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1-¿El Inicio?

-¿Quieres esperar un poco? -exclamó algo irritado, llevaba más de media hora pidiendo que parasen, pero su compañero no hacía caso.

-Sabes que no podemos retrasarnos, además, no es para tanto, solo nos queda la mitad del camino. -Aceleró el trote intencionadamente mientras dibujaba una sonrisa en su rostro. En el fondo disfrutaba viendo cómo su compañero enfurecía.

-¡Claaaaro!, solo la mitad, teniendo en cuenta que llevamos una semana de viaje, eso no me ayuda mucho. -Divisó cómo su compañero aceleraba el trote - ¡Qué te esperes he dicho!

-¡Joder Marcus! -Paró en seco algo irritado. Dio media vuelta, quedando frente a su compañero. Resultaba cómico el hecho de que le sacara dos cabezas, incluso sobre sus caballos se veía la notable diferencia.

-He oído algo. -Puso la mano sobre su oído, como si en serio hubiera sentido algún ruido; aunque en el fondo lo hizo para poder descansar de aquella cabalgata en la que llevaban varios días.

-¡Marcus! -gritó mientras señalaba sus alrededores intentando mantener quieto su caballo-. Es un puto desierto. ¡Por supuesto que tienes que haber escuchado algo; están el viento, los animales o incluso los bandidos! -Eso último lo había dicho con mala intención, sabía perfectamente lo que pasaría al nombrarlos.

-¡Eso! Tú relájame, como si hiciera falta que hablaras de ellos para que me siga asustando. -Su habitual nerviosismo comenzaba a invadirlo. Rascaba sus manos y su nuca, incluso su caballo parecía haberse contagiado de aquella sensación-. Quieto caballo, Kran solo bromeaba.

Su compañero observó la posición del sol, según la ubicación de este les quedaban unas pocas horas de luz. No la necesitaban para avanzar, por lo que propuso un nuevo plan.

-Hacemos una cosa, descansamos ahora, y de noche seguimos. ¿Te parece bien?

Marcus dudó por unos segundos, pero rápidamente se dio cuenta de la falta de opciones que tenía, por lo que solo pudo aceptar la propuesta de su amigo:
-¡Me parece estupendo! -Examinó su entorno con aquella vista tan privilegiada que tenía, Kran solo pudo esperar a que este buscara un buen lugar-. ¡Ahí tenemos un buen sitio! -Sonrió ampliamente al ver que había podido encontrar una roca relativamente grande, la cual estaba rodeada por pequeños árboles que brindaban una acogedora sombra.

Al llegar a la zona señalada lo primero que hizo Marcus fue soltar el equipaje y salir corriendo hacia uno de los arbustos mientras se desabrochaba la bragueta. Su rostro dio un cambio notable cuando este sintió cómo su vejiga se vaciaba; por un segundo se sintió en el cielo.

Kran saltó del caballo con algo de trabajo, pues la bolsa que llevaba colgada de sus hombros lo desestabilizaba a cada rato. Dio un recorrido por el perímetro de aquella área, sorprendiendo a su compañero en plena labor.

-Así que por eso era que querías que paráramos -Se burló mientras apartaba la mirada y se dirigía hacia donde estaban los caballos.

-No imbécil, es solo que prefiero aprovechar el tiempo -dijo mientras disfrutaba de aquellos últimos segundos de gloria.

-Ten cuidado, todavía quedan serpientes, y no creo que les haga gracia que orines sobre ellas; a lo mejor una se enfada y terminas eunuco. -En el fondo solo quería reírse de los pantalones de su compañero, cuando este, preocupado por las serpientes, no pudiese sacudirse bien y terminara mojado.

-¿No te cansas de bromear todo el día?

-Ojalá fuera una broma -murmuró comenzando a sacar las cosas que necesitarían para pasar la noche: sacos de dormir, comida y algún arma; la cual esperaba no tener que usar.-¿Terminas o qué?

