Capítulo 10
Hay momentos en la vida donde un pequeño cambio, algo diferente en la rutina, puede lograr un nivel de placer alto. Algo tan simple como sacudir el sofá y llevarlo frente a la ventana, donde el sol se cuela, y tenderme en él para tomar una siesta, me ha llevado a un punto de éxtasis inimaginable. Incluso el gordo Sir Bigotes disfrutaba de la calidez que en los últimos días habíamos echado de menos.
Cuando me levanté el día siguiente a mi resfriado, la persona a mi lado se había marchado. En la cocina se dejó un desayuno que delataba que había salido recientemente así que, agradecido por no tener que ver su rostro, comí y me reincorporé a mi trabajo lo más pronto posible. Así pasó mi semana.
Interrumpiendo abruptamente mi estado de relajación, mi móvil suena con la canción Poker Face de Lady Gaga, y mis ojos se abren bajo mi ceño fruncido.
- Isaac hijo de perra -mascullo, sabiendo que él había cambiado mi tono habitual. Contesto con mal humor-. ¿Qué demonios?
Ante el silencio miro la pantalla y mis ojos se abren con exageración al ver el nombre de Euridice ahí.
- Lo siento, cariño, soy un idiota. ¿Qué desea la persona más hermosa del universo? -suelto con rapidez, tirando a Sir Bigotes a un lado para poder pararme.
- ¿Qué diablos haces durmiendo a esta hora, Io?
- N-no estaba durmiendo, estaba lavando ropa -me excuso, corriendo a levantar mis prendas de un lado a otro.
- Entonces, ya que has estado haciendo cosas productivas -suelta, enfatizando lo último-, tengo un boleto para mi festival universitario ¿Quieres venir?
- ¿Qué clase de universidad hace...?
- Privada.
Mi cerebro lo comprendió de inmediato. Miré el cálido sofá que había dejado abandonado y arrugue la nariz.
- Tengo mucha ropa que lavar -me excuso-, también debo bañar a Sir bigotes y...
Mi negra bola de pelos saltó por la ventana a la velocidad de un rayo, justo cuando Eueidice volvió a hablar.
- Es un festival con comida.
- ¿Dónde dijiste que quedaba tu universidad?
***
Tienes que dejar de ser tan débil, Io. Me abofetee mentalmente mientras buscaba a Euridice entre ese grupo de seres aparentemente superiores y felices.
Mi rostro era uno de arrepentimiento puro, tan gris como lo matices de mi ropa holgada y desgastada por el tiempo, todo lo opuesto a aquella enorme gama de colores que se dejaba ver en cada ventana, cada columna, cada árbol de aquella enorme universidad cuyo arco de entrada daba la bienvenida en cinco idiomas diferentes bajo el ostentoso título: Universidad Sunset.
- Maldito lugar lleno de personas -mascullo, pisando con molestia el pasto natural recién cortado.
Levanto la mirada para ubicar el lugar donde Euridice dijo que me esperaría y la veo a una corta distancia junto a Pandora, quien puso una cara similar a la mía al verme. Recompuse mi expresión antes de llegar junto a mi novia y la saludé con una sonrisa al ver su atuendo, tan colorido como los adornos.
- ¿Por qué pisas el pasto? -suelta, recibiendo el beso que le doy.
- No había ninguna advertencia de no pisarlo.
- ¿Necesitas que te digan "no pisar" para no hacerlo? -suelta Pandora, como si se refiriera a un perro sin domesticar.
La miro mal.
- ¿Necesitas que te diga que "no me importa" para callarte?
Euridice me da un golpe en el brazo y le muestro mis dientes en una sonrisa inocente. La miro con ternura mientras me conduce a quién sabe dónde, para mí era algo completamente antinatural ver a mi refinada y pulcra novia con aquellas coletas llenas de listones y ese pomposo vestido de colores.
Estaba tan sumido en admirar la belleza que tenía a mi lado que no me enteré ni siquiera cuando ella me condujo hacia un llamativo puesto lleno de bandejas repletas de comida y golosinas artesanales. Dos personas estaban al cuidado de la mesa, pero al verme, rápidamente se acercaron y tiraron de mí, sin darme tiempo a reaccionar.
- Ya es muy tarde, debemos prepararte.
- ¿Qué? -solté con incredulidad.
Miré a Euridice buscando respuestas y ella solo dejó que fuera arrastrado, ultrajado y maquillado por esas bestias angloparlantes, quienes estoy seguro, me dieron un agarrón, acto ante el que mi rubia amada solo lanzó un guiño.
Cuando por fin me dejaron en libertad, yo ya era un completo "payaso".
- ¡Euridice, qué es esto! -solté en plena crisis, tratando de entender por qué tenía la cara pintada como para un día de Muertos- ¡Yo vine a comer, a comer!
- Cierra la boca ¿No ves que ahí hay comida? -suelta Pandora, señalando las bandejas.
La ignoré por completo y busqué la mirada de mi pareja. Ella soltó un suspiro y se llevó una mano a la sien.
