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16 ⚠

— Joder, aquí siempre hay gente que le mete a esto, ¿por qué cuando queremos vender no hay nadie? —

— ¿Quieres que demos otra vuelta?, a ver si encontramos a alguien —

Suspiró con desgana, abrazándose mejor al torso de su compañero — Vale, hagamos eso y si no...pues tiras para la casa —

Horacio notó cómo el mayor se recargaba en su espalda. Apretó levemente los cuernos de la moto, tenso ante el tacto tan cercano y cariñoso que tenía Gustabo con él. Prácticamente solos en la playa, de noche, en una motocicleta donde podía sentirle hasta respirar en su nuca, estaba poniéndose nervioso de manera que no le gustaba, más si estaban en una "misión" tan importante que ponía en riesgo su investigación.

El hijo de puta sabía bien como le ponía y aún así lo hacía. Su corazón le iba a mil con cualquier gesto que tuviera el rubio, porque obviamente le estaba tentando, y aunque quisiera ignorarlo, no podía.

— ¿Y si intentamos irnos a otro lado? — Propuso, avanzando a vuelta de rueda por la silenciosa oscuridad que brindaba el desierto lugar.

— ¿Con gente que se pueda chivar?, paso — Se apoyó en la parte trasera de la moto, aún sosteniéndose de la cintura de el teñido, causando una fricción que ninguno pudo pasar por alto.

Había algo de conciencia en sus acciones, pero no tenía calculado que con la vibración del motor y la presencia de un imponente cuerpo a su disposición le pondría un poco curioso esa noche.
Sería por el aire pegando de lleno, colándose por su casco y refrescando su acalorado rostro, que por voluntad propia rozó su pelvis en la espalda baja de Horacio. Éste se sobresaltó, frenando en seco. Aún con el casco puesto, pudo ver los ojos llenos de desconcierto de el teñido; sonrió despreocupado bajo el pasamontañas. Le era divertido ver sus reacciones.

Horacio había frenado, esperando alguna respuesta ante su pregunta silenciosa, pero después de unos segundos de escuchar el mar a la lejanía y no ver ni una pizca de arrepentimiento se atrevió a hablar.

— ¿Qué coño haces en un lugar público, tío?, puede venir una patrulla y a chuparla lo que llevamos encima —

— Bah, aquí no nos ve ni Dios — Se excusó — No detienen a nadie por un toque aquí y allá —

— Madre mía — Suspiró.

Se retiró el casco, repitiendo la acción con el de su compañero.
Sin importarle mucho el regaño junto a sus quejas, volvió a su pose original, rodeándolo con sus brazos, ahora deslizando una de sus manos por el torso del moreno, tomándole desprevenido.

— ¡Pero-! — Su cuerpo fue atraído hacia atrás, chocando con el firme pecho de el rubio.

El frío tacto ajeno se coló con facilidad bajo su camiseta. Que mala idea ir con un abrigo como el que llevaba, su cuerpo se empezaba a calentar y eso no lo dejaba pensar con claridad, agitándose por pensar en que en cualquier momento alguien podría verlos. ¿Qué diría el super si se enterara que en vez de hacer avances con Emilio estaban entretenidos en, literalmente, hacerse las gayola?.

Su respiración se volvió pesada, y sus piernas temblaron un segundo, asustándose cuando la moto se tambaleó y casi cae de ésta, jodiendo un poco el ambiente. Gustabo le sostuvo como pudo, parando cualquier otro movimiento por la sorpresa; una vez seguro de que estaba estable se bajó, tomando del brazo a Horacio.

— ¿Sabes qué?, ven — Le dijo en un susurro.

Recordaba ese lugar, estuvo ahí en algún operativo despejando la zona a la vez que se atendía un supuesto aviso de un QRR. Caminó por esos mismos pasillos buscando algún francotirador, y ahora, Gustabo le halaba sobre él para retenerlo por la nuca, mientras su pasamontañas era bruscamente retirado de su cabeza.

Tenía calor, y no podía calmarse cuando el rubio tenía su lengua haciendo maravillas con la propia; posó sus manos en la pared de detrás, apoyándose para tener un mejor soporte.

Las manos de Gustabo dejaban de estar frías con cada caricia, impregnándose de la temperatura de Horacio, regocijándose por dentro al sentir como la piel canela de el menor se erizaba por cada roce obsceno, aún con tanta ropa encima. Le sintió bajar, y cuando abrió los ojos se lo topó mirándole fijamente mientras descendía suavemente, casi tentando con tan resplandecientes y ardientes pares azules, profundos como la oscuridad que había dentro del oleaje que golpeaba la costa, tan lejano pero tan ruidoso como su corazón ansioso por el siguiente movimiento. Era un destello de mil emociones, pero cierta oscuridad en ellos era estremecedora, llevándolo al limite con tenerla solo para él, una dicha verla desde arriba y aún más cuando tan delgados dedos empezaban a tomar presencia en su holgado pantalón.