-¡Ya voy joder! -dijo mientras se sacudía su parte noble-. Estaba viendo que todo estuviera despejado.

-¿Y cómo lo ves?

-Todo bien, no veo nada sospechoso -respondió calmadamente.

Kran terminó de colocar los sacos y le lanzó a su compañero un paquete pequeño que contenía un trozo de carne seca. Este era el único alimento que solían traer los mensajeros, pues en los largos trayectos que recorrían necesitaban de algún alimento que resistiese.

Marcus abrió el paquete como si la vida se le fuera en ello. Al ver lo que contenía no pudo reprimir su decepción. Le encantaba la carne, pero comerla preparada de la misma forma día tras día lo desanimaba.

-No la mires así -comentó su compañero como si le leyera la mente-, no cambiará de forma ni se transformará en otra cosa.

Kran picó la carne por la mitad y la metió en su boca, primero una parte, luego otra; casi sin masticar. Su compañero dudó por unos segundos, pero lo terminó imitando, lo mejor era salir de aquel momento lo más rápido posible.

Una vez terminaron de comer, ambos se quedaron observando aquel lugar donde se hallaban: el desierto de Kor era un lugar muy solitario, a plena luz del día solo se veían cactus y arena; mucha arena. A pesar de no estar solos, ambos sentían una extraña sensación de soledad; el lugar provocaba eso.

-¡Hasta más tarde Marcus! -Se despidió Kran, haciendo que su compañero lo mirara extrañado.
-¿Vas a dormir?

-Mañana será un día largo, y muy duro.

-No me lo recuerdes. -Caminó hacia el otro saco y se acostó sobre este con cierta cautela, todavía le quedaba el temor de que hubiera serpientes; o quizás algo más-. Odio venir a este lugar, me siento observado.

-No seas gallina, no te pasará nada.

-Lo dices muy fácil, mides casi dos metros, tienes cuerpo de armario, y por si fuera poco con esa barba y esas pintas nadie se metería contigo; ¿Pero yo?... ¿Qué tengo? -Se paró con pose de niño sin hogar mientras observaba a un Kran que le estaba dando la espalda.

-Eso solo te lo puedes responder tú. -Contestó cortante, a ver si con suerte su compañero se dormía de una vez.

Cerró los ojos, aunque no dormía, solo quería un poco de tranquilidad. Su amigo lo observó por unos segundos, todavía algo deprimido decidió acostarse.

-Mejor nos dormimos antes de que me deprima -murmuró entre dientes maldiciendo su suerte por lo bajito.

Cayó la fría noche, convirtiendo la arena en pequeños granos de hielo que enfriaban cada rincón. Las nubes que hacían acto de presencia opacaron la tenue luz que brindaba la luna en aquella zona. El viento soplaba con calma, brindando así el ambiente ideal para viajar a través del páramo, sin riesgo de soportar las altas temperaturas del día. Todo hubiera sido más tétrico, de no ser por el repetitivo sonido que brindaban los grillos; quienes parecían ser la música de fondo del lugar.

Kran se levantó y meditó durante unos segundos mientras contemplaba el cielo, no veía nada, pero sabía que ahí estaba la luna; indicándole que era hora de salir.

Recogió la bolsa de la que había sacado todas las provisiones, tomó su saco de dormir y el de Marcus; este se había movido durante la noche y ahora dormía sobre la arena, envuelto en una posición fetal bastante rara.

«¿Cómo puede dormir así?» -Pensó mientras terminaba de guardar lo que faltaba. Se aseguró de dejar puesta su arma como primer objeto en la bolsa, en caso de combate necesitaría sacarla rápido.
Caminó hacia su compañero y lo movió por el hombro.

-¡Marcus!, ¡Marcus!

-¡Mmm! -Eran los únicos ruidos que emitía, todavía no era persona.