- Io, la verdad es que te llamé para que me ayudarás con esto -confiesa-. Hoy es el festival de países y nos tocó el tuyo. Lamentablemente nadie del grupo es de esta nacionalidad y no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo -dejó caer sus manos a sus lados y se acercó para apoyar su rostro en mi hombro, mirándome con dulzura- ¿Podrías ayudarme, amor de mi vida? Si le gano al otro equipo, tendré muchos beneficios.
- ¿Por qué no elegiste Francia? -pregunto, haciendo un puchero.
- ¡Porque no dependía de mí! -exclama, aferrándose a mí torso- Io...
La miré dudoso.
- ¿No me tengo que desnudar, verdad?
Me muestra una radiante sonrisa y niega.
- Solo son un par de juegos entre equipos, todo tranquilo. Algunos sobre deportes, historia, esas cosas -enumera, restándole importancia.
La miré a los ojos, esos que podían obtener de mí lo que sea, y realmente me lo pensé un poco antes de ceder.
- Está bien, pero necesitaré refuerzos, tu novio solo respira, come y es esclavo del trabajo y un gato.
Dio un par de saltos de alegría y se lanzó a mis brazos, llenándome de besos por todo el rostro.
Al parecer, voy a tener que enseñarles a estos extranjeros cómo se hacen las cosas en mi país.
***
- No puedo creer que me hayas hecho venir hasta acá diciendo que era una feria de ciencias -se queja Sorrento mientras le maquillan. De repente, mira con molestia a Kanon que estaba de pie analizando el proceso con ojo crítico- ¿A ti también te engañó?
- No -interrumpo-, a él simplemente le dije que tú venías.
- Agradece que vine -habla Kanon-, nadie te diría que el tono Red velvet te queda excelente.
Sorrento suelta un par de maldiciones y trata de arrebatarle las brochas a las chicas que lo preparaban para intentar arrojárselas al peli azul, haciendo todo un berrinche.
Mientras ellos peleaban, Euridice se acerca a mí con una expresión dudosa.
- Io, es muy importante para nosotras ganar -recuerda-. ¿Estás seguro que lo lograrán?
Sonrío para tranquilizarla y paso mi brazo sobre sus hombros.
- Todo está calculado, ya tenemos cerebro y músculos, sin importar el tipo de prueba, nosotros...
Euridice carraspea.
- ¿Entonces qué hace esa cosa caminando hacia nosotros?
A cierta distancia venía, con un gracioso caminar despreocupado, Isaac. Traía gafas de sol y el rostro alzado con una mueca mientras miraba los grandes edificios de la universidad.
Mi novia casi me perforaba la cabeza con la mirada.
- Isaac es muy listo -tranquilizo-, aunque no lo creas, él...
Justo en ese momento se cayó. El imbécil se cayó por no ver el camino.
Me llevo la mano al rostro. La mirada de Euridice se hace más fuerte y me rascó la mejilla con nerviosismo antes de que ella de media vuelta y se una al resto de su grupo, quienes nos veían a una considerable distancia para que no los confundieran como parte de nosotros.
- ¿Bebé, qué es esto? -suelta Isaac, quitando de su cabello trocitos de pasto- Dijiste comida, música y chicas.
Cuando estuvo a mi alcance, le propiné un buen golpe en la cabeza.
- ¿Que no ves que tenemos bocadillos, hay música y también chicas caminando por ahí?
Me doy la vuelta antes de escuchar el sonido de indignación de su parte.
- Ni siquiera voy a clases en mi universidad, la cual pago, ¡¿y me haces venir a este lugar lleno de hijos de narcotraficantes y evasores de impuestos que tienen aventuras con sus secretarias?!
- Imagina los que sí vamos a clases y debemos estar aquí en nuestro único día libre por la salamandra novia de tu estúpido amigo -masculla Sorrento, levantándose.
Una de las miembro del equipo, totalmente desinteresada en nuestra discusión, arrastra a Isaac a la silla que antes usaba Sorrento y empiezan a prepararlo.
- ¡Quiten sus pezuñas de mi rostro! ¡¿Cuántas personas usaron esa brocha?! ¡Tarde mucho en desaparecer mi acné!
Ruedo los ojos y me cruzo de brazos caminando hacia un lugar apartado donde podía ver con mayor claridad cómo terminaban de montar las pruebas para los equipos. Este juego era muy importante para Euridice, quien rara vez me pedía que hiciera algo para ella; por lo tanto, perder no es ninguna opción.
- Pongan esas cosas por allá -indica una voz.
- ¿Alguien trajo el bloqueador solar?
Frunzo el ceño ante el repentino bullicio a mis espaldas y me giro lentamente solo para ver como justo frente a nosotros el puesto en honor al país de Francia levantó su colorida carpa tricolor donde preciosas chicas con diferentes trajes tradicionales y las manos ocupadas con diversos adornos se instalaron. Entre esas personas, una en particular casi me provocó un desmayo.
Aquel ser ni siquiera había notado mi presencia mientras daba indicaciones a su grupo con una expresión serena y determinante. Era el mismo tipo con porte de un líder, sin duda, pero su atuendo de hoy era una playera a rayas, jeans negros y un pañuelo rojo en su cuello. Lucía como el típico francés de una caricatura, algo que casi me hace carcajear.
