2. James Potter
𝙻𝚎𝚒𝚐𝚑 𝙴𝚟𝚊𝚗𝚜 𝚢 𝙹𝚊𝚖𝚎𝚜 𝙿𝚘𝚝𝚝𝚎𝚛
"Desearía que mis debilidades no se noten"
12 de septiembre de 1973
Había pasado dos años y en estos momentos estaba cursando mi tercer año en Hogwarts. Lo bueno es que pude, sin ningún problema pasar desapercibida, un punto a mi favor, aunque debía reconocer que tenía dos mejores amigas que me ayudaban en todo.
Ahora mismo me encontraba en mi habitación leyendo porque la verdad es que no tenía para nada ganas de cenar, pero podía apostar lo que sea de que Marlene o Alice me traerían algo de comer, siempre solían hacer eso. Aunque también a veces solíamos ir a las cocinas, pero eso ocurría pocas veces.
—Leigh Janeth Evans Montgomery —levanté mi mirada para ver a Alice con una expresión seria en su rostro y Marlene detrás de ella con cara de que me había metido en problemas. Ahora que lo recuerdo, no les avise que no iría al Gran Comedor como solía hacerlo todos los días. Estaba convencida de que ahora sí que estaba en un buen lío porque Alice enfadada no convenía para nada y eso Marlene y yo lo sabíamos de sobra. En los dos años que llevábamos siendo amigas, Alice nos había sermoneado millones de veces, pero en defensa de Marlene y mía... Bueno, digamos que no teníamos una defensa coherente, pero no era nuestra culpa, o tal vez sí.
—¿Sí? —le sonreí inocente esperando que funcionara por una vez en la vida, aunque lo dudaba demasiado.
—No te hagas, ¿por qué demonios no estabas en el Gran Comedor? —dejé el libro a un lado.
—No me encontraba bien Ali, pero prometo que por la mañana iré a desayunar con vosotras —ella asintió mientras sacaba de su pequeño bolso comida.
—Vas a comer un poco aunque sea, ¿entendido? —asentí y las tres nos sentamos en mi cama y comimos entre risas y cotilleos que había últimamente en Hogwarts. Aunque solamente se hablaba de los Merodeadores y como James Potter, jugador de Quidditch del equipo de Gryffindor estaba enamorado de Lily Evans, mi melliza, con la que no solía entablar una conversación porque andaba demasiado entretenida con otras personas, mejor dicho con Severus Snape. No lo toleraba en absoluto, era una mala persona, pero no podía decir mucho por qué era el protegido de Lily.
Y ya bastante tenía con llevarme mal con Petunia, para que ahora me llevara mal con Lily, así que prefería no comentar nada, porque ella era terca y yo igual, ninguna iba a dar su brazo a torcer. Así que lo mejor sería cada una un poco por su lado. Tampoco es que me buscara y cuando lo hacía casi siempre estaba Snape, así que prefería encerrarme en mi habitación, en la Torre de Astronomía o en la biblioteca.
Estuvimos un rato más hablando las tres, hasta que era hora de dormir, así que recogimos todos y cada una se acostó en su cama. Cuando vi que ellas ya estaban dormidas, me levanté con cuidado para ir a la Torre de Astronomía, ya que no solía tener sueño y aunque intentara dormirme era algo sumamente complicado. Así que iba a la Torre y me quedaba un rato ahí viendo las estrellas.
Con cuidado me preparé todo un poco y salí de la habitación. Bajé las escaleras con calma y salí de la Sala Común, estuve caminando hasta que de pronto había llegado sin ningún percance, algo que me alegro bastantemente.
Una vez ahí me acerqué a la barandilla y me quedé viendo el cielo con una sonrisa, mientras pensaba un poco en todo. Sabía que aún faltaban unos años, pero me preguntaba como sería yo dentro de unos años, ¿sería Auror o Medimaga? Aunque tal vez trabajaría en el Mundo Muggle, ya que no había trabajos malos.