-Levanta, son las 2 de la madrugada y tenemos que continuar. -Cada vez lo movía con mayor brusquedad, si no se despertaba pronto le dislocaría el hombro.

-¿No podemos salir a las 3? -dijo mientras luchaba por quitarse las pesadas manos de su compañero de encima.

-No hay problema. -Detuvo sus intentos de despertarlo y se sentó sobre la fría arena-. Salimos a las 3 y nos cruzamos con los bandidos seguro.

Como si de un chispazo se tratara, las palabras consiguieron que Marcus se levantase, recogiese todo y montara sobre el caballo en menos de cinco minutos; parecía que el sueño se lo había llevado el viento.

Kran admitió que estaba impresionado. Su compañero no poseía un físico imponente, ni nada por el estilo, pero la agilidad siempre había sido su punto fuerte. A decir verdad no tenía mucho de qué quejarse, su cara parecía la de un muñeco, lo cual le había traído beneficios con el sexo femenino.

-¿Nos vamos o qué? -exigió, olvidándose del hecho que hace cinco minutos estaba dormido.

Kran asintió y le hizo señas para que lo siguiera.
El camino marchaba sin interrupciones, de no ser por el hecho que el caballo de Marcus casi lo derriba a causa de una serpiente en el camino, haciendo que Kran se burlara de la poca habilidad como jinete de su compañero.
Con el paso de las horas las nubes se marcharon, dejando al descubierto una imponente luna llena, la cual iluminó las extensas dunas sobre las que viajaban los mensajeros; dejando ver un hermoso contraste entre blanco y azul digno de un cuadro decorativo. Sin embargo, toda esa hermosura era fácilmente aplacada por la soledad, los grillos fueron apagando poco a poco su canto, dejando al lugar en un silencio comparable al de un cementerio.

Bajo aquel cielo iban dos hombres, portando un par de antorchas como iluminación.

-¿Crees que nos reciban con comida decente? -Preguntó Marcus rompiendo aquel silencio que los acompañó durante la última media hora. Miró al cielo, pero no veía la luna, él veía comida, mucha comida.

-Sinceramente me da igual. -Alzó los hombros-. Solo quiero terminar este trabajo y ver si cambio de aires... quizás vuelva a mi tribu.

-Pero... ¿no te habías ido de ella por un incidente o algo así?

Kran no habló durante unos segundos, por su mente pasó un leve recuerdo de aquel día hace muchísimos años. Decidió no contestar, no quería revivir viejos fantasmas del pasado.

-Yo solo me inquieto por los bandidos, esta es zona Jerka* -comentó Marcus en un intento de cambiar de tema-. Creo que lo mejor es apagar las antorchas, ahora mismo somos dos faros andantes.

-Tienes razón, no creo que llamar la atención sea buena idea. -Iba a lanzar su antorcha, sin embargo, su amigo lo detuvo.

-Antes de quedarnos a oscuras, ¿Qué llevas ahí? -Señaló a la bolsa negra que colgaba de su cintura, era pequeña pero llamaba la atención, incluso en la oscuridad podía ser vista.

-No mucho sinceramente -contestó sin darle importancia y continuó la marcha a caballo sin mirar atrás.

-O sea que me quedo con la duda -comentó decepcionado para sí mismo.

Apagaron las antorchas quedándose completamente sin iluminación, el frío poco a poco volvió a sus cuerpos, haciendo que el vello se les erizara. Marcus comenzó a temblar, a la vez que sus dientes chocaban unos con otros, por lo que de vez en cuando se movía bruscamente sobre el caballo; haciendo que su compañero se asustara ocasionalmente.

Las horas transcurrieron y aquel mar de arena parecía no terminar, el supuesto último día se convirtió en varios. En ocasiones tuvieron que dar la vuelta varios kilómetros para evitar las patrullas bandidas de la zona. Incluso avanzar de noche se volvió algo difícil por las bajas temperaturas y el poco equipamiento que llevaban.

