Prófugos/Calico/Mandolin Wind/Skinny Love
Nota: Cada vez que veas esto: [Nombre del artista - Nombre de la canción]
Busca la canción en Youtube, Spotify o donde quieras, pero escúchala, es para más ambiente.
Espero que les guste esta nueva mecánica y aprovecho para recordarles que cree una playlist en Spotify dónde a parte de las canciones del cap, pueden encontrar muchas más que sirven de acompañamiento en muchas escenas. La Playlist se llama: "The O-L Sides OST".
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Un espectáculo, el más crudo y el que más lo complacía, se alzaba frente a el líder del senado. No estaba feliz del todo, su idea de diversión estaba más en que las dos niñas que estaba observando trataran de hacerse daño, pero lo que obtuvo en lugar de eso fue a dos niñas llorando sin saber que hacer. Si quisiera ver esto, iría a un jardín de infantes a patear niños», pensó, «Quizás... Debería decirles cual es la sorpresa para ver si con eso deciden tomar la iniciativa».
Weierstrass movió ligeramente una de las 4 cartas totalmente llenas de glifos que usaba para mantener un hechizo tan complejo y habló.
—... Está bien, ustedes ganan, les diré cuál es el premio sorpresa para ver si una de las dos se muere de una vez... El hechizo también está conectado a mi corazón, si se apuran ya que les quedan dos minutos, no solo mataran a una amiga, me mataran a mí también.
Dicho esto, volvió a mover la carta que usó para hablar, era de verdad tedioso tener que apoyar los dedos de sus manos en diferentes partes específicas de las cartas, pero comenzó a valer la pena cuando vio como la humana parecía acercarse a la baraja que le dejó para el enfrentamiento.
Había muchas cosas que fascinaban al pelirrojo, ver a los demás sufrir era una de ellas. Cada detalle, cada pequeña facción en el rostro de las dos chicas lo deleitaba de sobremanera, podía sentir su desesperación, su miedo y su dolor, no había mayor placer que este para el líder del senado.
No les había mentido, el hechizo sí estaba unido a su corazón, pero Weierstrass no le temía a la muerte y, además, el encanto de lo que estaba viendo estaba en saber que, aunque las niñas tratarían de matarse, no podrían hacerlo y el hechizo solo detendría el corazón del pelirrojo si una de las otras dos perecía, no si lo hacían ambas; el riesgo aún existía y esa era su parte favorita. Tenía demasiada confianza en que las dos morirían allí, sin embargo, ese pequeño margen de error no hacía más que emocionarlo.
Así que cuando vio a la humana levantar una de las cartas que le había dejado no pudo evitar sonreír, como solo lo haría un padre orgulloso de su hija feliz de haberle enseñado bien. Su alegría se transformó en sorpresa cuando vio lo que Luz quería hacer en realidad, por un instante sintió temor y la tentación de llevarse una mano al pecho por el dolor que comenzaba a apretarle el pecho, pero fueron un sentimientos pasajeros, morir así era como un premio para él, un momento tan poco común como lo había sido el resto de su vida, no había final más apropiado; por lo que su corazón se llenó de ira cuando escuchó a un grupo de personas acercándose vertiginosamente a su ubicación.
A Weierstrass le costaba cada vez más mantener su concentración en lo que estaba pasando con las chicas porque había escuchado claramente una explosión en la puerta de su castillo. Por lo poco que vio, la bruja había envestido a la humana para evitar su muerte, antes de que pudiera ver lo que sucedía después la puerta del salón de baile se abrió con un estruendo, de esta salieron personas que conocía muy bien, la dama búho y Lilith la líder del aquelarre del Emperador, al lado de ellas había dos pequeños enmascarados más.
—¡Maldita sea! —exclamó con molestia, faltaban solo segundos para que la función que había organizado con las dos chicas terminara y después de su odio a las mentiras se encontraba su odio a ser interrumpido. Quitó las manos de las cartas había estado usando y las llevó a su saco, sacó dos nuevas cartas y las lanzó al instante contra los nuevos invasores de su palacio, luego vio con pena como las paredes mágicas que rodeaban a sus invitadas se desvanecían.
Mientras la presión en su pecho desaparecía pudo observar lo que estaban haciendo sus dos invitadas y no podía estar más asqueado, el muro de plantas escarchadas que había usado para detener a los otros caería pronto y aunque era poderoso, no le quedaban suficientes cartas como para enfrentarse a las hermanas Clawthorne así que se apresuró a gritar:
—¡Escúchenme bien, repugnantes niñas estúpidas! ¡Voy a terminar lo que comencé, es una promesa! ¡Confío en que no te iras muy lejos señorita Blight! ¡Y Luz, voy a monitorear todo flujo de magia al mundo humano, si escapas allí, te juró que te seguiré y no pararé de matar inocentes hasta dar contigo!
Dicho esto, el muro cedió, el líder del senado se puso su máscara de vuelta y después de hacer un pequeño gesto de despedida hacia los recién llegados, la carta que había dejado bajo sus pies lo envolvió en un brillo naranja y desapareció con él.
Lilith y Eda estuvieron a punto de intentar rastrear al que acababa de escapar, pero se detuvieron en seco al ver como Gus y Willow salían corriendo hacia el centro del salón de baile.
—¡Luz!
—¡Amity!
Los gritos de ambos se combinaron mientras se acercaban a las nombradas, los dos brujos no pudieron sino comenzar a llorar al ver el estado de sus amigas, por un segundo incluso se le pasó por la mente lo peor, aun así, el leve respirar de ambas era de todo menos un alivio.
Las dos hermanas corrieron en la misma dirección y al ver la misma escena un aluvión de emociones distintas las invadió, venganza e ira por parte de la dama búho, remordimiento y miedo por parte de la líder del aquelarre del emperador; pese a esto ambas compartían una emoción: El dolor.
Cuando Luz abrió los ojos apenas podía sentir su cuerpo, todo le dolía al menos un poco y se sentía como haber despertado después de la peor pesadilla... Pero sabía que no lo era, que de verdad había pasado, que casi había terminado con su propia vida. Quizás no sonaba tan fuerte en ese momento, pero la voz que le decía que era inútil seguía susurrándole al oído, esperando el momento para subir el volumen, momento que se acercaba pues la culpa la comenzó a carcomer, lo último que recordaba era a Amity llorando encima de ella, o al menos eso era lo que creía recordar, pues sus propias lágrimas combinadas con la tensión del momento aún le impedían recordar esos momentos con claridad.
Se sentía débil, tanto emocional como físicamente, hizo un esfuerzo y al levantarse, lo primero que notó fue que no estaba en la casa búho, el lugar donde se encontraba era mucho más espacioso, limpio y ordenado al girar pudo ver que su cama no era la única en la habitación y no había modo de no reconocer a la persona echada al lado.
—¿A-Amity? —su voz sonó quebrada, se aclaró la garganta, pero antes de que pudiera volverla a llamar la nombrada volteó a verla enseguida.
Ambas se miraron a los ojos, pero esta vez la humana no pudo leer la expresión de su amiga, en ella encontró... ¿Dolor, confusión, quizás ira?, no lo sabía y el silencio la estaba sofocando.
La bruja observó a su compañera unos segundos más, se levantó y caminó hacia ella, la humana levantó la mirada conforme Amity se acercaba, a la distancia a la que estaba ahora, parecía más enojada que cualquier otra cosa, antes de que Luz pudiera decir cualquier cosa, su amiga la envolvió en sus brazos y la apretó con fuerza, como si se le fuera a escapar, somo si no fuera a verla de nuevo.
Era reconfortante saber que Amity aun la quería después de todo por la que la hizo pasar, un poco de su energía había regresado y Luz no dudó en gastarla en corresponder el gesto, aunque en este punto no podía respirar correctamente por lo fuerte que la estaba apretando la otra chica.
—No-no puedo respirar —musitó.
La de pelo bicolor, quien hasta ahora había estado con los ojos cerrados disfrutando de cada segundo abrazando a la humana relajó su agarre sin romper el abrazo, quería que durara más, se lo merecían.
Finalmente se separó un poco, aun agarrando los brazos de la humana, preguntándose si recordaría lo que habían hecho justo antes de desmayarse. En la cara de su compañera había una sonrisa rota, tenía la esencia de la morena, pero no en todo su esplendor.
—Amity... Yo... Yo lo... —tenía mucho que decir, pero era incapaz de ordenar la maraña de ideas en su mente.
—Shhh —la calló—, no digas nada... No es necesario, no quiero hablar de lo que pasó, no lo necesito, sólo... Sólo te necesito a ti ¿Sí? —dijo mientras apoyaba juntaba su frente con la de la humana y una expresión amarga se formaba en su rostro al recordar el horrible acontecimiento.
Para Luz era distinto, había tanto que decir, tantas emociones que expresar, tanto guardado que necesitaba salir.
—Pero...
—No, sólo... No —la volvió a interrumpir Amity—, sé que es difícil, pero... ¿Podríamos fingir que no pasó nada? ¿Podemos... podemos al menos intentarlo? —La bruja suplicó.
Tal vez no era sana, pero esa era la forma con la que Amity quería lidiar con los acontecimientos del castillo. La humana miró la triste expresión de su amiga, y en ese momento podría jurar que volvió a sentir que una presión en el pecho le apretaba el corazón una vez más.
—Lo intentaré... —aceptó con el mismo tono afligido.
La puerta de la habitación se abrió con un suave chirrido y por esta ingresó la dama búho, que corrió al instante hacia las chicas.
—¿Luz? ¡¿Estás bien?! ¡¿Estás bien?! ¿¡Te duele algo?! ¿Ese infeliz te maldijo de algún modo? -cuestionó.
Las dos chicas se separaron al escuchar la voz de la mayor y Luz se sintió abrumada por la cantidad de preguntas por parte de su mentora.
—Yo... —Antes de que pudiera continuar Eda se dio cuenta de que quizás esa no era la mejor primera interacción que podía tener con la niña después de lo que había sucedido.
—No necesitas responder ahora —enmendó—, sólo quería saber si ya te sentías mejor —añadió, incapaz de ocultar su preocupación.
Luz sonrió, lo que había sucedido era terrible y probablemente la perseguiría por mucho tiempo más; pero saber que tenía gente que se preocupaba por ella era incluso ante una adversidad como esta, un consuelo.
—Sí, ya me siento mejor —respondió mientras miraba a las dos brujas con una sonrisa que se asemejaba más a la que tenía cuando estaba realmente feliz.
—Bien. —La dama búho devolvió el gesto y se llevó una mano al pecho, feliz de que la sonrisa de un millón de dólares de su alumna no se haya perdido—. Me alegra que tu también te encuentres mejor... Amity —tanteó.
La nombrada se giró, a parte de que era la primera vez que la mentora de Luz pronunciaba bien su nombre, se alegraba de que desde que se hizo amiga de la humana, la rodeaban persona a las que le importaba su bienestar.
Eda nunca había sido una persona sentimental, pero ver a las dos chicas tomadas de las manos, una con un parche de curación para su nariz rota y la otra con uno debajo del ojo para su moretón, ambas miradas tristes, tratando de sonreír para ella... Eso... La superaba.
Cerró los ojos tratando de contener las lágrimas antes de decir:
—¿Podemos, intentar eso de "los brazos paralelos"?
—¿Hablas de un abrazo? -interpretó Luz.
—Sí, eso —confirmó todavía con los ojos cerrados.
La humana se levantó, ver a su tutora así le dio la fuerza que necesitaba para contrarrestar el dolor, aun tomando una mano de Amity, caminó hacia Eda, llevando a la bruja consigo. Una vez allí, Luz procedió a hacer lo que Eda había sugerido, la pequeña bruja también lo hizo, quizás no conocía a la dama búho como lo hacía su compañera, pero ese día no habría ningún abrazo que rechazara.
El momento duró unos segundos y una vez se terminó, la mayor les dirigió una mirada maternal a las dos niñas.
—Cuando estén listas, bajen... No están en problemas... —Eda sabía que debía ser cuidadosa con su elección de palabras—. Pero tenemos mucho de que hablar.
Las menores asintieron en respuesta. La dama búho salió y cerró la puerta tras de sí. Caminó por los pasillos del que había sido su hogar cuando era más pequeña, cuando todavía no estaba maldita. Era poseedora de una mixtura de emociones, pero toda nostalgia que pudiera sentir por su vieja casa era superada por todo lo que había sentido y aún sentía por lo que sucedió con las dos chicas que dejó en el cuarto de invitados.
Mientras bajaba las bellas escaleras blancas del lugar que ahora era habitado por Lilith, recordó como es que había llegado hasta donde está ahora.
—¡Abre! ¡Abre! ¡Abre! —gritaban Willow y Gus, mientras golpeaban la puerta (y a Hooty) sin piedad.
—Auch, está bien, está bien, no hace falta ser violentos —dijo el adorno mientras abría.
Los pequeños brujos se sorprendieron al inicio al ver que por lo visto estaban interrumpiendo una discusión entre las hermanas Clawthorne, sin embargo, no había tiempo para preocuparse por ello, sus amigas estaban en peligro.
Habían corrido hasta la casa búho y la primera en recuperar el aliento fue Willow.
—¡Eda! ¡Luz! ¡Castillo! ¡¡¡Ahora!!!
La nombrada levantó una ceja, era desconcertante que los dos pequeños amigos de la humana entraran de ese modo a la casa búho, pero fue entonces que las palabras de su hermana, quien estaba tan sorprendida como ella, cobraron más sentido.
—¿Disculpa? —respondió Eda sin entender lo que quería decir la bruja de pelo grisáceo.
—Lo que Willow quiso decir —dijo Gus, quien recién se había recuperado—, es que ¡Luz y Amity están en peligro! ¡En un castillo! ¡Un hechizo de fuego apareció de la nada y...!
—¡Detalles luego! —interrumpió la dama búho— ¡¿Dónde está ese castillo?!
Unos momentos después, Gus se encontraba guiando a Eda hacia el lugar mientras volaban en Owlbert. Willow y Lilith los seguían de cerca, volando en el bastón de la segunda.
Cuando finalmente llegaron, los menores se sorprendieron al no ver el hechizo de fuego que rodeaba el castillo.
Eda no perdió el tiempo e hizo explotar la puerta del monumental castillo para después ingresar a toda velocidad. El monumento era simplemente enorme, había demasiados pasillos y escaleras, pero eso no detuvo a la dama búho, quien comenzó a recorrerlos todos hasta que escuchó la voz de lo que supuso era un brujo:
—... ¡Mi corazón se detendrá al mismo tiempo que el de la perdedora! Así que, a menos que quieran morir y dejarme ir vivito y coleando, será mejor que comiencen a matarse.
La voz se escuchó todavía bastante lejos de donde había estado buscando Eda, pero incluso así puedo escuchar claramente lo que había dicho ese sujeto y eso le heló la sangre.
—¡Queda un minuto! —volvió a gritar el mismo tipo.
La dama búho volvió en sí y le ordenó a su bastón que acelerara lo más que pudiera, su hermana apenas podía seguirle el ritmo, cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad, pero cuando Eda encontrara al hombre que estuviera lastimando a Luz... Lo desollaría vivo.
Finalmente llegó al lugar de donde supuso vinieron esos gritos, se bajó del bastón rápidamente, preparándose para pelear, en ese momento notó que su acompañante se puso la máscara que había visto a Luz hacer hace algunos días. Esas alimañas tenían mucho que explicarle, pero eso sería después de asegurarse de que nada malo le pasara a la humana.
Lilith llegó unos segundos después bajándose al instante, lista para apoyar a su hermana y extrañada al ver al pequeño brujo ponerse una especie de máscara de robot. La mayor alcanzó a ver como su hermana pateaba con fuerza la puerta de lo que parecía un enorme salón de baile.
Los cuatro entraron, prestos para combatir, sin embargo, se detuvieron al ver como dos pequeñas cartas volaban hacia ellos, Eda se dispuso a protegerse del ataque, pero se llevó una sorpresa cuando las cartas simplemente cayeron frente al grupo y se convirtieron en una gruesa pared de plantas congeladas que los rodearon.
Reaccionando rápido, comenzó a canalizar un hechizo que derritieran los muros que los rodeaban, al mismo tiempo que escuchaba al sujeto gritar.
—¡Escúchenme bien, repugnantes niñas estúpidas! ¡Voy a terminar lo que comencé, es una promesa! ¡Confío en que no te iras muy lejos señorita Blight! ¡Y Luz, voy a monitorear todo flujo de magia al flujo humano, si escapas allí, te juró que te seguiré y no pararé de matar inocentes hasta dar contigo!
Escuchar esto fue la gota que derramó el vaso, el hechizo de fuego que estaba usando la dama búho aumentó su intensidad hasta límites insospechados, derritiendo todas las plantas que impedían el paso del grupo. Lo único que alcanzó a ver fue a un humano con máscara despidiéndose burlonamente antes de desaparecer, se dispuso a perseguirlo pero se detuvo en seco al escuchar como los pequeños brujos corrían hacia el centro de la habitación mientras gritaban los nombres de Luz y Amity; Eda se giró rápidamente, observó el estado de las dos mencionadas y antes de correr hacia ellas a toda velocidad, su corazón se detuvo por un segundo al considerar la posibilidad de perder a la pequeña niña que le había dado sentido a su burda existencia.
Las dos hermanas cargaron a sus alumnas en sus brazos mientras se subían como podían a sus bastones y esperaban que los otros dos niños se limpiaran las lágrimas y se fueran con ellas.
Lilith fue la que sugirió que fueran a su viejo hogar, pues ahí tenía suficientes camas y pociones medicinales que pudieran necesitar para tratar a las pequeñas. Eda quiso oponerse en un inicio, pero al recordar que en la casa búho el lugar donde dormía Luz era una especie de miserable manta-capullo que trajo de su mundo, se tragó sus palabras y le prometió a la inconsciente humana que le compraría una cama cuando todo estuviera resuelto.
Una vez en la vieja casa Clawthorne, acostaron a la bruja y la humana para después revisar que tan lastimadas estaban, Willow y Gus observaron con angustia como las mayores usaban hechizos para saber si alguna de las dos chicas tenía algún daño no visible. El daño más grave parecía encontrarse en la nariz de la humana, no estaban seguras de como pasó exactamente, pero definitivamente el hueso se había quebrado, lo que explicaba la gran cantidad de sangre seca en el rostro de Luz. Lilith atendió el moretón en la mejilla de Amity mientras Eda usaba su magia para acelerar el proceso de sanado de la fractura de su aprendiz, la ira la invadió mientras lo hacía, ¡¿Qué clase de degenerado sería capaz de lastimar así a unas niñas?!», frunció el ceño mientras miraba de reojo a la bruja de pelo verde, la dama búho no sabía porque alguien haría algo como eso, lo que sabía era que cuando le pusiera las manos encima a ese idiota, este terminaría con mucho más que una fractura y un moretón. Eda tuvo que respirar profundo para calmarse y cuando lo hizo decidió que ya era momento de que los pequeños brujos explicaran como exactamente llegaron a esto.
La líder del aquelarre del emperador estaba enojada consigo misma, de haberse esforzado por encontrar la casa de su hermana el mismo día en el que vio a su alumna en el hotel Willard, ni la bruja ni la humana se encontrarían en el deplorable estado en el que ahora se encontraban. Tenía esa sensación de impotencia que solo se tiene cuando se sabe que de haber hecho algo o tomado otra decisión todo habría podido ir a mejor, sin embargo, el tiempo era implacable y ya no se podía cambiar el pasado, a Lilith solo le quedaba adaptarse a su presente, que en este caso consistía en hacer lo mejor que pudiera para tratar a Amity Blight, su protegida, y a la amiga humana de esta. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de su hermana.
—Ahora ¿Alguno de ustedes puede decirme como exactamente sucedió esto? —preguntó Eda, dirigiéndose a los pequeños brujos.
Los dos intercambiaron miradas por un momento antes de comenzar su relato sobre todas las aventuras que habían vivido en su intento por descubrir la relación entre el Senado Sombrío y el padre de Amity.
Para las hermanas Clawthorne fue un tour de sentimientos, era imposible no enorgullecerse por la valentía y determinación de sus alumnas, así como era imposible no sentir que habían fallado al protegerlas. Eda pasó por mucho mientras escuchaba cada parte de la historia, al inicio su subconsciente quiso culpar a la pequeña Blight ya que ¿Por qué diablos Luz tenía que ayudar a alguien como ella en algo que para colmo era increíblemente peligroso? Pero, aunque la dama búho quisiera buscar otra respuesta, no pudo encontrar otra más que la que se encuentra en la pregunta misma: Luz... Luz siempre haría lo que fuera para ayudar a alguien, sea quien fuere y Eda lo sabía muy bien, era algo muy característico de su alumna. Aunque esto debería ser una virtud, situaciones como la actual eran exactamente la razón por la que la dama búho consideraba el altruismo como un defecto.
«A Luz de verdad le debe gustar esta chica, pensó Eda, si hizo todo esto... Si aguantó todo esto por ella... Vaya, ni siquiera yo habría hecho algo así ni en mis mejores días como adolescente descontrolada».
Lilith por su parte hizo su mejor esfuerzo para mantener su expresión neutral mientras escuchaba como su alumna lideró a un pequeño grupo de brujos contra el grupo de asesinos más peligroso de todas Las Islas Hirvientes. Sintió cada parte del relato y la emoción que más la abordó fue la ansiedad, por todo lo que habían pasado, no solo las dos niñas heridas, sino por todo el pequeño equipo de temerarios.
Una vez terminaron de contarlo todo, las mayores se quedaron en silencio se miraron y les dijeron a los chicos que salieran, pues tenían mucho que discutir.
Los ojos de Lilith se desviaron hacia su inconsciente alumna una vez más antes de comenzar a hablar.
—El sujeto que les hizo esto a las dos... Era el líder del Senado, esto es grave, muy grave.
—¿No? ¿De verdad? -respondió su hermana con sarcasmo.
Lilith resopló, sabiendo que Eda tendía a querer pelear con lo primero que tuviera en frente cuando se encontraba bajo estrés, pero esta vez no tenían tiempo para cosas tan infantiles. Recordó entonces la conversación que había tenido con su hermana en la casa búho.
—Tenemos que hacer algo para protegerlas —afirmó la mayor.