—¿Qué haces tú sola por aquí? —me giré para ver a James Potter en la puerta mientras se arreglaba un poco sus gafas.
—¿Acaso importa? —le contesté seca mientras volvía mi mirada hacia el cielo nocturno cubierto de estrellas.
—Bueno, supongo que sí —se posicionó a mi lado mientras miraba también el cielo.
—¿No vas a irte? —él negó haciendo que yo soltara un suspiro, solo quería un lugar para mí, pero veo que eso no pasaría— ¿Por qué no vas con mi hermana?
—Porque no quiero, no sé qué tenéis todos con decir que voy tras ella. Es una niña linda, pero no estoy interesado en ella.
—¿No? —le miré.
—No, además, supongo que quiero centrarme más en disfrutar con mis amigos —él seguía viendo el cielo— ¿Cómo es que no te vi antes?
—Suelo sentarme al final y bueno, al Gran Comedor, no suelo ir porque me escondo en mi habitación o en la biblioteca. No me gusta socializar, además creo que no se me da bien eso, así que me refugio en la lectura.
—No puedo creer que lleve casi dos años sin saber de tu existencia —solté una pequeña risa.
—Entonces supongo que mi plan de esconderme del mundo funciono —él asintió con una sonrisa.
—¿Y por qué te escondes Evans? —le miré.
—No me gusta mucho socializar, así que me esconde aquí a leer, además suelo tener problemas para dormir, así que mi único recurso es subir aquí y ver un rato el cielo —él me miró.
—Eso es horrible, el no dormir.
—Bueno, una se acostumbra y bueno, lo llevo bien.
—¿Y has probado a dormir con alguien? Dicen que te ayuda, o eso me decía mi madre. Cuando era más pequeño solía dormir con ella y me ayudaba demasiado —que pena que no tuviera a esa persona.
—La verdad que no.
—Te diría que vinieras conmigo —negué divertida, que lo conociera bastante, no significaba que iría con él—. Ni que fuera mal chico —los dos reímos.
—Eso no lo sé.
—Yo creo que sí —me encogí de hombros soltando una pequeña risa.
—¿Y tú como sabes eso? —le pregunté divertida.
—Soy un Merodeador, lo sé todo querida Leigh —una de dos, aunque me costó procesar todo, ¿cómo demonios sabía mi nombre?
—¿Cómo sabes que soy Leigh Evans? —James miró el cielo.
—Podre ser idiota, pero en primer año te vi y bueno suelo escuchar a Lily hablando de ti, por no decir que Marlene y Alice también están cerca en el Gran Comedor y suelo escuchar a veces. Además, te pareces a Lily, pero tú eres más amable y eres más misteriosa —le miré.
—Gracias supongo.
—De nada supongo —me regaló una pequeña sonrisa.
—Supongo que debería irme a intentar dormir —él asintió.
—Te acompaño —asentí y los dos bajamos con cuidado, noté en el camino que James tenía una sábana o no sé muy bien lo que era.
—¿Quién anda ahí? —se escuchó la voz de Filch a lo lejos, James rápidamente nos puso la sábana y me hizo un gesto para que mantuviera silencio. Los dos caminamos a paso lento y silencioso. Filch al ver que no había nadie se fue por otro pasillo, confundida miré a James, que no dijo nada en lo poco que nos quedaba para llegar a la Sala Común. Una vez que habíamos llegado, entramos y cerro la puerta.
—Es mi capa de invisibilidad —le miré sorprendida—. Sí, supongo que suele ser de mucha ayuda.
—Y que lo digas —sonreí al igual que él—. Bueno, yo debería irme a dormir, en serio, gracias por esto.
—No es nada de verdad, espero volver a hablar contigo.
—Ya sabes donde encontrarme —le regalé por última vez una sonrisa y subí arriba.
Había sido un día demasiado productivo a decir verdad.
NOTA DE AUTORA
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