XXIII. Secretos al aire.
Era otro día, y todos hicieron la misma rutina. Hillary dijo que volvería hoy también a buscarlos y ellos no pudieron negarse. Una fuerza increíblemente poderosa se negaba a dejar que los muchachos pusieran el auto en marcha: la pereza.
Louis, Niall y Hillary estaban en la cafetería que estaba dentro del su edificio. La muchacha le correspondía una hora libre y al parecer, los dos muchachos no recibirán clase porque el profesor había cogido una peste dos semanas antes y todavía no estaba del todo bien.
—Estos palitos de queso están demasiado sabrosos para la humanidad, —saboreó Louis el contenido de la bolsa plateada que tenía en sus manos. Niall trató de quitarle uno, fracasando en el intento.
— ¡Oh, vamos! Apiádate, deje mi cartera en mis pantalones de los lunes.
— ¿Quieres? —ofreció Hillary, su bandeja de frutas, al rubio.
Niall negó—. Ay, no, no tengo ganas de ser sano el día de hoy.
—La rebeldía comienza, —afirmó Louis, comiéndose los palitos triturados al final de la bolsa.
—Hillary, ¿donde están tus amigas? No te he visto con nadie entre ayer y hoy, —preguntó Niall.
—Nunca suelen venir la primera semana de clase, —respondió ella.
—Se pierden de mucha emoción, definitivamente, —el castaño dijo.
A Louis le encantaban los primeros días de cada año escolar, se negaba a faltar a uno. Tanto así, que cuando tenía trece, se enfermó y estuvo a punto de salir de su habitación envuelto en sabanas, con unas pantuflas y su nariz roja.
—De verdad, si es un poco emocionante, no puedo negarlo, —Hillary carcajeó—. Pero esa emoción me dura muy poco. Suelo agobiarme muy rápido con las cosas.
—Cómprate una agenda, suelen servir mucho. Así nunca olvidas lo que tienes que entregar, aunque no aplica en el caso de Louis, porque su mente es una agenda en sí--
Louis le dio un codazo a Niall—. Shh, cierra esa fosa llena de baba.
— ¿Me ocultas algo, Louis? —Hillary lo observó con perspicacia, aunque sin tener idea alguna de lo que hablaban esos dos.
El mencionado volvió a echarle una miradita a Niall y suspiró—. Vale, está bien. Mi mente es una cosa extraña, nunca olvido nada, tengo lo que dicen por ahí que se llama «memoria fotográfica». No me gusta que la gente lo sepa, porque te miran y te juzgan. No quiero que sepan que por un pequeño error en mí, siempre saco buenas calificaciones.
—Uff, gracias a Dios que yo no tengo eso, imagínate recordar todas mis relaciones. No gracias, —la rubia rió—, tranquilo que tu secretito está guardado.
Louis sonrió—. Muchas gracias, de verdad.
—Hablando de relaciones... —Niall susurró y con sus labios señaló la entrada de la cafetería.
Nada más, ni nada menos que Zayn Malik iba cruzando la puerta de la cafetería. Iba vestido con unos blue jeans y una chaqueta del mismo material, con unas botas verde oscuro y una camiseta blanca. También tenía unos lentes similares a los que tenía Niall puestos, pero los del moreno tenían aumento.
Iba posando su vista en cada mesa del lugar, y cuando lo hizo en la de los muchachos, empezó a caminar pausadamente hacia dónde estaban, haciendo que Louis y Hillary resoplaran, y Niall culpándolo por haberle copiado sus lentes.
—Larguémonos de aquí, —la rubia negó y todos se levantaron, pero ya el moreno estaba delante de ella.
La tomó por un brazo, movimiento que alertó a Louis, quien aunque sabía que no tendría oportunidad si sucedía algo más, su valentía pudo más y haló a la muchacha del agarre de Zayn—. Mucho cuidado con Hillary.
—Louis... —Niall se colocó a su lado, cohibido y sudando por todas las miradas que estaban recibiendo.
Zayn se contuvo de hacer algo más y miró a Hillary—. Tenemos que hablar, Hillary. No puedes alargar esto.
Ella negó y soltó una risa sarcástica y carente de humor—. Te equivocas, amigo, nosotros ya hablamos lo que teníamos que hablar esa noche.
—Se que esa salida fue un error, pero, tienes que escucharme--
—Ya no tienes por qué darme explicaciones, no las necesito, Malik, —ella lo miró fijamente, y los muchachos notaron como se contenía de gritar—. Además ya no-.
Se detuvo abruptamente y observó a Louis y a Niall, quienes la miraban expectante, y sin saber que hacer, nada más que no quitarse de su lado.