La moral del grupo se hallaba en el mínimo, hubo noches donde ambos se preguntaron si merecía la pena continuar; en el fondo la respuesta era clarísima:
No, no merecía la pena tanto esfuerzo por un gremio que nunca valoraba a sus trabajadores.

-¡Odio este trabajo! Llevamos días en este infierno, y siento que no avanzamos. -La cara de Marcus se hallaba algo quemada por el sol, lo único bueno de esto es que se complementaba mejor con el color de su pelo; un castaño algo apagado que combinaba con la arena-. Lo mejor es que demos la vuelta.

Kran cabalgaba unos metros delante de él. Parecía abstraído en su mundo.

-¡Kran! -Le regañó irritado al ver que estaba hablando solo.

-En dos días se habrá acabado esto, no te preocupes -comentó algo cansado, pero sin dejar de mirar las montañas de arena que los rodeaban. Su comportamiento comenzaba a preocupar a Marcus, quien apresuró la marcha hasta ponerse junto a él.

-Es la peor entrega a la que hemos venido... -Miró a su alrededor, con su vista debería ser capaz de ver aquello que su compañero no podía- y te recuerdo que hemos atravesado muchísimos lugares... algunos un poco asquerosos.

-¿Prefieres atravesar pantanos?

-La verdad es que sí... bueno, no sé -confesó algo confundido.

Avanzaron un par de metros en silencio, girando sus cabezas de un lado a otro, como si buscaran el origen de un sonido que no se oía.

-Hay algo que me inquieta -comentó Kran luego de unos minutos en silencio-, llevamos un tiempo sin oír ningún grito Jerka. Se supone que estamos en el tramo más crítico del viaje.

Marcus abrió los ojos de par en par, su vista viajaba de un lado a otro con rapidez; parecía que se iba a fracturar el cuello
-¡No me jodas!

-Ten todo preparado, los Jerkas prefieren emboscar, son unas ratas miserables -Volvió a recordar aquello que lo atormentaba desde hace años y no pudo evitar arrugar la nariz, sentía asco. Su compañero pareció no percatarse de aquel gesto.

Sus alrededores parecían tan solitarios como siempre, el sol era su única compañía. Sin embargo, se sentía un silencio incluso más absoluto que el de días anteriores, ni siquiera la brisa hizo acto de presencia; dejando a ambos hombres sumidos en un estado constante de alerta.
Continuaron su marcha con normalidad, en ocasiones volteaban con la mayor naturalidad posible; no podían alertar a quien quiera que los estuviera acechando. De repente Kran se detuvo, su compañero lo imitó y observó cómo este se hallaba con la cabeza gacha; como si estuviera pensando en algo para salir de aquel embrollo en el que estaban.

-Los encontré. -Levantó su cabeza, desvelando una leve sonrisa.

-¿Dónde están? -preguntó Marcus girando su cabeza en todas las direcciones, logrando así que su compañero le llamase la atención.

-¡Espérate idiota! Tengo un plan, pero no estoy seguro. Necesito que me escuches, haz como que no te has dado cuenta de nada.

Trotaron juntos durante un par de metros, durante ese tramo Kran comprobó que justo tras ellos había al menos dos hombres; a casi medio kilómetro, escondidos entre la arena.

-Galopa tan rápido como puedas hacia Ciudad Kor, ¿Sabes el camino? -Marcus asintió algo nervioso, no sabía cuál era el plan, pero no le gustaba-. Cuando llegues busca al gobernador y dile que yo tengo La Daga de Cira.

El castaño lo miró como diciendo "¿Crees que te dejaré solo?". Kran entendió el mensaje y asintió, su única esperanza era que él llegara a la ciudad y entregara el mensaje.

-Supongo que te veré otra vez ¿Verdad?

Kran solo pudo levantar sus hombros mientras le devolvía una sonrisa cargada con impotencia.