—Duh, ni bien mi niña despierte me la llevaré de aquí, estará a salvo conmigo y en cuanto tu pequeña sangre azul... Puede quedarse si quiere...
—Eso no va a funcionar Edalyn.
La nombrada levantó una ceja antes de cuestionar a su hermana.
—¿Qué quieres decir con que no va a funcionar?
La otra bruja se tardó en responder, pero si quería que las dos chicas lastimadas estuvieran seguras, tenía que hacerlo.
—El sujeto que les hizo esto a las niñas... Es el líder del senado, si es el quien las busca...
—¿Crees que ese palurdo es rival para mí? —se burló la dama búho.
—Tal vez él no, pero su ejército sí... No lo conoces, ese tipo está enfermo, es literalmente como si un niño caprichoso tuviera a la armada más poderosa bajo su mando y si quiere lastimar a Luz y Amity...
—Por supuesto... No puedo creer que halla olvidado que tú estabas tratando de hacerte amiga de ese grupo de psicópatas, a puesto a que tú conoces a ese maniaco a la perfección ¿No es así Lili? —dijo con agudeza.
La mayor estaba comenzando a irritarse por el comportamiento de su hermana, ella sabía porque hacía lo que hacía y no tenía motivos para justificarse con su hermana menor.
—El punto es, que no están seguras ni contigo ni conmigo... Maldición, no creo que estén seguras mientras estén en las islas...
—¿No escuchaste a tu amiguito? Literalmente le gritó que buscaría a Luz hasta su dimensión.
—No es mi "amiguito" y sí escuche lo que dijo.
—Quizás deberías terminar de unírteles, así quizás podrías poner veneno para ratas en el vaso de ese idiota.
Los comentarios de la dama búho eran cada vez más difíciles de ignorar y aunque la idea que tuvo no sonaba tan descabellada ya no era factible.
—Nos vio a ambas irrumpir en su castillo, así que ya no existe posibilidad de que pueda entrar al senado —Lo último lo dijo con clara molestia.
—Pues siento mucho haber arruinado tus posibilidades de formar parte del club de enfermitos psicóticos —ironizó.
Eso era todo, la mayor ya no soportaría esos escarnios por parte de su hermana.
—¡Mierda Edalyn! ¡La única razón por la que quería unirme al senado era para poder destruirlos desde dentro! ¡El líder del senado está planeando algo grande contra Bonesborough y unirme era la única oportunidad que tenía de hacer algo contra el senado! ¡¡Así que si dejaras de comportarte como una niña estúpida me harías un gran favor!! —exclamó, revelando sus intenciones para con el senado.
—¡Pudiste haberlo dicho antes! —respondió.
—¡No tengo por que decirte que es lo que voy o no a hacer! ¡Además lo sabrías si no fueras tan terca y te unieras al aquelarre del emperador conmigo!
—Jamás me voy a unir a tu estúpido aquelarre! —dijo con seguridad.
—Tan testaruda como siempre —afirmó de modo despectivo.
De pronto unos gemidos de dolor detuvieron en seco la pelea que estaban teniendo las hermanas, habían sido las dos niñas heridas, los gritos de las otras dos estaban interrumpiendo su descanso así que aun sin poder despertarse, ambas demostraron su incomodidad.
Las hermanas Clawthorne voltearon a ver a las pequeñas, notando como apretaban los ojos con fuerza. Esto fue por lo que Eda tuvo que guardarse su respuesta para más tarde y asegurarse de que su hermana no notara que estaba aliviada por saber la verdadera razón por la que quería unirse al senado. Lilith se dio cuenta de que pelear con su hermana en ese lugar no había sido muy inteligente por su parte, la miró aun con el ceño fruncido, pero se limitó a suspirar.
La mirada de la dama búho se apagó un poco al ver a su lastimada alumna otra vez.
—Entonces... ¿Qué sugieres Lili? —preguntó sin mirarla, sus ojos estaban clavados en las dos niñas.
La mayor se llevó una mano al mentón, y se sentó en el pequeño sillón que había en la habitación, repasó sus planes y contactos en su cabeza antes de decir lo único que parecía viable en ese momento.
—Debemos... —Aunque sabía que era lo mejor, le costaba aceptarlo y más aún creer que su hermana lo aceptaría—. Debemos mandarlas lejos, muy lejos de aquí.
El corazón de Eda se encogió por un segundo, no quería alejarse de Luz y menos de este modo.
—Iré con ellas —respondió.
—De hecho... No puedes...
La dama búho se enojó al escuchar eso.
—¡¿Por qué no podría?!
—Porque... Te necesito, Edalyn —admitió con pena.
De todas las respuestas que le podía dar su hermana, esa era la única que la dama búho no se esperaba.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso? —inquirió con tono preocupado.
—Escucha... Ahora ya no puedo infiltrarme en el senado y la información que puedo conseguir es limitada —comenzó—. No sé como o cuando exactamente, pero planean lastimar a mucha gente inocente, ellos tienen un ejército y el aquelarre no puede oponerse a lo que haga el senado... Yo quiero detenerlos, de verdad... Pero... Pero ahora la única opción es enfrentarlos directamente y yo... Yo... No podré hacerlo sola...
A Eda le tomó un momento procesar lo que su hermana le acababa de decir, la vio a los ojos y en ese momento se dio cuenta de que cada palabra que había dicho era cierta y si ese senado lograba poner en ese estado a la mismísima Lilith Clawthorne entonces significaban una amenaza de verdad. La dama búho le dirigió a su hermana una mirada compasiva.
—Pero, entonces, con quien irán...
—Hay alguien en el aquelarre que puedo mandar con ellas.
—¿Qué hay con los hermanos de la verdesita y los otros amiguitos de Luz?
—Tal vez también tengamos que mandarlos con ellas, aunque no estoy muy segura de que tan interesado esté el senado en esos los gemelos Blight... Sobre los otros dos, me alegra hayan usados esas máscaras extrañas, mientras el senado no sepa quiénes son, están a salvo.
La dama búho respiró con pesadez y cerró los ojos un momento antes de responder.
—¿Y a donde planeas mandarlas exactamente?
—Aun no estoy segura, pero por ahora creo que el puerto Bonetrousle es la mejor opción.
Lilith se quedó esperando una respuesta de su hermana, quien parecía haberse quedado absorta observando a su alumna otra vez, estaba por llamarla cuando esta salió del trance y habló.
—Bien... Supongo que... Les diremos cuando despierten.
La mayor sentía la misma preocupación que su hermana en esos momentos y al escuchar que el tono que uso Eda para decir lo último no era para nada su tono habitual, no dudó en consolarla.
—Yo también estoy preocupada... Los hechizos que usamos para sanar sus pulmones y heridas han funcionado a la perfección y por lo que sus amigos nos contaron, son dos niñas muy fuertes y valientes. —Puso una mano en el hombro de su hermana—. Mientras se tengan a ambas... Sé que estarán bien —dijo con dulzura, en el fondo dirigiéndose también a la relación que tenía con su hermana.
La dama búho tomó la mano que su hermana había puesto en su hombro y volteó a verla.
—No lo dudo Lili, no lo dudo —finalizó Eda, recuperando su sonrisa.
Amity tomó a Luz de la mano con fuerza antes de bajar las escaleras del nuevo lugar, acción que ocasionó que la humana se girara para ver a su compañera esperando encontrarse una sonrisa, lo hizo, pero solo para ver que la bruja no sonreía, es más su mirada estaba dirigida hacia las escaleras y su expresión suave se había convertido en una de enfado, antes de que la latina fuera capaz de preguntar algo, su amiga comenzó a bajar por las escaleras sin siquiera voltearse. Luz espabiló rápido y bajó al mismo tiempo, temiendo que la otra la jalara sin querer al estar tan absorta en su enojo.
Una vez en la planta baja las dos observaron la decoración de la sala, las paredes eran blancas, había una chimenea lista para usarse sobre la que había algunos adornos de pájaros, también notaron algunos cuadros que contenían fotos de sus mentoras cuando eran mucho más pequeñas, al final se giraron hacia las mismas, quienes estaban sentadas en los bellos sillones de terciopelo color borgoña, mirándolas con sonrisas que servían para ocultar la preocupación por como reaccionarían las dos ante lo que tenían que decirles.
—Tomen asiento, niñas —dijo Lilith con amabilidad.
Las dos obedecieron, Amity aun sostenía la mano de Luz con fuerza, detalle que Eda no pasó por alto. La dama búho observó los rostros de las menores, la humana parecía más descansada y calmada; contraria a la bruja, quien a parte de agotada, también parecía estar molesta. La dama búho quería preguntar, pero sabía que interrogar alguien que acababa de pasar por una experiencia traumática no era la mejor opción.
—¿Están seguras de que se sienten bien? ¿Ningún dolor o ardor extraño en el pecho? —añadió la líder del aquelarre el emperador.
Las dos negaron con la cabeza.
—Okay... Antes que nada, tienen que saber que Willow y Gus nos contaron todo.
Los ojos de Amity se abrieron de repente dispuesta a defenderse a ella y a Luz, aunque no fue necesario pues Lilith no la dejó hablar.
—Y no estamos enojadas —continuó—, o bueno tal vez... Lo estamos, pero no por sus, "excursiones", estamos enojadas porque no nos dijeron nada.
—Odio admitirlo, pero... Mi hermana tiene razón, Luz... Sé que no puedo detenerte de hacerlo, pero la próxima vez que arriesgues tu vida por cualquier razón ¿Podrías por favor hacérmelo saber?
La nombrada, bajó la mirada al instante, sintiendo que la estaban resondrando. Esto ocasionó que la dama búho cambiara su tono de voz de levemente enojado a uno más arrepentido, quizás estaba siendo muy dura con la humana, especialmente después de lo que había sucedido
—No te estoy llamando la atención Luz ¿Sí? Sé que tu harías lo que sea por tus amigos y eso no esta mal, solo... Te agradecería si confiaras en mí como para decírmelo.
—¡Confío en ti, Eda! —Luz exclamó al instante, con voz llorosa.
La nombrada se apresuró en arreglarlo.
—Lo sé, lo sé —dijo mientras la miraba, tratando de reconfortarla.
—No es culpa de Luz —aseguró Amity, notando lo emocionalmente frágil que estaba la latina—, es mía, fui yo quien decidió y organizó las infiltraciones, sé que fue estúpido y que puse en riesgo a mis amigos. Estoy... Estoy lista para asumir las consecuencias —aseguró, con una voz de falsa confianza que no cumplió con la tarea de disimular su dolor.
—No es culpa de nadie —detuvo Lilith, consciente de que la dirección a la que se iba la conversación no favorecería a nadie—. Escuchen, no las culpamos por nada, a ninguna de las dos, es más... Es sorprendente que 4 aprendices hayan podido hacerle frente a una situación como esta. Su capacidad de liderazgo es increíble, señorita Blight y por lo que escuché de sus amigos, Luz es una estratega muy ingeniosa —elogió—. Está claro que su última misión no fue exitosa, sin embargo, no tiene caso llorar sobre la leche derramada. Lo que nos queda es centrarnos en el ahora, y lo que sucede ahora es que mi hermana y yo no podríamos estar más aliviadas de que ambas estén sanas y salvas.
Lo que dijo la mayor calmó a Luz y Amity, incluso les alegró un poco que les halla dicho esas cosas lindas, ambas se tranquilizaron y entonces Luz habló.
—¿Dónde? ¿Dónde están Willow y Gus?
—Con sus padres, el líder del senado no los vio, pueden estar seguras de que nada les va a suceder —explicó Lilith.
Las dos sonrieron al escuchar eso, el problema era que la situación de las dos era distinta y eso borró la sonrisa de los labios de la bruja.
—A nosotras... Sí nos vio —dijo Amity.
—Eso es sobre lo que queríamos hablarles —respondió la mayor—, ya lo conversamos y creemos que lo mejor para ustedes es que salgan de Bonesborough por un tiempo.
—Pero ¿Qué pasará con nuestros estudios? Y mis padres ¿Ellos lo saben? ¿Saben lo que hicimos? -inquirió la preocupada bruja de pelo verde.
—No tienen que preocuparse por eso, soy muy cercana al director Bump por lo que sé que podrán continuar cuando regresen. Y no tienes que preocuparte porque tus padres se enteren, señorita Blight, en lo que a ellos les concierne usted estará en viaje de estudio organizado por mí —afirmó.
Sólo entonces la bruja se permitió respirar con normalidad, claro que no quería irse de Bonesborough, pero si su mentora lo había decidido, entonces sería lo mejor; una parte de ella incluso se alegraba de alejarse un tiempo, con la esperanza de poder despejar su mente de todo lo que sucedió recientemente.
Luz miró con pena a Eda antes de preguntar.
—¿Vendrás con nosotras?
La expresión en la cara de su mentora ya le había respondido con un no, ocasionando que la humana bajara la mirada una vez más. Eda esperaba que ese no se volviera un gesto recurrente en su alumna.
—Vamos, Luz, no será por mucho tiempo. Sólo necesitaremos algunos días para... Arreglar nuestros problemas con el senado. Para cuando te des cuenta estarás de regreso en la casa búho con King y conmigo —reconfortó mientras la miraba maternalmente con una sonrisa sincera.
—Irán con un guardia de mi confianza chicas, estarán bien y como dijo mi hermana, regresarán antes de lo que imaginan.
—Y... ¿A dónde iremos exactamente? —preguntó Amity.
—Pues, en el otro extremo de la isla hay un puerto llamado Bonetrousle, he oído que hacen los mejores emparedados de ambrosía —mencionó para tratar de distraerlas del hecho de que las estaba mandando al límite máximo de las islas.
—¿Cuándo nos iremos? —Luz fue la que preguntó esta vez.
—Cuanto antes mejor —respondió Lilith—, de hecho, planeábamos mandarlas esta misma noche. ¿Está bien?
—Estaremos bien —afirmó la bruja—. ¿Verdad, Luz? —preguntó mirándola, aún con esa expresión de enojo. Amity de verdad quería que la humana estuviera tan emocionada como ella por alejarse de todo por un tiempo.
—Sí —respondió, no sabiendo hasta que grado lo había dicho por hacer que la de pelo verde estuviera menos enojada.
Ambas fueron a sus hogares para empacar y a Amity no le agradaba para nada el hecho de estar lejos de Luz, sentía que si la dejaba, aunque fuera por solo un momento esta desaparecería. La bruja pensaba que la humana era frágil sin saber que en realidad solo se estaba proyectando en su amiga. Por lo que le dijo Lilith sus hermanos ya estaban enterados de su "viaje de estudios" y aunque estos no fueran con ella, la líder del aquelarre se aseguraría personalmente de que ningún miembro del senado se acercara a ellos de ningún modo; además de añadir que no tenía de que preocuparse pues sus hermanos, aunque traviesos, no habían hecho nada que pudiera causar que el senado se interesara en ellos.
—¡Felicitaciones por tu viaje Mittens! —dijo Edric fallando en no sonar sarcástico.
—Parece que ser tan aburrida finalmente está dando frutos —añadió Emira, mientras veía a su hermana agachada haciendo su maleta.
La menor tenía demasiado en su cabeza y en ese momento era incapaz de sentir algo con respecto a sus hermanos, no podía sentir ni molestia, ni enojo, simplemente nada. La fatiga emocional de verdad la estaba afectando y sus hermanos no pasaron por alto que ella no se inmutara en lo más mínimo por sus comentarios.
—¿Mittens? —llamó Ed.
Amity cerró la maleta, había terminado. Siguiendo las instrucciones de su mentora, empacó ligero pues les había dicho a las dos que era mejor así y que lo que pudieran necesitar lo compraran. El dinero no era problema ni para un Blight ni para Lilith Clawthorne.
—¡Amity! —la llamaron los gemelos ya algo preocupados de que sus otros llamados hubieran sido ignorados.
La nombrada dejó su laberinto mental por un segundo y volteó a verlos.
—¿Hmm?
—¿Estás bien? —preguntó Em.
—Claro ¿Por qué no lo estaría?
—Has estado algo distante ¿Qué pasó? —cuestionó Edric.
—Nada, no pasó nada —aseguró, pero la expresión agotada en su rostro no ayudaba con la mentira.
—Vamos Mittens, puedes decirnos —dijo la mayor con dulzura.
—¿Es sobre Luz? —adivinó Ed.
Por un momento la cara de seria de Amity se vio invadida con preocupación.
—No, no es sobre nada. Estoy bien —habló mientras recuperaba su expresión seria.
Los gemelos se miraron entre sí, algo le sucedía a su hermana lo sabían porque la conocían muy bien y porque tuvo un raro tic cuando nombraron a la humana.
—¿Peleaste con ella? —Esta vez fue Emira quien adivinó.
Aunque la de pelo bicolor hiciera su mejor esfuerzo para mantener la compostura, no podía hacerlo si sus hermanos seguían mencionando a Luz una y otra vez.
—¡No! —Les gritó, parecía estar furiosa de un momento para otro—. ¡No peleamos! ¡No es cierto! —Sus ojos se pusieron vidriosos y no podía controlarse— ¡¡Jamás pelearíamos!! ¡¡¡Luz y yo somos un equipo!!! ¡¡¡¡Yo jamás le haría daño!!!! —Había empezado a llorar mientras le gritaba a los gemelos- ¡Jamás! -Su voz se rompió al final.
Ed y Em se quedaron estupefactos, su hermana había ido de cero a cien en segundos y eso no era propio de ella, por su reacción sabían que habían atinado con su pronóstico, pero ni por asomo pensaron que Amity reaccionaría como lo hizo. Por lo visto, lo que sea que hubiera pasado, era mucho más grave de lo que creían.
Los dos miraron como su la menor había cerrado los puños con fuerza mientras trataba de disimular su llanto.
—Mittens —dijeron al unísono.
—Está bien, nadie cree que hicieras algo de eso —afirmó Ed, acercándose a ella.
Amity parecía no escuchar, sus hermanos hicieron por instinto lo único que pensaron que ayudaría y envolvieron a su hermana entre sus brazos.
—Déjalo salir —le susurró Em mientras la abrazaba.
Pasaron unos segundos durante los cuales solo se escuchaban tenues sollozos en la habitación.
—Sea lo que sea, sabemos que lo arreglarás hermanita —añadió Ed separándose para limpiar las lágrimas del rostro de la bruja.
—¿De... De verdad lo creen? —preguntó entre lágrimas.
—¡Claro que sí! Dinos ¿Hay algún problema que la gran Amity Blight no pueda solucionar? —le preguntó el brujo.
—¿No? —respondió con duda.
—Pero por su puesto que no —dijo Em con seguridad.
La bruja sonrió al escuchar las reconfortantes voces de los gemelos. Amaba a sus hermanos, posiblemente nunca se los diría, pero los amaba.
—Pero ahora ¿Quién será la mano derecha de mi ejército maligno? —preguntó King con tristeza.
—No me iré por mucho tiempo —le respondió la humana.
El pequeño solo hizo un puchero antes de replicar.
—¿De verdad es necesario que te vallas a ese viaje de ñoños?
Un escalofrío recorrió la espalda de Luz al recordar el porqué de su partida. Por un momento, no fue capaz de articular palabras.
—Lo es. Si quiero convertirme en una bruja tan poderosa como Eda, tengo que ir —afirmó sonriendo, tenía suerte de que King no fuera lo suficientemente atento como para notar que la falsedad en su expresión.
—Eda no estudió nada y ¡Mírala! —objetó el demonio.
—Eso es cierto —dijo la nombrada, quien había estado alistándole una mochila a Luz—, pero Luz es distinta a mi King. Ahora ¿Qué tal si traes uno de esos peluches tuyos para que la acompañe durante su viaje?
—¡Soldados! —la corrigió el pequeño, mientras abandonaba momentáneamente la sala para buscar lo que le dijo la dama búho.
—Es tan tierno —afirmó la humana.
—Sí... Ehem Luz... —A Eda le había comenzado a costar hablar—. No tienes que responderme ahora si no quieres, pero... ¿Cuándo fue que aprendiste tantos hechizos?
La nombrada no supo de que estaba hablando su mentora hasta que volteó a verla y entonces frente a ella, en las manos de la dama búho, la vio... La pequeña caja que contenía la baraja de cartas de sus pesadillas, la que casi usó para...
—Yo... —La humana comenzó a temblar, su expresión feliz se tornó en la que pondría una niña a la que le están gritando sus padres-, lo siento, no se hacer esos hechizos -su voz temblaba al igual que ella- lo... lo juro. Él me los dio, yo no quise...
La dama búho se dio cuenta entonces, de que lo había arruinado. Había encontrado la pequeña caja cerca de Luz el día en el que las rescataron, la tomó consigo y cuando encontró el tiempo, curioseó entre las cartas, dándose cuenta de que tenían una gran cantidad de glifos y descripciones que, hasta ese momento, había pensado que la humana había escrito. Pero no era así, por la reacción de su alumna, de algún modo esa baraja había sido parte del sujeto que la lastimó y Eda no podía estar más arrepentida de habérselas mostrado pues había ocasionado que esta llorara.
—Luz, yo no...
—¡¡¡No quise!!! ¡¡¡No tenía otra opción!!! ¡¡Lo siento!! ¡¡Lo siento!! -gritó entre lloros.
No era fácil hacer que la dama búho entrara en pánico, pero esto pudo con ella al instante. Se acercó a su discípula y la tomó de los hombros para traerla a la realidad.
—Luz, no hiciste nada malo...
—¡Sí lo hice! ¡Mamá me dijo que las personas que suicidan son cobardes! ¡¡Fui una cobarde!! -afirmó mientras apretaba los parpados con fuerza.
Eda se estremeció ante lo que había dicho su alumna o mejor dicho, ante lo que implicaba, «¡¿Acaso Luz había...?!». No, no terminaría la frase, ni siquiera en su mente, «Ella jamás haría algo como eso... ¿Verdad?».
Ninguna de las dos implicadas le había dicho a sus respectivas mentoras que era lo que había sucedido exactamente en el salón de baile del castillo y estas no preguntaron, con saber que las habían lastimado era suficiente. No querían forzarlas a revivir ese horrible momento, pero al parecer, las acciones de Eda terminaron por hacer esto último.
La mayor miraba a Luz con impotencia, no sabía como enmendar su error y lo único que pudo hacer fue hacer "la cosa de los brazos paralelos", la tomó entre estos y la apretó con fuerza.