Sin pudor ni vergüenza, deslizó éstos por debajo de la ropa, sosteniéndolo entre una de sus manos, mostrando su lengua lascivamente. Una imagen tan erotica que podría jurar estar soñando, hubiera querido grabarla a fuego en su memoria, pero cualquier pensamiento coherente se desvaneció en cuanto su glande recibió sus labios, tragando en seco cuando vio su lengua paseando por los mismos para humedecerlos. Brillaron levemente, pues en ese callejón apenas y entraba la luz, pero era suficiente como para quedarse sin aire por su expresión pecaminosa, esperando colmarle los nervios cuando con una sonrisita socarrona no hizo más que rozar sus dientes de forma floja por su creciente erección.
Resopló cuando supo lo que esperaba el rubio, llevando una mano a su frente con desespero, mientras que con la otra tomó los cabellos de su amante, ejerciendo algo de fuerza para acercarlo.

— Gustabo — Le llamó, con la voz ronca y casi extasiada. El nombrado se quedó expectante, disfrutando del cosquilleo que sintió cuando la mano en su cabeza lo tomó con más fuerza, y esos ojos bicolores resplandecieron con autoridad, una que no solía ver a menudo.

— ¿Si? — Respondió con burla. Si iba a provocarle lo haría bien, hasta que se follara su garganta hasta doler, con esa frialdad que nadie sabía que poseía el teñido, una que le excitaba más de lo que debería.

— Abre la puta boca y chupamela de una vez – Demandó, acercando su pulgar a sus labios, estirando el inferior con más delicadeza de la que usaba en su otra mano. Deseó poder palpar más, quizás besarle, pero prefirió alinear su miembro en sus labios ya separados.

El mayor no tardó mucho más en recibirle, lamiendo para extender su saliva a lo largo y poder facilitar las cosas. El tacto ahora cálido de sus dedos llegó a la base, como un límite y ayuda para poder estimular lo que no podría con su garganta.
Horacio marcó un ritmo profundo y constante una vez pudo disfrutar de la cavidad húmeda y caliente que le apresaba exquisitamente; echó su cabeza hacia atrás, suspirando y sintiendo un hormigueo de lo más placentero en su vientre, su fuerte deseo siendo saciado a creces por una traviesa e inquieta boca, que ahora se notaba roja por el maltrato a ella con el bombeo cada vez más rápido, a la velocidad que el moreno exigía para poder complacerse a sí mismo.

Un sonido gutular salió de Gustabo, pues con la boca llena sus quejidos constantes eran acallados, con tiempo apenas para respirar de forma entrecortada y apenas lo suficiente para no sentirse ahogar. Horacio tomó sus muñecas, y empujó su nuca, viendo con satisfacción como sus ojos se cristalizaron al contener las lágrimas cuando su nariz y maltratados labios chocaron con su pelvis. Faltaron un par de movimientos igual de bruscos para que la presión ahí abajo fuera liberada como si hubiera estado conteniendose durante mucho tiempo, mordiendo su propio labio, conteniendo un sonoro gemido.

Se mantuvo ahí al menos un minuto en la misma posición, tratando de regularizar su respiración, soltando las manos de el rubio por fin, y queriendo reírse cuando estas fueron a dar a sus muslos cubiertos todavía por su pantalón, rasguñando como un gato que se quiere afilar las uñas, frunciendo el entrecejo aún con el falo de Horacio en la boca, queriendo tragar o escupir de una vez su semen, ahora mezclado con su saliva.

— Escupe — Dijo en un tono más suave, retirando su miembro con cuidado, deleitandose con su rostro sonrojado, humedo por el sudor, y con sus labios resplandeciendo por la saliva queriendo escurrir de estos.

Gustabo infló levemente sus mejillas como un puchero, entonces tragando con dificultad, dejando al menor sorprendido.

— ...Si debí haberlo escupido, que puto asco — Dramatizó sacando la lengua, pero aún diciendo esto lamió sus dedos, en un intento de limpiar el desastre que eran. La sensación primero espesa y luego demasiado líquida y caliente en su boca le había desagradado más de lo que pensó.

— Te lo dije tío, pero nunca me haces caso — Rió, ayudándole a ponerse de pie, para después arreglar su ropa y verse más decente.

En cuanto lo tuvo enfrente se miraron entre sí, como quien lo dice todo con tan simple gesto. En menos de cinco segundos más se estaban besando de nuevo, esta vez con más tranquilidad, sin prisas ni ganas de otra cosa que no fuera degustar y sentirse uno al otro.
Horacio le rodeó por la cintura, inclinándose, y siendo recibido con un cariñoso abrazo de el más bajo.

Se quedaron un rato más así, en los brazos del otro, de vez en cuando dándose tanto besos fugaces como largos y lentos. Cuando la noche fue aún más oscura, Gustabo tomó su mano para volver a la motocicleta, a vagar con la excusa de seguir con su tarea del día.

Hi!

Dejo esto por acá como capitulo corto que llevo 1 mes con él en borrador y ya me daba pena, ah
Así que, espero les guste<3

Eso es todo por ahora, espero poder actualizar el próximo miércoles, si es que no me da por dejar este como capitulo de la semana /cry

Ciao.

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