Una de las chicas de su equipo le señala el montaje de los juegos, y me apresuro a esconderme tras las ramas de un árbol, dándole la espalda para pasar desapercibido. No quería que me viera.
- ¡Iooooo! -grita Isaac- ¡Me pusieron rubor tono coral, deja de ocultarte tras esa árbol y ven a ver el tono coraal!
Habían razones por las que entendía cada vez que Euridice me decía que quería ahorcar a Isaac y meterlo en un paquete a la antartida. Esta es una de las razones.
Me giro con el cuerpo tenso por la rabia y aunque traté de ignorarlo, no pude evitar ver hacia enfrente, lugar en el que ahora un francés se apoyaba en la mesa de su puesto con una sonrisa tan llena de satisfacción que en sus mejillas se marcaron limpiamente un par de hoyuelos. El hecho de que su cabello celeste estuviera completamente recogido bajo una boina negra le daba la ventaja de llevar completamente libre su impecable rostro, permitiéndome ver un par de ojos Azules que aunque llamativos, se burlaban de mí.
Caminé a regañadientes hacia mi puesto y lo primero que hice fue darle un traspié a Isaac justo en la rodilla. Soltó una exclamación y me alejé refunfuñando hacia Sorrento, quien también parecía de mal humor mientras Kanon le colocaba ramitas entre los rulos de su cabello.
- ¿Quién es el del otro puesto? -inquiere, cruzándose de brazos.
Miro a Orpheo, quien ahora miraba sin expresión alguna al quejumbroso Isaac, y rechino los dientes.
- ¿Para qué quieres saber?
- Oh, porque en tu ausencia nos los han asignado como contrincantes.
Le voltee a ver a la velocidad de la luz y justo en ese momento sonó un fuerte silbato desde el campo de juegos.
- Cada grupo de representantes debe hacerse presente a la zona de actividades recreativas, las pruebas están por dar inicio. Repito: -la voz en el megáfono repitió las indicaciones de nuevo mientras Euridice y su grupo empezaron a conducirnos hacia adelante.
- ¿Estás segura que no quieres hacerlo tú? -pregunto, siendo empujado por su manos en mis hombros.
- No, en realidad nos dieron tu país porque obtuvimos baja calificación en la prueba para obtener Francia -explica-. Tuve siete en mi propio país, no me imagino cuánto obtendría en el tuyo.
Empezaba a ponerme nervioso.
- ¿Solo serán algunos juegos, verdad?
Los ojos negros de mi novia me miraron fugazmente.
- Siendo sincera: no tengo idea.
Mi vista volvió al frente con terror y vi a varios grupos esperando las indicaciones, incluido el grupo de Orpheo a nuestro lado, cuyo líder no borraba de su rostro aquella sonrisa de satisfacción a pesar de que no me miraba directamente.
- Muy bien -empieza un tipo por cuyo atuendo le adjudique el cargo de entrenador- Los representantes de la facultad de Administración y mercadeo internacional -indica, señalando al grupo de Francia, luego nos señala a nosotros- contra los representantes de la Facultad de corte y confección. Cinco pruebas, cinco puntos. Pueden elegir un participante, pero si pierde, deben elegir a alguien más.
Tras una mirada unánime fui elegido como el primer participante así que no dudé en posicionarme al frente, donde pude ver cómo el entrenador saca de entre el folio en sus brazos una lámina que ponía "matemáticas". Nos la mostró, la colocó en una pizarra que sostenía un caballete, y yo di inmediatamente una media vuelta sin levantar la vista y me oculté tras Sorrento.
Él sería el primero.
Mi peli lila amigo sonrío con confianza, apartando de un manotazo la mano de Kanon que estaba sobre su hombro, y caminó al frente mirando con superioridad el equipo a su lado. Sorrento podía pavonearse lo que quisiera, el tipo ha ganado varios premios en concursos internacionales de matemáticas y se le daba tan bien como a mí dormir.
- Nosotros elegiremos a Orpheo -informó un integrante rival, haciendo pasar al tranquilo francés.
Solté una carcajada de satisfacción mientras daba saltos de alegría. ¡Por fin podría ver cómo alguien le patea el trasero!
- ¡Sorrento! -exclamé en plena emoción mientras se posicionaban frente a dos pizarras-. ¡Enorgulléceme, Sorrento, enorgulléceme!
Mi amigo solo levantó su pulgar, pero de parte de su contrincante recibí una silenciosa mirada de soslayo.
- ¿No te cae bien ese tipo? -inquiere, Kanon.
- Me caerá mejor cuando Sorrento lo haga comer polvo.
Cinco minutos después, un sonido de furia se alzó por todo el campus.
- ¡Exijo una revancha, es obvio que hizo algún truco! -gritó Sorrento, pateando su pizarra con una ecuación a medio hacer justo al suelo.
- El truco se llama dejar de contar con los dedos -responde Orpheo, con un toque de burla en su tono.
Muchas risas saltaron y Sorrento le miró con las pupilas dilatadas, como una animal que está a punto de masacrar a otro.