—Puedes ser muchas cosas, Luz, inadvertida, ingenua y un poco tonta a veces; pero nunca, nunca una cobarde. Eres la persona más valiente que conozco y no me importa lo que hayas hecho, ni que es lo que sucedió, nada me hará cambiar de opinión sobre eso ¿Me oíste?
La dama búho pudo sentir como la humana asentía, aún con el rostro enterrado en su hombro, llorando como debió hacer mucho. El tiempo se detuvo para la bruja mientras consolaba a su alumna, ella nunca fue fanática de los niños por lo que nunca pensó terminar en la posición en la que estaba ahora y ahora que llegó a ese punto no lo cambiaría por nada en el mundo.
Los segundos volvieron a transcurrir con normalidad a medida que se separaban, Eda limpió las lágrimas de la mejilla de Luz.
—Gracias, Eda —dijo la humana sonriendo aún con los ojos vidriosos.
—Gracias a ti, Luz -le respondió—, por llegar a mi vida.
La morena no se contuvo y abrazó a su tutora solo un poco más.
King bajó las escaleras y regresó a la sala, con un peluche en sus patitas, su favorito de hecho. Se unió al abrazo sin decir nada. Cuando se terminó el gesto habló.
—Prométeme que cuidarás a François —le pidió a la humana mientras le daba el peluche de conejo.
—Lo prometo —respondió tomándolo y llevándose una mano al pecho a modo de juramento.
—Entonces él también cuidará de ti —añadió el demonio.
Era hora. Eda, Lilith, sus aprendices y los gemelos Blight se encontraban a las afueras de Bonesborough, al lado de un camino boscoso, había una carroza que Lilith consiguió personalmente del aquelarre del emperador y al lado de esta se encontraba uno de sus miembros, con su característica máscara, era el soldado de confianza de la mayor de las Clawthorne.
—Él es Tácet —La líder del aquelarre del emperador presentó al corpulento guardia del aquelarre-, es algo callado, pero las mantendrá seguras hasta que lleguen a Bonetrousle.
Las dos chicas se acercaron al guardia y entonces Luz habló.
—Hey, Tácet, soy Luz —Le sonrió.
El nombrado bajó la mirada, sus brillantes ojos naranjas brillaban a través de la máscara y parecía no ser muy alegre. La humana se rio incómodamente, pensando que no obtendría ninguna respuesta, pero de un momento para otro, sin previo aviso, el guardia se inclinó hacia ella e hizo una vistosa reverencia, para después tomar suavemente la mano de Luz y hacer el ademán de besarla como si fuera una princesa. Esto hizo reír a la latina y al volver a ver a los ojos a Tácet de algún modo estos le expresaron que él también sonreía debajo de la careta.
—Es todo un comediante —ironizó Lilith.
Luz y Amity se acercaron a sus tutoras otra vez y las miraron sabiendo que no se verían por un tiempo.
—No soy buena con las despedidas —dijo Luz.
—Pff, esto no es una despedida —negó Eda.
Luz le sonrió y la abrazó.
—Te extrañaré —le dijo Luz.
Eda resopló antes de añadir lo obvio.
—Yo también.
La dama búho se arrodilló para estar a la altura de la humana antes de decirle algo más.
—¿Estás segura sobre eso? —le preguntó con un tono agrio.
Su discípula se limitó a asentir. Eda miró a Luz con orgullo, feliz de en quien se estaba convirtiendo su aprendiz, se puso de pie y le revolvió el cabello cariñosamente.
—Asegúrate de no morir ¿Okay?
—Ese ese es el plan —le respondió, como ya lo había hecho antes.
Amity se hallaba frente a sus hermanos.
—Adiós —Fue lo único que creyó que podía decir.
—Que fría Mittens —dijo Ed—. La mansión no será lo mismo sin tus pequeñas rabietas.
—Pero no tienes de qué preocuparte —añadió Em—. Hallaremos el modo de llenar el vació que deja tu partida —dramatizó—, y ese modo definitivamente no será husmear en tu habitación.
—Definitivamente no lo será —se burló el brujo.
La bruja frunció el ceño.
—Manténganse alejados de mi habitación —les ordenó.
—Eso haremos —respondieron al mismo tiempo con un tono poco creíble.
—Ustedes no tienen remedio —les dijo Amity mientras rodaba los ojos.
Los gemelos se rieron antes de decir.
—Cuídate Mittens —le dijo Ed con una sonrisa.
—Y recuerda lo que te dijimos —finalizó Em, alejándose con su hermano, ambos le guiñaron el ojo a la menor antes de irse.
Amity se sonrojó al recordar lo que le habían dicho, se dispuso a caminar hacia la carroza, pero su tutora la detuvo.
—Señorita Blight —llamó Lilith, la nombrada se volteó, al ver el diminuto parche de sanación que tenía en la mejilla, decidió corregir su llamado—. Amity, ¿puedes venir un momento?
La bruja de pelo verde se acercó a su mentora, quien soltó un suspiro pesado antes de hablar.
—Sé que últimamente no he estado siendo precisamente la mejor tutora —dijo mientras rememoraba la ocasión en la que forzó a Amity a hacer trampa para ganarle a la humana, había pasado mucho desde entonces—, ¿Qué dices si... cuando regreses, tenemos algunas clases?
Los ojos de Amity se iluminaron.
—¡¿Pueden ser sobre abominaciones avanzadas?! —preguntó tratando ocultar su alegría.
—Pueden ser sobre lo que tú quieras —le respondió sonriente.
—Suena bien —respondió la menor, sonriendo.
La relación entre Lilith y Amity no había estado muy bien que digamos, para empezar, la confianza estaba rota por el incidente de la trampa durante el duelo por esto la bruja de pelo bicolor ya no respetaba a su tutora tanto como antes.
Luz y Amity se dirigieron a la carroza, ambas con sólo pequeñas mochilas en sus espaldas, Tácet se subió a la zona del conductor y preparó a los Ariones para partir. Ambas voltearon a ver a las hermanas Clawthorne una vez más, la humana hizo un gesto de despedida con la mano, que Eda no tardó en responder, la bruja de pelo verde a su lado la imitó y Lilith sonrió al saber que aún tenía la oportunidad de arreglar las cosas con la pequeña Blight, le devolvió la despedida y observó a las dos terminar de entrar a su transporte.
Mientras la carreta se alejaba, las hermanas se quedaron con un sentimiento agridulce, orgullosas de sus aprendices, pero preocupadas por la tormenta que se avecinaba.
Luz se había sentado frente a la bruja, el andar de la carreta las mecía suavemente. Las facciones en el rostro de Amity aún demostraban enojo y la humana quería, no, necesitaba hacer algo al respecto.
—¿Crees que el lugar al que vamos sea lindo?
—No necesitamos que sea lindo, sólo necesitamos que sea seguro —le respondió tajante.
—Oh, claro.
La latina estaba algo desconcertada ¿A dónde se había ido la tierna Amity que se encontró cuando despertó? ¿Dónde estaba la Amity que le dijo que lo único que necesitaba era a ella? ¿Por qué parecía estar usando ese tono neutral otra vez?, esto no le agradaba para nada a Luz. «Es mi culpa», pensó, «Debe haberse dado cuenta de que todo lo que nos pasó fue porque por mí». Luz comenzó a sentir ese dolor en el pecho otra vez, entristeciéndose al instante. «Ahora sabe que no valgo la pena».
—Luz —La voz de la bruja sacó a la nombrada de sus pensamientos al instante, que levantó la cabeza para verla—, ¿A qué se refería Eda cuando te preguntó si estabas segura de "eso"? —La interrogó.
—Pues —la humana no pensó que le fuera a preguntar tan directamente— Eda... —La latina miró a su compañera y la expresión que tenía parecía exigir respuestas—. Eda encontró... —No quería decirlo, así que simplemente sacó la baraja de su bolsillo—. Ella pensó que eran mías, le dije que no lo eran. Las traje porque...
Antes de que terminara la oración, la bruja le arrebató la caja de las manos de modo casi violento.
—¿Qué?... ¿Qué quieres hacer con esto? —la voz de Amity era temblorosa por el dolor de recordar, pero Luz pensó que era por ira.
—Pensé que quizás podría usarlas para... Aprender nuevos hechizos...
La bruja escuchó y luego vio la baraja otra vez, a su mente llegó la visión de Luz sosteniendo la carta frente a su cuello.
—No —negó Amity.
—¿No? —repitió Luz, con angustia.
—¡No! —le gritó la bruja, mientras apretaba la baraja entre sus manos, en su mente, el único uso que la humana podría darle es el de lastimarse.
La latina se encogió en su asiento, con los ojos vidriosos.
—¡No las necesitas! —gritó otra vez, intimado a la otra aún más. Quiso arrojar las cartas por la ventana, pero recién en ese momento, Amity notó el efecto que estaban teniendo sus palabras en la humana. Se estremeció al ver a Luz en ese estado, no era su objetivo lastimarla ¿Por qué no podía controlarse como lo hacía antes?
Amity quiso pedirle perdón, pero las palabras se atascaron en su garganta y se convirtieron en un nudo, sentía que si las decía, se quebraría, no podía darse ese lujo. Tenía que ser fuerte, por ambas. Desvió la mirada, se giró y subió ambas piernas al asiento juntando sus rodillas con su pecho. Trató de ignorar lo que había hecho mientas miraba el paisaje por la ventana y jugueteaba compulsivamente con la baraja en su mano.
Luz observó a la bruja, sabiendo que había sido un error traer las cartas. «Soy una estúpida», se dijo a sí misma. «Todo lo que hago es arruinar las cosas». Dirigió la mirada al suelo con pena.
El trayecto continuó y ninguna de las dos pudo decir una sola palabra, ninguna quería arriesgarse a estropear la situación todavía más, ambas se sentían en falta, ambas sentían culpa y la impotencia de no poder reparar sus errores. Los minutos pasaron y se convirtieron en horas, en algún punto sus miradas se tornaron borrosas, a la vista del dúo el suelo de la carroza se transformó en una mancha marrón y el paisaje en una serie de borrones verdes suavemente iluminados por un brillo azul oscuro, había anochecido.
La carreta se detuvo en el momento en el que las chicas en su interior cerraron los ojos, y esto las trajo de vuelta a la realidad. El momento abstracto se materializó cuando Tácet abrió la puerta y las invitó a salir con un gesto gentil.
Las dos bajaron, notando como ya había un campamento preparada por el guardia, quizás sus mentes no percibieron que pasó más tiempo entre el transporte parando y la puerta abriéndose.
—¿Por qué nos detuvimos? —preguntó Amity, su voz sonó resquebrajada y sus labios se habían pegado por no haberse movido en horas.
El miembro del aquelarre hizo una serie de gestos, primero señaló el camino, luego la luna en el cielo, y después gruñó como un monstruo. La bruja levantó una ceja al ver esto, no había entendido.
—¿Dices que si seguimos avanzando durante la noche nos puede atacar un monstruo? —adivinó la humana, los gestos le habían sacado una sonrisa.
Tácet asintió y cerró los ojos con alegría para después señalar la fogata en el medio del claro que iluminaba las dos tiendas ya armadas, sobre el fuego flotaban unas cuantas brochetas cocinándose, lucían deliciosas.
Luz se acercó rápidamente a la fogata, se dispuso a tomar una brocheta no sin antes mirar al guardia, quien le dirigió una mirada y un gesto que se traducían como: ¡Adelante, sírvete!
La humana tomó dos y se acercó a la bruja para ofrecerle una, tratando de sonreír, vio a su compañera y observó cómo, aunque su ceño seguía fruncido, sus ojos parecían tristes, Luz no sabía que "arrepentidos" era un término más preciso. Amity extendió su brazo como si lo acercara a un animal herido y tomó la brocheta, su compañera se alejó al instante y se sentó en uno de los troncos que rodeaban la hoguera, para después devorar su brocheta.
Mientras masticaba la carne de origen misterioso que deleitaba su paladar, la latina reflexionaba sobre como enmendaría las cosas. Le había costado mucho hacerse amiga de Amity en un inicio, cosa no muy alentadora; pero si pudo hacerlo una vez, nada la detenía de hacerlo de nuevo. «Esta vez seré cuidadosa, esta vez no la pondré en peligro ni le fallaré, esta vez... la haré feliz», repitió para ella misma.
Cuando Luz terminó de comer, levantó la mirada, encontrándose con los dorados ojos de Amity, quien se había sentado el tronco frente a ella y recién le había dado una mordida a su brocheta. La bruja la miraba hipnotizada, su expresión seria había desaparecido por primera vez en toda la tarde y parecía estar a punto de hablar.
—Luz -su voz estaba llena de remordimiento-, lo siento... Lo siento mucho, no quise gritarte. No debí reaccionar así, es sólo que.... No me siento bien... Pero eso no me da derecho a tratarte así. Yo...
—Está bien, Amity —le respondió—. No debí traer esas cartas, siempre tomo decisiones estúpidas, fue mi error -admitió, pensando que decía la verdad.
—No, no lo fue —negó para después sacar la baraja de cartas de su bolsillo, dejó su comida a un lado y se acercó a Luz, sin atreverse a seguirla mirando—Sé que estas no tienen un origen feliz... Pero también sé que si aprendes estos hechizos, estarás más cerca de cumplir tu sueño de ser una gran bruja. —Tomó una de las manos de su compañera y puso la baraja sobre esta—. Y yo no soy nadie para negarte eso —finalizó, soltando la mano de la humana con una caricia, aprovechando cada segundo que pudo pasar tocando su piel.
La humana cerró los dedos sobre la pequeña caja y luego miró a la bruja, se levantó en silencio y se sentó a su lado. Sacó las cartas de su caja, leyó las descripciones de algunas las cartas, encontró la que buscaba y la arrojó a las llamas, esta ardió al instante y el fuego brilló más fuerte por un segundo.
Amity se giró hacia Luz al ver lo que había hecho.
—Hay algunas cartas que son letales —dijo Luz—, voy a quemar todas las que lo sean. Porque si no lo hago. —Frunció el ceño—. Entonces seré como él -Arrojó otra carta a la fogata.
La bruja apoyó su mano en el hombro de la humana.
—Tu jamás serás como él -comenzó.
Luz giró a verla con incertidumbre, sus rostros estaban muy cerca.
—Porque tu eres Luz. —añadió Amity, bajando su mano para agarrar el brazo de la latina, quizás más fuerte de lo que debería-. Mi Luz —susurró.
Una vez terminó con su labor, la latina guardó la baraja, y se inclinó para recostarse en el hombro de su compañera y cerrar los ojos. «Huele como miel y canela», pensó Amity antes de apoyarse en la humana y cerrar los ojos también. El crepitar de la hoguera fue lo único que las acompañó durante el resto de la noche.
Cuando Luz despertó lo primero que notó fue que se encontraba en una de las carpas que Tácet había armado, estaba bien arropada y parecía haber dormido en una cómoda bolsa de dormir, al igual que Amity, quien aún se encontraba dormida.
La humana bostezó, se levantó y miró a la bruja, contempló su plácido semblante y observó cómo, al menos por ese fugaz instante, Amity parecía libre de cualquier problema o preocupación. La distraída mente de Luz pronto cambió su foco de pensar en lo linda que se ve su amiga dormida a preguntarse: «¿Cómo y cuando llegamos aquí? Lo último que recuerdo es que estaba en la fogata con...».
Un crujir interrumpió su cuestionamiento interno, cuando se volteó para descubrir el origen de este se encontró con algo que no pensó que vería en las islas hirvientes.
—Hola amiguito —saludó al pequeño minino, el pequeño animal tenía manchas negras y naranjas dispersas por el resto de su blanco pelaje, acababa de entrar a la tienda y había pisado una ramita antes de eso—. Que lindo —dijo Luz. El gato se acercó a ella con curiosidad, la examinó con la mirada y procedió a ronronear mientras se frotaba en una de las piernas de la humana—. Awww, sólo mírate, eres tan tierno. —Se quiso agachar para acariciarlo, pero el animal se separó y cruzó su mirada con la de la humana antes de caminar hacia otro lado—. ¿A dónde vas? —Su pregunta se respondió cuando el minino se acercó hasta la mochila de Amity y trató de meterse, siendo algo torpe como para entrar del todo, haciendo que Luz riera un poco— Me temo que tendrás que bajar de peso si quieres caber ahí —bromeó mientras se le acercaba, de pronto, el gato salió de la mochila rápidamente, con una bolsa en el hocico—. Awww, te vez adorable con esa.... —Luz ladeó su cabeza y tardó un poco en darse cuenta de lo que tenia el animal en la boca—. ¡¿Bolsa de caracoles de Amity?! —Se alarmó—. Espera amiguito, no querrás... —No terminó de hablar cuando el minino corrió a toda velocidad hacia el exterior de la tienda—. ¡Espera! —exclamó Luz, buscando sus zapatos con la mirada para ponérselos e ir en persecución del minino.
El grito que soltó la latina despertó a la bruja, somnolienta, se restregó los ojos antes de abrirlos definitivamente y ver como Luz parecía irse corriendo de la carpa.
—¿Luz? —Amity no estaba muy segura de que era lo que había sucedido, pero la humana gritando: "¡Vuelve aquí!" no era buena señal.
Sin tiempo para ponerse a pensar, la bruja se levantó como pudo para ponerse sus respectivos zapatos y buscar a su compañera.
La morena ya se había alejado bastante del campamento, persiguiendo al pequeño animal.
—¡Vamos! ¡Regresa! ¡Pspspsps! —trató de llamarlo, lo había perdido de vista— Solo quiero la bolsa de mi amiga de vuelta, te puedo dar otra bolsa si eso lo que quieres —negoció, un crujir delató al minino otra vez y la persecución se reanudó hasta que llegaron a lo que parecía el borde de un desfiladero, el gato se subió a una rama que sobresalía de este.
—¡Ja! ¡Se te acabó el piso! —se burló la humana, agachándose y tratando de alcanzarlo, pero el animal se alejó hasta el límite de la rama y se retrajo, por lo que Luz tuvo que sostenerse del borde y estirar su mano.
—¡¿Luz?! —Retomó el aliento, había sido difícil alcanzarla— ¿Qué-qué haces? —tartamudeó por el cansancio.
—Oh, hola Amity —le respondió, tratando de tomar la bolsa del hocico del animal—. Verás, encontré a este gato en la tienda y... ¡Ya casi! —Se distrajo en su intento de alcanzar la bolsa—Él tomó tu billetera... ¡Vamos!
—¿Mi qué? —preguntó no entendiendo la palabra.
—Ya sabes, donde guardas tu dinero y otras cosas de valor... ¡Ah! —Luz se acercaba cada vez más al borde.
—¡¿Mi bolsa de caracoles?! —inquirió preocupada, acercándose.
—Sí, eso. Pero no importa, estoy a punto de recuperarla —afirmó estirándose aún más.
Amity se dio cuenta de donde estaba exactamente su compañera y trató de convencerla de advertirle.
—¡Luz cuidado! —La bruja observó como la tierra donde se apoyaba Luz comenzaba a deslizarse.
—¡¡La tengo!! —celebró la humana, inadvertida de que su pie ya no tocaba el borde.
[Catfish and the Bottlemen - 2all]
La bruja trató de sostenerla antes de que sucediera la tragedia, pero no era tan veloz. Un grito agudo llegó hasta sus oídos mientras veía como Luz se caía.
—¡¡Luz!! —Cuando Amity se asomó al borde su corazón se detuvo por un momento al no ver señales de su amiga— ¡¡¡Luz!!! —Gritó otra vez.
—¡Estoy bien! —le respondió, las copas de los árboles que había abajo no dejaban que la bruja la viera.
—¡¿Estás segura?!
—¡¡Sí!! ¡Pero no encuentro tu bolsa de caracoles! ¿De casualidad ves al gato que estaba persiguiendo?
—¡¡¿Al qué?!! —preguntó no sabiendo a que se refería.
Un maullido le sacó un grito a la bruja y cuando se giró y no reconoció al animal que estaba frente a ella perdió el balance, cayendo por el mismo barranco.
—¡Al gato! —No hubo respuesta de Amity— ¿Amity? —Luz miró hacia arriba y su respuesta literalmente cayó del cielo, gritando.
La humana trató de preparase para sostener a la bruja, pero fue en vano, la fuerza de la caída las tiró a ambas contra el frondoso arbusto en el que había aterrizado Luz antes.
Amity aún trataba de normalizar su respiración después de la caída, poco a poco logró hacerlo...
—Auch —se quejó Luz.
—¿Hmm? —Recién entonces la bruja se dio cuenta de que estaba sobre la humana— ¡Oh, oh! ¡Lo siento! —se disculpó mientras se ponía de pie.
—Estoy bien jeje —respondió y se paró también, saliendo del arbusto.
La bruja frunció el ceño, lista para llamarle la atención, pero cuando vio sus ojos color avellana, su traza desaliñada y las hojas que tenía en el cabello, no pudo evitar reír.
—¿Qué es tan gracioso? —cuestionó la latina, mirándose a sí misma.
Amity caminó hacia ella con una sonrisa, acercó su rostro al de la humana y tomó las hojas de su pelo.
—Oh... —Luz revolvió el cabello para asegurarse de no tener nada más y antes de que le dijera algo a su compañera un maullido distrajo a ambas.
Las dos giraron y miraron al minino.
—¡Tú! —le reprochó la humana mientras lo señalaba y veía como la bolsa de caracoles colgaba de su hocico otra vez— ¡Devuélvela! —ordenó.
—¿Qué es... eso? —inquirió la bruja, poniéndose disimuladamente detrás de Luz.
—Es... ¡Un pequeño ladronzuelo! —exclamó antes de volver a perseguirlo.
—¡Luz, espera! —La nombrada ya se había ido.
Amity hizo un puchero de enojo antes de volver a correr detrás de su amiga. Finalmente la alcanzó, ambas estaban metidas en un espeso bosque y sus corazones latían a toda velocidad.
La humana estaba atenta, con los ojos entrecerrados, atenta a cualquier señal del animal pues lo había perdido otra vez.
—¡Luz! ¡Deja de correr! —ordenó una molesta bruja.
—¡Pero ese pequeño bribón se llevó tu...!
—¡Eso no importa! ¡Hay más dinero en el campamento! Tácet tiene al menos diez bolsas más como esa, me dio esa por si quería comprar algo en un pueblo cercano.
