Life Itself/Eclipse
El ruido que hacían sus botas a cada paso rebotaba en las paredes y hasta llegar a los oídos de los prisioneros, quienes al instante se arrastraran como podían hasta el fondo de sus celdas, temblando y rogándole al ser o dios que quisieran que el hombre que caminaba por el pasillo no entrara a sus pequeñas cárceles.
Un horrible rechinido provocado por el óxido en las bisagras de la puerta de la celda que abrió Weierstrass finalmente hizo que el resto de los prisioneros se aliviara. El humano entró a la fría habitación donde estaba su nuevo prisionero favorito, cerró la puerta de la celda otra vez, con otro horrible colpe metálico. En un lado de la pequeña habitación se encontraba una mesa con instrumentos de tortura sobre ella y al lado una pequeña banqueta de madera.
El prisionero se alarmó al ver al pelirrojo caminar hacia la mesa y trató en vano de zafarse de las cadenas que retenían sus extremidades, al pelirrojo no le gustó para nada el producido por las ataduras metálicas de su rehén, puso una mueca de disgusto y entonces habló.
—¿Quieres detenerte? Ambos sabemos que no podrás escapar y no puedes negar que el ruido que haces es increíblemente molesto —afirmó mientras acariciaba las herramientas de tortura con la punta de sus dedos. Tomó una especie de alicate afilado y miró su prisionero.
El humano sonrió, le alegraba que sólo sostener el arma en sus manos bastara para que el otro obedeciera. Su corazón saltó de alegría cuando después de jugar con el alicate entre sus manos la mirada de su rehén se tornó suplicante.
—Hmm. —Observó el estado nervioso del prisionero una vez más—. Contrario a lo que puedas creer, me agradas y mucho... Eres un prisionero cuanto menos —pensó la palabra— curioso. Y, además —se rio un poco— no sabes lo difícil que fue encontrar cadenas de tu tamaño.
Había algo en el recluso que Weierstrass tenía en la celda que hizo que no quisiera simplemente saltar al plato principal.
—La verdad, pensaba simplemente venir y desmembrarte un poco —le contó—, pero ahora que te veo otra vez, puedo asegurar que no sería apropiado comenzar nuestra relación de este modo —aseguró—. Después de todo, tú vas a serme de mucha utilidad. —Respiró profundo y miró la pequeña silla—. Para serte aún más sincero —se sentó en la pequeña banqueta y se giró hacia el prisionero— estoy algo agotado de —levantó sus manos, las giró viéndolas y enseñándole al otro que los guantes que tenía puestos estaban totalmente llenos de sangre, seca y fresca— el trabajo, ya sabes. —Le sonrió con sorna.
El pelirrojo movió la silla aún sentado, dando brincos tal como lo haría un niño flojo. La pequeña prisión no era muy grande por lo que solo se tuvo que mover un poco para poder apoyar su espalda en una de las paredes de ladrillos. Una vez estuvo cómodo, se cruzó de piernas, dejó el alicate en la mesa que aún estaba a su alcance y entonces dijo:
—Nunca pensé que me cansaría de hacer lo que amo. —Se dirigió al rehén—. Pero parece que la pasión no es suficiente para hacer que este simple ser humano siga trabajando sin parar, hasta yo necesito un descanso a veces —habló el fatigado pelirrojo—. Tienes suerte de que decidiera dejarte para el final. —Suspiró cansado antes de continuar—. Bueno supongo que...
El prisionero trató de hablar, pero solo se escuchó un ruido ahogado, ronco y lastimero.
—¿Qué? —preguntó el pelirrojo. Giró la cabeza de modo que su oído apuntara a el otro.
El que estaba preso volvió a intentarlo, el ruido aún no era entendible, pero Weierstrass no tardó en descifrarlo
—"¿Por qué?" ¿Eso es lo que intentas decir? —inquirió. La única respuesta que tuvo fue la tristeza en los ojos del prisionero— ¿Por qué de qué? ¿Te refieres al porqué de todo esto? —preguntó mientras hacía un gesto con las manos que señalaba todo a su alrededor.
Entonces el rehén lo miró a los ojos y el humano supo que eso era un "sí".
—Pues me alegra que preguntes porque llegué a pensar que me tendría que quedar aquí mirándote la cara hasta que tuviera las fuerzas para abrírtela a con un alicate —se burló—. Pero ahora, al menos tenemos algo de que hablar mientras esperas. —Su mirada se desvió al techo, cómo si tratara de recordar algo—. Ahora que lo pienso... Nunca se lo he contado a nadie —reveló con sorpresa—. Hoy sí que es tu día de suerte, no sólo no te van a partir en trozos, sino que también tendrás una historia con la cuál irte a la cama. —Se rio y miró el rostro del preso—. Vamos no me mires así, deberías saber que soy alguien muy generoso con mis prisioneros. —Hizo una cara de sentirse insultado—. Bueno acomoda bien tus cadenas porque es una historia bastante larga, y si te aburres pues... Supongo que lo puedo considerar otro tipo de tortura. —Le sonrió pícaramente mientras se quitaba la máscara y la dejaba sobre la mesa, al lado de las herramientas. Se llevó ambas manos detrás de la cabeza, para que le hicieran de almohada y se preparó para contar una larga historia.
El rehén encontró algo de alegría entre lo terrible de su situación al enterarse de que al menos no sería torturado ese día. Lo último que quería era seguir escuchando la voz de ese enfermo, pero comparado a ser mutilado... Eso era casi un premio.
—Había una vez. —El pelirrojo se carcajeó de su propio chiste—. Bien, tal vez debí contarles algunas historias antes dormir a Klein y Ludwig, me abría servido de práctica. —Se aclaró la garganta—. Todo comenzó hace mucho tiempo, en un lugar muy distinto a estas bellas Islas, yo era muy pequeño y acababan de comenzar las vacaciones de verano, en ese entonces vivía en una granja que mi padre heredó del suyo...
Hoy me acosté temprano como todos los días, exactamente a las ocho. Siempre he sido puntual, cómo me enseñó papá, es más, hoy me dio las buenas noches.
Todos los días cuando me acuesto, cierro los ojos, pero me aseguro de no dormirme y cuando menos lo espero, escucho la puerta de mi habitación abrirse y unos segundos después, siento la rasposa barba de mi padre en mi frente. ¡Mi beso de buenas noches siempre me hace sonreír!
—Buenas noches pequeñín —me dijo—. Mañana será un gran día.
Luego de despedirse de mí (aunque se supone que yo debería estar dormido) me dice que ama cada una de mis 2 millones de pecas y es entonces cuando escucho como cierra la puerta.
Él no viene todas las noches, pero no importa porque siempre tengo el beso de buenas noches de mamá y ese es igual de bueno.
—Papi era un tonto —habló el pelirrojo—. Me dijo que era alguien especial y me crio con dureza, pero yo era... Un ser humano gentil. Claro que eran otros tiempos y hoy apenas puedo recordar cómo era yo de niño, pero el punto es que, aunque no me recuerde a mí mismo, sí recuerdo a mi padre y te puedo asegurar que ese hombre era un completo iluso. Llegaba tarde, pero no porque fuera trabajador, llegaba tarde porque cada día, después de salir de su trabajo con sueldo mínimo, se metía al bar tomaba hasta ser irreconocible. Esa noche, como todas, llegó ebrio y entro a mi habitación por error, fue cómico la verdad. Si te cuento de esa noche porque, es importante para la historia que conozcas mejor el tipo de persona que era mi padre.