- ¡Se debe revisar! -exclamé, sujetando el brazo de mí nunca derrotado amigo- ¡Exijo una revisión minuciosa!
El entrenador me miró aburrido.
- Claro, puedes hacer las ecuaciones tú para comprobar.
- Lamento tu perdida amigo, te vengaremos -pronuncio, dándole una palmadita.
La segunda prueba dio inicio y estaba a punto de ofrecerme a hacerla hasta que vi que era una carrera de obstáculos y fuerza física. Volví a darme la vuelta de mala gana.
- Escúchame -suelta Sorrento, tirando de la camisa de Kanon-. Debes ganarle, te entrenas para esto a diario ¡Realmente es lo único que haces!
Mi Griego amigo sonríe mientras empieza a calentar.
- Tranquilo, será pan comido.
Asiento, masajeando sus hombros.
- Ya quedó demostrado que es un nerd -empiezo-. Las personas inteligentes son unos fracasados para los deportes, eso es en su mayoría para los vagos quienes nos asisten a las clases.
Tanto Sorrento como Kanon me miraron con los ojos en rendijas, solo Isaac aplaudió mi conjetura. Sonreí en disculpas y un silbato invitó a ambos contrincantes a colocarse en sus posiciones. Los obstáculos eran muy variados y abarcaban al menos un espacio de cien metros de terreno. El primero en llegar a la meta, ganaba.
La prueba no se veía nada fácil, pero Kanon estiró lleno de confianza y sonriendo a todas las chicas que se habían acercado a curiosear. A la vez, Orpheo solo movía sus hombros mientras se deshacía del reloj en su muñeca.
- Tiene que ganar -murmuró Sorrento, viendo con molestia al extranjero peli celeste.
Me coloqué a su lado para ver con la misma rabia a mi cuñado, dando la bienvenida a otro miembro de mi club de odio hacia Orpheo.
- En realidad no importa si Kanon gana -hago saber-, me conformo con que ese bastardo pierda.
Mi amigo estuvo de acuerdo justo cuando un tiro al aire dio inicio a la prueba.
Diez minutos después, se escuchó otra exclamación de molestia, y fue del mismo Sorrento, ahora acompañado por mi persona. Kanon no se quejó, estaba muy ocupado descansado con la manos en las rodillas mirando airado a un inmutable Orpheo que se acercaba a su jubiloso grupo.
- ¡Solo debías correr! -riñó Sorrento.
- ¡Y tú solo sumar! -devolvió Kanon, haciendo que el matemático se llevará una mano al pecho con indignación.
Uno de los originales integrantes de nuestro grupo se acercó luciendo un poco incómodo.
- Chicos, tranquilos, es solo un juego.
- ¡No es solo un juego! -gritamos a la vez, Sorrento, Euridice y yo.
- Vamos a iniciar el tercer juego, participantes. El representante puede acercarse.
Miré hacia un lado con la esperanza de ver a otro participante del grupo enemigo, pero solo me topé con la mirada de Orpheo sobre mí mientras bebía agua de una botella. Coloqué una expresión de disgusto y recibí un guiño a cambio.
Maldije por lo bajo y me acerqué para tomar mi lugar hasta que vi la lámina con la palabra "talento".
- ¡Oh, diablos! ¡¿Que no van a dejar que participe?! -me quejé, regresando sobre mis pasos de mala gana.
Miré a mis amigos y, aparte de ver a dos de ellos murmurando hechizos de magia negra contra nuestros rivales, solo vi a Isaac hurgándose la nariz. Busqué la mirada de Euridice como socorro, pero desde una distancia considerable, solo me animó con un par de pompones.
- Yo tengo talento -informó Isaac, dejando su tarea de lado.
- Faltar a clases y pasar las materias pagándole al maestro se llama soborno, amigo, ya te lo he dicho.
Rodó los ojos y pasó a mi lado pensándome en el pecho su cajita de rubor color coral que seguro le había robado a la maquillista.
- ¿Le dijiste que aprobar el curso sin ir a clase no es un talento? -pregunta Sorrento, viendo con extrañeza al peli verde colocarse al frente.
Asentí.
- ¿Y que dormir un día entero tampoco lo es?
Entonces dudé. Isaac realmente no tiene talento mientras que Orpheo había nacido en una familia millonaria, el tipo seguro sabia tocar una pieza de Mozart sin usar las manos ¡Lo haría papilla!
Temí por los sentimientos de mi amigo, pero en silencio, alguien debía sacrificarse.
- Esto será fácil -empieza el entrenador-: el mejor talento demostrado en el lapso de cinco minutos gana.
Los segundos antes de la demostración fueron de agonía para nosotros, estábamos tan tensos que viendo escuché el inicio del tiempo di un respingo.
Orpheo se preparó para mostrar su talento, pero cuando vio a Isaac lanzarse al césped quedó tan paralizado como todos lo que veíamos; inmóvil, perplejo.
Isaac sí tenía un talento, pero hubiera deseado que no tuviera ninguno. ¡¿Quién demonios presume que puede darse una auto-mamada?!
- C-como diablos puede llegar su cabeza ahí...
¡Su cabeza! ¡En su pelvis!