—Ehhh... Pero ese no es el punto ¡Esa era tú bolsa! -le respondió, haciendo énfasis en el "Tú".
—¿Y eso qué? —inquirió una irritada Amity.
—No voy a dejar que nada te quite algo o te lastime nunca más —aseguró—, ni siquiera si es una tierna bola de pelos.
Un rojo carmesí invadió las mejillas de la bruja por instante, borrándose cuando ella recordó lo que se había prometido a sí misma. Una vez más, su ceño se frunció y el tono de voz neutral regresó.
—¡Nos vamos! —exclamó como si fuera algo que ya había pasado.
—Pero...
—¡Pero nada! ¡Nos vamos! —tomó el brazo de la humana con fuerza.
La humana hizo una mueca de dolor que Amity ignoró para después comenzar a tirar de ella.
—¡Au! —se quejó la humana— Amity, me lastimas.
—Lo siento. —Eso último que dijo Luz tocó una fibra del ser de la bruja, quien volvió en sí; pese a esto trató de mantener su firmeza—. Pero tenemos que regresar al campamento —le dijo aflojando su agarre—. Tácet debe estarse preguntando donde estamos.
—Pero...
—¡Maldición, Luz! ¡He dicho que nos vamos! —Tuvo que contenerse para no volver a apretar el brazo de la nombrada— ¡¡No me importa esa estúpida bolsa de caracoles!!
En la mente de la humana, ese "Estúpida" estaba dirigido a ella, no a la bolsa con dinero. Sus ojos se pusieron llorosos antes de responder:
—¡¡No seas tan cruel!! —Miró hacia abajo intentando que su compañera no viera sus lágrimas—¡Sé que soy estúpida! ¡¡Y sé que estás enojada conmigo!! Por eso quería recuperar tu bolsa de caracoles... Quería probarte que aún valgo algo ¡Pero no puedo si me descartas desde un inicio! ¡¡Sé que lo arruiné todo!! ¡¡¡Sé que me merezco tu desprecio!!! Pero... Es muy difícil...
—¡¿Qué?! —El tonó de neutral de la bruja se rompió al instante. «¿Eso es lo que cree Luz? ¿Qué la desprecio?»— ¿Crees que estoy enojada contigo? —preguntó con voz temblorosa.
—¡Sé que lo estás! He notado como te has comportado desde que nos dijeron que tendríamos que irnos de Bonesborough por mi culpa, voy a compensártelo. Pero por favor... deja de ser tan cruel —su voz se quebró—. No lo hice a propósito —sollozó—, sólo quería ayudar...
La bruja sintió que quería golpearse a sí misma con fuerza, había roto su promesa en el intento por cumplirla, había hecho lo único que no quería hacer jamás... Había lastimado a Luz. No entendía a que se refería su amiga con lo último, pero no tenía tiempo de entenderlo, tenía que resolverlo.
—Perdón. —Sus ojos se llenaron de lágrimas por ver a Luz así—. Perdóname —le dijo con voz trémula—. Lo siento de verdad... No quise ser cruel... Lo siento. —Tomó las manos de la humana y las acarició tratando de reparar su error—. No estoy enojada contigo...
—¿De verdad? —preguntó entre lloros, levantando la mirada.
—De verdad —aseguró, ver a su compañera llorar la había hecho hacerlo también—, te di un mensaje erróneo, fui tonta y pensé que entenderías... ¿Pero, cómo podrías entenderlo si no te dije nada? Perdóname, no eres estúpida... Yo lo soy por hacerte pensar eso. —Luz sollozó un poco más, después do todo, le costaba tomar como cierto lo que le decía la bruja—. Por favor —La abrazó— Perdóname...
Le tomó unos segundos a la humana corresponder el gesto y dejar de llorar. Cuando se separaron Amity limpió las lágrimas de las mejillas de Luz antes de decirle:
—Hablaremos de esto en el campamento ¿Sí?
Luz asintió y ambas se dispusieron a caminar de vuelta al desfiladero, pero entonces...
—¡Chesnut! ¡¿Qué se supone que haga yo con esto?! ¡¿A quién se lo quitaste?! —Una voz resondró a la distancia.
La humana levantó la mirada al instante, sabiendo a lo que se refería el extraño, queriendo ir a ver. Pero no, no era momento. Aún tenía una maraña de sentimientos atrapados en su pecho y quizás debería dejar de encerrarlos con excusas de falsa valentía.
Amity escuchó la voz y notó el sobresalto de la humana, pensó que, como siempre, la humana sugeriría correr hacia allí y recuperar los caracoles, sin embargo, se llevó una sorpresa al ver a su amiga tambalearse en dirección opuesta, sus ojos habían perdido su brillo y tenía una mirada de derrota. Eso no estaba bien, nada bien, no se supone que Luz se rinda, así no era ella. Y si había algo al mismo nivel que lastimarla eso era obligarla a cambiar.
—Luz —la llamó sin moverse de su lugar.
—¿Sí? —Se volteó con pesadez.
—¿Quieres que recuperemos juntas esa bolsa de caracoles?
Los ojos de la humana se abrieron de par en par y su brillo regresó, para alegría de la bruja.
—Pero...
—Pero nada —la interrumpió con dulzura, sonriéndole-. Nadie se lleva la bolsa de caracoles de Amity Blight, así tenga diez. Así que... ¿Qué dices, humana? ¿Te unes a mí en esta cruzada? —le preguntó tomándola de las manos.
Luz sonrió y asintió enérgicamente, entendiendo la referencia a Azura que había hecho Amity.
Amity no se reconocía mientras corría al lado de la única persona que la podía convencer de hacer locuras. Le asombraba el hecho de que se dirigían al origen de la voz y ella sólo podía pensar en como daría lo que sea, literalmente lo que sea, con tal de ver a la humana sonreír.
Finalmente llegaron al lugar de donde procedía la voz y no estuvieron seguras de como reaccionar al ver a un brujo que parecía tener la misma edad que ambas. La piel de este era extremadamente blanca, su pelo era de color rosa chicle, vestía como si fuera de la realeza y parecía estar regañando al gato.
—Se supone que buscarías a alguien que pudiera ayudar, no... ¡Esto! —le dijo, señalando la bolsa de monedas y viéndolo con desaprobación.
—¡Se acabó rufián, devuelve esa bolsa de monedas! —le ordenó la humana, impostando la voz.
A Amity le divirtió la actitud de su amiga y ahora que veía al "ladrón", no le parecía ninguna amenaza.
—Disculpen. —El peli-rosado las ignoró—. ¡Ahora tendrás que devolverlas!
El gato miró a al chico como si estuviera levantando una ceja.
—... Espera un momento... —Volteó a ver a las dos chicas lentamente, las observó de pies a cabeza, tenía los ojos abiertos como platos, como si no pudiera creer la situación— ¿Ustedes? ¡¿Ustedes pueden verme?! —les preguntó incrédulo.
—Ehem... ¿Sí? —dijeron al unísono.
—¡No puedo creerlo! ¡¡Finalmente encontraste a alguien que puede ayudarme!! —le dijo al pequeño animal- ¿Quién es el pequeño salvador? Tú lo eres, tú lo eres —Acarició al minino.
Luz y Amity se miraron sin tener ni la más mínima idea de que era lo que estaba pasando ni qué le sucedía al extraño brujo que acababan de conocer.
—Eeeem, disculpa, no sabemos que es exactamente lo que te sucede —le dijo Amity—, pero estamos algo apretadas de tiempo... Así que... Lamentamos no poder ayudarte ¿Podrías darnos la...?
—¡Esperen! —gritó al instante, alarmando un poco a las dos. Dándose cuenta, se calmó antes de intentarlo de nuevo— Perdonen, es sólo que no había hablado con otra persona en mucho tiempo —aseguró—. Mi nombre es Harvey. —Les sonrió—. ¿Puedo conocer el nombre de mis salvadoras? -preguntó.
Amity estuvo por rechazarlo, pero la humana se le adelantó.
—Soy Luz y la bruja a mi lado se llama Amity —Las presentó.
Amity levantó una ceja y miró a su compañera con cara de "¿Por qué le dices nuestros nombres a un extraño (loco) a mitad del bosque?".
—Parece amigable —le respondió la humana, como si le hubiera leído el pensamiento.
—Luz y Amity —repitió Harvey, como si fueran palabras en otro idioma— ¡Luz y Amity! —gritó en celebración— No saben como me alegra conocerlas, necesito...
—Sí... Escucha —comenzó la bruja, interrumpiéndolo—: Estoy muy segura de que no te conocemos de ninguna parte y la verdad... No conocemos el camino de regreso al sanatorio de donde escapaste. —Lo trató como si se tratara de un desquiciado—. Así que... Si pudieras sólo devolvernos la bolsa.
Luz no estaba segura de querer seguirle el juego a Amity, claro que ese chico parecía algo loco, pero parecía necesitar ayuda ¿No estamos todos locos en alguna medida?
—Harvey ¿Verdad? —dijo Luz— ¿A qué te refieres con que "podemos verte"? —le preguntó.
—Luz, no le sigas el juego al loquito —le dijo la bruja entre dientes, tratando de que el peli-rosado no la escuchara.
—Oh, oh... Es que. —Harvey parecía desesperado por explicarse, pero no encontraba las palabras correctas—. ¡Es complicado! Se los explicaré todo cuando vayamos a...
—Déjame detenerte ahí —volvió a interrumpir Amity—, no iremos a ningún lado contigo.
La sonrisa del brujo se desdibujó en una mueca triste, cosa que la humana notó.
—¿A dónde quiere que vayamos? —le preguntó.
—Luz... —Antes de que la bruja volviera a regañar a la humana el brujo habló.
—¡¡A Cálico!! —le respondió enérgicamente— Se puede ver desde aquí —afirmó con una sonrisa nostálgica mientras se asomaba entre unos árboles para ver algo.
Luz miró a Amity y esta le dijo.
—Nunca oí de un lugar llamado Cálico —aseguró—, y tengo muy buenas calificaciones en geografía —añadió.
La humana levantó los hombros con indiferencia y después de dirigirle una mirada desafiante al gato se acercó al lugar por donde Harvey se había asomado.
—¡Wow! —exclamó Luz— Amity tienes que ver esto —la llamó.
La bruja resopló, no podía decir que no cuando Luz usaba ese tono y el brujo loco no parecía ser una amenaza. Notó que el animal extraño había tomado la bolsa de caracoles otra vez, sin más opción se acercó y entonces, a través de unos árboles, mirando hacia abajo, en una meseta, se encontraba una bella e imponente ciudad, con luces vibrantes y edificios de muchos tamaños. La arquitectura de un Castillo sobresalía de lo que parecía ser una calavera, muy distinta y mucho más pequeña que la que poseía el gigante del resto de las islas.
—La bella Cálico —Harvey suspiró.
—Bien... Es una ciudad muy linda... ¿Qué tal si regresas a ella y nosotras regresamos a lo nuestro? —le preguntó.
—Pero... Necesito su ayuda —dijo con pena.
—Encontrarás a alguien más que te pueda ayudar —le respondió.
—Tal vez... Pero, he esperado por tanto tiempo...
—Si pudiste esperar hasta ahora, no te hará daño esperar un poco más...
Luz no estaba de acuerdo con lo que decía su compañera, pero sabía que no podían lanzarse a ayudar a un raro brujo con pelo rosado cuyo gato les había robado ¿Verdad?
—Oh ya veo —respondió con tristeza—, quizás solo debería devolverles la bolsa y esperar al siguiente ¿No es así? —dijo, resignándose.
—¡Sí! Ya nos comenzamos a entender, así que ¿Nos la devuelves de una vez?
—Bueno —habló decaído, miró a su gato, luego a las dos chicas y entonces vio como la humana (detalle que no había notado hasta ese momento) le decía algo con la mirada, como si le pidiera que hiciera algo, algo que hiciera que tuvieran que quedarse.
El peli-rosado se agachó disponiéndose a tomar la bolsa del hocico del minino y entonces...
—¡¡Chesnut, corre!! —le dijo al animal antes de empezar a correr en dirección a la ciudad.
Amity se quedó estática en su lugar, pensando en que el brujo que acababa de conocer estaba loco de remate. Antes de que dijera algo, la humana se apresuró a ponerse en frente de ella, comenzando a trotar.
—¡¿Qué espera, señorita Amity?! ¡Nuestra cruzada aún no ha terminado! —le dijo antes de comenzar a perseguir al brujo y al animal.
—¡Pero Luz! ¡¿Qué hay de Tácet?! —inquirió corriendo a su lado.
—Pfff, estoy segura de que es de los que se levantan tarde... Volveremos antes de que se dé cuenta —dijo con confianza.
Amity decidió creer esa pequeña mentira. Siempre que estaba con Luz terminaba envuelta en cosas así y aunque su cerebro le gritaba con todas sus fuerzas que usara la razón, su corazón ganaba la batalla haciéndola seguir a la humana a donde fuera.
El guardia del aquelarre del emperador se levantó muy temprano y desde su carpa vio como la humana salía de la suya, persiguiendo un pequeño y peludo animal, seguida por la bruja, quien también corrió. Se rio para sí después de ver la cómica persecución. Perdió de vista a las niñas por un momento, treinta segundos después corrió en la misma dirección y no las vio por ninguna parte ¿A dónde se habían ido? ¡No podía fallarle a la señorita Clawthorne!, rápidamente fue hacia la tienda del dúo hizo un círculo de hechizos, tomando un poco de la esencia de ambas del lugar donde habían dormido, al instante, huellas de color verde y amarillo aparecieron en el suelo, mostrando el camino que habían tomado las dos.
Tácet se apresuró en seguir las huellas y encontrar al dúo lo antes posible.
Amity y Luz seguían persiguiendo al brujo peli-rosado, viendo como él y su mascota entraban a la ciudad por una de sus calles, lo siguieron, llegando a una especie de plaza llena de gente, apenas tuvieron tiempo de extrañarse al notar que todos los brujos de allí, traían consigo gatos de todos los tamaños y colores, la bruja se sorprendió mientras la humana pensó que encontraría a como de lugar la tienda de mascotas de donde toda esa gente sacó a los mininos.
Avanzaron entre la multitud, sin entender como es que Harvey era tan bueno para pasar entre la gran cantidad de personas, al no poder frenar a tiempo, terminaron chocando con alguien.
—¡Tengan más cuidado! ¡¿Forasteras?! —dijo un brujo que parecía ser una especie de vigilante, un gato rechoncho estaba sentado en su hombro.
Amity dedujo que podía ayudarlas.
—Lo sentimos, pero ¡El tipo que está por allá nos robó! —exclamó señalando a Harvey, quien al darse cuenta de donde estaban las dos corrió hacia ellas haciendo señas con sus manos.
—¿Un ladrón?
—Sí, está por allá ¿No lo ve?
El brujo peli-rosado se acercó sin temor al guardia.
—Amity... Espera —trató de decirle.
—¡Está justo detrás de usted! —dijo la bruja.
El brujo mayor se giró y al no ver a nadie se volvió hacia el dúo con el ceño fruncido.
Luz se había preocupado por Harvey, pero ahora sólo estaba confundida al ver la reacción del guardia.
—¿Me estás tomando el pelo, niñita? —preguntó el guardia.
—¿Qué? ¡No! ¡Está justo detrás de usted! ¿Cómo es que no lo ve? —inquirió molesta.
El guardia se volteó una vez más, pero al no ver nada se giró con molestia.
—¡Ya veo! ¡Parece que tenemos dos extranjeras bromistas!
—Amity, él no puede... —Harvey intentó decir.
—¡¿Qué no lo escucha?! ¡Está hablando en este momento! —dijo con impotencia.
—Bien, es suficiente, una noche en una en las celdas le hará respetar la autoridad —dicho esto, su gato maulló y unas esposas mágicas envolvieron las muñecas del dúo.
—¡Pero qué! —se quejó la bruja al notar que no podía hacer magia
Luz estaba tan sorprendida como Amity, mientras el guardia usaba más magia para encerrarlas en una burbuja de levitación y llevarlas a otro lugar, vio como el brujo peli-rosado las miraba con arrepentimiento.
Tácet siguió las huellas, casi le da un soponcio al ver que habían caído por un acantilado. Afortunadamente, parecían haber aterrizado en un arbusto y desde allí, las huellas seguían.
Caminó hasta llegar a una parte sin árboles y entonces vio Cálico, un lugar lleno de viejos recuerdos para él. Notó que las huellas se dirigían a la ciudad y entrecerrando los ojos observó como a lo lejos, dos chicas corrían como si persiguieran algo, al frente de ellas no había nada y cuando vio que entraban a la ciudad levantó una ceja como diciendo: "¿Esto es en serio? No les costaba nada decirme que querían ir a la ciudad, esas niñas tienen problemas de comunicación".
Resopló debajo de su máscara y se dispuso a regresar, deshacer el campamento e ir a la ciudad con la carroza, no sería difícil encontrar a las niñas con el hechizo que usó antes y había muchas razones por las que Cálico era un lugar seguro para cualquiera que no estuviera con el senado, de hecho, Tácet tendría que cambiar el color de su armadura para entrar. Cualquier aliado del emperador Belos no recibiría una "cálida bienvenida" si entraba ahí.
¡Clank!, fue el ruido que hizo la celda al cerrarse frente a la humana y la bruja. Amity aún mantenía en su rostro una mueca de consternación, no pudiendo creer lo que había sucedido.
—¡¿Puedes creerlo?! Literalmente estaba frente a él y ¡No lo vio! —se quejó.
—Pues... ¿Recuerdas que cuando lo conocimos, se sorprendió de que pudiéramos verlo?
La de pelo bicolor lo recordó, pero eso no explicaba la situación del todo.
—Oh, pero entonces... ¡¿Qué es exactamente lo que sucedió?!
Luz levantó las manos en señal de que tampoco lo sabía.
La bruja hizo un puchero y miró las esposas que aún ataban sus muñecas. La culpa estaba por invadir a la humana otra vez, Amity notó que la tristeza comenzaba a asomarse en el rostro de su compañera, pero antes de que pudiera consolarla una voz que comenzaba a odiar llegó a sus oídos.
—Uff, que bueno que las encontré —dijo Harvey, del otro lado de los barrotes. Chesnut estaba sentado en su hombro, lamiéndose.
—¡Explícate! ¿Qué clase de hechizo de invisibilidad usaste?
—¿Hechizo?
—Sí, y agradece que estoy esposada porque si no fuera así... —amenazó.
—Okay, okay, les explicaré todo.
La bruja lo miró con enojo y Luz con atención.
—Verán... Sé que es difícil de creer, pero... —suspiró antes de continuar—. Estoy muerto —afirmó.
—¡¿Qué?! —dijo Amity.
—¡¿Eres un fantasma?! —preguntó la sorprendida humana.
—Algo así. —hizo una pausa antes de continuar—. Lo que les voy a contar es bastante extenso así que... Yo me sentaría si fuera ustedes.
La bruja estaba por reclamar, pero cuando vio que su compañera ya se había sentado mirando al espectro con ese brillo en sus ojos, no le quedó otra que rodar los ojos y sentarse a escuchar lo que el peli-rosado tenía que decir.
—Yo... Era el príncipe de Cálico —comenzó, revelando el porque de su vestimenta—. Vivía en el castillo con mis padres, pero... Todo cambió cuando mamá murió —dijo con pena—, me dolió demasiado perderla, pero mi padre... Nunca pudo superarlo, él la amaba demasiado y cuando ella se fue... Enloqueció, se obsesionó con el poder, me dijo que si llegaba a reunir el suficiente, podría traer a mamá de regreso —relató con dolor—. Pero hasta yo sé que eso no es posible. Un día, él enfermó y pensó que moriría... Le dije que si pudiera, le daría mi salud... Nunca... Nunca imaginé lo que pasaría después. —Su mirada estaba clavada en el suelo y su tono era angustioso—. Él me asesinó... —Luz se sobresaltó, nunca pensó que un padre pudiera hacer eso. Aunque lo negaría después, Amity había comenzado a empatizar con el brujo—. No estoy seguro de como lo hizo, pero... Sé que tomó el resto de mi tiempo de vida y lo encerró en la gema de su segunda corona. De algún modo mi alma se quedó atrapada en este plano y desde entonces sólo Chesnut puede verme y escucharme —afirmó mientras miraba al minino—, traté con todas las personas del reino, pero no logré nada. No puedo alejarme de los límites del reino, pero él sí —acarició al gato—, he pasado los últimos tres años teniendo la esperanza de encontrar a alguien que pudiera verme y no saben cómo me alegra haberlas encontrado —les sonrió.
Luz se puso de pie, pasó su mano a través de los barrotes y trató de apoyarla en el hombro de Harvey, sólo para atravesarlo.
—Ups, lo siento —se excusó.
—No te preocupes —le respondió.
—Entonces —continuó Luz—. ¿Quieres que te ayudemos a llegar al otro plano? —adivinó la humana.
—¿Qué? ¡No! Ya es muy tarde para mí —admitió apenado—, no se cómo, pero lo sé. ¡Necesito que alguien me ayude a detener a mi padre!
Las dos chicas lo miraron interrogativamente.
—Olvidé esa parte... He estado observando a mi padre durante todo este tiempo y no ha hecho más que empeorar, trata al pueblo de manera cada vez más austera y lo que es más preocupante... Está planeando atacar Bonesborough, para derrotar a Belos y quitarle su poder.
En ese momento eso no sonaba tan mal para las dos, cosa que Harvey notó.
—Intuyo que no son muy amigas del emperador... Yo tampoco, pero el problema está en que no tenemos la fuerza para derrotarlo. —Se apresuró en explicarse—. Por años Cálico a funcionado como un estado independiente al reinado de Belos, en nuestro territorio, tenemos la fuerza suficiente para repeler cualquiera de sus intentos por conquistarnos, pero si vamos a atacarlo a su palacio lo único que conseguiremos será que maten a nuestro ejército y que tomen la ciudad... ¡Sería el fin de Cálico! —exclamó exasperado.
La bruja y la humana entendieron al instante lo que les había dicho el fantasma.
—Pero ¿Qué podemos hacer nosotras?
—No lo he pensado aún... —admitió—. No hay mucho que pueda hacer en este estado, sólo Chesnut puede tocar cosas en el mundo real y aunque hace lo mejor que puede, tampoco puede hacer demasiado con esas patitas... ¡Maldición! Todo este tiempo me concentré tanto en encontrar a alguien que pudiera verme, que no pensé en qué haría cuando lo encontrara. Soy un tonto —Se volteó para no ver a las chicas.