Desperté y no importa cuanto lo intente, no hay modo de despertarme más temprano, siempre lo intento para poder ver a papá antes de que se valla a trabajar, pero nunca lo consigo, he pensado en poner mi alarma a sonar más temprano, pero eso despertaría a mamá y no quiero molestarla. Espero con ansias que llegue el sábado, tal vez pueda convencer a papá de que juegue conmigo en lugar de ver esos reportajes en la televisión.
—Ese tarado se pasaba los fines de semana en la casa de sus amigos veteranos amigos o tirado en el sillón viendo la televisión, que es como las bolas de cristal que usan por aquí. —Le aclaró al prisionero—. Mi padre estaba obsesionado con cualquier reportaje o programa sobre la guerra, lo cual era entendible, porque él luchó en ella. Hasta donde sé aquí nunca tuvieron una guerra a esta escala, pero de donde vengo fue tan importante, que la llamamos...
—¡La segunda guerra mundial! —grité justo antes de comenzar una pelea con mis soldados de juguete.
—Hijo, ¡Tu malteada! —gritó mi madre.
Mi mamá es la mejor del mundo, todas las tardes de lunes a viernes, me prepara una malteada de fresa, ¡mi sabor favorito!
Bajo corriendo las escaleras, llego hasta la cocina y ni bien la veo, le doy un gran abrazo.
—¡Gracias mami!
Ella me despeinó un poco y yo volví a mi habitación para seguir jugando.
Me encanta mi malteada de fresa y mamá siempre me prepara una justo antes de que llegue su amiga a la casa, el nombre de su amiga era =#($=?% y ella también es genial. Mami incluso la trata igual que a papá, he visto como la...
—Mi madre era una ramera —dijo con odio—. Puede que mi padre fuera un estúpido, pero era el estúpido que nos mantenía a los dos. ¿Y cómo le pagó ella? Ja. No solo tuvo el descaro de serle infiel, sino que también fue capaz de hacerlo con otra mujer. ¿Puedes creerlo? Maldita estúpida. —Miró hacia el suelo—. La odiaba, me corrijo, aún la odio y sólo recordarla hace que quiera vomitar.
¡Amo a mamá!
Bajé para estar con ella y =#($=?%, pero me dijeron que era mejor que volviera a jugar a mi cuarto porque tenía que hablar sobre algo que sólo los adultos podían entender, siempre fui un niño obediente.
Estaba por hacer que mis soldaditos derrotaran a los malvados nazis cuando me dio algo de sed, quise bajar a la cocina, pero a medio camino, justo antes de comenzar a bajar las escaleras, la curiosidad me ganó y me quedé para escuchar su conversación.
—Pero, debe haber algún modo de llevárnoslo —dijo mi madre.
—Sabes que no —respondió =#($=?%—. Si lo haces, él no nos dejará en paz y podríamos terminar en prisión o aún peor... ¡Muertas!
Creo que escuché a mama llorar, pero no quise entrar, quizás sabrían que estaba escuchando sin permiso.
—Dime la verdad. ¿Eres feliz aquí? —preguntó la compañera de mamá.
No sé si no respondió, o si lo hizo muy bajo, pero no pude escucharla.
—Entonces vámonos, lo tengo todo listo y sabes que no tengo nadie de quien despedirme en esta ciudad...
—Necesito tiempo —le dijo mami.
—No tenemos tiempo. ¿Cuánto más crees que podremos ocultar lo nuestro? ¿Y que crees que pasará si &$()#$ se entera?
Dijo el nombre de papá, pero... ¿Por qué papá no debería saber que son muy buenas amigas? ¡Estoy seguro de que sería más divertido si estuviéramos todos: Mamá, papá, =#($=?% y yo!
—¡No me iré sin despedirme de mi hijo! —gritó mamá.
No entendí a que se refería mami, pero hubo un largo silencio después de lo que dijo.
—Lo siento... Te presioné demasiado —habló su amiga, sonaba triste—. Nos iremos mañana.... Así al menos, podrás despedirte.
No comprendo. ¿A dónde se va a ir mamá? ¿No puedo ir con ella?
Ya no aguanté más, bajé corriendo para ver lo que sucedía.
—¡Mamá! ¿Te vas a ir? —pregunté ni bien las vi.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, su compañera solo desvió la mirada. Mami se acuclilló para estar a mi altura, me acarició la mejilla y me dijo:
—No, hijo. Escuchaste mal, mamá no se va a ningún lado —habló con voz llorosa.
—¿De verdad? —le pregunté.
—De verdad. Jamás te dejaría, mi niño.
—Esa cerda malagradecida estaba planeando escaparse con esa otra puta. Y lo peor es que se atrevió a decirme que no me abandonaría —habló indignado—. ¡Me miró a los ojos y me mintió! —Frunció el ceño y recordó otra vez— Lo peor es que ahora lo analizo de nuevo y me doy cuenta de que la malteada de fresa que me preparaba, era más porque estaba feliz de ver a esa zorra que por hacer algo por mí.
El prisionero, que hasta ahora no había tenido de otra que escuchar la historia, había aprovechado que el otro estaba muy ensimismado en su relato para seguir retorciendo sus extremidades entre los grilletes. Dolía, y probablemente terminaría cortándose, pero quizás podría usar su propia sangre a modo de lubricante para poder liberarse.
—Sea como fuere, no puedo recordar nada más sobre ese día. Pero, estoy seguro de que no pasó nada importante.
Luego de que mamá me dijera que no iría a ninguna parte, su amiga se fue. Después, me pasó algo que no me pasaba desde hace mucho... ¡Mami subió a mi habitación para jugar conmigo! Jugamos a los soldaditos, con mi set de ciencia loca e incluso me ayudó a practicar algunos de mis trucos de magia... ¡Me dijo que estaba sorprendida de mis poderes! Y yo le dije:
—Cuando sea grande... ¡Quiero ser Mago!
Ella se rio un poco antes de decirme:
—Serás el mejor, mi niño.
Jugamos casi toda la tarde.
Luego, mamá me preguntó si quería ver una película con ella en la nueva videocasetera que nos regaló la abuela (mi abuela es muy rica, o al menos eso es lo que dice papá). ¿Qué clase de pregunta era esa?
—¡Claro que quiero ver una película contigo! —le respondí.
Ella sonrió, después bajamos a la sala, mamá preparó palomitas y me preguntó sobre que película quería ver. Le pregunté si podía escoger una de las de terror, aún sabiendo que lo más seguro era que me dijera que no, sin embargo... ¡Otra sorpresa! ¡¡Me dijo que sí!! Sé que todas las madres son geniales, pero... La mía supera a todas con creces.
Nos sentamos en el sillón y nos tapamos con cobijas para ver la película, entonces pasó algo muy terrorífico en la película por lo que abracé a mamá y cerré los ojos con fuerza. Pero el miedo no duró mucho, pues ella me acariciaba para calmarme, cuando abrí mis ojos otra vez, me encontré con los suyos y en ese momento... Supe que no tenía nada que temer.
La madre del pelirrojo lo amaba, aunque el creyera lo contrario, su amor por él fue una verdad inexpugnable. Sin embargo, los seres humanos son seres defectuosos y egoístas, como muestra de ello: Esta madre quería a su hijo, pero quería más su propia felicidad.
