Martillo
Algo que simplemente se me vino a la mente XD
Espero que les guste~
Basado en: BABTQFTIM
La primera vez que Bimbo vio el martillo lo sorprendió. Fue no mucho después de haberse quedado y de que su pequeña hermana se hubiera recuperado, había estado ayudando con la limpieza cuando escucho un fuerte golpe y junto al sonido de como algo se rompía. Lo que lo hizo correr fue el grito de Ink, se escuchaba asustada. Giro en una esquina y se detuvo en seco, había un martillo relativamente grande en el suelo, la cabeza estaba contra el piso (el cual se veía ligeramente hundido desde su punto de vista) y el mango estaba hacia arriba.
-¿Qué tan pesada es esa cosa?- pensó con los ojos bien abiertos.
-Bimbo...- y entonces, centro su vista en la coneja, quien lo estaba viendo mientras lloraba.
-Ink...- se acerco rápidamente y se acurruco contra su costado, sollozando. Él le acaricio la cabeza con cariño y miro el martillo con curiosidad. Decidió ignorar por el momento esa cosa, separo a la coneja de él para poder agacharse y abrazarla de manera correcta, ella aferrándose a él.
-Ho cielos...- la madre se les acerco, sin lucir sorprendida por el martillo, con una ligera sonrisa en su rostro. La menor apenas se separo un poco de Bimbo para mirar a su mama, limpiándose un poco las lágrimas. -Ink, cariño, ¿recuerdas lo que te enseñe? Inténtalo, sé que puede hacerlo- hablo con suavidad y dulzura. Ella aun se aferro al mayor pero asintió y cerro los ojos con fuerza. Para sorpresa de Bimbo, después de unos segundos de silencio, el martillo simplemente desapareció en una pequeña nube de humo, dejando como única evidencia el pequeño agujero en el suelo. Él se levanto, alzando a la pequeña coneja que se negó a soltarse, para poder mirar a la madre de reojo.
-¿Qué era eso?- se animo a preguntar con curiosidad y ella le sonrío, guiándolo a la cocina para una pequeña lección de historia familiar.
... ... ... ...
La segunda vez que lo vio se asusto un poco. Estaban jugando un juego de mesa cualquiera y ella le gano. Bimbo simplemente vio con cariño como ella celebraba con una gran sonrisa, chillando de emoción y de repente, aplaudió. El martillo apareció en el aire, cayendo con un fuerte golpe sobre la mesa y rompiéndola en el proceso, las cosas que antes estaban sobre el mueble ahora esparcidos por el suelo. Él se levanto de un salto por el susto y se alejo, mientras que ella se cayo de la silla de la sorpresa.
-¡Lo siento!- chillo con pánico, bajando las orejas, y Bimbo no pudo evitar mirarla con tristeza. Su mama le había contado que el martillo seria difícil de controlar al principio, así que no debería estar del todo sorprendido de que apareciera de la nada y sin ninguna intención.
-No te preocupes- se le acerco y se agacho a su lado. -¿Puedes hacerlo desaparecer?-
-C-Creo- ella no se veía muy segura.
-Recuerda lo que dice mama, solo relájate e imagínalo- sonrío, esperando que se relajara y obtuviera algo de confianza. Ella asintió y cerro los ojos, aferrándose con una de sus manos a su hermano. Tardo unos minutos pero al final, el martillo desapareció con una pequeña nube de humo. -Bien hecho- le acaricio la cabeza son cariño, ella riendo con alegría. -Ahora...- se enderezó. -...hay que limpiar- ambos suspiraron ante el desastre de mesa rota y cosas por el piso. Sip, había que limpiar.
... ... ... ...
La tercera vez, aun fue un accidente. Ink estaba jugando alegremente con niños de su edad, mientras que Bimbo la vigilaba sentado no muy lejos. Desvío la vista por unos segundos y cuando la volvió a mirar, abrió los ojos con sorpresa al verla rodeada de niños. Parecían estar discutiendo, con Ink atrapada en el medio y con cara de pánico. Bimbo se levantó, dispuesto a acercarse y ayudar pero ella perdió la paciencia.
-¡Basta!- pisoteo y el martillo no tardo en aparecer a su lado, cayendo al suelo con un fuerte ruido y asustando a los menores, quienes salieron corriendo con gritos de miedo. Ella se sentó en el suelo con un suspiro, mirando al martillo con un puchero. -Estúpida cosa...-
-¿Estas bien?- el se sentó a su lado.
-Nunca aprenderé a controlar esta cosa- murmuró con mala cara.
-Si lo harás, ya veras. Solo necesitas ser paciente- sonrió ligeramente, esperando animarla un poco, dándole una ligera caricia en la cabeza. Ella suspiro pero asintió, no del todo convencida.
... ... ... ...
La cuarta vez, fue de manera inconsciente. Habían estado caminando, haciendo mandados para su mama, cuando unos chicos de la edad de Bimbo se acercaron con mala cara y burlas de todo tipo. Ya era normal, no les agradaba por alguna razón, pero realmente nunca les prestaba atención, simplemente los ignoraba. Escondió a su hermana tras él pero ella se soltó y se adelanto.
-¡No lo molesten!- miro a los mayores con el ceño fruncido y los puños apretados.
-Tu no te metas- y se atrevieron a empujarla. Bimbo gruñó, mostrando los dientes, enojado pero antes de poder dar un paso para apartarlos de su camino, la coneja se adelanto.
-Dije...- se veía algo temerosa pero al mismo tiempo, enojada. No fue ninguna sorpresa que el martillo apareciera esta vez pero lo que sorprendió al mayor fue que apareció en las manos de la coneja. Su pequeña mano agarrando con firmeza el mango y la cabeza del martillo cayendo contra el suelo con un fuerte golpe que asusto a los tonto que se acercaron. -...no lo molesten- y ellos simplemente huyeron, dejando a los hermanos solos.
-Ink...- ella lo miró y Bimbo no quiso retarla por no haberse quedado escondida atrás de él. -...bien hecho- sonrió, señalando hacia abajo al notar que se veía confundida. La coneja miró, sus ojos brillando al notar el martillo en su mano.
-¡No puede ser!- chilló con emoción, sosteniendo el mango con ambas manos. Lo miro y en unos segundos, desapareció. -¡Lo logré!- salto en su lugar y él no dudo en agacharse un poco para abrazarla.
-¿Como quieres celebrar?- preguntó, agarrando su mano y empezando a caminar.
-¿Crees que mami no deje hacer galletas?- preguntó con ojos brillantes y con esperanza.
-La última vez, casi quemamos la cocina...- recordó con una ligera mueca, su mama los había echado a patadas antes de empezar a apagar el fuego. -...pero estoy seguro que si preguntamos, mama nos ayude- agregó al ver el puchero ajeno.
-¡Yay!- rio alegremente y él no dudo en unirse,ambos contentos.
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