La humana estaba triste de escuchar esto último, se giró hacia Amity y vio que ella estaba igual de triste. Se acercó a ella y le dijo:
—Quiero ayudarlo... Pero, no se cómo —habló triste—. Creo que... Esta vez no podré...
—¡Te ayudaremos! —le dijo la bruja a Harvey.
—¿Lo-lo dices en serio? —tartamudeó.
La bruja asintió y miró a una estupefacta Luz, quería enmendar sus errores y hacerla feliz, si para hacer eso tenía que ayudar a un príncipe fantasma a detener a un rey loco, entonces eso haría.
—¿Pero cómo lo haremos?
—Eso lo resolveremos luego —dijo Luz—, pero antes, tenemos que salir de esta jaula y hablar con nuestro... —buscó un término apropiado-. Cuidador, verás... Cuando tu gato robó la bolsa de Amity, básicamente nos fuimos sin avisar.
—Oh, claro, claro... Esperen, las sacaré de aquí... —les dijo, no habiendo entendido la palabra que había usado la chica humana para referirse a Chesnut y alejándose de la celda por un rato.
Amity se giró feliz por escuchar lo responsable que había sido Luz con esa última frase, intercambiaron sonrisas y la humana se sentó al lado de su compañera.
La de pelo verde sintió como su compañera se echaba en su hombro otra vez y entonces pensó en como ella siempre estaba dispuesta a ayudar, puede que esta vez tuviera que intervenir para que esto se mantuviese así, pero, de cualquier modo, era una cualidad que amaba y no dejaría que la perdiera jamás.
Esperaron unos minutos hasta que finalmente Harvey regresó. Su gato traía unas llaves en el hocico, pasó entre los barrotes y se los entregó a Amity, quien después de un par de intentos se libró de sus esposas y abrió la jaula congelando el seguro con un hechizo, sólo para asegurarse de que sus poderes estaban bien.
Las dos salieron y caminaron por el pasillo de celdas de la pequeña delegación. Al llegar a una esquina, se toparon con el guardia y su gato, totalmente dormidos, en su escritorio yacían un café y un buñuelo a medio comer. El gato parecía roncar como su dueño y las chicas se aseguraron de pasar caminando de puntillas para no ser descubiertas.
Una vez en el exterior, observaron como a nadie parecía importarle que dos extrañas salieran de ahí, había muchas personas y mininos, pero todas estaban ocupadas en lo suyo.
—Bien, ahora... Tenemos que volver para decirle a Tácet —dijo Amity.
—No creo que sea necesario —le respondió Luz, mirando a la figura parada detrás de la bruja.
—¿A qué te refieres? —Notó a donde se dirigía la mirada de su compañera— Oh... Ya veo.
Al girarse se encontró al guardia con las manos en las caderas en señal de enojo. Harvey entendió a que se referían las dos con "cuidador", pues no imaginaba que ese fornido caballero fuera el padre de alguna de ellas.
Tácet hizo una serie de señas en el aire, que básicamente servían para preguntar: "¡¿Por qué no me dijeron que se irían?! ¡¿Acaso querían escaparse o algo así?!"
—Lo sentimos —se disculpó Luz—, pero estábamos persiguiendo a un ladrón y... Se nos fue un poco de las manos —explicó mientras se giraba hacia el brujo peli-rosado.
El brujo mayor miró hacia donde se había girado Luz y le pareció extraño no ver a nadie. Recordó que las vio correr muy rápido y al levantar la mirada, vio que el lugar de dónde acababan de salir las chicas era el "Departamento de seguridad de Cálico #34", supuso que habían atrapado al ladrón y que si no había visto a nadie delante de ellas antes era porque les llevaba mucha ventaja. «Estas niñas son hábiles», pensó. «Aunque tiene sentido que lo sean si se metieron con el señor Weierstrass».
El mayor se pellizcó el tabique de la nariz y rodó los ojos, las chicas recién notaron el cambio de color de su traje de plomizo a plateado con azul. Levantó su pulgar señalando una posada cercana y volviendo a subirse en la carroza que había dejado preparado para partir.
—Espera —lo detuvo Luz—. ¿Estás diciendo que nos quedaremos en la posada esta noche? —preguntó, no segura de lo que quiso decir su cuidador.
Él asintió y les dirigió una mirada que se leía como: "¿No era eso lo que querían al venir aquí?".
—Oh, bueno. Nos vemos —se despidió la humana.
El brujo se despidió con la mano y se dirigió al lugar señalado. Dejando a las dos chicas y al fantasma sorprendidos con lo mucho que podía decir con la mirada.
—Bien —comenzó Amity—, supongo que... Ahora podemos pensar en qué hacer con tu padre —Se dirigió a Harvey.
—Pues, él está en el castillo Feline —le respondió.
—Pues, empecemos yendo allí —sugirió, no es como si tuvieran una mejor idea o plan para ayudar al espectro.
—¡Síganme! —dijo el brujo con alegría, comenzando a caminar.
Las dos se miraron un momento y comenzaron a seguirle el paso. Avanzaron por muchas calles, maravilladas con lo grande que era la ciudad, comparada a lo que pequeña que parecía desde el terreno elevado.
—Y... —comenzó Luz mientras caminaban—. ¿Puedo preguntar de dónde es que todos en esta ciudad sacan a los gatos que traen con ellos? —le preguntó a Harvey, no pudiendo contener su curiosidad.
—¿Con "ga-tos" te refieres a nuestros Paramürrs? —le preguntó de regreso, sin detenerse.
—¿Sí? —respondió dudosa de la palabra usada por el brujo.
—Debe ser algo raro para forasteras como ustedes verlos, pero aquí es algo normal, verán... Cálico está construida sobre los restos del acompañante animal del gigante que forma el resto de las islas, la ciudad está conectada a su fuerza y su poder, cuando naces aquí una parte de tu alma se desprende y se manifiesta en uno de estos —explicó mientras acariciaba al minino en su hombro—, cada uno es único y tiene una habilidad característica especial —añadió.
La bruja escuchaba con atención cada detalle de lo que dijo el fantasma, algo sorprendida de que no les hayan dicho nunca sobre ese lugar en la escuela.
—¿Cuál es la "habilidad especial" de...? Chesnut ¿Verdad? —cambió la pregunta al final, insegura del nombre del animal.
—Pues, Chesnut puede... Creo que es más fácil si se los muestra —afirmó—. ¿Qué dices amiguito? ¿Le muestras a nuestras nuevas amigas lo que puedes hacer?
El felino sucumbió con desgano a lo que el brujo le pidió y se giró hacia las chicas detrás de ellos. Las dos lo miraron expectantes, el gatito saltó del hombro de su dueño, maulló y al instante se convirtió en un charco con los colores de su pelaje, se parecía mucho a una abominación antes de ser invocada, al menos en cuanto a viscosidad, aunque se podían ver en el charco sus ojos verdes.
—¡Wow! —La humana estaba fascinada— Es un gato slime.
—No se que significa eso —le dijo Harvey, que al igual que Amity, no había entendido la palabra que usó Luz—, pero puedes llamarlo así si quieres.
—¿Cada Paramürr hace algo distinto? —preguntó la bruja mientras observaba la curiosa forma del minino.
—Así es, por ejemplo, el del guardia que los atrapó, tenía habilidades para inhibir la magia de otros, algo muy útil para su empleo ahora que lo pienso.
—Interesante —habló una maravillada Amity— mientras veía como se acercaban cada vez a la calavera en medio de la ciudad, cuya procedencia recién había entendido.
Finalmente, el peli-rosado se detuvo, admirando la gigante construcción que se alzaba frente a ellos. Para Luz, el castillo se parecía al que tendría un vampiro clásico, sin embargo, contrastaba con el ambiente urbano a su alrededor ya que, a diferencia de otros palacios, este estaba encajado en medio del pueblo, sin ninguna muralla que lo rodeara, casi siendo vecino de los edificios aledaños. La vereda frente a este era bastante transitada.
—Es un gran castillo —habló la humana mientras levantaba la mirada para ver las altas torres.
—Solía ser un hogar —dijo Harvey con melancolía. Suspiró con pesadez—. Siento no poder hacer más —dijo mientras se giraba.
Al voltearse, observó como la chica de pelo bicolor parecía observar algo que la otra había pasado por alto, en uno de los jardines frente al castillo.
—No te preocupes... Hmm —dijo Amity llevándose una mano al mentón—. ¿Qué pasaría si tu padre confesara tu asesinato? —preguntó como si nada.
—Pues, sería enjuiciado y enviado a prisión. Y ya que su sucesor, ósea yo, estoy muerto, la sucesión real indica que el único que puede ser Rey es el escudero de la corona.
—¿Y ese escudero también está loco? —cuestionó la bruja.
—¿Percival? Para nada, él fue el único que me acompañó después de que mi padre enloqueciera... Estoy seguro de que sería un gran Rey... Pero ¿Por qué preguntas esto? Mi padre está loco, pero no va a confesar lo que hizo jamás...
—Creo... Que puede haber una forma de hacer que lo haga.
Harvey y Luz se miraron, esperando que Amity les dijera en lo que había estado pensando.
—¿Qué quieres decir "Ames"? —le preguntó Luz.
La bruja iba a revelar lo que había descubierto, pero tenía que preguntar sobre el nuevo apodo.
—¿"Eims"? —inquirió, emulando lo que había dicho su compañera.
—Ups ¿No te gusta ese apodo? —le respondió algo arrepentida.
¿Un apodo? Los únicos que le habían puesto uno antes eran sus hermanos y había sido con el objetivo de molestarla, el que le puso Luz en cambio era distinto... Parecía haberlo dicho... ¿Con cariño?
—Es-está bien —tartamudeó Amity, para después quedarse callada y avergonzada, había olvidado que estaba diciendo antes.
—Estabas hablando sobre hacer a mi padre confesar...
—Oh, oh, es verdad. Lo siento jeje —disimuló—. Las plantas que hay allí son Tenebris Cordis ¿Verdad?
—Emm, creo que sí —respondió Harvey, nunca había puesto mucha atención a sus clases de biología.
—Puedo hacer un suero de la verdad con ellas —explicó—, él que lo tome solo podrá responder con la verdad.
—¡Mi padre anunciará el ataque a Bonesborough mañana! Si lo dijera entonces ¡Todo el reino sabría lo que hizo!
—¡Perfecto! —dijo la bruja— Pero... Aun no se cómo hacer que tu padre se lo tome —añadió con tristeza.
La emoción del príncipe decreció, él tampoco tenía ideas. Luz por su lado, se puso a tener una lluvia de ideas, pero lo único que sacó de eso, fue dispararle al Rey un dardo con el suero, algo que sonaba... "Levemente irrealizable". De pronto una oportunidad se abrió frente al grupo.
—¡Pero necesitamos el trabajo, haremos lo que sea! —decía una bruja mayor, ella y su compañera estaban siendo echadas del castillo por una pequeña puerta al lado de este.
—El Rey ya les dijo que no las quiere en su castillo —les respondió una pequeña hada de pelo morado—. Así que... Agradecería que se alejaran del castillo ¡Y no volvieran jamás! —les gritó para cerrarles la puerta en la cara, las dos brujas procedieron a irse apenadas.
«Parece que el Rey está buscando sirvientes...», pensó Luz, algo hizo clic en su mente. Se giró hacia el espectro y la bruja.
Amity conocía demasiado la mirada y la sonrisa que tenía la latina en ese momento y sabía que estaban por hacer una locura.
—¡No va a funcionar! —exclamó la bruja, mirando el cartel de "Se buscan mucamas" en la puerta lateral del castillo.
—No lo sabremos si no lo intentamos —respondió la humana, con picardía.
Amity exhaló en señal de derrota antes de decir:
—Está bien, acabemos con esto...
—¿Crees que contraten chicas de nuestra edad en el castillo? —Luz le preguntó a Harvey antes de tocar.
—Pues... Algunas sirvientas tenían hijas que también trabajaban. La mayoría renunció desde que mi padre enloqueció y desde entonces... No he visto que ninguna durara mucho así que... ¿Quién sabe?
—Supongo que eso es mejor que un no —dijo la humana antes de tocar.
El hada abrió instantáneamente y levantó una ceja con disgusto al ver la apariencia de las dos chicas frente a ella.
—¿Se perdieron, mocosas? —les preguntó.
—En realidad... Veníamos por el anuncio en la puerta —respondió Luz, algo avergonzada.
—Pfff. ¿Hablan en serio? ¿Dónde están sus padres?
—Amm —La humana no sabía que responder.
—Muertos —dijo Amity con su tono neutral—, tenemos que ganarnos la vida de algún modo... ¿No puede apiadarse de dos huérfanas? —fingió tristeza al final.
El hada observó a las chicas de nuevo, la sudadera típica de Luz y la blusa amarilla que llevaba puesta bruja aún estaban algo sucias por la pequeña caída que habían tenido en aquel barranco, al igual que sus rostros. Eran huérfanas.
—Bueno. —Dudó mientras contestaba-. El Rey Sáccharus las juzgará —habló para después volar a un escritorio.
—¿Qué esperas Denise? Quiero ver a las siguientes candidatas —dijo una cantarina voz desde una bola de cristal.
—A la orden, mi Rey. Las siguientes, son unas huérfanas extranjeras —explicó.
—No me importa quienes son —le respondió—, sólo muéstramelas.
Denise volteó la bola de cristal, en ella el grupo observó el rostro de un hombre de tez bronceada, nariz pequeña, ojos marrones y pelo rosado. Tenía una ceja levantada y los ojos entrecerrados hasta que vio a las chicas, entonces abrió los ojos totalmente.
—¿Ustedes son las interesadas? —dijo con sorpresa.
—Ehem... Sí -respondió Luz.
—¡Contratadas! —dijo al instante, para sorpresa de Amity—, Denise, llévalas a sus habitaciones, que se den un baño y se pongan sus uniformes.
—Como usted diga, mi Rey —El brujo asintió y la imagen de la bola de cristal se apagó—. Vengan por aquí —les dijo.
Harvey estaba tan estupefacto como las chicas.
—¿Tenemos que vivir aquí? —preguntó Luz, no sabiendo como funcionaba el trabajo de una sirvienta.
—Obviamente —respondió el hada.
—Oh... En ese caso... ¿Podemos ir a recoger algunas cosas del callejón donde vivimos? —preguntó la humana, «¿Los huérfanos viven en callejones cierto?».
Denise hizo una mueca de incredulidad.
—Tenemos que despedirnos de nuestras ratas —añadió Amity, «Porque los huérfanos son sucios y conviven con ratas ¿Verdad?», pensó la bruja.
La mueca del hada cambió por una de asco.
—Okay... Sólo, apresúrense, hay mucho trabajo que hacer —les dijo.
Las chicas se levantaron y se dispusieron a salir.
—Una cosa más -las detuvo Denise—. ¡No se atrevan a traer a esas asquerosidades al castillo! —les advirtió.
—Oh no, no lo haremos —dijo Amity, saliendo y cerrando la puerta detrás de sí.
—Wuhuu —celebró Luz.
—No puedo creer que funcionara —dijo la bruja con desgano.
El brujo peli-rosado que había salido con ellas las miró antes de decir.
—¡Son unas genios! —las felicitó—, buena jugada lo de inventarse que son huérfanas —halagó.
—El crédito de esa jugada es todo de Ames —dijo la humana.
A la bruja le gustaba ese apodo.
—Son maravillosas —las halagó Harvey.
—Gracias —respondió Amity—, pero ahora ¿Qué le diremos a Tácet? —le preguntó a la humana.
—... Así que quedamos en hacer una pijamada en casa de este amigo que hicimos... —relataba Luz- ¿Sí podemos ir? -le rogó al guardián con ojos de cachorrito.
El fantasma le estaba haciendo muecas divertidas a Tácet, aprovechando que este no podía verlo.
El guardia miró a las dos chicas, que le sonreían para convencerlo, le costó creer que hubieran hecho un amigo tan rápido, pero era bastante difícil decirle que no a la emocionada humana. Miró el cartel que había en la habitación que decía: "No aceptamos a ningún inquilino que traiga problemas". Se levantó miró a las chicas con firmeza, las señaló, luego señaló "problemas" en el cartel y luego se pasó un dedo por el cuello de modo amenazante. El mensaje tenía dos traducciones, la primera era "No se metan en problemas porque podrían morir" y la segunda era "Si se meten en problemas las mato".
—¿Eso es un sí? —tanteó Luz.
Tácet suspiró con pesadez, tendrían que seguir con su viaje a la noche del día siguiente y al menos así las niñas podrían pasar más tiempo con su nuevo amigo. Miró a las dos y levantó sus dos pulgares como respuesta afirmativa. Antes de que el dúo saliera a encontrarse con su colega, el guardia les hizo una seña con los dedos que significaba: "Las estaré vigilando".
—Hay una ducha en el baño de esta habitación, asegúrense de quedar limpias y de ponerse los uniformes antes de empezar con sus tareas. El Rey odia a la gente sucia —les dijo Denise—. Aquí está la lista de lo que tienen que hacer hoy. —Dejó un pergamino enrollado con una cinta en la cómoda frente a las camas—. Será mejor que terminen de hacer todo. No quieren ver al Rey enojado, créanme —finalizó para después salir de la habitación.
Las dos chicas examinaron el cuarto en el que tendrían que dormir esa noche, las paredes eran verdes y tenían un diseño con líneas blancas, había una mesa de noche al lado de cada cama y una cómoda frente a estas. La única otra puerta era la que daba al baño de la habitación.
Amity caminó hacia la cama e hizo una mueca que Luz no pudo leer al ver el "uniforme" que tenían que usar, perfectamente doblado al pie de su cama.
—Ehem, ¿Quieres bañarte tu primero? —le preguntó Luz, para evitar que se creara un silencio incómodo.
—Supongo que sí —respondió la bruja, tomando el uniforme y llevándoselo consigo al baño.
La bruja se alegró de que hubiera agua caliente y aunque estaba nerviosa por saber que Luz estaba tan sólo a una puerta de distancia, logró calmarse y hacer lo que tenía que hacer.
Cuando el agua tibia hizo contacto con su piel, se llevó sus problemas momentáneamente, Amity cerró los ojos comenzó a imaginarse muchas cosas: Que estaba en casa, que lo único que tenía que hacer era terminar un reporte para clase de biología, que cuando saliera de la ducha podría decirle a uno de sus sirvientes que le trajera un vaso de leche tibia, al día siguiente llegaría a la escuela temprano, se sentaría con Luz y sus amigos a la hora del almuerzo sin importarle lo que dirían los demás, cuando las clases terminaran se reuniría con la humana en el club de fans de Azura y leerían juntas otro capítulo del tercer libro de la saga, volvería a casa y repetiría el proceso, día tras día...
—¡Amity! —llamó Luz desde la habitación— ¿Todo está bien allí adentro?
La nombrada se sobresaltó y nunca notaría que el agua de la regadera se había llevado sus lágrimas.
—¡Sí! —respondió apresurada, temiendo que Luz fuera a entrar.
—Siento molestarte... Es sólo que has estado ahí por un largo rato —se explicó.
La bruja había perdido la noción del tiempo.
—Ya voy a terminar —le dijo.
—Oki doki —respondió la alegre humana.
Luz se había quedado mirando la puerta del baño, escuchando el ruido del agua, esperando con paciencia, mentiría si dijera que no le emocionaba ver su compañera con ese uniforme, sólo había visto ese tipo de vestido en películas y ahora ella misma tendría que ponérselo. Los minutos avanzaban y la mente de la humana se dispersó hasta llegar a lo que estaba sucediendo en el bosque antes de que conocieran a Harvey. Amity le había dicho que no quiso ser cruel y que no estaba enojada con ella, pero... Eso no tenía sentido, ella estaba enojada... Y si no era con Luz ¿Con quién podría ser? ¿El enmascarado aterrador psicópata? Si era él con quien estaba enojada ¿Por qué desquitarse con Luz?, estás preguntas flotaron en la cabeza de la humana, sin encontrar respuesta. Luz se dio por vencida en tratar de teorizar contestaciones, el único modo de responder esas dudas era preguntándole a la misma Amity y había dos problemas con eso, número uno: La bruja no parecía muy interesada en tocar el tema; y número dos: Por algún motivo, Luz tenía miedo de preguntar.
Amity ya pasó mucho tiempo, pensó la latina antes de caminar hasta la puerta y preguntar si todo andaba bien, al obtener una respuesta positiva se sentó de nuevo en su cama y reflexionó esos dilemas una vez más, de pronto, la puerta del baño se abrió.
La bruja salió totalmente acicalada, el pulcro uniforme se lucía en ella, aunque no ella no pareciera muy feliz con ello. Luz la miró embobada, «Se ve tan linda».
Amity se sonrojó al notar la mirada de la humana sobre ella y se apresuró a hacer que se detuviera.
—¡No te quedes allí sentada!, necesito que me ayudes a hacer el nudo del listón -le reclamó, dándose la vuelta, como si de verdad estuviera enojada.
—Oh, ¡Claro! ¡Claro! —se excusó Luz, poniéndose de pie.
Observó los dos extremos de la cinta de tela y se aseguró de atarlos bien, el resultado fue un bonito nudo como el que se usaba para envolver regalos.
—¿No está apretado? —le preguntó amablemente.
—Está... bien —respondió Amity.
—Amm, supongo que es mi turno —dijo la humana. Intentó no mirar a su compañera, sabiendo las consecuencias que tendría eso.
La latina se apresuró en tomar su uniforme y entrar al tocador.
La chica de pelo bicolor se sentó en su cama, que estaba al lado de la ventana, respiró profundo y lo primero que vino a su mente fue lo que pasó esa noche, después de que Luz se acostó en su hombro frente la fogata. Ella cerró los ojos y se quedó dormida, supuso que la humana también ya que cuando despertó, la misma magia que la había cargado, estaba terminando de arroparla en el saco de dormir. Al moverse un poco pudo comprobar que era Tácet el que estaba usando su magia para acostarlas, lo miró aún medio dormida, él lo notó y desapareció por la entrada de la carpa por un momento. Cuando regresó, traía consigo una bolsa de caracoles. Amity se sentó y le preguntó el porqué de esto, el mayor arrodilló y extendió la palma de su mano, en esta aparecieron líneas de luz brillante, formaron una figura parecida a la bolsa de monedas, después una flecha señalando una caja de regalos y finalmente, una flecha más grande señalando a la dormida humana. "¿Quieres que le compre un regalo a Luz?", le preguntó. Tácet asintió, la miró con alegría y metió la bolsa en la mochila de Amity. La agotada bruja simplemente se volvió a echar en su saco de dormir y cerró los ojos, tal vez, sólo estaba soñando.
