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Volviendo con el Leviathan

Desperté una vez más con el dolor de pecho, sin embargo este se veía apagado por la incertidumbre de saber que hacer.

No sabía si debía ir al funeral o simplemente terminar con la amistad y seguir como si nada hubiera pasado.

Cuando subí a desayunar mis padres ya no estaban, me senté a desayunar sin muchos ánimos.

Las gemelas peleaban como de costumbre y Silvana por su parte estaba atontada en su teléfono.

Un ataque de tos me vino de repente, grata fue mi sorpresa cuando descubrí que había tosido algo de sangre.

Gracias a que mis hermanas me tienen poca consideración ni siquiera lo notaron.

—¿Estás bien? —preguntó mi hermana sin mirarme.

—Si, creo que me dará un resfriado —contesté mintiendo, me estaba volviendo bueno.

Para mí suerte se quedó ahí.

Nos fuimos a la escuela sin más, antes de que mi hermana me dejara hizo la aparición de hermana oso.

—¿Quieres hablar sobre lo de Beck? —preguntó.

—No realmente —contesté.

—Sammy —insistió.

—Que quieres que te diga su madre murió y mis padres no me dejan si quiera hablarle —exclamé.

Ella suspiró y terminó por abrazarme, un abrazo que me dolió.

—Debes estar con él —afirmó.

—Lo sé —pero no lo sabía.

Baje del auto lleno de dudas, a medio camino me encontré con Tris.

—Hola —saludó con media sonrisa.

—Hola, pensé que estarías en el funeral —dije confundido.

—Bueno es hasta la tarde —contestó abrumado.

—¿Irás? —pregunté nervioso.

—Si, mi mamá se entero y cree que es buena idea que vaya, ya sabes por los viejos tiempos—explicó— y no está tan mal seguro que estará Eliot.

Lo último solo me hizo querer golpearlo.

—Si te das cuenta que será un funeral —le recordé.

Él solo sonrió torpemente.

Todo el día estuve con la misma duda, ir, no ir, ir al hospital por que el dolor me estaba matando y había tosido un par de veces más con sangre.

Termine por irme a mi casa.

Al llegar no había nadie pero no era novedad, como había dicho mi hermana yo era un flojo.

Las gemelas estaban en sus clases de gimnasia y tenis respectivamente, mientras Silvana estaría dando clases de música en el centro comunitario solo por diversión.

Por mi parte yo solo me quedaba en mi casa a comer dulces mientras veía la televisión.

En fin al ver la casa sola decidí que tenía que ir con él.

El centro comunitario estaba cerca por lo que mi hermana había dejado el auto, sabía que se enojaría pero no iba a ir en autobús hasta el cementerio.

Me cambié de ropa por una un poco más elegante y salí de la casa.

A medio camino recordé que había dejado la puerta abierta.

Conduje hasta el cementerio, hacía meses que tenía licencia pero mi padre no me dejaba conducir, decía que solo lo hiciera en emergencias.

Al llegar al lugar un escalofrío me recorrió, para mi sorpresa ya habían varias personas.

Con la vista encontré a Cas sentado en una de las sillas, mirando perdido hacia el ataúd de su madre.

—Caspi —lo llame sentándome a su lado, tenía mejor pinta que la otra noche.

—Sammy —sonrió cansado.

—Lo siento —le dije.

El chico solo asintió, sus grandes ojeras brillaban.

—Sammy —dijo Beck asombrado— viniste.

—Si —sonreí— alguien tenía que cuidar que Tristan no hiciera nada indebido.

—Hey tengo autocontrol —exclamó— por cierto, ¿Dónde está Eliot?.

Los tres pusimos los ojos en blanco.

—Gracias por venir —dijo sincero.

El funeral dió inicio, el padre empezó a dar un discurso diciendo la buena personas que era Jessica, dijo tantas cosas que eran mentira.

Jessica Jones no era buena madre, no era buena persona, de haber podido habría vendido a sus hijos por alcohol y para ser honestos al único lugar que llegaría era el infierno.

Sentí que duró horas, al finalizar todos pasaban a darle el pésame a los hermanos hasta que en un punto Beck desapareció.

—Quédate con Cas —le dije a Tris para salir a buscarlo.

Sabía dónde estaba.

Beck estaba ahí, frente a una tumba de hace años.

—Sabes él no era mi padre —me dijo Beck mirando su lápida.

—¿Qué? —pregunté confundido.

—Tampoco lo era de Casper —confesó— mi madre... ella ni siquiera sabía quién era nuestros padres, simplemente se acostó con él una noche y le ensartó a mi hermano.

—Beck...

—Y él lo sabía, sabía que no era su hijo pero se quedó por los dos por que sabía que lo necesitaríamos —sus ojos se llenaron de lágrimas— pero nos dejó con ella.

—Beck está bien —trate de calmarle.

