𝙻𝚎𝚒𝚐𝚑 𝙴𝚟𝚊𝚗𝚜 𝚢 𝙹𝚊𝚖𝚎𝚜 𝙿𝚘𝚝𝚝𝚎𝚛

"Somos hermosos como diamantes en el cielo"

2 de octubre de 1974

El mes se había pasado demasiado rápido y ya estábamos en octubre, aunque debía admitir que todo era gracias de las chicas y los Merodeadores. Así que las cosas estaban demasiado bien, además, James solía ser muy atento y siempre que podía me traía galletas, algo que sabía que eran mis favoritas.

Las cosas estaban yendo demasiado bien, incluso Petunia me escribió para saber como nos iba todo, aunque es verdad que me pidió por favor que o dijera nada a Lily así que nuestra hermana no sabía nada. Además, Petunia estaba siendo buena y no quería estropear la confianza que estábamos forjando de nuevo, después de saber que Lily y yo éramos brujas.

Petunia estaba bien, al igual que nuestros padres, así que estaba demasiado feliz de escuchar eso. 

Con Lily también todo estaba yendo bastante bien, aunque siempre había ido bien y era algo que agradecía demasiado, porque siempre sería una persona demasiado importante en mi vida.

Ahora me encontraba en la biblioteca leyendo, mientras disfrutaba de la tranquilidad que había, ya que estaba casi vacía, aunque si vi a lo lejos a Severus haciendo un trabajo demasiado concentrado. Decidí ignorarlo mientras seguía disfrutando de mi lectura, seguramente más tarde iría con las chicas o a la Torre de Astronomía para poder disfrutar de la tarde. Aunque también podría llevarme el libro e ir ahí para leer un rato.

Supongo que la idea era bastante tentadora, así que recogí todo y me levanté para ver como Severus me miraba y se levantaba para acercarse a mí. Ahora que lo recordaba, tenía un trabajo que hacer con él, pero sinceramente no es que tuviera muchas ganas y estaba posponiéndolo un poco.

Iba a alejarme hasta que su voz hizo que no pudiera avanzar, no era tan mal educada.

—Leigh.

Me giré para verlo.

—¿Sí? —había algo en él que no me daba mucha confianza, pero si Lily confiaba en él, yo haría el intento, aunque prefería no tener mucha conversación con él. También no me parecía bien que los chicos le hicieran bromas, pero Snape tampoco es que pusiera de su parte. Yo intentaba que dejaran de molestarlo aunque fuera un poco.

—Soy consciente de que no te agrado y que estás posponiendo todo, pero debemos hacer un trabajo juntos. Cuanto antes lo hagamos, antes terminaremos y cada uno irá por su lado —solté un pequeño suspiro y asentí.

—¿Te parece bien que lo hagamos más tarde? —él iba a decir algo cuando de pronto alguien me abrazó por los hombros. Giré un poco mi rostro para encontrarme a James que tenía una sonrisa.

—Hoy lastimosamente ella no podrá quedar contigo para ese trabajo, tenemos planes que hemos planeado en la mañana.

Miré un poco confundida a James y él me pellizcó suavemente sin que Snape lo viera, es ahí cuando lo entendí y miré a Severus con una pequeña sonrisa. 

—Es cierto, se me había olvidado. James y yo hablamos de pasar la tarde juntos —miré a James un momento que me sonrió dándome un beso en la mejilla y viendo de nuevo a Snape.

—Espero que no te moleste, podréis hacerlo mañana tranquilamente —Snape se limitó a asentir y James tiró de mí rápidamente sin dejar que Severus dijera nada.

Los dos salimos de la Biblioteca y le miré.

—Con un gracias está bien —volteé los ojos divertida—. Aunque en verdad, sí que iba a secuestrarte para que pasaras la tarde conmigo. Había pensado que podemos ir al lago, y disfrutar un poco de la tarde, aunque si quieres ir a la Torre de Astronomía podemos ir.

