10-Nos Busca.
Todos procedieron a esconderse en distintos lugares y esperaron que transcurrieran unos minutos.
o ocurrió nada, las pisadas simplemente habían desaparecido, si es que alguna vez existieron.
-No deberíamos traer a esta loca, oye cosas que no existen- se quejó Marcus mientras abandonaba su escondite-. Vivir solo trae esas consecuencias, te vuelves paranoico.
-¡Escóndete idiota! Escuché pasos fuera- Marie lo regañó desde las sombras.
-¡Marcus házle caso!- Kran salió de detrás de unas cajas gigantes que le servían de escondite. Unos metros antes de llegar a Marcus se oyó un fuertísimo...
¡BUUUM!
Una explosión bastante considerable se produjo en la puerta de la habitación.
Marcus cayó tendido al suelo con restos de madera y piedra sobre él. Se hallaba inconsciente debido a un golpe en la cabeza, un pequeño hilo de sangre comenzó a brotar. Kran y Marie se pusieron a cubierto e intentaron llegar hacia donde se hallaba el compañero caído, sin embargo, una segunda explosión detonó. Más pedazos de pared se vinieron abajo. La sala parecía estar a punto de desmoronarse. El ruido de los libros cayendo y los frascos de cristal rompiéndose indicaban que esta explosión sí había sido fuerte.
-¡Salgan de ahí ratas!- ordenó una voz bastante calmada que provenía desde el exterior.
Marie y Kran se miraron por unos segundos. Ninguno entendía nada. Sin embargo, había algo que sí sabían: Marcus se estaba desangrando y tenían que actuar rápido.
Sin perder tiempo lo llevaron hacia una esquina donde evaluaron las condiciones en que se hallaba: tenía una brecha en la cabeza; no lucía muy bien y al parecer el golpe lo hizo perder el conocimiento.
-¡Si a la cuenta de diez no salen, explotaré una tercera carga!- Volvió a gritar el desconocido.
El maniático comenzaba a sonar impaciente.
-¡UNO!
-¿Qué hacemos?- preguntó la chica algo asustada.
-No tengo idea. Mi compañero está inconsciente y un loco nos quiere matar- comenzó a recoger rápidamente todo lo que había a su alrededor- Busca algo que sea útil para salir de esta.
-¡DOS!
Marie se dirigió hacia un par de estantes del fondo, tomó un par de frascos que no se habían roto, comida y algunos libros, además de su cuchilla que siempre ocultaba en su manga izquierda.
-¡TRES!...¡CUATRO!...¡CINCO!
-¿Y si luchamos?- sugirió Marie- Creo que solo es él. Tenemos las de ganar.
Kran lo pensó durante un segundo intentando hallar una salida que no existía.
-Supongo que no hay más remedio- Cargó a Marcus sobre sus hombros y ambos salieron lentamente del lugar.
-¡SEIS!...¡SIETE!...¡OCHO!
Al salir pudieron observar cómo en el centro de la plaza se ubicaba un hombre bastante regordete y calvo. Llevaba un detonador en una mano, y una pistola en la otra. Al salir apunto hacia Kran con una rapidez asombrosa.
-Por lo que veo, habéis decidido bien- Sonrió de forma despreciable- Un gusto conocerlo señor Kran- Dirigió su arma hacia la chica- ¿Podría presentarse señorita?
-Me llamo Marie- contestó con un marcado tono de repulsión.
El hombre sonrió de forma macabra. Al cabo de unos segundos reparó en el hecho de que sus acompañantes no sonrían igual que él, al contrario, lo miraban con asco.
-No os veo muy contentos ¿Qué pasa? ¿No me conocen?- Su semblante reflejó una tristeza bastante mal fingida- No hay problema, os aseguro que me recordarán- Rápidamente su boca moldeó una risa maliciosa.
-¿De qué nos hablas?- Kran dejó con suavidad a Marcus en el suelo e intentó acercarse con las manos en alto.
Un disparo impactó un par de centímetros delante de sus pies.
Retrocedió e intentó analizar la forma de salir de ahí. Era imposible, estaban a más de siete metros, y el loco parecía tener buena puntería y velocidad.
El hombre se agachó y rebuscó con su mano libre en una gran bolsa roja ubicada a su lado. Sacó dos pequeños frascos negros y se los lanzó.
-Señor Kran y señorita Marie, os voy a pedir que procedan a ingerir el contenido- Miró su reloj con impaciencia- Tienen diez segundos antes de que vuelva a disparar, y esta vez no fallaré.
Ambos recogieron sus respectivos frascos. Marie lo destapó y observó el color de su contenido.
-¿Qué haces?- susurró Kran entre dientes.