—La mañana siguiente fue igual que la anterior, me levanté temprano como siempre, mi padre ya se había ido al trabajo desde antes. Así que me puse a jugar con mis juguetes hasta que, una vez más, mi madre me llamó para darme mi malteada...
—¡Ya voy! —exclamé antes de bajar.
Cuando llegué a la cocina, que era de estilo americana y estaba junto a la sala de estar, mi madre me esperaba con una sonrisa. Pero había algo extraño... Estaba vestida de forma extraña, como si quisiera... ¿Ocultarse?
Su amiga también estaba allí, con el mismo tipo de saco. Ahora que los veo mejor... ¡Esos sacos son como los que usan los detectives en la tele! ¿Desde cuando mami es una detective? ¡¡De seguro está por irse en una misión secreta!!
Le di un sorbo al batido de fresa y miré a los ojos de mi madre, parecía triste.
—Ma. —Le hice un gesto con el dedo para que se agachara—. No tienes que estar triste, no le diré a papá que eres una agente secreta —le susurré.
Cuando la vi a la cara otra vez, pude notar que mi comentario tuvo el efecto opuesto al que quería, y ahora ella estaba llorando.
—Volveré por ti, mi niño. Te lo prometo —me dijo.
Sé que mamá nunca me mentiría, así que sólo asentí. Ella y su amiga tomaron unas maletas que estaban allí desde antes, no las había visto hasta ahora.
—¿Por qué no te vas a jugar otra vez, hijo? —preguntó.
El vaso se sentía frío en mis manos, juraría que antes no se sentía así.
Me alejé sin mirar atrás y comencé a subir las escaleras, sin decirle nada más... Pero entonces... ¿Qué mamá no me había dicho ayer que no se iría a ningún lado? ¡¿Va a romper su promesa?! ¡No!, tengo que preguntarle porque lo hace. ¡Debe haber una buena razón!
Estaba por volver a bajar, antes de llegar al primer piso vi como mamá besaba a su amiga otra vez, estaban paradas frente a la puerta que da a la calle, creo que estaban por abrirla, pero no fue necesario que lo hicieran, porque ese día...
Papá llegó temprano del trabajo.
—¡Atrapadas con las manos en la masa! —exclamó Weierstrass, para después reírse como loco— Cada vez que recuerdo sus miradas —se volvió a reír— no puedo evitar reír. Esas dos eran muy estúpidas, mi madre debió hacerle caso a la asquerosa de su amante, de haberse ido el día anterior. —Una sonrisa más macabra de lo usual se dibujó en el rostro del pelirrojo, antes de que respirara profundo para seguir con su historia.
Estaba feliz de ver a papá, pero ¿Qué va a pasar ahora que sabe que mamá es una agente secreta? Quise bajar a saludarlo, pero justo antes de que lo hiciera vi como mamá y su amiga comenzaban a retroceder... como ¿Si le tuvieran miedo?
Papá estaba raro, sonreía, pero no de forma linda... El mejor modo en el que podría describirlo es que las miraba como un t-rex, a punto de devorar a su presa.
Papi entró a casa al mismo tiempo que mamá y =#($=?% retrocedían, entonces noté que papá no estaba sólo, sino que trajo a sus amigos consigo.
—Verás, mi padre no regresó de la guerra sólo. En el campo de batalla se hizo de algunos colegas y de algunas habilidades—suspiró—. Esos sujetos estaban tan dañados como él. Y aunque fuera un borracho empedernido, jamás fue un idiota, no estoy seguro desde cuándo, pero sé que él sospechaba de la infidelidad de mi madre desde hace algún tiempo, para comprobar su teoría, le basto con no ir al bar de siempre, esa vez... Se emborrachó con sus amigos de camino a mi casa —Su tono sonó frío—. Y ¿Qué pasa si pones a 5 veteranos de guerra con estrés postraumático frente a la mujer que engañó a uno de ellos? ¡¿Con otra mujer?! —añadió, casi divertido.
Bajé a toda velocidad hasta la sala, pero antes de que pudiera acercarme, papá sacó algo de su saco, algo que hasta ahora solo había visto en los programas de la tele. Mamá y su amiga retrocedieron, levantaron las manos y entonces...
—¡Bum! —Hizo un gesto de pistola disparando con su mano— ¡Justo entre las cejas de la mujer con la que mi madre lo engañaba! —Entonces el pelirrojo se dio cuenta de algo importante—. Ups, olvidé que aquí en las islas hirvientes no existen las pistolas... Para resumírtelo, son armas, muy poderosa y divertidas. Básicamente son... Como resorteras, sólo que están hechas de metal o plástico en lugar de madera y en lugar de lanzar piedras, lanzan pequeños perdigones de plomo. En pocas palabras, mi padre le voló la maldita cabeza a la amante de mi madre.
La amiga de mamá está en el suelo, al igual que sus maletas. Papá parece extrañamente feliz, a ella le está saliendo mucha sangre de la cabeza y yo tengo miedo, mucho miedo.
Mi madre se arrodilló llorando sobre el cuerpo de =#($=?% y la movió, como queriendo que despierte... Creo que no lo hará. Quiero acercarme a mamá, pero no puedo, es como si estuviera congelado.
Los amigos de papá acaban de entrar a la casa. Él guardó su pistola y se rio de modo extraño antes de decir:
—Que asco. La sangre de esa ramera va a ensuciar la alfombra.
Sus amigos se rieron.
—¡Que hiciste! —gritó mi madre, totalmente destruida.
—Lo que tenía que hacer —respondió con frialdad.
—Pudiste golpearme, o hacerme lo que quisieras... No era su culpa—mamá sollozó.
—Esa estúpida vale más muerta y en cuanto a ti, no creas que te salvaste solo porque los sesos de tu amiguita ahora manchan la pared —Papá sonaba raro.
Mami se echó en el pecho de su amiga, llorando desconsoladamente.
—Bueno chicos, parece que mi querida esposa —dijo con tono sarcástico—, no tomó atención a lo que nos dijo el padre en la iglesia, que dicen si se lo recordamos.
Sus amigos rieron otra vez, se comportaban tan extraño como papá y yo seguía sintiendo que mis pies estaban pegados al suelo. Ellos levantaron a mami por la fuerza y comenzaron a arrastrarla, ella gritaba. Ver eso, de algún modo hizo que pudiera moverme otra vez.
—¡¿Papá?! —le grité, acercándome.
—Oh, hola, campeón —me saludó alegré.
Mi madre volteó a verme, quiso decirme algo mientras lloraba, pero los amigos de papi le taparon la boca.
—¿Qué-qué hacen tus amigos con mami? —tartamudeé.
—Nada importante —Se acercó a mí, ya no podía ver a mamá.
—Tú... ¿Tú mataste a la amiga de mamá? —pregunté, incrédulo.
Hizo una pausa antes de responderme.
—Hijo, ¿recuerdas que te conté que en la guerra luché contra gente muy mala? —Su aliento olía como las botellas que están por toda la cocina.
Asentí temeroso.
—Pues, esa "amiga de mamá" era casi tan mala como esas personas y como en la guerra, tuve que cumplir con mi deber —Me sonrió.
¿La amiga de mamá era mala? No tenía idea... No... No lo parecía.
—Lo hice para proteger a nuestra familia —añadió.
Lo miré, incapaz de decirle algo más.
—No te tienes porque preocuparte, hijo. Sube a tu habitación tengo... Que atender un asunto con tu madre. Mañana... Te llevaré a tomar un helado. —Lo último lo dijo con voz cantarina.