La puerta del baño se abrió, de este emergió una despeinada Luz, dando vueltas sobre sí misma mientras preguntaba:
—¿Estoy bien así? ¿Es así como se usa esto?
La bruja casi queda literalmente deslumbrada por la apariencia de la humana, usó su fuerza de voluntad para acercársele, sin saber que o había logrado ocultar su rubor.
—Estás perfecta —le dijo, parándose frente a ella y peinándola con sus dedos.
—Es sólo que nunca había usado un vestido como este —afirmó Luz.
—Yo tampoco, pero he visto como lo usan las sirvientas en mi casa —le contó mientras terminaba de peinarla y se colocaba detrás de ella para hacer el nudo— ¡Y listo! —exclamó, como una niña feliz al vestir a su muñeca.
—Gracias por la ayuda —agradeció Luz—, ahora podemos seguir con el plan... Hablando de eso ¿Dónde está Harvey?
Al instante, el espectro atravesó la puerta, un charco de color blanco, marrón y naranja pasó por debajo de esta y se materializó en el felino.
—Aquí estoy —habló—. Escuché lo que les dijo Denise sobre bañarse y preferí no interrumpirlas, estuve caminando por el castillo —añadió, recordando mejores tiempos—. ¡Esos vestidos les quedan magnífico! —las aduló.
—Ni lo menciones. —Amity respondió con severidad, aún estaba avergonzada.
—Y ahora ¿Cómo haremos exactamente para que el Rey tome el suero? —preguntó.
—Hmm. —Amity se levantó y tomó el pergamino con la lista de tareas—. ¡Bingo! Tal como pensé, una de nuestras tareas es servirle el té al Rey a la medianoche, es perfecto. —Abrió los cajones de la cómoda buscando algo, tomó una pluma, un tintero y un pequeño pergamino, los puso sobre el mueble y se apresuró a escribir, cuando terminó se los extendió al fantasma—. Mientras nosotras... "Trabajamos" tienes que conseguir estos otros ingredientes ¿Crees que puedas?
—Oh, dale la lista a Chesnut —le pidió.
La bruja se agachó y el minino tomó el papel en su hocico, el espectro se agachó también y leyó la hoja.
—¡Dalo por hecho! —exclamó.
—¿Cómo lo harás exactamente? —Luz preguntó con curiosidad, ya que parecía que Harvey no podía tocar nada.
—Convertirse en baba no es la única habilidad de Chesnut —explicó.
El gato se volvió a disolver, la nota que hizo Amity fue absorbida por él, para después reformarse, no dejando rastro de esta.
—También puede transportar objetos dentro de él —añadió—. No pregunten como funciona porque yo tampoco sé.
—¡Genial! —dijo Luz.
El fantasma caminó hacia la puerta y antes de atravesarla recordó algo.
—¡Casi lo olvido! Chesnut, devuélveles a nuestras amigas lo que les pertenece.
El minino maulló con molestia antes de volver a disolverse, después, un pequeño montículo se elevó de su masa y cuando el gato se hizo a un lado, la mítica bolsa de caracoles fue lo que quedó tras de sí.
—¡Wow! —volvió a exclamar la humana.
—No te preocupes, Chesnut no deja residuos. —fue lo último que dijo Harvey antes de desparecer por la puerta seguido el nombrado.
—Uhh, Chesnut es genial ¿No crees? —La humana le preguntó a su compañera.
—Eso creo —dudó Amity, viendo la bolsa con cierto disgusto.
—Ahora... ¡Tenemos trabajo que hacer! —exclamó tan enérgica como siempre, dirigiéndose a la puerta y abriéndola— ¿Vienes? —le preguntó.
—Sí, hemm, sólo dame un momento —le pidió mientras recogía la bolsa de monedas, la levantó sólo con la punta de sus dedos. No confiaba en lo que le dijo el fantasma sobre los residuos, escondió el pequeño saco debajo de su almohada y observó por última vez la rosa negra que había arrancado del jardín justo antes de entrar al castillo, la metió en la mesa de noche de al lado y acompaño a Luz a la salida de la habitación, cerrando la puerta detrás de ellas.
El resto de la tarde la pasaron haciendo cosas que Amity jamás imaginó que haría, barrieron gran parte del castillo, enceraron el salón de baile, lavaron los platos; en realidad Luz fue quien lavó, la bruja sólo se dedicó a secarlos y guardarlos, eran un gran equipo. Siguieron completando todo tipo de tareas domésticas en la gran fortaleza, la lista era larga y tediosa, para cuando se dieron cuenta, ambas estaban agotadas, sentadas en el suelo al lado de unas armaduras decorativas, frente a una alfombra roja con bordes dorados, en uno de los incontables pasillos del castillo. Hasta ahora lo más difícil había sido no perderse, afortunadamente fueron capaces de pedirles indicaciones a los otros empleados, habían estado en algunos lugares con asientos, pero ahora no recordaban como llegar a estos por lo que se conformaron por sentarse donde estaban, una al lado de la otra.
Ambas suspiraron con pesadez por el agotador trabajo y se quedaron en silencio, no fue incómodo, a este punto habían pasado por tanto juntas que era de alguna manera... Reconfortante. Luz sintió ganas de sacar el tema que la tenía tan pensativa, pero no se atrevió, no quería arruinar el ambiente y ese miedo irracional no había desaparecido.
La bruja también sintió necesidad de hablar, pero recordó que hizo a la humana prometer que intentarían evitar el tema y se tragó sus palabras, afortunadamente para ella el nudo en su garganta se deshizo cuando cierto fantasma atravesó la pared al lado de ellas.
—¡Aquí estaban! Las estuve buscando por todas partes —dijo con algo de molestia— ¿Terminaron con sus tareas?
—Sip —le dijo la humana desde el suelo.
—Pues entonces que esperan, vamos a su habitación. Hay un suero que preparar —les recordó.
Las chicas se pusieron de pie. Harvey atravesó la pared frente a ellas, conociendo de memoria el camino hacia las habitaciones de los sirvientes, a diferencia del dúo, que se detuvo en seco, tratando de recordar el camino.
—¿Quieren que las guíe? —preguntó el espectro, asomándose por la pared y pensando que las recién llegadas aún no estaban familiarizadas con el castillo.
—Sí, por favor —le respondió Amity.
Una vez en su habitación encontraron a Chesnut dormido sobre la cama de Luz.
—Bien amiguito, ya es hora —le dijo Harvey.
El felino se levantó, se estiró y después de convertirse en un charco y elevar su masa, dejó en la cama una probeta y muchas hiervas. Un escalofrío recorrió la espalda de Amity, mientras que Luz observó maravillada.
—Queda poco para la medianoche, así que será mejor que se apresuren —les dijo el fantasma con algo de preocupación.
—¡¿Qué?! —dijeron las chicas al unísono, volteando hacia la ventana, recién observando a la luna alzándose en el cielo una vez más.
No habían notado que les tomó tanto tiempo finalizar con su trabajo, el tiempo vuela cuando se pasa con alguien que quieres y bueno... También cuando se hace el mantenimiento de un castillo monumental.
—Bien —comenzó la bruja, superando su miedo a tocar lo que estuvo dentro del minino y colocándolo en el suelo, se arrodilló frente a los ingredientes antes de decir—: A trabajar.
—Oh, oh. ¿Puedes explicarme como lo haces? —Le preguntó Luz mientras se arrodillaba también, sus ojos brillaban, en parte por la vela que iluminaba la habitación y en parte por la emoción que sentía.
Pocas cosas alegrarían más a Amity que enseñarle magia a su compañera. Le sonrió antes de decir:
—Está bien, pero escucha con atención y no me interrumpas, sólo lo haré una vez —anunció.
Amity hizo el primero de muchos círculos de hechizos para hacer el suero. Comenzó con un pequeño hechizo de fuego, levitó la probeta sobre la llama y comenzó añadiendo una hierva que se deshizo y se convirtió en un líquido rosado espeso, la bruja nombraba cada ingrediente conforme lo echaba a la probeta y explicaba el porque del orden. Al final, se levantó fue hacia el cajón y sacó la rosa negra que tenía guardada, le arrancó un pétalo y lo mezcló con el resto de las substancias, el líquido que ya había cambiado de color varias veces, se tornó negro y con esto el suero estaba terminado.
—Unas gotas de esto y se verá obligado a responder con la verdad cualquier pregunta que se le haga —celebró la bruja, sosteniendo la probeta con el suero.
—¡Eso es genial! —exclamó Luz— Tú eres genial —añadió.
La bruja se sonrojó y decidió no responder.
Lágrimas se formaron en los ojos del fantasma.
—No tengo modo de agradecerles lo que hacen por mí —le dijo al dúo.
Las chicas lo miraron y le sonrieron.
—No tienes que —comenzó la humana—. Siempre nos alegra ayudar.
—Gracias —sollozó.
—Aún no nos agradezcas —habló Amity—. Todavía falta la parte difícil —afirmó.
—Ahora que lo mencionan, por la posición de la luna, deduzco que faltan apenas minutos para la media noche —dijo Harvey.
La bruja y la humana se miraron con decisión y se dispusieron a cumplir con su última tarea del día. Recogieron el té de la cocina del castillo, junto con una mesita con ruedas en la que pusieron la tetera por si el Rey quería más. Algo vacilantes, añadieron algunas gotas del elixir oscuro en el té, taparon la probeta que aún contenía algo de líquido y dejaron que el espectro y su felino las guiaran a los aposentos del gobernante, respiraron hondo antes de tocar.
—¡Adelante! —Una voz las llamó cordialmente al otro lado de la puerta.
Las "sirvientas" entraron a la habitación, observaron al Rey, sentado al lado de una chimenea encendida, este tenía un aspecto cuanto menos curioso, se notaba el parecido con su hijo, pero tenía la piel más oscura y el rosado en su pelo era de un tono mucho más opaco, lo más peculiar era que en su cabeza poseía dos coronas, una perfectamente embonada sobre la otra; el carismático brujo las recibió con una sonrisa, en su hombro se encontraba un gato persa blanco que clavó su mirada en las dos chicas ni bien entraron.
—Aquí está su té... Mi Rey —Amity supuso que era apropiado terminar así su oración. Dejó la mesa justo al lado del sillón en el que sentaba el brujo.
—Muchísimas gracias. Ustedes son las huérfanas que contraté esta mañana ¿No es así?
—Así es —respondió la bruja. Luz se quedó al margen, decidiendo que sólo hablaría si se lo pedían y no entendiendo porque la lista de tareas que tenían especificaba que tenían que ir las dos a dejarle el té al Rey.
El brujo paseo su mirada por las dos chicas antes de volver a hablar.
—Por su apariencia. Puedo intuir que no son hermanas de sangre, ni son de por aquí siquiera —dedujo, resaltando lo obvia imposibilidad de que una humana y una bruja fueran hermanas.
—Escapamos de nuestro orfanato juntas —mintió Amity—. Somos como hermanas —De algún modo no le gustó como sonó eso.
—No lo dudo —respondió afable—. Pero, no puedo pasar por alto que tu... Hmm. No puedo creerlo... ¡Olvidé preguntar los nombres de mis dos nuevas sirvientas! Espero que puedan disculparme, últimamente he tenido mucho en la cabeza —Lo último lo dijo de un modo extraño.
—Mi nombre es... Amity —aunque al principio quiso inventarse un nombre nuevo, no era buena trabajando bajo presión y sería bastante extraño tardarse en decir su nombre—, mi hermana se llama Luz.
—Nombres tan bellos como sus portadoras —las halagó—. Espero no estar siendo impertinente, pero... La duda me ha carcomido desde esta mañana cuando llegaron a mi castillo... ¿Cómo es que una humana terminó en un lugar como este? —preguntó sonriente, estirando su brazo para agarrar la taza de té de la mesilla.
Las dos chicas no pudieron evitar ver como el brujo dejaba la taza con el líquido caliente sobre su regazo, sin haber tomado un sorbo. La humana se apresuró a inventar algo.
—Yo también quisiera saberlo —respondió—, los únicos que saben como llegué aquí son mis padres y lo último que supe de ellos fue que me abandonaron en la puerta de un orfanato cuando era bebé —relató la humana ¿Había sido demasiado? ¿O quizás muy poco?, no sabía que tan convincente había sido su historia.
—Ya veo —dijo el Rey con pena—. Los humanos son criaturas tan curiosas como crueles, son tan distintos a los habitantes de esta hermosa ciudad. ¿No lo creen? —inquirió, levantando un poco la taza.
Ambas se limitaron a asentir haciendo un esfuerzo para evitar mirar los movimientos que hacía el brujo con el recipiente de té.
—La forma en la que se vive aquí —suspiró como un soñador—. Mi visión es llevarla a todas las partes de esta isla y el primer paso será en tan sólo unos días... No saben lo emocionado que estoy, ese tal Belos, mi escudero me advirtió sobre su poder ¿Pueden creerlo? —comenzó a reírse hasta casi llorar, volvió a suspirar— Voy a hacerme un candelero con su cráneo —afirmó.
Un escalofrío recorrió las espaldas de las chicas.
—Deberían alegrarse -continuó el brujo—, están sirviendo al que gobernará todas las Islas Hirvientes... Junto a su esposa —volteó a mirar un cuadro de una bella mujer— ¿No es así querida? —le dijo al objeto inanimado— No puede responderme por ahora... Pero cuando tenga el poder suficiente... —Miró a las chicas, quienes intentaban sonreír y no hacer una mueca extraña al ver el extraño comportamiento del Rey—. ¡Regocíjense! Están del lado ganador. —Se quedó mirándolas, esperando una reacción.
—¡Hurra! —Luz se apresuró en celebrar pues los dos segundos que se tardó en reaccionar ya parecían haber enojado al mayor.
—Sí ¡Hurra! —Se le unió la bruja notando lo mismo.
El Rey recobró su sonrisa antes de hablar.
—Ah. Se contarán historias de este día —aseguró—, ahora quizás debería... Relajarme un poco —Comenzó a levantar la taza.
El dúo observó impaciente la trayectoria de la tacita hasta los labios de Sáccharus, miraron como curvaba la apoyaba en estos como curvaba su boca, listo para sorber; sin previo aviso, se detuvo.
—¡¿A quién engaño?! —exclamó el brujo alejando la taza y dejándola en la mesilla otra vez, para disgusto de las chicas— ¡¿Cómo podría relajarme estando tan cerca de mi objetivo?! Un té no haría más que apaciguar la llama de mi corazón y no necesito eso... Esta noche, como las anteriores la pasaré en vela —parecía estar hablando sólo—, refinando mi plan... Gracias por ser testigos mis queridas sirvientas. Sigan con el buen trabajo. Nada me complacería más que dos bellas damas como ustedes a mi lado para el anuncio que tengo que hacerle al reino mañana, ¿me concederían ese honor? —les preguntó.
Las dos se miraron y Amity fue la que respondió.
—Por supuesto, mi Rey.
—Han hecho a este anciano muy feliz. —Les sonrió—. Ahora retírense —ordenó mientras les daba la espalda.
El dúo salió de la habitación, encontrándose con un emocionado Harvey parado en el pasillo, no se había atrevido a ver a su padre de nuevo desde que se convirtió en fantasma.
Las dos chicas bajaron la mirada, dando a entender que algo había salido mal.
—¿Qué? ¿Qué sucedió? —les preguntó con tristeza.
Las chicas se aseguraron de caminar más allá de la entrada a los aposentos del Rey antes de responder.
—No se lo va a tomar —le dijo Amity.
—¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó el fantasma.
—Que no lo hará —respondió con algo de molestia.
—Comenzó a hablar sobre que estaba emocionado y tenía fuego en el pecho o algo así, el punto es que dijo que no lo tomaría —detalló Luz.
—Maldición —dijo Harvey, más triste que enojado—, supongo que... Se acabó —finalizó derrotado, mirando al suelo.
Luz miró a su compañera, quien parecía molesta por el plan fallido y a Harvey, quien estaba desolado y entonces...
—¡No! No se acabó —les dijo con decisión, los otros dos se giraron para verla— Nos pidió que estuviéramos a su lado mañana cuando diera el anuncio. Aún tenemos un poco de suero, encontraremos el modo de hacer que lo tome antes. Es una promesa —le dijo al fantasma.
El cerebro de Amity quiso decirle: "No hagas promesas que no puedas cumplir"; pero su corazón fue el que habló.
—No se cómo, pero lo haremos.
—Son las mejores —les dijo.
Las chicas y el fantasma regresaron a su habitación en el castillo. Sentadas en la cama se pusieron a pensar en cómo cumplirían con su promesa. Pero no llegaron a nada concluyente, el fantasma se despidió diciendo que aunque no podía dormir por su condición, disfrutaba de caminar por la noche, antes de irse se aseguró de decirles:
—Creo en ustedes, chicas.
El dúo se quedó conversando, tratando de idear un plan, pero al no saber que era exactamente lo que pasaría mañana en la mañana, cuando el Rey haría el anuncio, lo único que les quedaba era tomar la primera oportunidad que encontraran, sea la que fuera y tomando los riesgos que fueran necesarios, dicho esto se dispusieron a dormir. Se pusieron las prendas de noche que encontraron en otro de los cajones de la cómoda frente a las camas, el conjunto solo consistía en un camisón blanco muy largo, Luz incluso se rio un poco, diciendo que parecían fantasmas, o personajes de películas muy antiguas de su mundo.
Finalmente apagaron las velas y se acostaron, cerraron los ojos e hicieron su mejor esfuerzo para dormir, esfuerzo que no rindió frutos. Habían pasado horas y ninguna podía descansar, sus miradas estaban fijas en la vacía oscuridad, mientras sus mentes eran atacadas por dudas y problemas.
—¿Puedes dormir? —Luz tomó el riesgo de despertar a su amiga, no sabiendo la respuesta a su pregunta.
—Creo que no —le respondió.
—Yo tampoco —añadió lo evidente.
Luego hubo silencio.
—¿Es por lo de mañana? —le preguntó la humana.
—No... —Respondió Amity... De todo lo que la aquejaba actualmente, eso era lo que menos le molestaba y por alguna razón, había respondido la verdad.
—No puedo dejar de pensar en eso —le dijo con tristeza, quizá era por la oscuridad en la que estaban, pero Amity sabía a que se refería su compañera.
—Yo tampoco —le confesó.
Un silencio se abrió paso otra vez, silencio que ni siquiera fue invadido por los sollozos de la humana, quien lloraba evitando hacer algún ruido.
—Lo siento —dijo Luz, intentando que su voz sonara normal.
—Yo lo siento más —respondió Amity, quien también falló en reprimir su llanto, pero no en hacerlo en silencio.
Ninguna palabra más se intercambió esa noche y en algún punto, cuando no les quedaban más lágrimas, se quedaron dormidas.
Amity abrió los ojos, su cuerpo estaba acostumbrado a levantarse muy temprano, observó el leve brillo del amanecer a través de las cortinas y se dispuso a despertar a Luz. Evitando pensar en la noche anterior, se alistaron y se pusieron sus uniformes una vez más. Desayunaron con los otros sirvientes en la cocina y se prepararon a intentar su plan otra vez.
Completaron algunos trabajos en la mañana, como limpiar otras habitaciones del castillo, como la biblioteca o la armería, la suerte no parecía sonreírles pues hasta el momento no habían encontrado ningún modo de hacer que el Rey tomara el elixir.
Eso cambió pasadas dos horas, cuando ya era la hora del anuncio de guerra.
—¡Todo listo y el Rey está listo para salir! ¡Traigan los aperitivos y las bebidas! —ordenó alguien desde algún lugar, Luz y Amity lo habían escuchado, había sido cerca de la cocina donde estaban en ese momento— ¡Dice que necesita a dos sirvientas llamadas... Luz y Amity!
Las nombradas reaccionaron al instante y se apersonaron con el otro sirviente al instante.
—¿Son ustedes? —les preguntó.
Ambas asintieron con decisión.
—Vayan al palco real, nuestro Rey las espera —les ordenó.
Mientras buscaban el lugar que les habían indicado se encontraron con Harvey.
—¡¿Qué hacen aquí?! ¡Mi padre está por hacer su anuncio!
—No sabemos donde está el palco real —le respondió Luz.
—¡Síganme!
El grupo corrió por los pasillos hasta llegar a un pasillo que terminaba en una puerta gigante con un símbolo de dos coronas en ella, antes de que entraran, por otro pasillo, observaron a otro sirviente, con una mesilla con ruedas sobre la que había bocadillos y bebidas...
—¡Bebidas! —exclamó la humana.
Amity se sobresaltó y sacó el elixir, corriendo hacia el otro sirviente, quien estaba por abrir la puerta para encontrarse con el Rey, no podían poner el suero en las bebidas frente a este, tenían que hacer algo y tenía que ser rápido. La puerta estaba comenzando a ser empujada y al fondo de la habitación se comenzaba a ver la silueta del brujo peli-rosado...
—¡Auch! —gritó Luz saltando y tirándose al lado del otro sirviente, quien se giró para ver que era lo que sucedía.
—¿Estás bien, niñita? —le preguntó, agachándose.
—¡Calambre! —improvisó la humana, mientras se agarraba una pierna.
Amity no perdió el tiempo y se desplazó disimuladamente hacia la mesa con los aperitivos. Al sirviente le pareció extraño, pues podía ver a ambas, se quiso girar hacia la bruja, pero Luz lo tomó de los hombros, forzándolo a girar.
—¡Duele mucho! —sobreactuó, haciendo que el otro se sorprendiera y la volviera a mirar.
Más ágil de lo que pensó que era, la bruja hecho gotas de elixir en todos los vasos que había sobre la mesa y rezó por que se disolviera antes de que alguien lo notara. Seguidamente se arrodilló al lado de Luz y le siguió el juego.
—Recuerda lo que te dije, cuenta tus respiraciones hasta que te deje de doler —Puso una mano en su hombro y le sonrió, dándole a entender que pudo poner el líquido en las bebidas.