-Es un calmante, diría que uno muy fuerte a juzgar por el olor- respondió en un tono apenas audible- Tómatelo, creo que tengo una idea.
-¡SIETE!
Al darse cuenta de que el conteo ya estaba bastante avanzada ambos bebieron el contenido.
-¡Kran, te amo!
De un momento a otro Marie se abalanzó sobre Kran y le dio... un beso.
No pudo evitar abrir los ojos por la sorpresa que le provocó aquel acto, y no solo a él, sino también al demente que detuvo su conteo ante tal acción repentina.
Unos aplausos comenzaron a retumbar en medio de tan desolado panorama.
-Muy bonito todo- los aplausos pararon de forma paulatina- Si mis cálculos no me fallan- Observó nuevamente su reloj- Estaréis dormidos en tres, dos, uno...
Ambos cayeron contra el suelo totalmente inconscientes.
Se acercó lentamente hacia ellos mientras enfundaba su arma. Procedió a tomarles el pulso, después de comprobar que ambos seguían vivos decidió checar que Marcus se encontrara vivo; su estado no era muy favorable, pero al menos vivía.
-Con esto es suficiente. Ahora de vuelta a Kor.
Rebuscó nuevamente en su bolso y sacó otro frasco que contenía un líquido verde y espeso. Lo aplicó sobre sus heridas y estas comenzaron a emitir unas pequeñas burbujas, en cuestión de segundos ya habían dejado de sangrar.
-Con un poco de suerte tu cabeza también valdrá algo- Sacó un par de sogas y comenzó a atarlos a todos- Por cierto, me llaman Souler, espero que nunca lo olviden.
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Marie abrió los ojos con cautela e intentó dar un rápido vistazo. Su captor no se había dado cuenta de su plan.
Observó cuidadosamente su alrededor. Estaban viajando por el desierto sobre un par de caballos que se movían rumbo a Ciudad Kor.
Tanto Marcus como Kran se encontraban inconscientes, totalmente ajenos a la situación actual.
Marie pudo ver cómo el demente que los emboscó se hallaba justo delante de ella, llevaba tres riendas con las cuales guiaba los caballos donde ellos viajaban. No parecía prestarle mucha atención a su retaguardia.
«La confianza es una gran debilidad, y verás porqué» pensó mientras deslizaba con suavidad su cuchilla y comprobaba que esta mantenía su filo.
Cerró los ojos y fingió estar igual de dormida que sus compañeros.
Cabalgaron durante un par de horas más hasta que cayó la noche.
Souler amarró los caballos a un árbol solitario que se hallaba en la zona. Preparó su campamento y después de comprobar el estado de sus prisioneros decidió descansar un poco, con suerte mañana cobraría una jugosa recompensa. Sin embargo, Marie no pensaba dejárselo tan fácil.
Esperó pacientemente a que se durmiera. Con un poco de maña y esfuerzo consiguió desatar el nudo que le sujetaba las manos a la espalda, estos habían sido más profesionales que los de Kran y Marcus.
Bajó cautelosamente del caballo y se acercó a la zona donde descansaba Souler y le asestó un golpe seco directamente en el centro del pecho. Este se levantó rápidamente de su sueño e intentó ubicar la fuente del impacto, sin embargo, su cuello fue rápidamente envuelto por unos muslos que lo estrangularon con una fuerza equivalente a la de una bestia.
Fueron unos segundos tan largos como frenéticos, donde los gritos ahogados fueron los únicos ruidos que se oyeron en todo el desierto.
Finalmente cayó inconsciente, o muerto, nadie sabe, a Marie le daba exactamente igual.
Volvió nuevamente hacia los caballos, y con unos leves golpes en la cara consiguió sacar a Kran de su sueño.
-¿Qué? ¿Dónde estamos?- Intentó moverse, pero solo consiguió caerse contra el suelo.
Marie se agachó y le tendió su mano.
-¡Cuidado! Todavía estás débil, además, no te preocupes, está fuera de combate- su semblante adquirió un leve tono de preocupación- Me preocupa más él - Su vista se encontraba fija en Marcus, que seguía aparentemente dormido, parte de la sangre se había secado alrededor de su cuello.
-Una razón más para ir a Harryn- respondió Kran mientras se reponía. Se acercó e intentó analizar las heridas que se hallaban en su cabeza; no lucía del todo bien- La hemorragia se detuvo, a decir verdad, fue detenida.
-La detuvo nuestro amigo, esas heridas no se cierran por arte de magia, la cicatrización será larga, pero no morirá- sentenció la rubia mientras se dirigía nuevamente hacia Souler.
Recogió la bolsa que este llevaba y comenzó a rebuscar. Fue sacando un frasco de cristal tras otro, como si nunca se fueran a acabar, la mayoría tenían un contenido imposible de distinguir en la oscuridad.