Por alguna razón, ir a tomar un helado con papá mañana, no sonaba divertido en ese momento. Él me sonrió una vez más, me despeinó y se dispuso a salir, ni mamá, ni los amigos de papá estaban ya en la casa. Antes de que él se fuera, reuní las fuerzas para gritar:
—¡Papi!
—¿Sí, campeón? —Se giró a verme, apoyado en el marco de la puerta abierta.
—¿Le vas a hacer daño a mami? —pregunté, no sé en qué momento empecé a llorar.
Papá me sonrió, pude ver todos sus dientes, me recordó al lobo de la caperucita roja.
—¡Claro que no, mi niño! Papi jamás lastimaría a mami —Fue lo último que dijo antes de irse y cerrar la puerta detrás de sí.
El miedo comenzó a recorrer mi cuerpo, me quedé inmóvil otra vez y lo único que podía ver, era el cuerpo inerte de la amiga de mamá.
—Mi madre, era una degenerada. Pero si hay algo peor que cogerse a alguien del mismo género, eso sería mentirle a un niño de 10 años. Y ese imbécil, no sólo me miró a los ojos, también me sonrió mientras lo hacía. ¿Ahora entiendes por qué detesto a los mentirosos? Me recuerdan a ese infeliz hijo de puta. —Miró al prisionero, quien lo escuchaba atentamente—. Te gustando la historia ¿No es así? —Weierstrass sonrió— Me alegro, porque lo que sigue... Es la mejor parte.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que pude moverme, subí a mi habitación temblando, tenía frío, demasiado frío y la manta con la que tapaba con mami, no pudo calentarme.
Quizás sea, porque no puedo dejar de escuchar sus gritos, los gritos de mi mamá. Ni siquiera en la película de terror oí gritos tan fuertes y desgarradores, algo le está pasando a mami y no puedo soportar no saberlo... Creo... Creo que iré a ver.
Había anochecido, no lo había notado hasta ahora, salí por la puerta principal y el frío, al igual que los gritos, eran más fuertes afuera. Caminé lentamente por el pasto, hasta que los gritos se detuvieron. Seguí avanzando, temblando con cada paso, hasta que llegué al granero. La gran puerta estaba entreabierta y había sombras que salían por la luz emitida en el interior, pero no quise asomarme por ahí... Papá podría verme, en lugar de eso, apilé un poco de heno y me asomé solo un poco por un ventanal, entonces...
¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¡¡¿Por qué papá le hizo eso a mami?!!!
Ella, ella, ella, ella, ella, ya no estaba completa, completa, completa, completa, completa, completa. Sus piernas están en un lado, sus brazos en otro y su cabeza está tirada al lado de la hoguera que papá y sus amigos hicieron, la cabeza de mamá tiene los ojos abiertos y está mirándome, mirándome, mirándome, mirándome, mirándome, mirándome, mirándome. Su pelo rojo aún adorna su cabeza, pero ella está muerta, muerta, muerta, muerta, muerta, muerta, muerta.
Papa y sus amigos están bebiendo, bebiendo, bebiendo, bebiendo, bebiendo. En una mano tiene una botella y en el otro un machete lleno de sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre. Hay sangre en todas partes, partes, partes, partes, partes, partes, partes. Mamá está en partes, partes, partes, partes, partes.
Papá me mintió, mintió, mintió, mintió, mintió, mintió, mintió, mintió. Le hizo daño a mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá.
El torso de mamá está a en la hoguera, eso es lo que aviva el fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego.
Él y sus amigos están al lado de las partes de mamá, ellos se ríen y se divierten, divierten, divierten, divierten, divierten, divierten, divierten.
Tengo miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo, miedo. Me caí de la pila de heno que hice, no siento mi cuerpo, cuerpo, cuerpo, cuerpo, cuerpo y tengo frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío, frío...
—No fue la gran cosa —dijo el pelirrojo—. O bueno, ahora me doy cuenta de que no fue la gran cosa. Ni siquiera lo hicieron bien, simplemente la trozaron como lo harían con un cerdo y aunque era una enferma, la verdad, se merecía un castigo mejor ejecutado. Pero para mi pequeño yo... Esa noche me quedé dormido ahí donde estaba, a la intemperie, tirado al lado del granero. —Recordó el frío que sintió esa noche—. Al día siguiente la brisa otoñal me despertó, y me levanté de la hojarasca sobre la que me había dormido, en ese momento no me atreví a asomarme por el ventanal del granero, así que solo regresé a casa. Cuando entré descubrí que el cuerpo de la chica a la que mi padre le disparó había desaparecido de la sala y, esto no lo supe hasta mucho después, pero resultó que ella era maestra en una escuela, no tenía familia en el pueblo, aunque jamás sabré si la buscaron en primer lugar. Lo mismo aplicó para el cuerpo, partes del cuerpo —se corrigió— de mi madre. —Se aclaró la garganta—. Mi padre estaba dormido en el sillón y en la tele estaba lo único que veía ese estúpido...
"¡Esta fue una batalla de la libertad contra la esclavitud mundial!"
Sonó en la tele.
"Gracias a todos nuestros valientes soldados americanos, Los Estados Unidos de América están..."
Apagué el aparato. Papá sigue dormido, no creo que lo haya notado. Además, ya no creo que él sea valiente.
—Si hay un infierno espero que mi padre esté allí, pero ¡Maldita sea! Al menos cumplió una de sus promesas —ironizó.
Papá me llevó a tomar un helado hoy. No se porque, pero me supo horrible. Creo que el helado ya no me gusta... Ni siquiera el de menta con chocolate.
—A decir verdad, a partir de este punto la historia se pone bastante aburrida —le dijo al prisionero—. Así que te resumiré lo que pasó después...
No puedo dormir.
...
Extrañó a mamá... Aunque ella quisiera abandonarme... Aunque hayan pasado ya 3 años. Si hay algo bueno que pueda sacar de lo que siento ahora, es que ya sé que es lo que siento por papá ahora... O bueno eso creo.
...
Lo odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio, odio.
...
Soy una mierda para las matemáticas y odio cada momento que paso en la preparatoria casi tanto como odio a mi padre. No lo soporto, simplemente no lo soporto... Todos los días se alcoholiza lo suficiente como para seguir pensando que es un héroe.
...
Hoy papá trajo una ramera a la casa... ¿¡Se supone que ese intento de mujer reemplace a mi madre?! Me alegra que ese imbécil use el brazo de esa zorra para apagar sus cigarrillos, el sonido que hacen al apagarse y quemarle la piel, sigue sonando en mi cabeza una y otra vez, una y otra vez, y otra y otra y otra...
...
Me expulsaron de la escuela, no me importa, tengo 19 años encontraré un modo de valerme por mí mismo. Es sorprendente que alguien como mi padre me llame inútil. Que descarado.
...
El retrasado de mi padre no pudo pagar sus deudas, el banco nos quitó la casa. La asquerosa mujer que tenía por novia no se mudó con nosotros a la casa de la abuela.
...
Le traigo su cerveza a diario. No lo soporto. No lo soporto. No lo soporto. No lo soporto.
...
No puedo dormir.
...
A veces, voy a la cochera, entro al auto que mi padre no conduce desde hace años y prendo la radio. Todo me suena como basura... Todo, excepto la estática, la estática es hermosa, la estática me acompaña, la estática me recuerda a mamá mirándome.
...
Tengo frío.
...