Zayn se removió en su lugar y con fiereza los miró a los tres, y de nuevo, posando su vista en la chica—. Ya no, ¿qué? Dímelo.
Se acercó y ella levantó su mandíbula.
—Yo... Creo que me gusta alguien más.
Niall y Louis se miraron, desesperados. Tenían al frente una plena ruptura y no tenían ni la más remota idea de que hacer, si no la tenían antes, ahora menos. Por un lado, la confesión de su amiga que les puso los pelos de punta. ¡Le gustaba alguien más! Y por otro lado, el chico con pinta de malo con el mejor estilo que habían visto, perdió el brillo de su mirada. A pesar de sus errores y todas las cosas malas, los dos, mentalmente estaban de acuerdo en que nadie se merecía tremendo golpe. Pero las cosas pasan por algo.
El moreno, quien había dado varios pasos hacia adelante, más rápido que tarde volvió a donde estaba, silencioso. La miraba y la miraba, todo el que escuchó las palabras de Hillary estaba así.
Y después, simplemente salió. Sin decir nada.
—Santo Sherlock, —susurró Niall, abanicándose la cara con el cartón donde venían unas galletas que Louis se había comido.
—Que fuerte, —Louis miró a su amiga—. No tengo que preguntar si estás bien o no, ¿quieres que hagamos algo por ti?
—Me siento ahogada, salgamos de acá.
Caminaban a paso rápido tratando de agarrar el ritmo de Hillary, quien iba como quien vio al mismísimo diablo. Estaban preocupados por ella, nunca se sabía que hacer ya que no era muy predecible que digamos con sus acciones. Eso, sumado a la inexperiencia en estos casos, era igual a dos perritos falderos siguiendo órdenes.
Salieron rápido del edificio y el caluroso ambiente de esa hora los recibió. Buscaron la sombra de un árbol y se sentaron ahí, esperando que la muchacha llorara o algo parecido.
—Esta mierda es difícil, chicos, —Hillary les dijo—. Estoy demasiado confundida.
— ¿Quien es la otra persona? —preguntó Louis, cuidando mucho su tono de voz—. La que mencionaste en la cafetería.
—Créanme que si hubiese sido fácil decirlo, ya lo hubiese hecho. ¡Soy una gran tonta! —ella tapó su rostro con sus manos—. Lo siento mucho.
—Si no quieres decirnos, no importa, solo queremos ayudarte a que no estés triste, —le dijo Niall a su lado.
Louis asintió—. Si quieres puedo hablarle a los chicos para que vengan--
— ¡No! —ella reaccionó rápidamente a las palabras y los dos chicos saltaron de sus lugares—. ¡No, no, no! Por favor, que esto quede entre nosotros.
—Aún estoy confundido, —afirmó Niall.
Ella terminó sollozando—. Es Liam.
—Ahora que hizo este bobo, eh-- —empezó Louis, pero ella volvió a interrumpirle.
— ¡Joder, que es Liam! ¡Creo que me gusta Liam!
Todo se paralizó en ese mismo instante. Niall se tropezó con su brazo y su cara se pegó contra la madera del árbol, mientras que Louis permanecía en silencio.
—Creo que si hay problemas, —este último dijo.
— ¡Lo se! Y lo siento mucho, —Hillary susurró.
Louis negó—, ¿Que pasará con Olivia--?
Niall se lanzó hacia él—. ¡Cállate, tonto!
— ¿Quien es Olivia? —Hillary los miró con sus ojos rojos que daban un poco de miedo.
—Alguien que nunca debió mencionar este tonto, —Niall giró sus ojos.
—Díganme, por favor.
Louis suspiró—. Olivia Fielsgreen.
—La nueva profesora, —ella asintió—. ¿Qué pasa con ella?
—Ella fue una suplente en nuestro internado en Colorado. Liam la conoció y desde ese entonces está medio... atontado con ella. —Louis observó como le cambió la cara a su amiga—. ¡No sabemos que hace ella aquí! Supuestamente era novia del director del internado, pero no sabemos, estamos tan confundidos como él y como tú ahora mismo.
—Seguro que volvió por él, —Hillary se levantó de su lugar, sujetando su mochila bruscamente.
— ¡¿Como saberlo?! —Niall chilló y se levantaron a la par que ella salía corriendo hacia el estacionamiento.
—Creo que mejor la dejamos sola, —le dijo Louis a su amigo, observando cómo un auto salía a toda velocidad por la entrada de la universidad.
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¿Opiniones? No me maten.
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