Luz terminó su actuación haciendo lo que Amity le indicó y calmándose.
—Perdón por molestarlo —Se disculpó con el sirviente mientras se ponía de pie.
—No es problema —le respondió este, pensando que era una chica muy extraña, volteándose hacia el carrito, empujando la puerta e ingresando.
Las chicas entraron después de él, voltearon atrás sólo para ver como Harvey y Chesnut se quedaban del otro lado de la puerta, sin atreverse a ver al Rey.
El sirviente dejó la mesilla al lado del Rey y se fue después de hacer una reverencia.
—Mis sirvientas favoritas llegaron —les sonrió—, finalmente puedo dar el anuncio —se giró—vengan, párense a mi lado.
Las chicas observaron al brujo que les hablaba a través de unas puertas de vidrio que daban a un gran balcón en el que aparte del Rey se encontraban su escudero y muchos guardias.
El dúo obedeció y se colocó a sus costados.
—¡Atención! —llamó Percival, el escudero— ¡El Rey Sáccharus hará un anuncio!
La bruja y la humana se asomaron por el balcón viendo hacia abajo, todo el frente del castillo estaba rodeado por una numerosa multitud, al menos el ochenta porciento del reino había ido a escuchar el anuncio y todos, incluyendo sus Paramürrs, esperaban con ansias.
Era abrumador para ellas.
—Ahora que estoy rodeado por las personas en las que más confío —comenzó el brujo— Me complace anunciarles... ¡Que le declararemos la guerra a Belos! —Todos los habitantes de Cálico comenzaron a murmurar, preocupados, consternados, aterrados por los que decía el peli-rosado— ¡Mañana le ordenaré a toda nuestra armada que ataque marche a su castillo y me traiga su cabeza! ¡Por la memoria de mi hijo triunfaremos! —Todos sabían que no era cierto, que estaba mandando a sus soldados a morir— ¡Quiero que observen muy bien a las chicas paradas a mi lado! ¡Ellas, al igual que ustedes, pronto estarán riendo y bailando de alegría por nuestra victoria! ¡¡Y por mí!! ¡¡¡El futuro gobernante de todas las islas hirvientes!!! —exclamó eufórico.
El público comenzó a murmurar, desaprobaban la idea, pero jamás, por ningún motivo se le podía llevar la contraria a Sáccharus. Los últimos que lo habían intentado estaban al fondo de una zanja en ese momento.
—¡¿Por qué no los oigo aplaudir?! —exclamó sobresaltado.
Aunque al principio fue débil, el aplauso no se hizo esperar más, para alegría del Rey.
—¡Hoy será un día de fiesta! Y mañana ¡Un día de gloria! —exclamó embriagado de alegría—¡Ahora...! —Se tomó todo el coctel que tenía a su lado de un solo trago y azotó el vaso sobre la mesa cuando terminó— ¡¿Alguien tiene alguna pregunta?! —cuestionó al pueblo.
—Yo tengo una —habló Amity. Todo el reino volteó a verla.
El brujo peli-rosado se sorprendió un poco al inicio.
—¡Dímela ahora mismo! —exclamó alegre.
—¡¿Qué es lo que sucedió con su hijo?! —gritó, asegurándose de que todos la escucharan.
—¡¿Qué?! —respondió ofendido.
—¡Qué osadía! —dijo el escudero, estaba por llevarse a la bruja, pero algo sucedió.
Sáccharus se puso rojo, el elixir estaba haciendo efecto, comenzó a dar arcadas, haciendo que Percival se olvidara de Amity por un momento.
—¡Mi Rey!
El nombrado parecía a punto de vomitar, se tapó la boca y trató de contenerse con todas sus fuerzas, al final cedió...
—¡¡¡¡Lo asesine!!!! —gritó con fuerza, no hubo persona en el público que no lo escuchara.
—¡¿Por qué lo hizo?! —Esta vez fue Luz quien gritó su pregunta.
Percival retrocedió, la confesión del Rey lo conmocionó.
—Porque-porque —el peli-rosado tartamudeo— ¡¡¡Porque necesitaba extender mi tiempo de vida!!!
—¡¿Para qué quería hacer eso?! —exclamó la bruja.
—¡¡¡Para traer a mi esposa de vuelta!!!
—¡¿Es por esto que le declara la guerra a Belos?! —gritó Luz.
—¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Necesito su magia para traerla de regreso!!!
—¡¿Y no le importa que su ejército o su pueblo muera cumpliendo este deseo egoísta?! —preguntó Amity.
—¡¡No me importa una mierda lo que le pase a mi pueblo!! ¡¡Sólo la quiero a ella de regreso!! —gritó con todas sus fuerzas, las verdades que más se ocultan son las que el suero revela con más potencia.
Todos miraron al rey con indignación, incluidos Percival y los guardias.
—¡Estas rameras me envenenaron! —exclamó rabioso.
—¡¡Lo único que hicimos fue darle un suero de la verdad!! —dijo Luz.
—¡¡¡Ahora todos saben quien es en realidad!!! —gritó la bruja.
Harvey había entrado a la habitación, volviendo a ver a su padre por primera vez en tres años.
Percival se recuperó de la sorpresa, miró a los guardias y entonces gritó.
—¡Rey Sáccharus Quinto! ¡¡Por las leyes sagradas de Cálico!! ¡¡¡Queda usted destituido de su cargo!!! ¡Su penitencia la elegirá usted! ¡El destierro...! ¡¡O la muerte!! —lo señaló con ira.
El nombrado entró en pánico, se giró y se preparó para atacar a todos con un círculo de hechizos, si se iba a ir, al menos se llevaría a alguien con él; eso era lo que pensaba, hasta que levantó la mirada y entonces lo vio... Frente a él, su hijo lo observaba, el pequeño brujo lloraba y temblaba. Sáccharus sufrió una descompostura, no pudo terminar el círculo de hechizos, y un charco gatuno debajo de sus pies causó que se resbalara, a último momento se sostuvo del borde del, la inercia hizo que sus dos coronas se cayeran, cuando tocaron en el suelo, ambas se quebraron, como si fueran de cristal.
La gema verde de la segunda corona también se rompió y de esta nació un brillo cegador, que deslumbro al Rey y a todos los que estaban allí. Cuando la luz bajó su intensidad, unos rayos de energía comenzaron a salir de la gema, no parecían electricidad, en realidad, parecían pequeñas auroras boreales, estas se elevaron por el balcón y llegaron hasta donde estaba el fantasma de Harvey, iluminándolo.
Luz, Amity, Sáccharus, Percival y todo el reino observaron estupefactos el espectáculo de luces. Por un instante todos pudieron volver a observar al príncipe que pensaban muerto, este u el felino a su lado resplandecían como el sol.
—Mi príncipe —dijo Percival, arrodillándose al instante.
—Hola Percy —saludó de vuelta.
Nadie podía articular palabras.
—Luz y Amity, creo que mi momento a llegado... Puedo sentirlo... Yo y el reino estamos en eterna deuda con ustedes, una vez más les agradezco por haberme ayudado —dijo entre lágrimas—. Padre, aunque ya no te reconozco, quiero que sepas que te perdono —dijo con dolor antes de añadir—: ¡Percy, serás un gran Rey! ¡Estoy seguro de eso! —observando que el brillo que lo envolvía se hacía cada vez más cegador, se apresuró a despedirse— ¡Adiós, Luz! ¡Adiós, Amity! ¡Adiós a todos! —Un maullido se escuchó antes de que un destelló los cegara una vez más.
La bruja y la humana sentían que estaban por llorar, cuando de pronto otro maullido se escuchó. Todos abrieron los ojos otra vez, encontrándose con el príncipe y Chesnut totalmente materializados otra vez, el pequeño brujo peli-rosado tenía los ojos cerrados, como si algo estuviera por golpearle el rostro. Pasados unos segundos abrió un ojo, luego el otro y luego tocó su cuerpo compulsivamente.
—No-no ¿No me fui? —cuestionó Harvey, su minino maulló otra vez como comprobando lo obvio.
De pronto unos brazos envolvieron al brujo, era Luz.
—¿Qué es esto? —preguntó el brujo, no sabiendo porque se sentía tan reconfortante.
—Es un abrazo —respondió.
—Me gusta —afirmó con alegría.
Amity se unió.
—Wow, ¿pueden ser de más de dos? Que locura —añadió el príncipe cerrando los ojos y comenzando a reír de alegría.
—Pensé que hacía lo correcto —fue lo último que dijo el Rey antes de desvanecerse en la nada, sin ningún espectáculo de por medio.
Percival sonrió ampliamente, no entendiendo de ningún modo cómo es que una bruja y una humana que supuestamente eran sirvientas del castillo habían terminado desvelando un asesinato real y trayendo al príncipe de regreso, pero eso lo conversarían luego.
—¡Debido a los hechos recién acontecidos! ¡¡La sucesión real debe continuar!! ¡¡Todos arrodíllense ante el Rey Harvey!! —El escudero se dirigió al pueblo otra vez.
Todos habían contemplado el emotivo momento y no dudaron ni un poco en arrodillarse frente al nuevo gobernante.
Las chicas soltaron al flamante Rey y lo empujaron para que viera a su pueblo.
—Ehem ¿Hola? —saludó.
La multitud se rio al inicio, pero luego se puso de pie para aplaudir y vitorear a su nuevo Rey, felices de no tener que ir a una guerra sin sentido.
El corazón de Harvey se llenó de alegría al ver esto, miró a los guardias de rodillas, a Percival detrás de él y a sus amigas sonriéndole.
—¡¡Mi primer decreto real es que este sea un día de fiesta en honor a las dos chicas que salvaron al reino!! ¡¡¡Cada año, este día se celebrará el festival de Luz y Amity!!! No esperen ese nombre es muy largo —pausó todo y se aclaró la garganta antes de intentarlo otra vez— ¡¡Será el "Festival Lumity"!!
Todos aplaudieron otra vez.
—¡¡Todos prepárense, saquen sus puestos de venta a las calles y festejen este día conmigo, en la gran fiesta que haré esta noche en el castillo!!
Luz y Amity se sonrojaron por lo que dijo Harvey, ni en sus sueños más salvajes habían soñado con que se hiciera un festival en su honor y con sus nombres en él, o bueno; con más o menos sus nombres.
Percival no pudo evitar reírse con lo que había sido el primer decreto del joven Rey, aún tenía mucho que aprender, pero el confiaba en que sería un gran gobernante algún día.
El anuncio real llegó a su fin, con un cambio de rey en el medio, el público se dispersó y se preparó para la celebración. El escudero real se acercó al nuevo Rey y le comenzó a decir las muchas tareas y cosas que tenía que hacer ahora que ocupaba el lugar de su padre. Harvey hizo un puchero en señas de queja y se dirigió a las chicas antes de ponerse a trabajar.
—Bueno, parece que ahora tengo mucho que hacer... —comenzó—. Supongo que ¿Ya no quieren trabajar como sirvientas en el castillo? —bromeó.
El dúo rio un poco.
—Es una pena, me gusta el uniforme —dijo Luz mientras miraba sus prendas.
—Quédatelo si quieres —le respondió Harvey—. Ahora, ustedes son mis invitadas especiales, pueden quedarse en el castillo el tiempo que quieran y de hecho, les puedo conseguir una habitación mucho mejor ¿Qué dicen?
—Pues... Tenemos que preguntarle a Tácet si podemos quedarnos —dijo Amity con algo de pena.
—Cuando sepa lo que pasó, estoy segura de que querrá que nos quedemos aquí en lugar de ir a ese extraño puerto.
En una cafetería, el guardia del aquelarre del emperador estaba tomando un café, relajado en su asiento, feliz de que el lugar estuviera casi vacío porque todo el pueblo estaba viendo un anuncio de su Rey o algo así.
—¿Puedes creerlo? —dijo un brujo entrando a la cafetería— ¡Esas mucamas!
—Luz y Amity —añadió su compañero, entrando con él.
—¡Sí, ellas! ¡No puedo creer que hicieran que el Rey confesara que asesinó a su hijo y luego lo trajeran de regreso!
—¿Qué loco no? ¡Ahora tenemos un nuevo Rey gracias a eso! —respondió el otro.
Tácet escupió su café en la mesa, totalmente descolocado por lo que acababa de escuchar, «¡¡¿Qué las chicas hicieron qué?!!», pensó. Tardaría un poco en recuperarse e ir al castillo para averiguar que diablos había sucedido.
—Haré que les hagan unos vestidos hermosos para esta noche —le dijo Harvey al dúo.
—No es necesario —dijo Amity, sintiendo que abusaban de su amabilidad.
Luz se negó a decir algo, claro que quería un vestido nuevo.
—Pero claro que lo es —respondió el Rey.
—Rey Harvey, ya es hora de que comience con sus tareas —lo llamó Percival.
—Eres un aguafiestas Percy —se quejó—, bueno. ¿Por qué no aprovechan esta oportunidad para pasear por la ciudad? ¡Las veo esta noche! —finalizó antes de seguir a su escudero fuera de la habitación.
Las dos chicas se miraron, todavía no podían creer todo lo que había pasado en tan sólo dos días.
Claro que hubieran querido explorar la ciudad, pero lo cierto es que (después de cambiarse otra vez a su ropa normal, que había sido lavada y secada por los sirvientes del castillo) se pasaron casi toda la tarde rindiéndole cuentas a su guardián, quien se preguntaba como pasaron de ir a la pijamada de un amigo a derrocar a un Rey loco y revivir un príncipe.
Las dos tuvieron que explicar con lujo de detalle que era lo que había sucedido. Al final le preguntaron a Tácet si podían quedarse por más tiempo, el guardia pensó en lo que le prometió a Lilith, le prometió que las mantendría seguras y ahora que tenían la protección de un reino entero, dudaba que hubiera un lugar más seguro que ese. Hizo que las chicas le aseguraran que él también tendría un cuarto en el castillo y decidió que se quedarían en Cálico hasta que fuera momento de regresar a Bonesborough.
Cuando ambas salieron del hotel donde hasta ahora había dormido Tácet se sorprendieron al ver que ya había comenzado a anochecer, pero la ciudad estaba más viva que nunca, las calles estaban iluminadas por una gran cantidad de faroles y los negocios decoraban casi todas las avenidas, cada vez que pasaban por uno de estos las reconocían y les daban cosas gratis. «A King le encantaría estar aquí», pensó Luz. Comieron comida que era extraña hasta para Amity, casi fueron comidas por algunos animales exóticos de una tienda de mascotas, acariciaron algunos Paramürrs, jugaron algunos juegos de feria que había por el lugar y en general, se divirtieron, olvidando sus problemas momentáneamente.
Entonces recordaron que tenían una fiesta a la que asistir, en el castillo. Se dirigieron rápidamente a este, encontrándose con Harvey.
—Les dije que exploraran la ciudad, pero no pensé que fueran a explorar toda la ciudad —les dijo haciendo énfasis en el "toda".
—Perdimos la noción del tiempo —dijo la humana mientras se rascaba la nuca.
—Es una ciudad muy linda —habló Amity.
—¡Claro que lo es! —afirmó Harvey— Estamos algo atrasados así que tendremos que dividir tareas -les explicó.
—¿Tareas? —preguntó Luz.
—Tranquila, son tareas bastante divertidas. ¡Rosa! —llamó, una bruja gordita y un gato igual de rechoncho se acercaron— Por favor, lleva a Luz a probar cada uno de los postres y aperitivos que habrá en la fiesta —le pidió.
—Por aquí. —Guio la bruja mayor.
Luz se giró hacia Amity mientras caminaba, hace un largo tiempo que no se separaban.
—Yo iré con Amity a elegir las mejores decoraciones, ¡Sígueme! —Harvey le habló a la bruja de pelo bicolor.
Ella también se giró, sólo alcanzaron a sonreírse antes de ir por caminos separados.
Después de elegir los manteles, los servilleteros, el color de las servilletas, las pancartas, el tipo de silla y el esquema de colores de la pista de baile, cosas que Amity nunca creyó que disfrutaría tanto, la bruja se sentó al lado del Rey en una de las mesas del gran salón de baile. Había algo que la chica de pelo bicolor quería preguntarle a Harvey, pero no sabía cómo.
—¿Hay algo que quieras decirme? —preguntó el brujo peli-rosa, era bastante perceptivo.
Al no recibir ninguna respuesta, se aventuró a decir algo que no había tenido el valor para decir antes.
—Mira, sé que nos conocemos hace poco, pero... Hemos pasado muchas cosas junto jeje y me he dado cuenta de que... —Hizo una pausa para ordenar sus ideas—. Cuando me vieron en el bosque les pedí ayuda porque parecían buenas personas y ahora tengo la seguridad de que lo son, pero... No se nada sobre ustedes... De donde vienen o hacia donde iban, creo que escuche que Luz dijo que iban ¿A un puerto?... Mira, no tienes que contestar si no quieres y puedes reírte si lo que voy a decir es una tontería, pero... ¿Están escapando de algo?
Esas palabras rompieron a Amity por un segundo, cosa que el brujo notó y trató de arreglar.
—Lo siento, no... No quise molestarte, si es algo delicado yo...
—No esta bien —le respondió Amity, respirando hondo para calmarse—, te diré... Te lo diremos luego... Aún, necesitamos algo de tiempo para procesarlo ¿Sí?
—No tienen que hacerlo —le respondió Harvey—. Y si alguien les hizo daño o algo así... Les doy mi palabra de que están seguras aquí en Cálico, haré todo en mi poder para asegurarme de eso...
Amity sonrió, alegre de que ahora sólo se hacía amiga de personas que se preocupan por ella.
—Eres una buena persona, Harvey —le dijo, después de algunos segundos de silencio, la bruja habló de nuevo—. De hecho, sí hay algo que quería preguntarte. —Cómo si fuera necesario, Amity acercó sus labios al oído del brujo y le susurró su pregunta.
—¡Se exactamente dónde puedes encontrar lo que buscas, pero apresúrate, la fiesta está por comenzar! —le respondió, para después indicarle a donde tenía que ir.
Luz creía que ya no podría comer más bocadillos cuando la fiesta comenzara, probar de todo un poco, había terminado por llenarla y se sentía un poco mal por haberle dicho que sí a todos los aperitivos, sentía que le había dado más trabajo a los cocineros y meseros.
Por otro lado, la latina estaba maravillada por lo bonita que era su nueva habitación, tenía una cama gigante (Su corazón se aceleraba al pensar que esta vez tendría que preguntarle a Amity formalmente si quería compartir la cama con ella a pesar de ahora tener la opción de no hacerlo e irse a otra habitación igual de grande), un cuarto completo como armario que no podría llenar ni aunque trajera su ropa de la tierra, el papel tapiz era diferente (rozado con líneas blancas) y el baño era básicamente un spa.
Estaba echada en la cama, aprovechando que ahora podía extender totalmente sus brazos y piernas, su mirada se había tornado borrosa mientras miraba el bello candelabro del techo; sin embargo, los fantasmas detrás de su cabeza amenazaban con manifestarse otra vez para atormentarla, lo que la salvó de esto, fue alguien tocando la puerta.
—¡¿Amity?! —se levantó al instante, corrió y abrió, topándose con Harvey y algo tapado con una tela detrás de él.
—Siento decepcionarte —le dijo el Rey al notar la ligera tristeza que se asomó en el rostro de la humana al notar que no era la bruja de ojos dorados—. Pero traigo conmigo algo que espero te guste.
El brujo peli-rosado empujó lo que ahora la humana vio que era un maniquí con ruedas y sin previo aviso, levantó la tela.
—¿Te gusta? —le preguntó.
—¡¿Bromeas?! ¡Me encanta! —respondió eufórica.
—Noté que no podías parar de ver a los Paramürrs y se lo dije al diseñador.
—¡Nunca tuve algo hecho a medida! —dijo maravillada.
—Pues, ahora sí —le dijo feliz de que le gustara—. Hay algunos zapatos en el armario, ponte el par que quieras. Ah y tengo que nombrarlas como invitadas de honor en una hora, así que te recomiendo que te alistes de una vez.
—Eso haré —dijo la humana, al final no pudo evitar preguntar por la persona que ocupaba sus pensamientos—. ¿Y Amity?
—Aún está ocupada con los músicos, pero no te preocupes, estará contigo durante el nombramiento —le dijo.
—Oh, ya veo —trató de ocultar su desilusión.
—Ehem, Luz —la llamó Harvey—. Sin ninguna razón específica, quiero que sepas que tú y Amity están seguras aquí ¿Okay?
—Hmm. Eso... Es genial, gracias —respondió la humana, no sabiendo a qué venía lo que dijo el peli-rosado, pero aceptándolo igualmente.
—Gracias a ti —le respondió mientras caminaba a la puerta—, nos vemos abajo en 15 minutos —se despidió y cerró la puerta después de salir.
Luz miró el vestido de gatos y no dudó ni un poco en ponérselo, esperando que a Amity le gustara tanto como a ella. Se acicaló en el baño, se peinó para atrás y se aseguró de lucir bien. Tardó más de lo que pensó en elegir un par de zapatos que combinara. Cuando observó el reloj-monstruo que había en una de las paredes de la habitación y al notó que habían pasado más de 15 minutos, se encaminó al salón de baile.
El castillo constaba con dos salones de baile, uno pequeño, en uno de los pisos superiores y uno gigantesco cerca de la entrada principal, en este segundo es donde se estaba realizando la fiesta.
Luz bajó las escaleras hacia la fiesta de a pocos, buscando a Amity con la mirada, pero no la encontró en ninguna parte y no había nadie que conociera. La sala era gigantesca y estaba decorada con banderines con símbolos de gatos, al igual que los manteles de las mesas que rodeaban la pista de baile, que ya estaba ocupada por muchas personas. La música retumbaba con fuerza en los oídos de la humana, dudando que Amity hubiera escogido algo tan estruendoso como eso. No encontrando el ánimo para hablar con algún extraño, decidió sentarse en una de las mesas y esperar a su compañera.
Harvey observó a la humana desde la tarima elevada que hacía de escenario, detrás del encargado de la música, notó que Luz parecía algo incómoda y le pidió a los músicos que tocaran algo más "tranquilo y convencional", haciendo la espera de la latina un poco más amena.