A medida que Marie los sacaba los olfateaba, el que no le resultara útil lo echaba al suelo.
-¿Qué haces? ¿Nos vamos o qué?
Kran había desatado los caballos, en uno se hallaba Marcus; sumido en un profundo sueño, los otros dos estaban libres, a la espera de sus respectivos jinetes.
-¿Crees que sea prudente dejar a este ser así?- Miró al hombre que se hallaba a su lado. Se encontraba sumido en un estado de inconsciencia absoluta debido a la fuerte llave que recibió- Estoy segura de que nos arrepentiremos de dejarlo vivir.
Kran lo observó dubitativo durante unos segundos. Todo se resumía a dos opciones: matarlo o simplemente darle un susto para que desista de su injustificada persecusión.
Cualquiera de las dos serían igual de malas.
Se acercó a paso decidido, sin decisión tomada, quizás estando cerca se decidiría. Se agachó y lo observó durante unos segundos, incluso estando dormido desprendía un aura de inseguridad palpable en el ambiente.
Rodeó su cuello con sus enormes manos, y apretó, apretó tan fuerte como pudo, pero no, no tenía el valor suficiente para matarlo, no mientras estaba inconsciente.
En el fondo sabía que la decisión no era la correcta, pero a estas alturas... nada era correcto.
Una mano se posó en su hombro con suma delicadeza. Sentía paz, después de mucho tiempo, esta sensación volvía a su cuerpo.
-¿Qué pasa?- susurró Marie con cierto tono maternal.
-No puedo, no puedo arrebatarle la vida a alguien que es incapaz de defenderse- admitió cabizbajo.
Se levantó lentamente sin alzar la mirada del suelo.
Se dirigió hacia uno de los caballos e hizo un ademán con la mano indicándole a Marie que lo siguiera.
Cuando ambos estuvieron listos comenzaron a trotar a paso lento rumbo a las montañas.
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A los pocos días ya habían dejado atrás el árido paisaje que los rodeaba, llegando a las templadas llanuras que caracterizaban el centro del continente.
Ambos cabalgaban sumergidos en amplios lapsus de silencio, donde la mayor preocupación era el estado de Marcus.
Hubieron días donde en un intento de conocer más a fondo a su compañera, Kran le preguntaba sobre su pasado.
Todas las respuestas eran iguales:
"¿Mi pasado? ¿Qué pasado? Yo nací con veinte años."
Y finalizaba con una carcajada fingida.
Sin embargo, él sabía que detrás de esa risa había algo más, un secreto que nunca había desvelado.
Llegaron al Río Hopper, el encargado de dividir al continente en dos partes casi iguales. Decidieron tomarse un tiempo de descanso después de ver que Marcus comenzaba a recuperar el color poco a poco. Incluso la herida de su cabeza ya había dejado de tener ese color verde que al principio los preocupó tanto.
Se desmontaron de sus caballos y los condujeron a orillas del río, donde el pasto era abundante y una cristalina corriente de agua corría con tranquilidad.
Marie se dirigió al bosque en busca de unas bayas, frutas de algún animal pequeño al que cazar.
Kran por su parte decidió acomodar un poco la zona, retiró un par de troncos que estorbaban. Creó un pequeño lugar donde su amigo estuviera cómodo y rebuscó en una de las bolsas que había sacado de Pueblo Diamante.
No había mucho, solamente tenían un par de libros, un hacha y esa extraña urna que Marie les había dado.
La tomó y comenzó a examinarla cuidadosamente. No había nada llamativo. Su forma octagonal era algo rara de ver, además de su color gris tan apagado, sin embargo, no había nada más. No olía, no pesaba, ni siquiera emitía algún ruido extraño. Los trazos y símbolos mantenían su forma abstracta imposible de descifrar. Por un breve instante se le pasó por la cabeza un pensamiento bastante loco:
«¿Tendrá sabor?»
Por un segundo pensó en sacar su lengua, pero sería una completa estupidez.
Volvió a guardarlo en la bolsa y cogió uno de los libros que había en ella
Era algo pesado, algo que no encajaba con su tamaño.
-"El Camino a las Sombras"-. Leyó en voz baja mientras le daba un vistazo a la tapa.
Comenzó a leer con calma en búsqueda de algo que mencionara una urna como la que poseía. De vez en cuando llegaba divisar fragmentos de textos donde se hablaba sobre una civilización llamada "Los Arcan". No había mucha información, ya que gran cantidad de sus páginas estaban incompletas, o con grandes trozos de párrafos tachados. Continuó ojeando, leer el libro lejos de resolver dudas, las creaba.
Después de unos minutos sintió como el aire a su alrededor se cargaba un poco, se sentía observado. Las ramas de los árboles se habían calmado, a pesar de que el viento seguía soplando.