La abuela entró a mi habitación en el sótano de su casa, dijo que me veo gordo ¡Pero me veo fantástico! ¡Nunca había estado mejor! Ahora creo que sé que es lo que debo hacer para sentirme mejor, para llenar este vacío, para dejar de tener frío. Pero no puedo hacerlo aún... La abuela todavía sigue en casa.
...
Tengo que ser paciente, paciente, paciente, paciente, paciente.
...
Quise hacerlo, hoy tuve la oportunidad, pero no pude.
...
No tengo el valor... Pero lo detesto tanto, tanto, tanto, tanto, tanto. Si no puedo hacerlo, al menos me convertiré en lo que más odia, haré que me odie tanto como yo a él. Será fácil, él los ve todo el tiempo en la tele, aunque allí digan que son los villanos... Comienzo a pensar que son los héroes.
...
Sigo observando los documentales que mira mi padre. Ahora sé muchas cosas... Como que mi madre estaba enferma, solo eso podría explicar porque se cogía a otra mujer... Solo eso podría explicar porque quiso dejarme.
...
Aún no tengo el valor, valor, valor, valor.
...
Pero no quiero ser un cobarde. No quiero ser como él.
...
No seré como él.
...
No seré como él.
...
¡¡¡¡No seré un cobarde como él!!!
...
La abuela se fue de viaje por unos días.
...
Caminé hacia la habitación de papá, busqué en el armario y entre todas nuestras viejas pertenencias encontré lo que estaba buscando: La pistola con la que mató a la amante de mi madre. Aún le quedaban algunas balas en la recamara.
Cuando estuve frente a las escaleras miré el arma una vez más antes de avanzar, cada grada que bajaba me acercaba más a mi destino... Finalmente mi padre iba a pagar por lo que hizo.
Ahí estaba, viendo lo de siempre en la tv de la sala, medio dormido y la lata de cerveza amenazaba con deslizarse de su mano y ensuciar el suelo.
Apunté a su cabeza, pero no jalé el gatillo, no... Él tenía que saber que era yo quien lo estaba matando, y que se lo merecía.
—Papá —lo llamé.
El despertó y habló sin girarse.
—Que quieres, zopenco. —Su voz era ronca y estridente.
—Es hora de que pagues —le dije.
—¿Qué? —Preguntó mientras se giraba hacia mí. La lata de cerveza se precipitó al suelo de lozas blancas.
Apoyó un brazo en la cabecera del sillón para estar más cómodo, entonces me vio sosteniendo su pistola, apuntándole.
—¿Qué carajos crees que haces? —inquirió, levantado una ceja. Parecía más extrañado que asustado y eso no me gustaba.
—¡Tú me mentiste! —le grité.
Sólo se extrañó aún más.
—¿Estás drogado?
—¡Claro que no! A diferencia de ti, no necesito alcoholizarme para ser valiente.
Sólo abrió los ojos un poco más.
—Y... ¡Qué es lo que piensas hacer con eso? —señaló el arma.
¡¿Qué clase de pregunta es esa?! ¡¿Cuál es su puto problema?! ¡¿Por qué no está temblando de miedo?!
—¡Voy a hacer que pagues por lo que le hiciste a mamá!
—Pfft —casi se atraganta por el ruido que hizo— ¿¡Tú?! ¿Tú me vas a hacer pagar por lo que hice? —Se rio descontroladamente— No me hagas reír. Guarda esa cosa de dónde la sacaste y tráeme más cerveza —habló mientas se giraba otra vez.
¡¡¡¿Cómo?!!!!
—¡¡Estoy hablando en serio maldito imbécil!! —exclamé, apretando el agarre en la pistola.
Hubo un silencio después de lo que le dije. Se levantó del sillón en el que estaba, caminó hasta estar frente a mí y me miró directo a los ojos antes de decir:
—Así que el pequeño tarado que tengo por hijo está hablando en serio. —Él usó un tono de voz burlón en la última parte—. Mira, marica de mierda, soy tu padre, gracias a mí tienes algo que meterte en la boca y un techo donde vivir. —Se llevó una mano al entrecejo y cerró los ojos con molestia—. Te volviste una putita emo desde que me encargué de tu madre y eres una carga terrible. —Me miró directamente—.Te conozco, sé que no tienes las agallas para jalar el gatillo de esa cosa. Y sé que eres un retrasado inútil que ahora mismo, está haciendo a un héroe de guerra perder su tiempo por un berrinche.
¿Por qué estoy temblando yo? ¿Por qué soy yo el que tiene miedo? ¿Por qué tengo tanto frío otra vez?
—Ahora —prosiguió—. ¿Qué tal si dejas de molestarme y vas a tu cuarto a masturbarte o algo? Después de todo eso debe ser lo único para lo que eres bueno.
Mis brazos temblaban sin parar. Así que tomé el arma con las dos manos para apuntar mejor.
—Sólo mírate, ni siquiera puedes agarrar bien una pistola... Definitivamente, debí haber convencido a tu madre de abortar... Eres un maldito desperdicio... —Me miró con asco.
No podía mirarlo de frente, bajé la mirada y traté en vano de estabilizar mis manos.
—Igual que tu madre.
Escuchar que nombró a mamá dio el valor que necesitaba para mirarlo a los ojos. Otra vez no sé en qué momento comencé a llorar.
Aún temblando, lleno de ira, bajé mi dedo del guardamonte y lo puse sobre el gatillo.
Papá levantó ambas cejas.
—Oh, vamos... Despertaste con ganas de joderme hoy ¿Verdad? —ironizó— En ese caso... ¡¡¡Vamos!!! ¡¡¡Aquí estoy para ti!!! ¡¡¡Jala el gatillo!!! ¡¡¡Dispárale a papá!!! ¡¡Vamos!! ¡¡Vamos!! ¡¡¡Vamos maldita sea!!! —gritó. Su mirada parecía suplicarme que lo hiciera.
Ahora mis piernas también temblaban, bajé el arma.
—Eso pensé —me dijo mientras me miraba con arrogancia—. De verdad eres tan malagradecido como tu madre.
Eso fue todo...
Eso fue lo que necesitaba...
¡¡¡¡Bang!!!!
Eso fue lo que hizo que pudiera escuchar estática, incluso si no estaba prendida la radio.
El cuerpo de mi padre se desplomó, cayó boca arriba. La sangre brotaba del agujero en su frente y su rosto sólo contenía una mueca ilegible. Sus ojos estaban abiertos como platos, él también me miraba.
Lo observé por minutos, o quizás horas y entonces...
Le disparé 5 veces más.
Seguí jalando el gatillo, pero ya no me quedaban balas.
—Me arrepiento —dijo Weierstrass—. Me arrepiento de haberle disparado primero en la cabeza.
El prisionero había dejado de rasparse con sus esposas, de algún modo la retorcida historia de su captor lo había dejado atónito.
—A veces, sueño que le disparo en el cuello, que lo veo desangrarse en el suelo mientras se ahoga con su propia sangre, que veo como la vida se escapa lentamente del cuerpo de ese cerdo. —Se detuvo, dándose cuenta de que se había perdido en sus anhelos—. En fin... Esa fue la primera vez que mataba a alguien, era un novato y tenía mucho que aprender. Así que no me sentó nada bien... No me atreví a tocar el cuerpo de mi padre y la angustia comenzó a atacarme con todo lo que tenía. Recuerdo sentarme en el sillón por horas, viendo ese documental sobre la guerra mientras me comía las uñas, me sentí tan nervioso que terminé por arrancarme una, sangró mucho más de lo que pensé —relató, recordando la sensación.