—Las dos ideas me parecen bastante buenas —él sonrió.

—Bien hagamos las dos —me agarró de la mano y caminamos por los pasillos.

Había algunos estudiantes caminando tranquilamente entre risas. Nosotros llegamos a la cocina y él entró solo para salir poco después con una cesta.

—Les pedí a los elfos que por favor me ayudaran, así que lo hicieron —sonreí mientras asentía y caminamos al lago.

Una vez ahí, él colocó una manta y los dos nos sentamos en ella mientras él sacaba todo con cuidado.

Había fruta, un pequeño pastel de chocolate, galletas y jugo de melocotón. Todas mis cosas favoritas, no podía creer que James tuviera este bonito detalle conmigo, pero estaba demasiado feliz.

—Mis cosas favoritas —él asintió.

—Obvio, todo lo que dices lo recuerdo porque son cosas importantes, aunque tú digas que no lo son, para mí sí. Así que pensé en hacerte un pequeño detalle porque bueno, no sé, solo quería hacerlo.

Sonreí acercándome un poco para darle un beso en la mejilla.

—Muchas gracias, en serio, es un hermoso detalle, sin duda alguna. No sé me sorprendió, pero de buena manera porque nadie hizo esto por mí —él sonrió.

—Pues acostúmbrate para que lo siga haciendo más a menudo —asentí.

—Entonces las esperaré con muchas ansias. Además, me encanta pasar tiempo contigo, y me encanta hablar de cualquier cosa, aunque a veces no sepas de lo que estoy hablando —él me miró ofendido.

—¡Oye! Que siempre intento informarme un poco para no parecer tan perdido mujer, pero a veces es difícil —solté una pequeña risa mientras agarraba una galleta.

—Oh vamos, mis temas no son tan complicados.

—No, pero cuando me hablas de algún libro que te gusto muchísimo, lo leo para poder hablar sobre él porque me gusta mucho cuando sonríes al hablar de dicho libro. Además, es como si tus ojos brillaran con tanta emoción. Incluso voy a confesar que me está gustando bastante leer, pero no le digas a Sirius —lo último me lo dijo divertido haciendo que soltara una pequeña risa.

—Entonces se lo digo a Sirus, ¿verdad? Sería divertido ver como se burla de ti —él negó divertido buscando algo de la cesta en lo que yo me comía con cuidado la galleta.

—Bueno, pues te quitaré las galletas —agarré algunas y me levanté rápidamente para empezar a correr.

—¡Con mis galletas no! —Vi un momento como James se levantaba divertido mientras corría hacia mí.

Yo seguí corriendo hasta que me escondí detrás de un árbol, esperando que James no me encontrara. Aunque tenía la corazonada de que me encontraría seguro.

—Detrás de un árbol, ¿en serio? —solté un grito asustada al igual que se me cayeron las pocas galletas que había recogido al suelo. Miré a James mal para verlo riéndose mientras se sujetaba el estómago.

—Por Merlín, debiste ver tu cara —volteé los ojos dándole un golpe en el brazo— ¡Auch! 

—Ahora sí que iré con Severus a hacer el dichoso trabajo —James negó tirando de mí para abrazarme.

—Tú quieta conmigo —bufé haciendo que él me mirara mal y lamiera mi mejilla. Logrando que soltara un quejido y lo viera con cara de asco.

—Cuanto te detesto —él sonrió mientras caminábamos de vuelta a la manta.

—Los dos sabemos que me amas demasiado, así que ahora los dos vamos a disfrutar de lo poco que nos queda y me hablaras de ese libro que estabas leyendo en la biblioteca —asentí con una pequeña sonrisa.

Los dos nos sentamos y empecé a contarle sobre mi lectura actual, él se quedó callado con una sonrisa escuchando atentamente todo lo que yo le decía. Sin duda alguna fue una increíble tarde llena de risas y muchos chistes gracias a James.

NOTA DE AUTORA

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