No quería ver más, mi cerebro estaba a punto de hacer corto circuito así que me giré cubriendo mis ojos para evitar tal bochornosa escena, solo podía escuchar mi alrededor el sin fin de expresiones de asombro y disgusto hasta que por fin volvió a sonar el silbato.
Cuando aquella bizarra demostración culminó, un repentino océano de vítores celebró el logro de Isaac ante el estupefacto francés que no terminaba de creerse lo que veía. Seguramente experimentó un choque cultural al igual que sus compañeros o su hermana, quien, por su expresión, seguramente tuvo otro motivo para repudiar a mi amigo.
- ¡El chico raro gana la prueba! -anunció el entrenador, apludiendo a un eufórico Isaac que no tardó en lanzarse hacia nosotros.
- ¡Por fin gané algo en la vida!
- ¡Ya tienes algo que poner en tu currículum! -suelta un sarcástico, y un poco asqueado, Sorrento, palmeándole la espalda.
Yo estaba de cierta forma feliz por el gane de mi amigo, pero estaba excesivamente regocijado de ver a Orpheo por fin derrotado. Le lancé una mirada de victoria mientras volvía a su grupo; el volteó hacia mi sutilmente y al encontrarme observándole, la bestia maleducada me lanzó un beso, luciendo para nada afectado.
- ¡Ay! -se queja Isaac, sobando sus costados, los que inconscientemente había apretado con fuerza- ¡¿Y ahora qué hice?!
La rabia era tanta que ni siquiera le di una explicación a Isaac, solo me retiré a una zona un poco apartada donde podía maldecir con tranquilidad sin ser amenazado de llevar a un hospital psiquiátrico. No estaba actualmente interesado en el juego y el ver que la siguiente prueba era, tras falta de participantes, tomada por una molesta Pandora obligada por Euridice, me hizo querer huir a toda prisa.
Llegué al pie de un frondoso árbol de espeso follaje y me acuclille ahí meditando en cómo había decidido dejar mi mullido sofá para venir a este circo. Amaba a Euridice, pero si pudiera regresar el tiempo, le diría que tengo sarna con tal no venir.
Estaba tan ocupado imaginando un universo alterno en el que aún estuviera en casa, que me sobresalté un poco al sentir en mi brazo un contacto frío. Voltee hacia arriba con el ceño levemente fruncido y noté que se trataba de alguien que me había tocado con la botella de agua que me ofrecía.
- ¿Sed?
Quien me tendía la botella era una chica con tal apariencia que tuve que ver a los lados para asegurarme que no hubieran miembros de la mafia queriendo ajustar cuentas. Tenía el sembalnte de un magnate y los ojos de un asesino a pesar de que su cuerpo era delgado y esbelto cual modelo parisina, enfundado en un pantalón de traje y una blanca camisa de seda.
- ¿La vas a tomar o se la doy a los perros?
Pude haber soltado un comentario sobre su genio, pero tenía acento extranjero así que eso explicó todo para mí. Tomé la botella, no sin cierta desconfianza, y me puse de pie, algo de lo que me arrepentí al ver su firme mirada estudiar mi traje.
- ¿Tu nombre es Io? -preguntó, sin siquiera apartar la mirada de mis sandalias.
Oculte mis pies con disimulo y ahora sí me miró con un par de gélidos ojos morados.
Ni una palabra salió de mi boca, solo asentí.
Me miró curiosa un momento más pero finalmente me mostró una sonrisa.
- Soy Ker Vermont -se presenta-. Es un placer conocerte por fin, Io.
Me tiende la mano y estaba a punto de estrecharla hasta que alguien más toma mi brazo y evita que lo haga. Voltee y vi a Orpheo forzando una sonrisa mientras me quitaba la botella de agua y se la devolvía.
- Qué bueno que lo hayas disfrutado. Debemos irnos.
La estática sonrisa de Ker se extendió como el horizonte en su rostro ahora entretenido.
- Qué sorpresa verte aquí, Orpheo, no sabía que habías venido desde Francia.
Mi cuñado solo la miró antes de darme la vuelta.
- Excuse moi. Me lo llevo.
Dicho esto, empezó a empujarme de regreso hasta donde Pandora chillaba de enojo por haber sido derrotada en la prueba de atrapar maníes con la boca. La señalé
- Pero si esa prueba era perfecta para ella, no puede mantener la boca cerrada ni un minuto.
Esperé pacientemente un halago por mi chiste pero solo obtuve silencio. Miré hacia arriba para ver a Orpheo y este se encontraba un poco pensativo. Teniendo una vaga idea de su malestar, quise mirar a la señorita que habíamos dejado atrás, pero de inmediato puso su mano en mi cabeza y me impidió.
Le miré molesto.
- No vuelvas a aceptar cualquier cosa que te de un extraño, es sentido común.
- Tú no puedes decirme qué hacer ¿Quién era ella? Parecía que... -planeaba seguir hasta que vi que a donde me llevaba era justo frente a Euridice.
Me alarmé.
- Cuídalo, estaba coqueteando con una chica -suelta, dándome dos palmaditas en la cabeza antes de marcharse.