-No sé, eso espero, no pienso morir en medio de este sitio tan asqueroso. -Miró al cielo como esperando que algún dios interfiera-. A la cuenta de tres sales como si estuvieras en llamas... ¿Entendido?

-Entendido.

-Uno... dos... y tres.

Marcus salió a toda velocidad, como si montara sobre un Gulen*² de cuatro patas, dejando tras sí a un hombre que intentaba por todos los medios disimular su miedo. Pasaron los minutos y la tensión solo aumentaba, quizás se habían ido, o quizás solo esperaban que se distrajera. Kran los había perdido de vista, pero los sentía, sabía que entre toda esa arena estaban ellos; esperando su momento.

-¡SALGAN YA! -gritó a todo pulmón esperando una respuesta que nunca llegó-. Supongo que tendré que prepararme para lo peor. -Sacó un hacha de la bolsa y la puso en su mano derecha, mientras tomaba un escudo de madera, el cual venía colgando a uno de los costados del caballo.

Sin previo aviso una flecha pasó silbando junto a él, impactó en la cabeza del caballo, quien cayó al suelo de forma súbita.

Kran cayó tendido sobre la arena, sin embargo, no soltó sus armas. Se puso en pie de prisa para poder ver el lugar de donde había salido el proyectil, topándose con un grupo de cinco exploradores a caballo, los cuales cabalgaban a toda prisa hacia él; sin duda eran Jerkas. Todos iban vestidos de amarillo, para camuflarse con el entorno, empuñando sus arcos, los cuales enfundaron para dar paso a sus espadas y escudos. En una fracción de segundo los exploradores bajaron de sus caballos y rodearon a Kran, eran cinco contra uno, a pesar de su fuerza física, los exploradores eran más.

Dos Jerkas lo atacaron desde los lados, haciendo que Kran en dos movimientos perfectos esquivara el primer ataque, y con un preciso hachazo abatiera al segundo bandido. La pelea se iba igualando, aunque todavía le quedaban cuatro más. Se produjo otro ataque, esta vez desde los cuatro lugares al mismo tiempo, en una fracción de segundo Kran consiguió agarrar a uno de ellos y lo lanzó contra su compañero; dejándolos inconscientes. Sin embargo, su satisfacción duró poco, pues en una fracción de segundo sintió como el contundente golpe de un escudo lo dejaba fuera de combate.

-¿Qué hacemos con este? -Preguntó uno de los bandidos, viéndole perder la conciencia lentamente.

-Llevarlo con el jefe, pero... -El Jerka miró hacia todos los lados-. ¿No había otro?

-El único capaz de responder eso está abatido ahí en el suelo -dijo mientras señalaba a su compañero, el cual yacía muerto con un hachazo en el medio del pecho.

-Juraría que me había dicho que eran dos.

-Supongo que ya lo comprobaremos, amarrémoslo y vamos a montarlo en el caballo, a Faith le gustará interrogarlo.

Luego de eso Kran perdió la conciencia.

*Jerkas: Mejor conocidos como "Los Bandidos de la Arena". Son un grupo de salvajes que buscan robar a todos aquellos que se atreven a pasar por el Desierto de Kor.

*²Gulen: Es un ave que se caracteriza por su rápida velocidad de vuelo. Comparar a algo o alguien con ella es signo de velocidad vertiginosa.

*³Este no fue señalado, pero es una advertencia que quisiera dar. Sé que en los desierto no hay grillos ni nada por el estilo, pero en este mundo sí hay animales que desafían la realidad que vivimos.

Notas del autor:

Hola a todos/as, muchas gracias por haber llegado hasta aquí.
Solo me gustaría recordarte que por favor si te gustó la historia puedes votarla, igualmente si encuentras algún error o algo así puedes comentarlo sin problema.
Muchas gracias por el apoyo. :⁠-⁠)

Recuerden que tengo otros libros que tratan sobre plantas, animales y relatos cortos que guardan relación con la historia, si gustan pueden darle un vistazo.

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