Capítulo 5
Capítulo 5.
Cuando desperté me di cuenta de que estaba sola en mi cama. Mire la hora de mi celular y pasaban de las nueve de la mañana. Tal vez Cole tenía cosas que hacer y se fue más temprano. Aunque me entristeció un poco traté de entenderlo.
Fui al baño, recordé con una sonrisa todo lo que hicimos ayer, jamás en la vida pensé que una declaración así de romántica me pasaría a mí. Me lavé la cara y entonces recordé. El estúpido de Tom estaba en mi sillón cayendo de borracho.
Me puse mis pantuflas favoritas y bajé las escaleras, para ser honesta, no tenía ni la más mínima idea de que se supone que debes de comer para bajar la resaca.
Al entrar a la cocina me lleve la sorpresa de que tanto Cole y Tom estaban parados comiendo en la barra.
— Maggie, por fin despiertas. — Dijo Tom.
— Chicos, ¿Buenos días?
— Buenos días, Maggie — Cole caminó hacia mí y besó mi frente.
Yo lo abracé por la cintura. No sabía que iba a pasar después de lo de anoche, pero después nos podemos encargar de eso.
— Está bien chicos... ¿Qué pasó entre ustedes anoche?
— Eh... — Empecé a balbucear, desde que Tom y yo empezamos a ser amigos, los dos nos prometimos decirnos la verdad siempre. — Ayer salimos a cenar...
— ¿Y luego...?
— Luego venimos a mi casa vimos películas...
— ¿Solamente películas?
— ¿Por quienes nos tomas? — Dije escondiendo mi rostro en el suéter de Sprouse. — Un segundo, de todos aquí tú eres quien debería estar dando explicaciones. Digo, luego que una desconocida nos hablara a las 2 de la mañana para que te recojamos...
— Eh... yo...
Por lo menos había logrado que toda la atención regresara a él y tenía un poco más de tiempo para platicar con Cole sobre todo lo que pasó.
— ¿Por qué no desayunamos mejor? — preguntó Tom tomando un vaso con jugo de naranja.
— Sólo porque tengo mucha hambre.
— Bien, ya te caliento los wafles — Dijo Sprouse dejándome otro beso en la frente y agarrando la caja de waffles americanos.
Los tres desayunamos en silencio y no era de esos momentos incómodos, tampoco era porque no tuviéramos nada de qué hablar pero a veces era necesario no hablar, dejar que cada quien acomodara sus ideas o simplemente dejar que comiéramos a gusto.
Luego del desayuno, todos ayudamos a recoger la cocina, mientras que Cole y yo guardábamos las cosas en la alacena, Tom se puso a lavar los trastes. A este punto me sorprendía que después del desastre que era ayer, no tuviera algún síntoma de cruda.
Después del desayuno, Tom nos dejó con la excusa de irse a bañar y arreglar su aspecto en general. Lo cual era comprensible, ya que olía a vagabundo, pero en el momento en el que se fue, vi su mirada.
Tantos años de conocernos que sabía perfectamente que quería dejarnos solos para hablar. En cualquier otro caso lo hubiera obligado a que se quedara conmigo y de ser posible, me acompañara mientras le decía lo que sentía.
Pero con Sprouse, era diferente, me sentía completamente cómoda, tenía la confianza de que si decía o hacía algo estúpido, no me juzgaría y en cambio, me secundaría.
Luego de que Tom cerró la puerta, miré a Cole y él ya me veía de vuelta. Ambos quedamos en silencio, ninguno de los dos sabía cómo iniciar la conversación. Yo estaba tan nerviosa que comencé a reír.
— ¿Por qué te ríes? — Preguntó él con una sonrisa divertida.
— Es que no sé qué decir.
— ¿Tan malo soy como para no de saber que platicar?
— No, claro que no, solamente que... estoy muy nerviosa.
— ¿Nerviosa? ¿Por qué?
Él caminó para que ambos quedemos frente a frente. Sentía como mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal, sentía como mis piernas comenzaban a temblar y mi mente se quedaba en blanco.
— Yo... eh... — Cerré los ojos en un intento de concentrarme. — Tú me pones nerviosa Mitchell.
— Tú también me pones nervioso Maggie.
— Cole... lo que pasó ayer... — Comencé a decir mientras acomodaba mis ideas.
— ¿Crees que no debió de pasar? ¿Cambiaste de opinión?
— Cole...
— Rayos... Maggie enserio lo siento pero ya no podía ocultarlo, si no te lo decía, mi mente iba a estallar, no... Perdón...
