta principal vieron cómo esta se vino abajo de repente.
-¿Se iban sin despedirse? -gritó el bandido encargado de derribarla.
-Pensábamos volver otro día -dijo Marcus mirando su alrededor buscando cualquier señal de movimiento.
El bandido soltó una carcajada que resonó por todo el patio. Nubi aprovechó el momento para dejar a Faith, y Kran para soltar la bolsa sobre la arena; peparándose para lo que vendría.
-¡Salgan ya chicos, cayeron en la trampa!
Hola a todos. Espero que estén disfrutando el libro tanto como yo. Ya saben que si os gustan los capítulos podéis dejar vuestro voto, me ayuda muchísimo.
Cualquier error o incongruencia que hallen por favor avísenme, reviso muchas veces antes de subirlo, pero aún así se me escapan cosas.
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