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Último día de la semana escolar, me encontraba con los ánimos por el cielo, estaba muy feliz por ello.

Llegué temprano a clases, más que de costumbre, y la mayoría lo notó.

En el receso, fuímos a la cafetería, yo y mi amigo. Mientras elegíamos, ambos contábamos algo sobre nosotros mismos, ya sea lo que haríamos el fin de semana o alguna anéctoda del pasado.

- Es verdad, esa vez estuviste a punto de salír llorando - comenté mientras sonreía, me volteé con el alimento entre las manos y choqué a un chico, a mí solo se me tambaleó la bandeja, y a él se le cayó su comida, bebida y cubiertos.

- No puede ser - llevó sus manos a su rostro, mordí mi labio inferior y me agaché a recoger lo caído.

- Te lo pagaré, lo siento - dije y me volví a parar, él suspiró agotado y quitó sus manos de su rostro - Joder.. - susurré y procedí a insultarme internamente.

- ¿Otra vez tú?, ¿Eres muy distraído o qué? - preguntó en un tono molesto, y aunque me haya lastimado un poco su tono de voz, lo entendía completamente.

- Lo siento, ¿Cuánto pagaste?

- Deja, al cabo ni quería - bufeó y caminó a paso rapido hasta la puerta que daba al patio, me sentía un idiota.

- Lo siento - susurré.

Durante las dos clases que tuvimos hasta el segundo receso, no podía prestar atención a lo que los profesores explicaban y enseñaban, mi mente solo pensaba en cómo arreglar ese problema.

El segundo receso dió inicio, salí y esperé en el patio a que saliera el chico de ojos verdes, el cuál ya fué víctima de mi torpesa y distracción en dos ocasiones.

Cuando salió, lo seguí con la mirada hasta que se sentó en una banca bajo uno de los arboles, me acerqué despacio, sin priza, aunque por dentro, me temblaba hasta el esqueleto de los nervios.

- Hola - inicié la conversación, al escucharme, llevó su mirada a mí dudando unos segundos en si seguír esta charla o no.

- ¿Qué quieres? - preguntó de manera directa y sin más rodeos.

- Pedirte disculpas.

- Eso no arreglará mi desayuno, Christopher.

- Lo sé, esque... espera, ¿Christopher?

- Ese es tú nombre, ¿No es así?

- D-Digo, sí, pero...yo no sabía tú nombre hasta el día en que te choqué por accidente.

- Yo tampoco, solo me fijé en los nombres de la lista en tú clase y las imágenes de cada alumno, no fué muy difícil.

- ¿Por qué tan interesado en saber mí nombre? - en medio de la pregunta, me senté a su lado, pareció no molestarle, al contrario, se corrió un poco dándome más espacio.

- Bueno, no todos los días un chico que no conozco me choca por accidente y hace caer mi libreta, ¿No?

- Supongo.

- Acepto tus disculpas. ¿Te sentías mal por haber tirado mi desayuno?

- No me gusta cargar con la culpa, necesitaba pedirte disculpas.

- Ya lo hiciste en la cafetería, cuando cometiste el error.

- No fue intencional, ¿Para qué iva a querer yo tirar tú desayuno?

- Quizás porque me odias y quieres que pase hambre.

- Te ofrecí el dinero después, y de hecho - tomé un billete de mi jean y se lo entendí - No se cuánto gastaste, pero tómalo.

- No quiero que carges la culpa luego - tomó el dinero y lo guardó - De todos modos, ¿Eres muy distraído, no?

- Sí, muy - sonrió, con todo gusto, le devolví el gesto - Prometo no volver a chocarte.

- Eso espero - me levanté del asiento.

- Adiós Erick.

- Bye Christopher - se despidió aún con esa hermosa sonrisa, que me dejaba estúpido, más de lo que ya era.

El timbre sonó y el día escolar finalizó.

Regresaría a casa con una sonrisa gracias a la pequeña charla que tuve con Erick, aunque fué casi nada, singnifica mucho para mí.

Pegué la nota en su casillero, me dirigí a el mío y tomé mi mochila, me quedé observando su reacción.

Me sorprendí un poco al ver una sonrisa formarse en sus labios al terminar de leer la nota.

Esta vez, no miró a su alrededor preocupado, ni tampoco llegó desesperado, se notaba tranquilo y relajado.

Pasó su mochila por sus hombros y caminó con una sonrisa hasta la salida, me preguntaba por qué estaba tan alegre, una duda que no resolvería hoy, ni tampoco mañana.

"Tú sonrisa es poesía
escrita con tinta de estrellas"

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