—No, no lo está por qué odiaba a esa perra —confesó— odiaba a esa perra por todo lo que me había hecho, la odiaba por lo que le hizo a mi hermanito... pero ahora estoy aquí como un idiota llorando porque está muerta.

—Beck —lo llame.

—Mi madre está muerta —dijo desbordándose.

Yo lo abracé y él simplemente terminó por llorar en mi hombro como un niño pequeño.

Lloró como nunca lo había hecho en su vida.

Me quedé ahí abrazándole hasta que la noche cayó.

Cuando por fin se calmó volvimos, tenía que ser fuerte por su hermano y que lo viera llorar era un lujo que no se podía dar.

Cas tenía los ojos hinchados por llorar, al igual que su hermano no le gustaba que lo vieran llorar, se había quedado dormido en el hombro de Tris.

—¿Ahora que? —preguntó Tris.

—Ahora iremos todos a casa —contestó Beck.

—Se refiere a que pasará contigo y Cas —expliqué.

—Bueno soy mayor de edad y por su condición me dejaran hacerme cargo de él, fuera de eso todo seguirá igual —explicó.

—Bien, ahora vámonos antes de que aparezca el fantasma de tu madre —se quejó Tris.

Beck se fue a casa con su hermano, la madre de Tris insistió en llevarlos así que me pude ir más tranquilo.

Me preocupe cuando al llegar noté que mi casa estaba rodeada de policías.

—Oh mierda —exclamé.

Baje del auto y me acerqué a la casa, la primera persona que vi fue a mi padre.

—Papá —lo llame.

—Carajo Sam —exclamó.

Él se acercó a mí y me abrazó con fuerza.

—¿Dónde mierda estabas? —preguntó nervioso.

—En el funeral de la madre de Beck —contesté.

Mi padre suspiró frustrado.

—Ve con las chicas —ordenó.

Fui a la sala donde se encontraba mi madre abrazando a las gemelas.

—Sammy —dijo Silvana al verme.

Ella se abalanzó a mí para después gritarme.

—No vuelvas hacerme esto —gritó.

—¿Yo que hice? —pregunté.

Mi madre me hizo sentar a su lado, las gemelas me abrazaron tal vez por primera vez en su vida.

—Ya me pueden explicar por qué está toda la estación de policías aquí.

—Tu padre y yo llegamos temprano a casa, la puerta estaba abierta, el auto no estaba y lo más importante es que tú no estabas —explicó mi madre.

—Te estuvimos llamando y no contestaste —dijo Sharon molesta pero sin soltarme.

—Si... sobre eso perdí mi teléfono —sonreí a mi madre.

—Pensamos que te había pasado algo malo, llegó a la estación de papá un reporte sobre un  secuestro de un menor —explicó Silvana.

—Oh —contesté, ahora sabía por que tanto alboroto.

—Eso es todo lo que dirás —gruño mi madre.

—Lo siento —sonreí torpe.

Mi madre solo me abrazó pero sabía que no sería lo mismo con mi padre.

—En que mierda estabas pensando —gritó mi padre molesto.

—En que mi amigo me necesitaba —contesté.

—No... te quieras pasar de listo Samuel —gritó— te dije que no te quería cerca de ese muchacho.

—Su madre murió —exclame levantándome molesto.

—Eso ya lo sé y también sé que si te doy una orden espero que la cumplas, no te das cuenta del susto que nos metiste —regaño él.

—Como si les importara —susurre aunque todos lo escucharon.

—¿Qué dijiste? —preguntó a nada de caer en la ira, en ese momento solo sentía que mis pulmones iban a explotar.

—Muy bien creo que ya estuvo bien por hoy, a sus habitaciones todos —ordenó mi madre.

—No, repítelo —exclamó mi padre.

—Dije que como si les importara, nunca a sido así —contesté— ni cuando vivíamos en Canadá.

—Sam —me llamó mi hermana.

—No Silv es verdad, incluso tú has sido más mi madre —exclamé, estaba perdiendo el control.

—Perdónanos por querer hacer un mundo mejor para todos —exclamó mi padre molesto.

—Lo hacen menos para sus propios hijos —lo confronte— sabes incluso Beck a hecho más por mí que tú.

—Oh yo no he visto que Beck pague tu educación, tu comida o tus videojuegos que por cierto están castigados —expresó mi padre.

—Porque eso soy para ti solo una carga a la que le das dinero y ya está —le hice ver— claro que él no puede hacer eso pero sabes que, si estuvo ahí cuando mi perro murió, cuando todos se burlaban de mí me defendió... mierda él fue el que me llevó al hospital cuando me rompí el brazo y estaba aterrado de decírtelo.

El rostro de mi padre se transformó a uno de tristeza.

—Lamentó haberlos hecho pasar por esto pero tenía que estar con él... Yo...

Un ataque de tos me detuvo, uno fuerte.

—Sammy —me llamó mi padre acercándose.

—Yo... no me siento bien —dije mirando mi mano la cual tenía sangre.

Lo último que supe fue que me había desplomado en los brazos de mi padre.

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