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12-El Primer Árbol

El trío siguió al anciano a través de la ciudad, que a primera vista parecía estar compuesta solamente por una decena de hongos colosales, pero no, también habían algunos más pequeños ocultos entre estos que parecían ser usados como viviendas por los habitantes. En cada uno de estos había una puerta de un color bastante llamativo, con pequeñas ventanas redondas de cristal a sus lados que por alguna razón no dejaban ver el interior.

Por otra parte, las calles estaban completamente desiertas, pero la temperatura era más cálida que en el exterior. Se sentía una calidez similar a la de un hogar donde se haya una chimenea encendida en medio del salón.

-¿Por qué no hay nadie en las calles? - preguntó Kran extrañado mientras miraba su alrededor - Aquí la temperatura no es un problema como afuera.

El anciano se detuvo y volteó a verlos, Marcus se colocó con disimulo detrás de Marie para evitar la tenebrosa mirada del anciano.

-Los sabios que habitan Ciudad Harryn tienen horarios donde se les permite hacer lo que les plazca - Hizo una pausa para contemplar aquel desolado panorama, una sonrisa apareció en su rostro de repente mientras tomaba una gran bocanada de aire. El trío lo imitó y contemplaron una vez más las solitarias calles - Ahora mismo algunos están ocupados en sus labores de alquimia, encantamientos o magia elemental. Gracias a esta última es que aquel hongo se halla tan aislado de todos - Señaló hacia el más apartado de todos -. Antes de que lo pregunten, no era negro, solo hubo un hechizo que se salió de control - concluyó con un extraño tono de satisfacción en su voz.

-¿Y... - comenzó Marcus.

-NO VOY A RESPONDER NADA MÁS - gritó el hechicero haciendo que Marcus retrocediera aún más detrás de Marie. Esta le dedicó una mala mirada a la vez que ahogaba una risa burlona.

Los cuatro caminaron varios metros hasta llegar al centro de la cuidad. Ahí se hallaba un inmenso lago que expulsaba humo. Cerca de este había una persona sentada meditando, parecía estar abstraído totalmente del mundo terrenal. Alrededor habían una serie de frascos con líquidos de todos los colores; algunos burbujeaban, otros parecían querer formar nubes que se dispersaban una vez salían de su contenedor y se topaban con el frío.

Una vez llegaron a donde se hallaba el hombre, el hechicero volteó hacia ellos.

-No quiero que ninguno hable si no le preguntan - advirtió mientras los observaba a todos, en especial a Marcus, este puso los ojos en blanco en señal de protesta.

El hechicero les dirigió una última mirada cargada de amenzas no verbales y les dió la espalda.

-¡Señor! - interrumpió la meditación del anciano, haciendo que se sobresaltara ligeramente - ¡Perdón! No pretendía asustarlo -se apresuró en disculparse mientras hacía una leve inclinación.

El hombre dibujó una cálida sonrisa. Abrió sus ojos dejando entrever un color azul que resaltaba incluso en aquel frío panorama. Levantó su vista y la dirigió hacia el trío mientras ladeaba su cabeza. Se levantó de manera bastante torpe, por un segundo su compañero intentó ayudarlo, pero este declinó amablemente la oferta con un leve movimiento de mano. Su mirada pasó uno por uno, hasta que se detuvo en Kran.

-Te estábamos esperando.

-¿Me... esperaban? - preguntó Kran con cierto deje de duda en su voz - ¿Son adivinos o qué?

-No somos adivinos, de hecho no sabíamos qué día vendrías, solamente sabíamos que llegarías. Sé que habéis venido aquí con grandes dudas en vuestras mentes... - dirigió su mirada a Marcus, este la apartó con algo de nervios - algunos vinieron con hambre - bromeó haciendo que los presentes sonrieran discretamente, todos excepto el otro mago que mantenía una expresión tan dura como una roca.

-Señor Wer - el anciano volteó a verlo - sé que usted es la máxima autoridad, pero él lo espera y lo mejor es no hacerlo esperar. Deberíamos enviarlo directamente ante el Primer Árbol.

-Señor Mirrok... - dijo todavía observando los intimidantes ojos rojos de su compañero - tienes toda la razón, nuestros invitados no deben hacer esperar al anfitrión, pero la cortesía está ante todo.

-Un momento - intervino Kran algo desconcertado - ¿Anfitrión? - preguntó mientras observaba a sus compañeros que a su vez le devolvieron la mirada con igual expresión de duda-. Kran, yo soy Kran, la chica es Marie, y mi otro amigo es Marcus - explicó mientras los señalaba uno a uno.