Mi padre sigue tirado en el suelo de la sala y no puedo mirarlo. Trato de calmarme, pero no puedo, no importa cuanto lo intente, simplemente no soy capaz. Tengo que cambiar la venda de mi dedo cada media hora, se llena de sangre muy rápido.
Mi madre invade mis pensamientos ¿Qué pensaría ella si me viera ahora? ¿Si supiera lo que hice?
No me importa, no me importa, no me importa... Ella quiso abandonarme... Si la tuviera en frente...
También le dispararía.
—Si hay algo en lo que puedo estar de acuerdo con el bastardo de mi padre, es en que mi madre merecía morir —dijo el pelirrojo—. Igual que todos los de su clase. —Hizo una mueca de asco y respiró profundo antes de continuar—. Como sea, el cadáver de ese idiota comenzaba a apestar y lo único que me sentía capaz de hacer en ese momento era ver una y otra vez el documental que tanto le gustaba. Al principio no lo entendí, pero después —sonrió lleno de alegría—. Después me reveló cual sería mi misión... El problema, era que no me sentía capaz de cumplirla y así como un típico adolescente después de un rompimiento, mi joven mente sólo contempló una salida...
Tengo que morir.
Debí dejar una bala para mí.
No hay otro modo de arreglar las cosas, no me queda ya nada en este mundo...
Tal vez incluso pueda hacer un amigo en el infierno.
Quisiera poder ser como los soldados en la tele.
Quisiera limpiar al mundo, como ellos querían, de esa escoria, de gente como mi padre.
Quisiera ser útil, al menos por una vez.
Pero no puedo, no soy tan fuerte. No soy tan valiente.
Quizás en otra vida.
Miré mi reflejo en el televisor que yacía apagado en medio de la sala, estaba sentado a solo centímetros de este. Miré mis propios ojos, pero no puedo ver claro, todo se ve oscuro en esa pantalla. Tan negro. Tan lóbrego.
—Sólo me quedaban dos días antes de que mi abuela regresara y aún no había podido matarme. Cuando quise cortarme las venas, terminé mirando mi reflejo en la navaja de afeitar durante horas y terminé por hacerme un corte suficientemente profundo como para que sangrara, pero no lo suficiente como para acabar conmigo. Entonces fue, cuando mi angustia se convirtió en paranoia.
Están cerca.
Los escucho.
Ya vienen.
Los amigos de papá ya vienen.
Vienen por mí.
Van a cortarme en pedazos como hicieron con mamá.
Pero no se los dejaré fácil... He estado sentado frente a la puerta con este cuchillo toda la noche, y estoy listo para apuñalar al primero que entre.
Mi vida sólo puede ser terminada por mi propia mano, no puedo dejar que unos tipos como papá me la quiten...
Los mataré, los mataré a todos, ellos también sufrirán, cuando entren por esa puerta.
Están cerca.
Los escucho.
Ya vienen.
Los amigos de papá ya vienen...
—Estaba atrapado entre la cobardía de no poder acabar conmigo mismo y el miedo de que alguien más viniera a hacerlo. —Se autoanalizó—. Al día siguiente, me levanté de mi lugar frente a la entrada y sin previo aviso el teléfono comenzó a sonar.
—¿Ho-hola? —dije a través del auricular.
Un hombre respondió del otro lado.
—Buenas tardes, llamo del departamento de policía de...
Colgué instantáneamente y con fuerza.
Lo saben, lo saben, lo saben, lo saben.
Vendrán por mí y me llevarán a prisión.
No quiero, no quiero, no quiero.
A prisión solo va la gente mala, como mi padre. Él debería haber estado allí, no yo.
No puedo dejar que me lleven, no lo lograrán... No los dejaré.
Weierstrass nunca lo sabría, pero la razón por la que la policía llamó a su casa era que habían encontrado los cadáveres calcinados de dos mujeres en un lugar cercano a su antigua casa. Y estaban buscando al culpable. Por otro lado, algunos vecinos habían llamado al departamento de policía porque escucharon ruidos parecidos a balazos provenientes de la casa del pelirrojo, pero la policía los había ignorado. Después de todo era un pueblo pequeño y tranquilo, por lo que pensaron que las ancianas que llamaron probablemente sólo estaban exagerando el ruido de algunos pirotécnicos.
—Esa llamada, hecha en un momento tan conveniente, logró convencerme de hacer lo que tenía que hacer. —El humano continuaba mientras que el rehén ya había avanzado bastante con su intento de liberarse de los grilletes de sus extremidades superiores, manteniéndolas ocultas detrás de su espalda—. Salí de la casa a toda velocidad, como si alguien me estuviera persiguiendo. —Soltó una risilla—. De verdad creía que los amigos de mi padre y la policía sabían que era lo que había hecho. Así que corrí sin detenerme hasta llegar a mi destino.
Aún estaba intentando recuperar el aliento por tanto correr, mis pulmones ardían como nunca. Pero al menos ya estaba allí, en el puente sobre el río que cruza el pueblo.
Vértigo fue lo único que sentí cuando me paré en el borde, comencé a temblar y entonces, antes de que me arrepintiera miré al frente.
El sol se estaba poniendo frente a mí, el tono naranja rojizo del cielo parecía surreal y una suave briza acarició mi piel, casi se sentía como si alguien me estuviera abrazando.
Entonces pensé que quizás no había un paraíso y un infierno, quizás la muerte solo era como la paz que sentía en esos momentos y no había nada que anhelara más en ese momento que finalmente, tener algo de paz.
Me solté de la barandilla, me dejé caer y cerré los ojos, no quería ver la vista a mitad de camino.
El agua me heló hasta los huesos y la corriente del río me arrastró suavemente, como si fuera una hoja más que se cayó de un árbol. Cómo me alegro de no haber aprendido a nadar.
Me hundí mientras seguía siendo llevado por el agua, al abrir los ojos bajo el agua solo podía ver burbujas, de lo que sería mi último aliento y entonces...
Una luz cegadora, me dirigía hacia ella, pero aún me quedaba aire...
El brillo provenía de un objeto que brillaba al fondo del río y me dirigía hacia este. No tenía ningún modo de cambiar mi trayectoria, tampoco quería hacerlo. Al menos mi final sería... Interesante.
Pensé que chocaría con el extraño objeto, pero me llevé una sorpresa cuando en lugar de recibir un golpe, fui envuelto por esa luz. Por instante todo era un espacio blanco infinito y cuando me di cuenta estaba otra vez en el agua, pero la fuerza de la corriente que aún estaba conmigo terminó por sacarme del agua, haciéndome rodar por el suelo como si fuera algo que el río acababa de escupir.
Tosí compulsivamente, pues había tragado mucha agua. Después, me arrodillé sobre... ¿La orilla? La ribera del río al que me lancé está llena de rocas afiladas, no era posible que estuviera en tierra firme. Agarré con fuerza la mano, tomando un poco de la superficie sobre la que estaba, descubriendo que era tierra ¿Tierra? ¡Imposible!
Sólo podría haber tierra si estuviera en un... ¡¡¿Lago?!! Me había puesto de pie y había girado solo para descubrir que lo que estaba detrás de mí no era lo que se suponía que tenía que ser.