No supe decir nada, estaba ahí con la cara confundida mientras el chico que me gusta comenzaba a ponerse rojo.
— Enserio lo siento... creo que ya me debería de ir...
Me maldigo profundamente por no poder hablar cuando lo necesito, Cole ya estaba tomando las llaves de su carro para irse.
Algo en mí se despertó y alcancé a reaccionar para tomar su brazo y girarlo otra vez para estar frente a frente. Como estaba mucho más alto que yo, tuve que ponerme de puntitas para alcanzar su cara y besarlo.
No tenía las mejores palabras para callarlo e hice lo que en cualquier película romántica pasaría.
— Cole, no cambié de opinión, sólo que no encontraba la manera de decirte que eres todo lo que alguna vez soñé, sería una idiota si te dejara ir. Tú... tú siempre me gustaste, no sé qué haría sin ti.
Sin otra palabra que decir, Cole me volvió a besar.
Era una sensación nueva como si todo este tiempo las puertas del paraíso estuvieran cerradas hasta que al tocar sus labios, se abrieran, dejando ver, todo lo que me había perdido. Y ahora más que nunca quisiera saber si a él le pasa lo mismo.
Luego de separarnos, escondí mi cara en su pecho, probablemente estaba completamente roja.
— ¿Quieres salir hoy?
— ¿A dónde?
— No lo sé, podemos ir a patinar
— No me gusta Sprouse.
— Yo podría hacer que te guste.
— Pero no tengo patines.
— Claro que sí, vi que estaban debajo de tu cama. Vamos, será divertido.
— ¿Viste que hay debajo de mi cama? — Pregunté con una sonrisa
— Pude ver muchas cosas.
Estallé en una carcajada imaginando a Cole revisando mi cuarto.
— Eres increíble.
— ¿Eso es un sí?
— Eso es un... Ya que.
[***]
Cole estábamos patinando por toda la cuidad, en realidad era una experiencia completamente diferente a la última vez que patiné. Esta vez nadie me gritaba por las veces que fallaba.
— ¿Qué dices? ¿Es divertido?
— Pues... — Dije mirando a otro lado, tratando engañar a mi compañero. Al notar que su cara comenzaba a ponerse seria volví a hablar. — Claro que sí, es de las cosas más divertidas que he hecho.
— Ya estaba a punto de cambiar el plan.
— Aunque en realidad, es divertido pasar el tiempo contigo, no importa qué estemos haciendo.
— También me gusta pasar el tiempo contigo Maggie.
El chico se acercó a mí, probablemente nunca me canse de decir lo afortunada que me siento al saber que él gusta de mí.
— ¿Quieres un café? — Preguntó Sprouse tendiéndome la mano,
— Bueno.
Estábamos en una de las heladerías del centro cuando escuche una voz familiar.
― ¿Tom?
― ¿Qué hacen aquí? ― Preguntó el castaño confundido.
― Venimos a patinar ― Contestó Cole.
Cuando los miré bien pude notar que esa chica ya la había visto antes.
― Oh, cierto, perdón, Montse... ellos son Timothée y Maggie, chicos, ella es Montse.
― Hola... ― Dijo ella extendiendo su mano.
― Hola, ¿Lo siento ya nos habías visto antes? ― Preguntó.
― Eh... ayer fui por Tom a tu casa, tal vez me viste por ahí...
― Oh, claro... perdón, pero no lo recuerdo muy bien, estaba un poco borracha.
― Bien, no importa.
Montse saludó a Cole, quien, rápidamente se puso a hablar con Tom, dejándome con ella en un silencio incómodo.
― Tete, ¿Ya me vas a comprar mi helado? ― La voz chillona de la niñita que estaba junto a Montse rompió el ambiente.
― Claro.
Era una niñita con no más de 9 años, con los ojos verdes y el cabello chino. No me había dado cuenta de su presencia hasta que habló, lo cual es raro porque, siempre pensé que la mayoría de los niños eran ruidosos y pegajosos, agradecía a la vida de no tener un hermano o hermana menor.
― Grace... creo que se me olvidó el dinero en la casa pero te prometo que mañana regresaremos y te compraré el helado del sabor que quieras.
― Pero... ― Los ojos de la niña comenzaban a brillar, como cuando estas a punto de llorar.
― Si quieres yo se lo compro. ― Dije antes de que terminara.
― No es necesario, mañana podemos venir y....
― Quiero un helado de fresa. ― Pidió Grace con ojos de cachorro.
Miré a Montse, sé que lo primero que te enseñan es no aceptar dulces de desconocidos pero, estaba a lado de la heladería, no hay manera de que le haga algo al helado sin que ella lo note.