[Rod Stewart - Mandolin Wind]
Pasados unos minutos, el Rey observó a la bruja de pelo bicolor ingresar por la puerta principal, algo abrumada por la multitud, rápidamente, la alcanzó antes de que Luz la viera, le dijo que se apresurara y la llevó a la habitación que compartiría con la humana, Amity apenas tuvo tiempo de observar su vestido, pero quedo tan maravillada como Luz al respecto, incluso algo incrédula de que algo como eso hubiera sido fabricado esa misma tarde.
—¿Cómo hicieron con la talla? —le preguntó a Harvey.
—Noté que los uniformes de sirvientas les quedaban a la perfección y le dije al diseñador que usara esas medidas. Me sorprende que les quedaran tan bien, Denise me dijo que solo adivinó sus tallas —explicó.
—Es muy lindo —le dijo mirando el vestido.
—Estoy muy feliz ahora que sé que te gusta, algo en ti me hacer pensar en dragones... Ahora ¡Apresúrate! Luz te está esperando —finalizó saliendo de la habitación.
Amity fue rápida, no era la primera vez que se alistaba para una gala y como es bien dicho: "La práctica hace al maestro". Se puso el vestido y encontró zapatos negros que hacían juego, quería lucir bien para la humana.
La mente de Luz era un torbellino, en todo ese tiempo se le habían acercado muchos brujos y brujas de su edad, para saludarla, para hacer preguntas, o incluso para invitarla a bailar. No tuvo problema en rechazar educadamente sus invitaciones, ni en responder a sus preguntas; pero cuando empezaban a halagarla, a decirle que había sido valiente, a decirle que era una heroína y que era un honor conocerla, algo empezó a ir mal y no sabía que era, pero hacía que tuviera dificultad para respirar y se sintiera mareada. Tuvo que disculparse y correr hacia otra mesa para tratar de calmarse y descifrar que era lo que la sucedía.
Cuando la bruja llegó al lugar, el suave sonido de guitarras, mandolines y una voz rasposa pero melodiosa llegó a sus oídos. Aprovechando la altura de las escaleras, buscó a cierta humana entre la multitud y no le gustó lo que vio al encontrarla, parecía triste y algo estresada, sentada en una silla, sola.
Luz escuchó que la llamaban, esa voz la sacó al instante del trance en el que estaba y la hizo levantar la mirada, cuando la vio, todo se detuvo; ahora podía respirar con normalidad y el peso sobre su pecho había desaparecido.
—Luz ¿Te sientes bien?
La nombrada ignoró la pregunta y en su lugar dijo:
—¡Te ves hermosa!
Amity se sonrojó antes de poder responder.
—Tú-tú... Tú también jeje —logró decir, esperando que no se notara que tartamudeó.
Después de ese intercambio de palabras, ninguna estaba segura de que hacer... Hasta que la música le dio una idea a Amity.
—¿Quieres bailar? —preguntó con timidez.
La piel oscura de Luz ocultó parte de su sonrojo.
—Cla-cla ¡Claro! —respondió, con algo de energía extra.
La bruja se rio, notando que su compañera estaba tan nerviosa como ella y extendiéndole una mano. La humana la tomó y dejó que la guiara a la pista de baile.
Ahora que estaban juntas nada más importaba, no existía nadie más y ya no sentían las miradas llenas de curiosidad que las observaban. Amity tomó la otra mano de Luz y frente a frente comenzaron a moverse al ritmo de la música, al principio se movieron con algo de timidez, pero al igual que con el roleplay, poco a poco... Se dejaron llevar.
La canción escaló junto con sus sentimientos y ahora sólo se veían la una a la otra, mientras meneaban sus brazos y piernas con la melodía de las mandolinas, el ritmo de la balada enérgica recorría sus cuerpos y hacía de metrónomo para sus agitados corazones, mientras se soltaban ocasionalmente para hacer pasos de baile que parecían practicados.
Amity rio otra vez, de pura alegría, Luz la siguió también, no habían parado de bailar y cuando un solo de cuerdas llegó a sus oídos no dudaron en tomarse de las manos y girar una frente a la otra. Incluso brincaron coordinadas con cada compás. Se miraron a los ojos mientras la canción bajaba su intensidad y se desvanecía, como el mundo a su alrededor, eran felices, más felices que nunca y si pudieran elegir un momento que durara para siempre, sería ese. Estaban muy cerca la una de la otra, podían sentir sus respiraciones y entonces...
—¡Un aplauso para nuestras invitadas de honor! —exclamó Harvey.
Las chicas volvieron a la realidad y notaron que todos en la pista habían formado un círculo a su alrededor sólo para verlas bailar. Los aplausos y alabanzas comenzaron, todos miraban al dúo. Entre la multitud que vitoreaba se encontraba Tácet, aplaudiendo orgulloso de ser el guardián de chicas tan especiales.
—No tenía idea de que fueran bailarinas profesionales —dijo el Rey—. ¡Hoy no sólo salvaron al reino de una guerra sin sentido, sino que también nos deleitaron con un hermoso baile! ¡Gracias por todo Luz y Amity! —Las celebró.
La bruja y la humana se sonrojaron, nunca habían sido ovacionadas por un público tan grande antes.
—¡Ahora! ¡Que la fiesta siga! —añadió Harvey.
Las personas de la pista de baile se volvieron a desordenar y a reanudar su baile.
Luz y Amity no estaban cómodas del todo con lo que había sucedido, pero la situación se deterioró aun más cuando un alud de personas se le acercó mientras abandonaban la pista de baile. Ninguna sabía que hacer, mientras las halagaban y les agradecían por lo que habían hecho, algo no se sentía bien de todo eso; la humana era a la que más le afectaba esto.
La latina se limitaba a sonreír y apretar la mano de Amity mientras escuchaba a extraños decirle lo genial y talentosa que era. No se sentía bien, otra vez estaba mareada y le faltaba el aire. Comenzó a entrar en pánico, a sudar y su sonrisa se comenzó a quebrar. Amity no lo notó en un inicio al estar ocupada sonriéndole a todos también. El cerebro de la humana estaba en una búsqueda frenética del motivo por el cual se sentía así, ¡Si respuestas es lo que quieren, respuestas tendrán!, era su voz, la voz del monstruo, haciendo eco y repitiéndose en su cabeza y entonces... Todo se aclaró. La razón por la que sentía así era porque no lo merecía, no merecía ninguna de esas ovaciones, no merecía que la llamaran heroína, mucho menos que la llamaran valiente. «¡Soy una estúpida! ¡Una cobarde! ¡Solo eso soy! ¡No me merezco esto! ¡¡No me merezco a Amity!!». Se gritó mentalmente, sintiendo que cada palabra era verdad. Había llegado a su límite otra vez y si quería respirar tenía que salir de allí.
[Bon Iver - Skinny Love]
Luz soltó la mano de Amity y salió corriendo mientras lloraba.
—¡Perdónenme! ¡¡Perdónenme por favor!! —gritó mientras empujaba a todos a su paso y escapaba del lugar.
—¡¿Luz?! —Recién entonces Amity notó lo que le pasaba a su compañera, no perdió tiempo y se dispuso a perseguirla— ¡¡Luz!! ¡¡Regresa!! ¡¿Qué sucede?! —preguntó mientras corría detrás de ella.
Llegaron al exterior del castillo, donde la fiesta continuaba.
—¡Aléjate de mí! —gritó entre lloros.
—¡¡Luz!! ¡Espera! —exclamó sin dejar de seguirla.
Corrieron por un rato sin detenerse, mientras más avanzaban más se apagaban las luces y disminuía la cantidad de personas en las calles. Llegaron a un lugar en el que ya no había ningún tipo de alumbrado público, corrían en la oscuridad y la humana sólo buscaba un lugar donde ocultarse.
—¡¡Luz!! —gritó con la voz rota— ¡¡Detente por favor!!
La latina no respondió y cuando vio una pared que parecía escalable, supuso que la bruja no la seguiría hasta un lugar así. Usó todas sus fuerzas para subir al tejado de una casa y estando ahí recuperó un poco de aire, su descanso no duró mucho, pues Amity también se subió.
—¡¡Espera!! ¡Te lo ruego! —volvió a llamarla, parada en el mismo tejado.
Luz la volvió a ignorar, trató de correr e incluso planeo saltar a otro tejado si era necesario, pero no pudo hacerlo, sólo pudo avanzar un metro más cuando su pie se atoró en una de las tejas, haciéndola caer.
—¡¡Luz!! —exclamó, llorando tanto como ella, finalmente alcanzándola y arrodillándose frente a ella.
La humana se giró aún tirada y trató de arrastrarse más lejos, sin éxito, gritó:
—¡¡Vete!! ¡¡Vete por favor!! —apretó los ojos, se rehusaba a ver a la bruja.
—¡¡No!! ¡¡¡No me iré a ningún lado!!! —gritó Amity— ¡¿Fue algo que hice?! ¡¡Si es así lo siento!! ¡¡De verdad lo siento!! —le imploró entre lágrimas— ¡No sé que es lo que hice! ¡¡Pero te juro que no lo volveré a hacer!!
—¡¿Qué?! —lloró— ¡Tú no hiciste nada malo! ¡Soy yo! ¡Soy yo la que hizo algo malo! ¡¡No merezco que me digan tantas cosas lindas!!
—¡¿Qué quieres decir con eso?! ¡¡No es cierto!! —gritó con impotencia.
—¡Claro que lo es! ¡Ya...! ¡Ya no puedo soportarlo! —exclamó, casi desgarrándose la garganta— Sé que te prometí que no hablaría de eso, pero ya no puedo aguantarlo, tengo que decirlo. ¡¡Todo lo que sucedió ese día fue mi culpa!! ¡¡Yo te puse en peligro!! ¡Y todo lo que pude hacer al respecto...! ¡¡Fue intentar matarme!! ¡¿No lo ves?! ¡¡Soy una cobarde!! ¡Una cobarde! Una cobarde —su voz perdía intensidad, ya no tenía fuerzas para gritar más.
—¡¡Cállate!! ¡Eso no es verdad! —la silenció Amity, totalmente arrepentida pro llegar a eso, pero no soportaba que Luz dijera esas cosas sobre sí misma.
—Sí lo es, tratas de ocultarlo y no tienes porque hacerlo... Es por eso que estabas enojada conmigo antes de que encontráramos a Harvey.
—¡No! ¡¿Quieres saber la verdad?! ¡¡Sí estaba enojada!! Es más ¡¡¡Estaba furiosa!!! ¡Pero no contigo! ¡¡¡¡Estaba enojada conmigo misma!!!! —Esa noche no había ningún alma que interrumpiera la liberación de sus emociones— Estaba... Estaba enojada porque... Ese día... Cuando nos dijo que sólo una podía salir con vida... Por un microsegundo... ¡Pensé en lastimarte! —su llanto se intensificó— La que no ve eres tú... ¡Yo soy la que es una cobarde! ¡¿Cómo pude pensar en algo tan horrible después de todo lo que hiciste por mí?! ¡¡Eres la única que me hace feliz!! Y pensé en hacerte daño... ¡Soy un monstruo! Un monstruo —Ya no se sentía capaz de articular más palabras, se tapó el rostro, tratando de ocultarse.
Las palabras de la bruja hicieron que Luz volviera en sí, dándose cuenta de lo que dijo, de lo que ambas dijeron y recién entonces... Se dio cuenta de que eran estupideces, burdas mentiras que se repitieron tanto a ellas mismas que pensaron que eran ciertas.
—No lo eres —la tomó de los hombros, su voz estaba algo ronca por tanto gritar.
—Pero...
—Pero nada... Amity Blight, el único monstruo es el que nos puso en esa habitación, lo hizo para lastimarnos, para hacer que nos lastimáramos... Pero no lo conseguirá... No dejaré que lo consiga...
Amity escuchó y recién entonces su llanto comenzó a menguar.
—Siento haberte pedido que no habláramos de esto... Es sólo que pensé... Pensé que si lo ignorábamos y fingíamos que nunca pasó... Desaparecería... Y podríamos ser felices otra vez. —Su voz también estaba lastimada por los gritos.
—Ames, puedes ser muchas cosas, pero jamás una tonta. Y no te equivocaste... Seremos felices otra vez... Lo sé... Sólo necesitamos algo de tiempo para procesar lo que nos pasó...
—Tienes razón... Mientras estemos juntas, estaremos bien —se las arregló para sonreír, ya no le quedaban lágrimas de todos modos.
—En ese caso, déjame hacerte una promesa que nunca romperé —respondió Luz, juntando su frente con la de Amity—. Te prometo... Que siempre estaré para ti. —Sonrió, le gustaba como sonaba eso.
—Entonces... —La abrazó por la cintura, con fuerza—. Yo prometo estar para ti también. —Apretó su agarre.
Luz correspondió al instante, abrazándola igual de fuerte. Ambas se sostenían como si al soltarse fueran a desaparecer por siempre. Cualquier noción de tiempo se esfumó y les fue imposible si pasaron segundos, minutos u horas. Ahora, que habían soltado todo lo que se había acumulado dentro de ellas, sus corazones podían sanar, juntos.
Lo único que las iluminaba en esos momentos era la luz de la luna y las estrellas.
—Me tardé en elegirlo, pero tenía que ser perfecto -dijo Amity, separándose mientras hacía un círculo de hechizos que invocó una pequeña caja que contenía la razón por la que se había demorado en llegar a la fiesta, tuvo que preguntarle al Rey donde había una joyería para poder comprarlo.
La bruja abrió la caja, revelando su contenido.
La latina se emocionó al ver el bello broche.
—Son esmeraldas —añadió Amity—. ¿Puedo? —preguntó, sacando el broche de la caja.
La humana acercó su rostro a modo de respuesta afirmativa. La bruja colocó con cuidado el adorno en el cabello de su compañera y cuando terminó la miró a los ojos.
No querían decir nada más, no era necesario, comenzaron a acercarse hasta sentir sus respiraciones una vez más y luego; quizás fue por la falta de iluminación o porque todavía temblaban, pero todo lo que pasó fue que sus narices chocaron.
Amity se avergonzó instantáneamente, pensando que había arruinado el momento, pero al ver a Luz lo único que se encontró fue su sonrisa. La latina comenzó a reírse a carcajadas por su torpeza.
—Eres una idiota —bromeó. Se acomodó, usó la chimenea del techo en el que estaba como apoyo para su espalda y ahí sentada, contempló la luna.
La humana no se hizo esperar, se acerco a la bruja, pero no se sentó a su lado, sino que se echó en su regazo y la miró hipnotizada, pensando en que los colores del broche siempre le recordarían a Amity.
La de pelo bicolor se sorprendió un poco al principio al sentir el peso de la humana en sus piernas, bajó su mirada hasta el rostro de Luz y entonces observó como la luna se veía aún más hermosa reflejada en esos ojos color avellana. Sonrió y comenzó a acariciar el cabello de la otra chica antes de añadir:
—Mi idiota —Esta vez se aseguró de que Luz la escuchara.
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Bueno amiwos, este es el nuevo capítulo, pese a que me tomó bastante escribirlo (técnicamente todo un mes), me hizo feliz escribir cada parte de este.
Este es por ahora, mi trabajo más extenso, con 28000 palabras, así que espero que hayan disfrutado la lectura.
Tuve muchas ideas al escribirlo y me aseguré de desarrollar todas lo mejor que pude, y no saben lo difícil que me fue describir un baile, pero espero que al menos sea entendible el resultado.
Ahora, quisiera explicar un poco lo que hice en este capítulo para los que estén pensando: "Que demonios, porque tan lloronas y raras"
Y es que hice mi mejor esfuerzo para tratar de desarrollar el modo en el que imaginé que nuestras dos protagonistas lidiarían con un trauma, ya que en muchas series dirigidas a niños algo recurrente (y totalmente entendible por el público al que van dirigidas y al tipo de serie que son) es que cada vez que pasa algo horrible con el protagonista o protagonistas no se ahonda en que hace este para lidiar con la culpa o trauma, simplemente se sigue adelante y se pone que este "sigue decidido a arreglar sus problemas y derrotar al villano" y ya está, para la siguiente vez se resuelve el problema y el personaje no tiene que lidiar por mucho tiempo con las consecuencias.
Por si no entienden a lo que me refiero con lo anterior pues, en The Owl House hay un claro ejemplo con el cual puedo demostrar a lo que me refiero:
En el episodio en el que Eda pelea con Lilith y se sacrifica para salvar a Luz, perdiendo su magia, siendo capturada, y condenándose temporalmente a quedarse en su forma bestial. Pelea durante la cual, para colmo, Lilith literalmente trata de empujar a Luz contra los pinchos que había en el suelo, por lo que Luz se ve obligada a ver como su mentora se despide de ella con lágrimas en los ojos, pensando que no volverá a verla. Ahora les pido que analicen lo anterior y piensen en la posición de Luz, por si aún no lo entienden: LUZ LITERALMENTE FUE LA CAUSA DIRECTA DE QUE EDA PERDIERA TODO Y SE CONVIRTIERA EN UNA BESTIA BÚHO Y LO VIO TODO SUCEDER FRENTE A ELLA MIENTRAS TRATABAN DE ASESINARLA, claro que Lilith fue una zorra en ese cap, pero no habría podido llevarse a Luz si ella no hubiera intentado robar el sombrero, así que básicamente fue culpa de Luz que eso pasara y ¿Cómo es que nuestra humana favorita lidia con este serio problema/trauma?
Pues llora un poco, luego se levanta se pone una capa y procede a rescatarla. No se ustedes pero a mi me parece que si le pasa eso a una niña de 14 años, pasa un poquito más que un simple y pequeño llanto y otra vez al ruedo. Esto no es una crítica a la serie porque como ya dije, es una serie para niños y un capítulo de Luz con depresión literalmente no aporta nada a en este caso y la rápida recuperación de algún modo encaja perfectamente con el personaje de Luz.
Pero como es mi fic y aquí tengo poderes de admin, jejeje, pensé que sería más realista que lidiaran con ello y que descubrieran que tratar de resolver los problemas simplemente ignorando que pasaron y sonriendo no es algo que funcione de verdad, me gustaría que me dieran su opinión de como quedó.
Ahora sí, curiosidades:
-Al principio quería que Ed y Em también fueran mandados de viaje con las chicas, pero me di cuenta de que no sería tan orgánico el resultado y terminé por dejar que se quedaran en Bonesborough.
-El puerto al que tenían que ir Luz Y Amity, "Bonetrousle", es el nombre de una canción de UNDERTALE, la de Papyrus, es muy divertida y ya que lleva "Bone" en el nombre, pensé quera apropiado.
-La idea de una ciudad de gatos llegó a mi mente hace tiempo y ahora pude hacer y espero que les halla gustado.
-La primera canción de este cap, "Prófugos" de Soda Stereo, me inspiró mucho al inicio, por lo que conlleva su letra, que embona perfectamente con la situación de Luz y Amity.
"Somos cómplices las dos"
"Al menos sé que huyo porque amo"
...
"No seas tan cruel"
"No busques más pretextos"
"Siempre seremos prófugas las dos"
Me encantó xd.
-Calico de Fever The Ghost es el nombre de la segunda canción y con una leve variación "Cálico", es el nombre de la ciudad, la canción fue escrita pensando en un gato y Calicó, también es una raza de gato así que para mí no podría ser más perfecto.
-Tácet, el nombre del guardián de las chicas, viene de "Tacet" que significa silencioso en latín y como habrán notado, no dice ni una palabra en todo el capítulo.
-Sáccharus, el nombre del Rey loco, viene de "Saccharo", que significa azúcar en latín, esto se debe a que cuando pensaba en su diseño de personaje, pensé en la dulce princesa de "Hora de Aventura", de ahí el pelo rosado de él y su hijo.
-Paramürr, que es el nombre que le di a estos felinos es una referencia a una de mis bandas favoritas "Paramore", de hecho se pronuncian casi igual, solo que "Mürr" me suena al ronroneo de un gato, por lo que así nació el nombre.
-El castillo "Feline", tiene launa referencia tan obvia que no voy a revelarla, jajaja. Por cierto, lo del cráneo de un gato gigante se me ocurrió a último momento y no puedo estar más feliz de haber pensado en ello.
-La doble corona que lleva el Rey es una referencia a una de mis animaciones favoritas de Felix Coolgrave, se llama "Double King" y pueden encontrarla en Youtube (les advierto que es un poco rara).
-El personaje de Harvey y en general, todo lo que sucede en Cálico, se me ocurrió mientras escuchaba "Harvey" de Her's.
-Mandolin Wind es una canción que descubrí hace poco y la amo, es una balada/rock que en mi mente acompaña perfectamente el baile de Luz y Amity.
-Skinny Love de Bon Iver es la canción más triste de este cap y... Sólo les pido que busquen las letras traducidas de esta canción y entenderán porque la elegí. Es perfecta para ese momento de Catarsis emocional que tiene el dúo a la luz de la luna.
-Mientras escribía, añadía canciones que iban con el cap a la Playlist del Fic, los que la siguen quizá lo notaron, por cierto ¿A alguien le gustó alguna de las canciones extra que puse allí?
-El nombre científico de la rosa usada para hacer el suero de la verdad... tarea para la casa, averigüen que significa, viene del latín.
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Prófugos - Soda Stereo
Calico - Fever The Ghost
Mandolin Wind - Rod Stewart
Skinny Love - Bon Iver
Todas en "The O-L Sides OST".
Ya sé, ya sé, mucho spam del a Playlist, pero es que me hace ilusión que escuchen lo que me inspira a escribir.
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¿Les gustó la trama que hice sobre Cálico?
¿Les cayó bien Tácet? Definitivamente: "El guardia del año"
¿Les gustaron los vestidos que escogí para el baile?
¿Les cayó bien Harvey? Si no, no hay problema jsjs, sé que los oc's que se alían con las protagonistas no suelen caer bien. Pero lo necesitaba para la trama.
Ahora un anuncio importante: ¡El siguiente cap será únicamente sobre la vida y el pasado de Weierstrass! ¡Espero que les guste la idea!, en este cap probaré un tipo de narración Híbrida, que oscilará entre primera y tercera persona, espero poder manejarlo correctamente.
Sin más que añadir, me despido mandándoles un abrazo telequinético a todos los que comentan, leo todos los comentarios aunque no tenga tiempo de responderlos y no saben como me llena de alegría que se sumerjan en mi historia.
Recuerden, creen camas y échense a la fama, ah y además:
Yo no existo
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