Los ojos de Euridice fueron los de una serpiente venenosa mientras que mi boca fue un perfecto círculo producto de aquella descarada mentira.
- Te juro que yo...
- Que tú qué, Io Scyllia-masculló.
Puse mis manos frente a mí y empecé a negar.
- No, no, no. Cariño, solo estaba conociendo a otra chica -sus ojos se volvieron más fieros y supe que la estaba embarrando-, pero no conocerla a profundidad, solo algo casual y...
- ¡Io! -llamó Isaac, corriendo hacia a mí- La peli morada gruñona perdió, está en nuestras manos ganar ¡Vamos, vamos!
Mi amigo empezó a arrástrame antes de que mi novia pudiera clavarme un tenedor en el ojo y me llevo hasta donde se habían reunido mis amigos y dos miembros más del grupo original.
- Yo y Euridice estábamos hablando -Informo.
- Sí, noté que te había salvado el trasero. Agradece luego, ahora enfócate, tenemos una última prueba.
En la pizarra frente a ambos equipos se había escrito "recolección", algo que me dejó un poco desconcertado.
- ¿Qué hay que hacer? -le pregunté a Kanon.
- Recolectar cincuenta dólares en el menor tiempo posible, es una especie de juego de caridad.
- ¿Caridad? -me quejé, con un tono burlón- Yo necesito caridad, no darla.
- ¿Están listos? -preguntó el entrenador.
Me sujeté de la camisa de Kanon.
- ¿Pero cómo diablos obtendremos el dinero? ¡No puedo perder, Euridice ya está molesta conmigo y ganar es nuestro pase a la reconciliación!
- ¡Empieza el juego!
El silbato no ayudó en nada a mi desesperación. ¿Quién se creen estos ricos? ¡El dinero no nace de los árboles!
- ¡Reunión de grupo! -gritó el otro equipo.
- ¡Reunión de grupo! -grite yo, y de inmediato se formó un círculo de integrantes.
Todos me miraron.
- ¿Para qué nos reunimos?
- No tengo idea, sonaba profesional -confieso.
Sorrento rueda los ojos y toma un suspiro luego de acomodarse las gafas.
- Podemos vender los feos adornos de la mesa para obtener el dinero.
- Yo traje esos adornos -soltó un chico.
- Esos bonitos adornos de la mesa -modificó mi amigo.
-Los compré en Walmart -añadió.
Sorrento le miró enfurecido y le soltó un golpe violento.
- ¡Compraste esa mierda en Walmart! ¡Creí que los hizo tu abuelita moribunda! -rugió, dejándonos un poco asustados- ¡Me hiciste ser dulce en mi día de descanso, insecto!
El círculo del otro grupo se dispersó y en un solo momento un chico sacó su iPhone y empezó a llamar a la multitud.
- ¿Quieres una fotografía con nuestros miembros? ¡Elige entre estos chicos guapos por solo un dólar! ¡Sácate la foto con la pose que más prefieras y presume en tus redes! -ofreció.
En ese momento nosotros parecíamos el grupo feo viéndolos triunfar. Sorrento rechino los dientes y pateó con rabia el suelo antes de mirarnos.
- ¡Venderemos la porquería que tengamos que vender para ganar!
Isaac saltó de alegría al, aparentemente, haber tenido una idea. Un logro para él, he de agregar.
- ¡Vendamos a Io!
Me llevé las manos a la cintura mientras le miraba.
- ¿Disculpa? ¿Podrías no hablar de mí cuando hablamos de porquería? Gracias.
Lo que más me asustó de esa proposición fue que todos parecieron estar de acuerdo. Traté de dar media vuelta y marcharme, pero de inmediato me sujetaron y llevaron frente a la multitud.
- ¡Por el precio de cinco dólares, puedes besar a este sujeto! -gritó Sorrento, con una frecuencia para nada acorde a su tamaño, logrando llamar la atención.
La multitud me miró, incluso Orpheo, quien de inmediato borró la sonrisa que había mantenido para sus fotos.
Se hizo el silencio.
Al ver esto, mi amigo se cruzó de brazos y alzó una ceja.
- Es el novio de Euridice Gauthier ¿Algo bueno debe de tener, no?
Tras esta información, todo pareció tener sentido para algunos. El apellido de mi novia no era algo sin importancia, incluso lejos de su tierra natal. Un grupo de chicas empezaron a acercarse a nosotros y yo voltee hacia Euridice esperando su negativa, pero simplemente se dio la vuelta y caminó hacia Pandora.
- Aquí tienes los cinco dólares, espero que lo valga -pronunció una voz femenina, trayéndome de vuelta a mi actual situación.
Miré aquella mísera cantidad de dinero y no pude evitar bufar.
- ¿Cinco? No lo haré por menos de veinte.
Mis amigos me miraron con sorpresa.
- ¿Veinte? -se burló aquella chica- Te doy diez y me arriesgo.
- Con ese genio me estás haciendo subire a treinta, te lo advierto.
- ¡Ja! ¿Hablando de genios con Euridice de novia?
Me encojo de hombros.
- Ya decidí que serán treinta.
Isaac me tira del hombro.
