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Capítulo 10:


En un edificio algo pequeño, un par de personas caminaban de un lado a otro, vigilando una gran puerta de metal. Tras un largo tiempo de espera, un grupo de hombres armados salió de la oficina tras la puerta, comenzaron a platicar entre ellos mientras se dispersaban por el edificio. Dentro de la oficina, un hombre de lentes se encontraba sentado en una silla frente a un escritorio, acomodando algunos papeles y notas.

—Muy bien Ruth, hora de entrar. — escuchó la pelirroja en su oído.

La mujer caminó hasta la puerta de entrada del edificio, la cual era de vidrio. Tocó un par de veces hasta llamar la atención del guardia, quien se acercó y abrió levemente.

—¿Puedo ayudarle en algo?

—Disculpe señor, llegué a Nueva York hace un par de días por temas de trabajo, pero resultó ser una farsa. Perdí mis maletas, no obtuve el empleo y ahora no puedo volver a mi tierra. — dijo la mujer, con un acento inglés, mientras se tapaba con una larga cobija.

—Lo siento señorita, no puedo ayudarla. — contestó el hombre.

—Esto no está funcionando como querían. — susurró Ruth, a quien escucharon del otro lado del comunicador.

—Sigue intentándolo.

—A la mierda el protocolo. — soltó la pelirroja.

Se sacó la cobija de encima y con velocidad tomó al guardia del cuello, lo estrelló contra la puerta y lo dejó en el suelo.

» Hora de patearles el trasero.

Corrió hasta meterse en las instalaciones, un hombre grande apareció frente a ella, pero lo tumbó rápidamente con un par de patadas.

—¡Hay una intrusa en las instalaciones! — exclamó un hombre, que fue agredido por la pelirroja segundos después.

—Detesto a los bocones como tú.

Mientras más se adentraba, más guardias veía. Para su suerte, no eran dignos rivales, pues fácilmente se encargaba de dos o tres al mismo tiempo. Ruth logró la primera parte del plan, entrar. Aquel hombre de lentes se asomó levemente por la puerta, cuando vio a la mujer comenzó a correr hacia la salida. Cuando quiso salir, la policía muggle lo detuvo.

—¡Ruth, sal de ahí, ya lo tienen! — escuchó la mujer por el comunicador.

—¿Qué hay de la información del ataque?

—Los muggles la obtendrán, luego enviaremos a un informante.

La chica se dirigió a buscar una salida, pero a mitad de camino se encontró con algo curioso. Uno de los hombre que había dejado inconsciente poseía una varita en su cinturón. La mujer se agachó para tomarla y luego salió del lugar.

Tras el ataque que había recibido hace unas horas, James seguía sentado en una silla tratando de curar la hemorragia en su hombro. La bala había atravesado totalmente su cuerpo, por lo que no habían residuos dentro del mismo. Con unas cuantas toallas limpiaba la sangre que aún no paraba de brotar.

—Por un demonio, ya basta. — soltó, un poco enojado.

El hombre rompió una parte de su camiseta para usarla como torniquete y frenar el sangrado. Se levantó de la silla, dirigiéndose a la habitación donde toda su ropa estaba tirada en el suelo.

A las afueras del departamento, Ruth caminaba hacia el mismo, miró hacia arriba y notó algunas ventanas rotas y la pared llena de agujeros de bala.

—¿Qué mierda? — se preguntó, para luego correr hasta allá. Subió las escaleras a toda prisa, tumbó la puerta del lugar y entró a la fuerza. Del otro lado, James estaba preparado para pelear.

—¡James! — exclamó la pelirroja.

—¿Ruth? ¿Qué haces acá?

—Yo… quería saber si estabas bien pero ya veo que no. — dijo al mirar el agujero en su hombro. —¿Qué pasó?

—Un loco armado se posó en el tejado del otro edificio y comenzó a dispararme.

—¿Lo atrapaste al menos? — preguntó la chica.

—Escapó, es rápido y fuerte. No lo había visto en mi vida.

—¿Cómo era, su apariencia?

—Cabello largo, castaño. Llevaba una máscara negra en su cara, no pude ver más que eso.

—Tienes que ir a un médico, James, estás sangrando demasiado.

—Apuesto a que no tomaste los cursos de Sanación del departamento Patenger, ¿Verdad?

—Lo hice pero no me siento preparada para…

—Hazlo. — la interrumpió James.

Ruth sacó su varita, comenzó a conjurar aquellos encantamientos que había aprendido hace unos meses y en cuestión de minutos detuvo la hemorragia.

—Creo que ya… ¿Lo hice?

James se miró su hombro levemente.

—Lo hiciste, bien hecho Ruth.

—Tienes manchas de sangre en todo tú cuerpo, deberías tomar una ducha.

—¿Y que me maten mientras lo hago?

—Tú solo ve, yo me quedo cuidando.

James solo suspiró, se levantó del asiento y se dirigió hacia el baño.

[Londres, Inglaterra]

—Lo encontraste, ¿dónde está?

—Nueva York, Hell’s Kitchen, edificio sesenta y cuatro, habitación diecinueve.

—Perfecto muchacho, perfecto. Haces un gran trabajo. Ahora partiremos para allá mañana, ya puedes descansar.

El hombre con máscara negra bajó su arma y se fue del lugar. Erin Sawyer pondría su plan en marcha al día siguiente, teniendo en cuenta las consecuencias de sus actos.

» Ya verán. Ya lo verán…

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