Me restregué los ojos, siendo incapaz de creer lo que veía. Ni siquiera había asimilado que el río al que me había lanzado era ahora un lago cuando me volteé y noté algo todavía más inverosímil.
Ante mí, se alzaba una especie de guerrilla. Seres de orejas puntiagudas luchaban entre haciendo círculos de luz con bastones, los cuales invocaban desde picos de hielo hasta plantas carnívoras de al menos 3 metros.
¿Quizás sí había muerto y ahora solo estaba terminando de usar la energía de mi cerebro en una alucinación de lo más extraña?
Quería desmayarme, pero parece que la adrenalina de la situación me lo impidió. Avancé tambaleándome, como si estuviera drogado.
Nada se sentía real y los seres que ahí estaban parecían estar muy ocupados pelando como para verme. Grandes llamaradas y criaturas viscosas de color morado se enfrentaban en esa batalla, maravillándome a cada segundo; resaltando mi incapacidad de comprender lo que pasaba a mi alrededor.
Seguí caminando, me movía casi por inercia hasta que eventualmente llegué a una especie de carpa que estaba a mitad del campo de batalla. La entrada a esta era una simple cubierta de tela, la aparté, pues mi cerebro sólo quería ver más y más del extraño mundo en el que me encontraba,
Al entrar, me topé con una escena como de película.
—¡Muere maldito enfermo! —gritaba uno de esos seres, estaba a punto de utilizar esa extraña magia para atacar a un general del otro bando, que yacía tirado en el suelo, parecía estar herido.
—Wow. —No sabía que aún tenía la capacidad de hablar y aún así, lo hice. Aunque más que una palabra, fue una expresión de lo que sentía: Asombro.
El que estaba por atacar se giró hacía mí, el sonido que hice lo distrajo y antes de que se girara hacia su adversario en el suelo, este hizo un círculo luminiscente con su índice izquierdo del cual salió una varilla de metal afilada, que atravesó el cuerpo del otro.
Vi como escupió algo de sangre por la boca antes de caer de rodillas al suelo y segundos después, morir frente a mí.
Me giré hacia su atacante y lo vi con detenimiento. Era un hombre bastante alto y mayor, poseía las mismas orejas puntiagudas que el resto, su cabello era de un verde tan oscuro que de no haberme fijado bien, habría pensado que era negro. Vestía una especie de armadura liviana de color negro en la que pude leer las siglas S.S.
En su rostro había una expresión adusta y algunas cortadas que clamaban que hace poco había estado luchando por su vida.
No tengo idea de que era lo que comunicaba mi rostro, pero ese anciano se levantó, sacudió el polvo de su armadura, recogió lo que supongo era su bastón y comenzó a caminar hacia mí.
No podía moverme, no después de ver lo que podía hacer ese sujeto. Definitivamente, mi muerte iba a ser la más espectacular de todas.
—¿Un humano? ¿Aquí? —inquirió, parándose delante de mí.
No pude articular palabra alguna.
Él resopló antes de continuar.
—Ahora sé, que lo he visto todo. —Me sonrió—. Supongo que no tienes idea de lo que está pasando aquí ¿O sí?
Me las arreglé para negar con la cabeza, el soltó una carcajada antes de volver.
—Bueno... Supongo que en este momento no estás listo para responder a la gran cantidad de preguntas que tengo, así que... Vamos por lo básico. —Caminó hacia la entrada a la carpa y la cortó con un movimiento de su bastón, revelando que la batalla en el exterior todavía no había terminado—. ¡Bienvenido a las islas hirvientes!
Todavía me encontraba extasiado por lo que acontecía frente a mis pupilas y el que estaba a mi lado lo notó.
—Confío en que pronto conoceré el nombre del curioso humano que salvó mi vida. —Puso una mano en mi hombro y me miró directo a los ojos.
En mi reflejo en su mirada pude ver como quizás el universo no había sido tan cruel conmigo y tal vez... Esta era la otra vida que me merecía.
—Pero por ahora —continuó— permíteme presentarme. Mi nombre es Magnus Blight.
—¡Le salvé la vida al maldito líder del senado! —exclamó el divertido pelirrojo— Y solo tuve que decir "Wow". — Se rio un poco.
El prisionero estaba casi seguro de que podría liberarse de las esposas y se alegraba de que la macabra historia de su apresador hubiera servido como anestesia para los cortes.
—Todo fue cuesta arriba a partir de ese momento. —Prosiguió con su historia—. Me uní al senado después de esa batalla y después de elegirme un nuevo nombre, fue con Magnus que descubrí que podía hacer magia usando glifos y fue él quien me enseñó a usarlos como lo hago ahora. Me entrenó, no solo como un arma, sino también como un hijo, al punto en el que ahora no temo asegurar que ese anciano me quiso mucho más que al debilucho de Gaspard. Después de todo, siempre lo comparó conmigo. Cuando llegó el momento de que Magnus nombrara a su sucesor como líder del senado —jugó con la máscara en su mano— trató de darle el puesto a su hijo, pero Gaspard Alador Blight —hizo énfasis en ese nombre— resultó ser aún más cobarde de lo que su padre creía en un inicio. Así que se fue por su segunda elección —hizo un gesto, apuntándose a sí mismo— su servidor fue quien sucedió al magnífico Magnus Blight. Ah, ese anciano confiaba en mí, tanto, que nadie se atrevió a sospechar que fui yo quien lo envenenó. No me malentiendas, le agradezco todo lo que me enseñó, pero ya estaba muy viejo y comenzaba a aburrirme, así que tuve que adelantar un poco su retiro. Y tengo que decir, que había sido tan feliz —aseguró—. Digo, pude implantar mis ideales en el senado e incluso darme el lujo de tener algunos proyectos personales como, por ejemplo. —Hizo una pausa para recordar—. Después de una exitosa misión en las afueras de otra ciudad, luego de que asesinara a dos maricas ilusos que creyeron que podían tener una familia, encontré a dos gemelos, temblando y llorando debajo de una mesa. Creo que vieron lo que le hice al intento de padres que tenían, pero no le di importancia... Por el contrario —canturreó—, crie a esos dos como si fueran mis hijos, porque creí que tenían potencial. Pero... Ahora, veo que estaba equivocado, resultaron ser una gran decepción. —Miró al prisionero y levantó una ceja—. Triste ¿No crees? —Casi parecía de verdad apenado—. Incluso invoqué a un Angelus Reprobi para que Klein se divirtiera, pero parece que no fue suficiente. Nunca es suficiente. —Tomó aire—. En fin, bajo mi glorioso mando, el senado a llevado mi visión por casi todas las ciudades de las Islas Hirvientes, ahora es el turno de Bonesborough y déjame decirte... Que este es por mucho mi mejor trabajo —dijo con seguridad.
El rehén no sabía que pensar de todo lo que acababa de escuchar.
—Te contaría lo que pasó después, pero —lo miró— creo que eso ya lo sabes ¿No es así? ¿Cómo era que te llamabas...? ¿King?
El pequeño demonio reaccionó ante su nombre y miró a los ojos al líder del senado, sus patitas delanteras le ardían e intentaba no temblar por el recuerdo de lo que había sucedido. El bozal de metal apretaba su hocico, dejándolo sin habla.
—Es un nombre curioso para alguien tan pequeño —se burló, mientras se levantaba de su asiento con su máscara en la mano.
El pelirrojo se volvió a poner la máscara antes de hablar.