- ¿De verdad estás regateando con una chica que quiere besarte? -regaña- Ten un poco de respeto por nosotros los solteros.
- ¡No te daré más que los veinte que habíamos acordado al inicio! -suelta, abriendo su cartera para sacar el dinero restante- Todo por poder restregárselo en la cara luego.
Miro a mi amigo con una sonrisa ganadora, luego volteo a mi clienta.
- Serán veinte solo por un pico, tres segundos máximo -informo, haciendo que su mano extrayendo los billetes se congele-. ¿Esperabas algo más? Dame otros treinta -su rostro se alza mostrando una mezcla de incredulidad y sorpresa. Mi sonrisa aumenta-, y te daré otros tres segundos.
Sus amigas me miraron con los ojos en rendijas. Conocía a estas chicas, era obvio que solo querían hacerle pasar un mal momento a Euridice y, aunque tuvieran dinero, no irían tan lejos; y si lo hacían, sería un precio a pagar para que mi novia obtuviera los beneficios que venían con el gane de este festival.
Aquella chica gruñó de molestia y justo cuando metía su mano para sacar más dinero y yo tragaba grueso, un silbato nos hizo parar todo.
- ¡Tenemos ganadores!
En su mano el entrenador sostenía un billete de cincuenta como prueba de la victoria, mientras Orpheo aún guardaba su billetera en el bolsillo de su jeans. Él lo había pagado.
- ¡Eso es corrupción! -se exaltó Sorrento- ¡No es válido pagar de su propio bolsillo!
El entrenador se encogió de hombros.
- La premisa era obtener cincuenta dólares para caridad, y aquí tengo cincuenta. Francia gana, los beneficios van a la facultad de mercadeo y administración internacional.
Estaba enmudecido. ¿Es esto una especie de broma?
Sorrento empezó a gritar sin parar y Kanon tuvo que ir tras él para evitar que se lanzara sobre aquel hombre que le miraba aterrado.
- ¿Y si te doy los cinco yo? -propone Isaac a mi casi clienta, completando el monto con monedas- ¿Aceptas un vale para un helado?
La chica solo le miró como a un bicho raro y se marchó murmurando algo por lo bajo. Suspiré y caminé hacia el puesto casi arrastrando los pies por el cansancio. Tomé mi mochila y la coloqué sobre mi hombro.
- ¡Io! -llamo Kanon, quien hacía su mejor esfuerzo para contener a aquel salvaje que lanzaba patadas y maldiciones en todas las direcciones- ¿Quieres que te lleve a casa?
- No, me iré con Euridice -informé, sacudiendo mi mano mientras volteaba- ¡Les debo una, nos vemos mañana!
Dejando aquel revuelo atrás, empecé a emprender camino hacia el parqueo, intentando no pensar mucho en lo que había pasado, no tenía sentido romperse la cabeza por un juego, ahora mismo solo quería descansar un poco y comer algo así que me dediqué a buscar a mi novia con la fina esperanza de que tuviera con ella aquella comida que me había prometido.
Luego de un momento, encontré a Euridice vistiendo ya su ropa cotidiana y apoyada en un auto color negro, con una expresión fría como la escarcha.
Subió sus ojos negros al verme llegar.
- ¿Ganaste?
Empezando mal, como siempre.
Me despeine el cabello y negué. Rodo sus ojos y ya no pronunció palabra alguna, incluso volteó hacia otro lado.
Estuvimos sumergidos en aquella atmósfera incómoda hasta que sentí que mis piernas empezaban a entumecerse, entonces decidí ser quien pronunciara algo.
- ¿Esperas a alguien más? -subió su mirada- ¿Nos vamos?
El coche emitió un sonido y una mano se colocó sobre mi cintura más del tiempo necesario para moverme a un lado.
- Siento la demora, tuvimos que desmontar -habló Orpheo, llegando junto a nosotros.
Hasta ese preciso momento recordé que ese Audi negro no pertenecía a mi novia.
- Vámonos ya -murmuró la rubia, entrando en los asientos de atrás. Quise seguirla, pero puso seguro tras de si-. Ve de copiloto, quiero ir sola.
Mis ojos la miraron fijamente. El estrés junto al cansancio que venía acumulando durante toda la semana se estaba desbordando, logrando que esta vez sintiera cierta molestia hacia su actitud. Era una niña, toda una niña a la que papi no le había conseguido su pony.
Me mordí los labios para no decir nada al respecto, así que cuando la puerta de copiloto se abrió para mí, entré sin mostrar el más mínimo remordimiento.
Orpheo entró a mi lado y el auto se puso en marcha en seguida, por lo que me dediqué a admirar los paisajes corriendo tras la ventana para evitar pensar en todas mis desgracias, como el hecho de aún vestía aquellas ropas y mi cara se sentía asquerosa debido a tanto maquillaje.
El congestionamiento no nos lo puso nada fácil, solo logramos salir de allí cuando ya empezaba a oscurecer. Lo único me alentaba el ver que faltaba ya poco para volver a mi cómodo hogar.
- Orpheo, necesito ir a comprar, hazme una parada en la próxima calle. -pide de repente Euridice, rompiendo el aparente interminable silencio en el auto.