-Bien señor Kran, mi nombre es Willbur Wer - el hombre hizo un ademán con la mano señalando a su compañero de ojos rojos -, y aquel amable señor que los recibió es Mirrok - este observó al trío con cara de pocos amigos mientras soltaba un bufido como respuesta - No piensen que le caen mal, su carácter es algo complicado.

-Perdonen señores, - intervino Marie - pero ¿podríamos movernos de aquí? Llevamos cinco minutos de charla improductiva y me gustaría pasar la noche en un lugar protegido.

-La señorita tiene razón, por favor Mirrok, acompaña a nuestros invitados a sus aposentos, yo tengo que acompañar a Kran - le tendió una mano, dejando a la vista un hermoso anillo de un color gris muy apagado - Por favor, tome mi mano y no la suelte.

Marcus dejó salir una pequeña risa que fue sofocada al instante por un golpe que le propinó Marie en la cabeza.

-¡Auch! - Se quejó a la vez que emprendía camino junto a la rubia y el mago hacia un conjunto de hongos que había cerca.

Kran tomó la mano del anciano y sintió cómo un frío seco le recorría la espalda. Por un segundo pensó que su espina dorsal había sido remplazada por un témpano de hielo que nunca se derretiría. Intentó pensar en cosas cálidas para evitar la inminente congelación, pero para cuando quiso darse ya se hallaba de rodillas en la nieve.

Su respiración se volvió frenética y su cuerpo se agarrotó, haciendo imposible la labor de levantarse del suelo. Sintió como el calor escapaba de su cuerpo a un ritmo abrumador, por un segundo pensó que el hechicero lo llevó a un paraje para que muriese, sin embargo, una mano lo tomó del hombro y lo jaló con tanta fuerza que le fue imposible mantenerse pegado a la nieve.
Kran miró a su alrededor buscando a la persona que le había brindado tal ayuda. Le costó un poco de tiempo distinguirlo, pues la nieve caía con tanta fuerza que parecía querer enterrarlo lo más rápido posible. Willbur se encontraba observándolo con una expresión bastante surrealista para esa situación, el hombre mostraba una amplia sonrisa que casi hacía desaparecer sus ojos.

-¡Lo siento señor Kran! - gritó el hombre en medio de aquella feroz ventisca que evitaba que cualquier palabra se propagase a más de un metro -. Se me olvidó lo feroz que puede ser el clima aquí - Levantó su mano y vociferó con gran fuerza - ¡GOP!

Un campo de fuerza invisible surgió alrededor de ellos, no era muy grande, pero sí lo suficiente como para crear una burbuja que aislaba la nieve y el frío. Dentro la temperatura era algo cálida, incluso el ruido había disminuido considerablemente. El anciano observó la cara de asombro de Kran y sonrió satisfecho.

-¡Muchas gracias! - agradeció Kran sin poder apartar la vista de la burbuja que los rodeaba. La examinó cuidadosamente, mientras más la veía más lo impresionaba, dentro parecía estar a salvo de absolutamente todo; y no le faltaba razón.

-No hay de qué señor Kran - el anciano miró hacia los lados y bajó su mano suavemente -. No se preocupe por el campo, no se irá a no ser que lo ordene. Necesitamos llegar a la cumbre, lo están esperando, espero que haya venido preparado, este camino es cada vez más hostil.

Sin esperar respuesta alguna Willbur emprendió camino a paso lento pero decidido, de hecho, sorprendía ver cómo un hombre de tan avanzada edad se podía mover así. Al ver que su compañero lo dejaba atrás Kran tuvo que ponerse a su paso, ya que incluso el campo marchaba junto al anciano y el frío amenazaba con volver.

-¿Puedo saber qué es lo que me espera exactamente? - interrogó con la esperanza de obtener alguna respuesta.

-La paciencia es una gran virtud señor, le aconsejo que mire por donde pisa - advirtió el anciano mientras lo miraba de soslayo - , en esta zona hay trolls de la nieve* y algunas fasnow*². Las segundas no suelen matar, pero por experiencia propia le advierto que debería cuidarse.

Kran se tomó esto como la única respuesta que recibiría, por lo que decidió simplemente seguir al anciano a través de aquel sendero donde la nieve llegaba a las rodillas, y amenazaba con subir más.

Observó el hermoso paisaje blanco que lo rodeaba, y de no ser por el hecho de que se congelaría, hubiera salido del campo que lo protegía y observaría más de cerca.

A medida que iban ascendiendo la montaña la burbuja parecía perder fuerza, y el frío comenzaba a colarse. Kran decidió simplemente ignorarlo y revisar cada paso que daba, pues las criaturas que nombró el anciano no eran los únicos peligros de aquel lugar.