― Te lo pagaré con...
― Déjalo así. ― Contesté.
Extendí mi mano a la niña para que pudiera pedir su helado.
Se sentía raro tener de la mano a una niña, no estaba pegajosa ni me incomodaba caminar junto a ella, era bastante bien portada, incluso la sentía muy propia a la hora de hablar con otras personas.
Le pregunté de qué helado le gustaría a su hermana, si la "amistad" de Tom seguía, era importante tener una buena impresión para que en algún momento, nos llevemos bien.
― Tete, Maggie te compró un helado, a ti y al señor de allá.
Todos reíamos por la forma de decirle a Tom señor. Es la primera niña en la vida que no me desespera con su forma de actuar.
― Tu hermana me dijo que es tu favorito.
― Gracias... no tenías por qué hacerlo.
― No importa... — Mi voz fue cambiando a un susurro — No te lo tomes tan personal, pero usualmente las chicas como tú no hablan con chicos como Tom.
― Para nada, en realidad... No lo sé, creo que es agradable hablar con alguien sin tener que fingir ser otra persona. ― Montse rió, se le podía ver un poco incómoda, pero de verdad necesitaba saber cómo era realmente.
― Claro...
Ambas empezamos a comer sin agregar nada más.
― ¿Quieren ir a comer con nosotros? ― Preguntó Niall, con una clara invitación a sus amigos.
― Si no le molesta a... ― Contestó Cole, mirando a Montse.
― Claro que no.
Tomé de la mano a Cole mientras terminaba mi helado, Tom nos guiaba a una pizzería que estaba cerca de ahí.
[***]
― Y entonces Maggie dijo ''Oh, es mi día de suerte'' pero no pasaron ni 5 segundos cuando un carro pasó y le mojó toda la ropa. ― Contó Tom, una de las historias más vergonzosas que he pasado junto a él.
Todos estallaron en risa, miré a Cole, quien tenía una de las risas más bonitas que he escuchado.
― Pero no fue tan gracioso como cuando te caíste a la fuente del centro comercial. ― Contraataque sin parar de reír.
― No me ''caí'', sigo manteniendo mi posición de que el niño que estaba alado me empujó, pero tú no tienes una excusa de cuando tú chocaste con un maniquí y te disculpaste pensando que era una persona y te volviste a disculpar por pensar que era una persona.
― Pero eso jamás superará cuando en tu graduación de la secundaria te caíste de las escaleras junto a la silla de metal haciendo un escándalo masivo.
Cada uno contraatacaba al otro con las miles de historias que teníamos, Cole y Montse se la pasaban riendo de nosotros mientras que Grace jugaba con su servilleta.
― Cuando lanzaste una piedra a mi ventana pero rompiste el vidrio y me dejaste de hablar por un mes para que no supiera que habías sido tú.
― Ok, suficiente, no hemos dejado de hablar.
― Cierto, lo siento... ― respondí bajando la vista, hasta volví a voltear a ver a Montse ― Espero que no te incomodarte...
― ¿Incomodarme? Para nada. ¿Cuánto tiempo llevas saliendo con Tom? ― Cuando terminó de preguntar, me ahogué con la bebida que estaba tomando, Cole abrió los ojos claramente sorprendidos y a Tom se le cayó su rebanada de pizza justo encima de la camisa ― ¿Dije algo malo?
― No, no, bueno, es que Maggie y yo no estamos saliendo juntos.
― Oh... es que, por tantas historias que cuentas uno del otros... yo creí que...
― Para nada, ella y yo somos mejores amigos, solamente, de hecho Cole y ella son... ¿Qué son? ―Hizo esa última pregunta viéndonos.
― Eh... pues... nosotros... aún no hemos dicho nada ― Respondí sin saber muy bien qué decir.
— Oh... Así que ustedes dos son...
—Si — A diferencia de mí, Cole se veía decidido, como si quisiera dejar en claro que nosotros éramos la pareja.
― Wow... y... ¿Desde cuándo estás juntos?
― Apenas ayer salimos ― Contesté con las mejillas sonrojadas.
― Oh... felicidades. Hacen una muy bonita pareja.
― Gracias.
Seguimos platicando de cosas triviales tratando de olvidar la conversación tan incómoda que acabábamos de tener. Pasamos toda la tarde juntos, como Grace ya quería irse, Montse se despidió, Tom dijo que la acompañaría hasta su casa y así fue.
De alguna manera fue interesante conocerla más, siendo honesta, esperaba otra niñita de dinero con la que no puedes tener una conversación real, pero, fue bueno.
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