El miedo no era un sentimiento que sintiera muy seguido, pero, en aquella situación. ¿Quién no lo sentiría?
Buscó un poco más y halló una página bastante curiosa. En esta se hablaba de un término que le sonaba bastante familiar.
"Las Cinco Puntas son unos artefactos, que si bien, no está demostrada su existencia, siguen siendo los objetos más codiciados del Continente y otros lugares lejanos. Se dice que "Los Arcan" son los responsables de su creación, algunos afirman que son solo rumores y que tal invención no es más que un mito; para otros está muy lejos de serlo. ¿Dónde están? Nadie sabe. ¿Para qué sirven? Menos todavía. Hasta ahora los habitantes de Ciudad Harryn se han negado constantemente a compartir con nosotros todo lo relacionado con el tema. Muchos afirman que aquel extraño árbol en medio de las montañas es la respuesta, pero nadie se atreve a comprobarlo, o quizás alguien lo hizo, y no salió con vida".
Kran cerró el libro de golpe y lo puso nuevamente en la bolsa. El hecho de buscar respuestas, y que solo se engendraran más preguntas lo abrumaba.
Se sentó en un tronco caído que estaba a su lado y envolvió su cabeza entre las manos. Mientras pensaba una y otra vez:
«¿Respuestas? Sí, y una mierda, esto tiene que ser una broma.»
-¡Hola!
Pegó un brinco que lo hizo levantarse de su asiento. Cuando volteó pudo ver como una cabellera rubia se asomaba entre los árboles. Cargaba una cesta llena de un surtido de bayas de colores que iban del rojo al azul, pasando por el morado, incluso habían unas pocas de un color rosado intenso.
-¡Perdón!- se acercó a Kran y le entregó la cesta- Pensé que me habías oído llegar.
-No te preocupes, estaba distraído-. Comenzó a rebuscar entre las bayas, cogió un puñado y las metió en su boca- Ad...más ten... hamb...- Terminó de tragar toda la comida que había metido a su boca- Perdón, tenía mucha hambre. Hace un momento sentí algo que me observaba, pero no sé qué pudo ser.
-No te preocupes-. Mostró una leve sonrisa que resaltó sus blancos dientes. Después de unos segundos su expresión cambió levemente, ya no era alegre, sino de vergüenza- Respecto a lo de Pueblo Diamante.
El semblante de Kran cambio de su habitual color blanco a un rojo leve.
-No lo malinterpretes, simplemente deposité el sedante en tí, siendo tan grande, sabía que lo eliminarías bastante rápido- Mostró una risa algo culpable-. Gracias a eso desperté antes de lo que ese maniático pensó.
-No te preocupes, me quitas un peso de encima- Caminó hacia el lugar de descanso de Marcus y dejó la cesta de frutas junto a él. Kran se había quedado asombrado con la astucia de esa mujer, por alguna razón ahora confiaba un poco más en ella.
Se acercó a su compañero y comprobó nuevamente que su pulso estuviera bien, tenía un color más pálido de lo común; algo normal teniendo en cuenta que no comía hace un tiempo.
Kran le dio un poco de agua a Marcus e intentó ver si reaccionaba, pero nada ocurría.
-Sinceramente, con esa pinta de gigante sin sentimientos, se me hace muy raro verte tratar así a una persona- comentó Marie mientras se situaba junto a él- Se va a levantar, no te preocupes.
Sonaba bastante convencida, pero no lo suficiente. La preocupación fue la única sensación que no los había abandonado desde que salieron de Pueblo Diamante, y ver que Marcus no despertaba no ayudaba mucho. Ambos caminaron de vuelta a sus bolsas para preparar todo, cuando el silencio se vio interrumpido por un grito tan repentino, que hizo que una bandada aves saliera volando de sus respectivas ramas.
-¡KRAN!
Marcus se levantó precipitadamente del tronco sobre el que descansaba. El sudor le cubría cada parte de su rostro, respiraba de tal forma que parecía que había corrido kilómetros sin parar.
Tanto Kran como Marie se miraron sorprendidos.
-Kran- su pecho subía y bajaba frenéticamente. Su cara de horror y sus ojos casi llorosos daban la impresión de que hubiera visto a la muerte a los ojos-. ¡Nos está buscando!
Notas del autor:
Hola a todos/as, muchas gracias por haber llegado hasta aquí.
Solo me gustaría recordarte que por favor si te gustó la historia puedes votarla, igualmente si encuentras algún error o algo así puedes comentarlo sin problema.
Muchas gracias por el apoyo. :-)
Recuerden que tengo otros libros que tratan sobre plantas, animales y relatos cortos que guardan relación con la historia, si gustan pueden darle un vistazo.
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