La nieve poco a poco dejó de caer, hasta convertirse en una pequeña llovizna de copos blancos apenas visibles a los rayos del Sol. El suelo comenzó a tornarse algo más marrón con pequeñas piedras que lo decoraban de forma irregular, acompañado de pequeñas hierbas. Una vez llegaron a la cima el hechicero movió ágilmente su mano derecha haciendo que el campo que los protegía despareciese por completo.

El anciano se agachó, apoyó sus manos contra las rodillas y comenzó a respirar de manera algo más acelerada. Un par de gotas de sudor cayeron por su frente y desaparecieron al tocar el suelo.

-¿Estás bien? - preguntó Kran mientras lo sujeteba por el hombro para evitar que cayese.

-Tranquilo, estoy bien - dijo despreocupado - A mis años es normal que me desgaste más rápido.

No había que ser adivino para saber que eso no era cierto del todo, sin embargo, no serviría de nada preguntarle en ese momento.

Willbur se incorporó torpemente y comenzó a caminar por un sendero que poco a poco se iba tornando de un color verde lima bastante alegre. A medida que avanzaban se iba llenando de pequeños arbustos con flores que atraían a mariposas de todos los colores conocidos, incluso habían otros insectos que habían decidido vivir entre aquellas planta. Tampoco faltaban flores, había una increíble cantidad de estas: sus colores iban del rojo al azul, y de este pasaban al rosado; todo en un increíble festival que convertía al suelo en una obra de arte.

-¿Cómo es posible que crezcan tantas flores a esta altura? - cuestionó algo contrariado - Son más de dos mil metros de altura, y unos metros por debajo está cayendo una ventisca horrorosa que casi nos congela.

El hechicero señaló hacia el único árbol que se podía distinguir en aquel lugar. Un inmenso ejemplar que fácilmente podía medir más de veinte metros, quizás más.

-¡Ahí está la respuesta!

Caminaron durante unos minutos, a medida que la distancia se reducía, el tamaño del árbol aumentaba. Kran se quedó con la boca abierta al ver el inmenso tronco de más de veinte metros de altura que se alzaba frente a ellos. El árbol tenía ramas tan gruesas como un hombres, sus hojas eran de color celeste y que emitían un brillo que resaltaba incluso a plena luz del día, echó un vistazo a la zona que los rodeaba, y se percató que estaban sobre un inmenso círculo de piedra que rodeaba al árbol.

-¿Qué son todos esos símbolos? - señaló unos extraños trazos que se hallaban a sus pies. Los contempló mientras esperaba respuesta y pudo ver que eran más de los que pensaba, habían cientos de ellos repartidos en hileras uniformes, parecían un ejército.

-Esos son los hechizos que se encargan de protegerme - respondió una voz mágica que parecía no tener procedencia. Kran pegó un brinco y dirigió la vista al anciano, este le devolvió la mirada con un rostro ausente de emociones - Estoy aquí - La voz no venía de otro lugar que no fuera el propio árbol. Sus hojas cambiaron su color a un morado bastante claro, mientras el tronco parecía removerse un poco.

-Pe...pe...pero - balbuceó sin poder creer aquello que acaba de oír - ¿¡Habla!? ¿¡El árbol habla!?

Willbur asintió en silencio con una leve sonrisa.

-Hola Kran - saludó el árbol intentando relajarlo - Siento mucho haberte asustado, no suelo tratar con humanos, excepto con Willbur, es el único que me visita - hizo una pausa en la que volvió a removerse y sus hojas se tornaron de un color verde lima -. Necesito hablar contigo - añadió luego de unos segundos.

-Yo también necesito hablar con alguien, pero no me esperaba que fuera con un árbol - automáticamente repensó aquello que acaba de decir - Sin ofender - añadió mientras intentaba ocultar su vergüenza.

-No te preocupes, no me ofende que me digan así, a fin de cuentas es lo que soy. Escucha Kran, sé que ahora mismo por tu cabeza solo pasan preguntas, lo entiendo, a fin de cuentas en muy poco tiempo te has topado con cosas que creías imposible... yo soy una prueba de eso. También sé qué es lo que viniste a buscar, quieres respuestas sobre "Las Cinco Puntas" ¿O me equivoco?

Este movió su cabeza de un lado a otro.

-¿Te suenan de algo Los Arcan?

-Bueno, leí un poco sobre ellos, según recuerdo son los creadores de "Las Cinco Puntas " ¿Verdad?