—Disfrute nuestra charla, pero ya han pasado 6 días desde que tu amiga Luz y la señorita Blight desaparecieron y esas dos han sido como una piedra en mi zapato —dijo con enojo—. Y aunque mi trabajo en esta ciudad está siendo un éxito, no me voy a quedar tranquilo hasta arreglar mis asuntos con esas pequeñas insolentes. —Se comenzaron a escuchar gritos provenientes de otras celdas—. ¿Entiendes lo que te digo?
King sintió enojo al escuchar a Weierstrass hablar de Luz y Amity.
—No tengo tiempo para ir a buscarlas así que tengo la esperanza de que esto las traiga a mí. —Se acercó aún más al demonio, activó una carta que invocó un pergamino, entró a la función de cámara de este y se preparó para tomar una foto —. Cuando te vean... Ahhhh, como voy a disfrutar sacarles la piel con un bisturí.
El pequeño demonio no se quedaría de brazos cruzados mientras era utilizado por un maniaco para lastimar a Luz. Y el detonante que necesitaba se lo acababa de dar el líder del senado con esa última frase.
King zafó sus patas delanteras de las cadenas y saltó hacia el pelirrojo, quien no pudo reaccionar a tiempo. El pergamino permaneció flotando mientras el demonio rasguñaba con fiereza el rostro del líder del senado, haciendo que su máscara cayera al suelo.
Weierstrass retrocedió hasta que las cadenas en las patitas traseras de King llegaron a su límite e hicieron que este no pudiera sostenerse más del pelirrojo, cayendo estrepitosamente al suelo.
El humano se llevó una mano al rostro, notando con ira que tenía una cortada en el párpado izquierdo, no era muy profunda y no le dejaría marca, pero que un ser tan pequeño le hubiera faltado así el respeto hacía que le hirviera la sangre. Miró la sangre que había quedado en su mano y luego escuchó:
—¡No dejaré que lastimes a Luz! —King gritó desde el suelo, intentado pararse y arreglándoselas para que su voz se entendiera a través del bozal que tenía puesto.
—¡¡¿Eso es lo que crees?!! —exclamó mientras corría hacia el indefenso demonio.
King trató de protegerse con sus patitas, pero la patada que recibió por parte del pelirrojo fue tan fuerte que lo arrojó contra la pared que estaba detrás de él, el dolor fue inmenso cuando volvió a caer al frío piso de la celda.
El demonio soltó una especie de chillido lastimero por el daño que le había ocasionado la patada.
—¡¿Y qué harás para detenerme, rata inmunda?! —preguntó el aún iracundo Weierstrass.
El pequeño trató de girarse, pero todo su cuerpo le dolía, por lo que su gesto fue más un temblor débil.
No contento con eso el líder del senado lo volvió a patear contra la pared de la celda, ocasionándole un gran sufrimiento a King y dejándolo casi sin aire en sus pequeños pulmones.
—¡¡Espero que no estés ensuciando mis botas!! —Weierstrass exclamó con ira, para después patearlo una y otra y otra vez.
Estos golpes no fueron tan fuertes como el primero, pero fueron suficientes para dejar al pobre demonio inconsciente. La respiración de este se tornó débil, lo suficiente como para que el pelirrojo lo diera por muerto.
El líder del senado recuperó el aliento, se acomodó la gabardina, tomó su máscara del suelo e ignoró el dolor que sintió al ponérsela sobre la cortada.
Caminó hacia el pergamino y le tomó una foto al lastimado demonio, usó otra carta para revelar la foto. Weierstrass se rio como un lunático al observar la foto en su mano antes de hablarle a lo que pensaba era un cadáver.
—Esto les va a encantar. —Sacó un sobre de su gabardina, este tenía glifos por todas partes—. ¿Sabes? Me tomó mucho, pero logré crear un glifo que rastreara la esencia de Luz y Amity. Solo tuve que usar algunas cosas de ellas que encontré en el lugar de nuestro último encuentro —explicó al mismo tiempo que cerraba el sobre con la foto y activaba los glifos.
Las líneas dibujadas en el sobre se iluminaron de color verde y dorado. Unas alas luminiscentes de esos mismos colores brotaron de este y comenzaron a aletear. El objeto se elevó y salió volando a través de los pequeños barrotes que daban al exterior.
El pelirrojo sonrió complacido, y caminó fuera de la jaula.
—Buenas noches pequeñín. —Le dijo al inconsciente demonio, notando que aún respiraba—. Mañana será un gran día.
Fue lo último que dijo antes de cerrar otra vez la puerta de la celda y comenzar a caminar por el pasillo otra vez, la torre del guardián Wrath le había servido como una excelente prisión provisional.
Los torturadores hacían un trabajo excelente en las celdas de los otros prisioneros. Weierstrass movió la cabeza de lado a lado y cerró los ojos mientras seguía caminando como siguiendo una melodía; pues los mórbidos gritos y plegarias por piedad de los prisioneros, eran como música para sus oídos.
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Hey, me tardé como siempre.
Y aunque este no sea un capítulo tan largo como el anterior (ya que solo son 9500 palabras), les aseguro que fue mucho más difícil de escribir. Como escritor me gusta ponerme a prueba y este capítulo es prueba de ello...
Espero de verdad que se halla entendido lo que quise hacer aquí, ya que para mí fue algo totalmente experimental y nuevo, lo de mezclar primera y tercera persona.
Díganme ¿Fue soportable un capítulo en el cuál casi ni se habla de Luz y Amity? y peor aún, se trata del villano dañadito que las ha estado molestando.
¿Les sorprendió el giro con el prisionero al final o ya se lo esperaban?
::::
Life Itself - Glass Animals
Eclipse - Pink Floyd
::::
Esta vez las curiosidades son algo diferentes, espero que les parezcan al menos interesantes.
- Parte de la historia de Weierstrass se me ocurrió con Life Itself de Glass Animals y todo el resto lo hilé con la ayuda de mi mejor amigo, quien aportó un montón para el desarrollo del villano.
No sé si él llegue a leer esto pero por si acaso:
Gracias Dardo <3
-Eclipse de Pink Floyd sonó justo cuando escribía el final y es literalmente perfecta para la ocasión.
-Con este capítulo intenté que entendieran mejor a Weierstrass, supieran como fue que llegó a las islas e incluso que empatizaran un poco con él, es por que hice que los fragmentos del pasado parecieran narrados por un niño y cree contraste con su versión adulta.
-En muchas narraciones del pasado hay referencias a la letra de Life Itself, a lo mejor las encuentran jeje.
-Esto es importante, por si no lo notaron, los padre de Weierstrass, nunca lo llamaron por su nombre y es que claro... Ese no es su verdadero nombre... Se lo cambió el mismo al llegar a las Islas. Su verdadero nombre quizás sea revelado o quizás no... Pero siempre pueden adivinar xd. Quien sabe, quizás le atinan.
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El próximo capitulo será una locura que de hecho aún estoy organizando, pero narrará que pasó mientras Amity y Luz no estaban, revelándose como es que King terminó capturado. Y algunas cosas más que deben suceder, preparándolo todo para los capítulos finales.
En fin, recuerden que corazones que no ven, ojos que no sienten y:
Yo no existo.
Gracias por las 20k lecturas, los quiero mucho a todos. Si alguien quiere escribir algo, lo que sea, un fic o una historia original, no dude en pedirme concejos, que puede que tarde en responder, pero los haré. Es mi forma de agradecerles por tanto apoyo. <3 <3 <3 <3 <3 <3 <3
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