Su hermano, a mi lado, soltó un suspiro y se aparcó frente a una tienda de conveniencia. La rubia salió de inmediato, sin añadir nada más. No habían pasado ni cinco minutos desde su partida para cuando Orpheo se volteó hacia mí.
- ¿Qué celebran? Se les ve muy contentos -suelta.
- Cállate, es todo culpa tuya.
Ahora sí que se gira por completo, interesado tras haber obtenido mi atención.
- Yo soy el origen de todos tus males, ¿verdad, Io?
Me río.
- ¡Por fin lo entiendes! -aplaudo.
- Mi victoria de hace un rato no tiene nada que ver contigo, no habría tenído corazón para vencerte a ti -pronuncia, estirando su mano hasta poder pellizcar suavemente mi mejilla.
Le doy un manotazo y suelta una risa.
- No tiene nada que ver conmigo -repito- ¿Se te olvida quién tuvo que desperdiciar su día libre bajo el sol, con estas ropas, sin tener ni un poco de descanso para poder entretener a todas esas desagradables personas?
- Para entretener a esa desagradable persona -corrige-. Tú la elegiste, entiendo que aún no me conocías pero pudiste tener mejores estándares.
Chasqueo la lengua y volteo hacia la ventana.
- No quiero pelear contigo, Orpheo, le mentiste a Euridice y ese fue el cerillo que prendió la mecha. Pretendo ignorarte por el resto de mi vida.
- Esa mecha lleva prendida desde hace mucho, ya te deberías haber dado cuenta -Suelta, pero le ignoro.
Apoya su cabeza en mi hombro y yo me encojo más. Me mira desde su reposo y evito por completo sus ojos, seguramente acabaría sacándoselos teniendo en cuenta mi humor.
- Chérie... (Cariño) -pronunció con cierto dulzor que no pudo conmoverme-. Te daré los cincuenta dólares que perdiste en la colecta.
Le miré de inmediato.
Abrió su billetera y sacó otro billete de cincuenta, el cual me tendió.
En una situación diferente no lo habría tomado, pero justo ahora sentía que merecía ser recompensado luego de no haber recibido ni un solo agradecimiento por mi esfuerzo.
Mis dedos, no sin antes dudar, sujetaron el extremo del billete, pero mala fue mi sorpresa al ver que Orpheo no lo soltó. Le miré con el ceño fruncido.
- Estoy esperando por mi beso de seis segundos -mecionó, provocando que mis ojos se achinaran.
Abro y cierro mi boca sin saber cómo describir su nivel de descaro, pero al ver mi estado suelta una risa y me entrega el dinero.
- Es broma. El traje te queda lindo, ya tuve mi pago.
Se acomodó mejor en mi hombro y yo solo le observé mientras mi mano se cerraba alrededor de aquella cantidad. No podía entender a este hombre por más que quisiera, a veces pareciera que buscara acorralarme a toda costa, pero justo cuando me tenía donde quería, me soltaba nuevamente. A su lado me sentía como un ratón con el cual juega un gato. Y realmente empezaba a odiar ser el ratón de estos hermanos.
- Hoy no -murmuré, inclinándome hacia su boca y juntándola con la mía en un beso que tomó por sorpresa a la otra persona.
Cuando Orpheo cayó en cuenta de nuestra situación, se incorporó buscando la postura más cómoda para ambos y no se midió ni un poco al adentrarse a mi boca y besarme con tanta profundidad que su mano sostuvo mi cabeza para evitar que me alejara.
Rodeando sus hombros con mis brazos, despejé mi mente de todo aquello que no tuviera que ver con la calidez que encontrábamos en el otro, o aquella humedad que me arrancaba suaves suspiros que escapaban entre nuestros labios.
La mano de Orpheo se desliza hasta mi mandíbula y tras aprisionar momentáneamente mi labio inferior entre sus dientes, su boca se escurre hasta mi mejilla en una mezcla de mordiscos y besos que llegan hasta mi cuello. Estas acciones, y su otra mano acariciando mi cintura, me llevaron al borde de los jadeos, el calor era tanto que me pareció que nuestra distancia era demasiada, podría perfectamente acomodarme a su lado si...
- ¡Io! -gritó Euridice.
Mis ojos se abrieron de golpe y empujé a Orpheo tan rápido como pude, volteando hacia aquella rubia que ya había salido de la tienda.
Estoy jodido.
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Mañana es 2 de noviembre y como en mi pais es dia festivo, les haré un especial de día de muertos♥💕
Este especial probablemente lo haré en 3 o 4 historias. Incluyendo esta...
Como antes lo había mencionado. En esta historia "Io" es mexicano y aquí en México NO FESTEJAMOS HALLOWEEN así que todos los especiales los haré de esta temática. Quiero hacer algo diferente (como siempre) y aquí en wattpad jamás he leído que agreguen esto en una historia y a mi parecer el día de muertos es una tradición más HERMOSA que Halloween. Así que nos leemos mañana y espero este capítulo fuera de su agrado...
Pd. Lamento si ustedes querían o esperaban un especial de Halloween de mi parte. Pero sinceramente esa tradición no se me da...
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