-Tienes razón, me alegra ver que has hecho los deberes - Kran sonrió con satisfacción - Hace muchísimo tiempo esta tierra estaba habitada por otras razas algo distintas a las de ahora; entre ellas "Los Arcan". Debo decir que a día de hoy siguen siendo la raza más inteligente que haya visto, lamentablemente también eran demasiado curiosos - Las hojas del árbol de tornaron oscuras y su tronco se removió con fuerza - ¿Sabes por qué crearon Las Cinco Puntas?

-No.

-Kran, el deseo de saber es bueno, pero en exceso hace muchísimo daño - advirtió el árbol mientras veía cómo Willbur comenzaba a caminar de un lado a otro mirando al suelo - El Plano Astral ha sido el lugar más peligroso del que he oído alguna vez, las promesas de dominar la muerte y de usarla en nuestro beneficio son muy tentadoras; pero conllevan un gran riesgo. Ellos acudieron a mí buscando ayuda, eso fue algo muy raro de por sí, lógicamente yo me negué pues sabía que de ahí no saldría nada bueno, incluso les advertí y casi que les imploré que no sigueran con su plan...

-Y no hicieron caso - intervino Willbur con rencor.

Quedaron sumidos en un silencio absoluto. Kran admiró una vez más el hermoso paisaje a su alrededor mientras procesaba la cada vez más complicada información que le daban, Willbur por su parte se detuvo y comenzó a murmurar una serie de palabras imposibles de entender, aunque por su expresión se podía decir que no eran bonitas.

De repente el árbol gritó:
-Nadie sabe donde están, pero yo sí, están en El Otro Lado. ¡Fueron demasiado lejos y tuvieron su merecido! - Las hojas se tornaron rojo carmín, parecían estar a punto de arder. El tronco se removió con tanta fuerza que parecía que se iba a desprender, incluso las piedras que lo rodeaban parecía que saldrían despedidas en cualquier momento.

-¡Tranquilo! - Intentó calmarlo Willbur, puso la mano sobre el tronco y de esta comenzó a surgir un pequeño brillo verde claro - ¡Kran! - volteó para verlo - El Primer Árbol es un ser lleno de una infinita sabiduría, incluso es bastante bondadoso y la usa para el bien, pero no tolera que no se le haga caso. Perdona este arrebato de ira, no suele ser así.

-Lo entiendo, pero aún así, no sé qué pinto yo aquí.

-Verás Kran, desde hace muchísimos años soy consciente de que alguien vendría ante mí buscando conocer más sobre "Las Cinco Puntas ", también sé que ese alguien debe tener intenciones sinceras y que no busca dañar aun más el equilibrio de nuestros mundos - el árbol emitió un calor mayor al que llevaba expulsando todo ese tiempo, el tronco había dejado de moverse, pero las ramas volvieron a cambiar la tonalidad, ahora volvía a ser celeste como al inicio, parecía estar más calmado - Necesitas toda la ayuda posible, y yo estoy para eso. Primero que todo, mi joven amigo... - Willbur soltó una leve risa - ...te dirá qué son "Las Cinco Puntas "

Willbur se sorprendió al ver que el árbol le había dejado la explicación, supuso que él lo haría.

-Verás, hace varios cientos de años nuestros ya extintos amigos crearon cinco artefactos con el objetivo de dominar el mundo de los espíritus... idiotas. Cada uno tenía, o mejor dicho, tiene un función peculiar. Por ejemplo: crearon un mapa capaz de orientar en ese plano; algo que se consideraba imposible. También diseñaron un anillo capaz de conservar la cordura a pesar del cambio de dimensión; bastante bueno por cierto - Dejó salir una leve sonrisa - Existe una urna capaz de contener la escencia de cada individuo; su alma para ser exactos, por otro lado, se creó un collar capaz de volver invisible al portador ante cualquier tipo de detección. Por último existen registros sobre una daga de la que no se conoce absolutamente nada - Finalizó algo decepcionado mientras jugueteaba con el anillo en su mano.

«¿Una daga?» pensó Kran mientras recordaba lo ocurrido en Kor. Le pasó por la mente el extraño incidente del que fue partícipe hace unas semanas, por un segundo pensó en la posibilidad de que fuera la misma daga, aunque resultaba muy difícil.

-¿Kran? - El árbol lo sacó de su estado de distracción - ¿Pasó algo? - Se inclinó tanto hacia él que pensó que lo aplastaría.

-¡No! Estoy bien - dijo alejándose por temor a ser aplastado.

-¡Kran! - llamó el árbol - Necesito que por favor halles "Las Cinco Puntas" y las traigas ante mí, es de crucial importancia para el Continente.

Su tono no parecía ser de broma, sino todo lo contrario, lo había dicho con tanta seriedad que asustaba. Willbur se acercó por su espalda y le hizo una seña para que lo siguiera en el camino de vuelta. Ambos emprendieron marcha hacia Ciudad Harryn, Willbur con aparente calma, Kran lleno de preguntas por hacer.

-Willbur - Lo detuvo a medio camino, justo antes de llegar a la nieve. La necesidad de hablar con alguien que tuviera conocimientos sobre el tema se apoderó de él - ...tengo una buena noticia y una mala.

.....................

-¿Estás completamente seguro de que perdiste la Daga de Cira? - Willbur caminaba de un lado a otro, su despacho parecía ser pequeño, pero Kran juraría que este se extendía al paso del mago - ¿Cómo estás tan seguro?

-No lo estoy - Envolvió la cabeza entre sus manos. Habían llegado de la montaña y entrado directamente al despacho del anciano, ni siquiera había visto a Marcus y Marie - Solo sé que un hechicero de Kor me dijo que podía ser una de "Las Cinco Puntas", el problema es que me la quitaron.

Willbur se volteó a verlo y ladeó la cabeza.

-¿Por qué no usaste un hechizo para escapar?

-Porque mis poderes no funcionan sin la amistad- ironizó mientras se sentaba en una silla de madera oscura que se hallaba junto a él, justo a su lado estaba la mesa del hechicero, llena de libros desgastados y pergaminos amarillentos con trazos y palabras que no entendía.

-A veces se me va la cabeza y olvido que no todos tenemos el don de la magia - dijo con tristeza. Se dirigió a la silla tras la mesa junto a Kran y se sentó. Con un grácil movimiento de manos hizo que los libros se acomodaran en el suelo a modo de torre, por otro lado, los pergaminos se enrollaron y se acomodaron justo en el lado opuesto; la mesa quedó impoluta dejando a la vista su hermoso tono oscuro igual que la silla.

Ambos la observaron durante unos segundos sumidos en el silencio. Willbur analizaba la superficie de la mesa como si de un niño se tratase, Kran le daba leves golpes mientras observaba la habitación donde se hallaba. Ambos se encontraban en la cima de uno de los hongos en Ciudad Harryn; en el más alto de todos. Habían ventanas bastante estrechas, pero altas, que permitían que la luz blanca del exterior bañara el lugar, las paredes parecían ser de madera, o quizás algún material raro creado por los hechiceros. El lugar recordaba bastante al sótano del mago de Kor: libreros por todos lados, estanterías con frascos de pociones con contenidos de todos los colores posibles y una mesa llena de espejos que emitía un leve zumbido de manera ocasional. Tras el hechicero había un inmenso espejo que no emitía ningún reflejo, en su lugar había una espesa niebla que se arremolinaba lentamente; no pudo evitar preguntarse qué era aquel objeto.

-¡Kran! - Willbur lo tomó por sorpresa - Necesito que vayas a Isla Creta y busques el collar del que habló El Primer Árbol. No sabemos exactamente donde se encuentra ni nada por el estilo. La pista se perdió justo en el centro de ella.

-¿Cómo se supone que llegue hasta ahí? El ambiente es demasiado hostil para tres humanos.

-Ve a la mesa de los espejos y recoge uno, preferiblemente pequeño.

Kran hizo caso y caminó hacia la mesa. Habían espejos de todos los tamaños y formas, al final se decidió por uno cuadrado que pudiera guardarse en cualquier bolsillo.

Volvió a la silla ante el anciano.

-Obviamente no te dejaré ir sin nada. El camino es demasiado peligroso, pero aquí estoy para ayudarte.

*¹Troll de las nieves: Son bestias de entre dos y tres metros de altura que habitan en diversos lugares del continente. Entre sus principales cualidades está la de poseer una piel resistente a la magia y ataques físicos. Su debilidad suele ser el fuego, en el caso de los de la nieve, aunque a esa altura puede ser difícil usarlo.

*²Fasnow: Son conocidas como las "hadas heladas". Se encuentran repartidas en las alturas, donde la nieve suele llegar a las rodillas de los aventureros. No suelen ser seres peligrosos, pero se han reportado casos donde por su culpa han caído escaladores desde la cumbre de las montañas.

Notas del autor:

Hola a todos/as, muchas gracias por haber llegado hasta aquí.
Solo me gustaría recordarte que por favor si te gustó la historia puedes votarla, igualmente si encuentras algún error o algo así puedes comentarlo sin problema.
Muchas gracias por el apoyo. :⁠-⁠)

Recuerden que tengo otros libros que tratan sobre plantas, animales y relatos cortos que guardan relación con la historia, si gustan pueden darle un vistazo.

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