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Reyes del infierno

Desperté con la voz con el sentimiento de ser observado por alguien, no me equivocaba, ahí estaba Silvana mirándome mientras acariciaba mi cabellera rubia como la de ella.

—Gracias a Dios que eres tú y no otra cosa —murmure cansado.

—¿Cómo qué? —preguntó riendo.

—No lo se, un fantasma, monstruo... el Ayuwoki —murmuré.

Ella soltó una pequeña risa.

—Anda que llegamos tarde —me apresuro, desde el accidente me trataba bien.

Subí a ducharme, mientras me secaba colocaba el parche sobre la herida en mi costado, una grande y roja.

—Samuel quieres... —entró Serene.

Había aprendido ya que lo primero que debía hacer era cubrir mis partes, las chicas entraban sin razón alguna.

—Sabes te encanta golpear cosas, no puedes hacerlo para entrar a mi habitación —me quejé luchando con el parche— pero me vendría bien una mano aquí —pedí agotado.

Ella se acercó a mí para ayudarme a pegar el parche con delicadeza, le di la venda para que cubriera sobre la cicatriz horizontal.

—Ajústala más —dije pues casi se resbalaba.

—¿Y si te lastimo? —preguntó asustada.

—Es solo una venda —le miré confundido.

—Si y pensé que solo era un moretón pero terminaste en el hospital —reprochó con tristeza.

—¿Qué? —pregunté confundido.

—Solo digo que si hubiera dicho algo no hubiera pasado lo qué pasó...

Los ojos de la rubi se llenaron de lágrimas.

—Hey no —dije atrayéndola a mí para abrazarla.

Ella soltó un par de lágrimas que seque de inmediato.

—Todo esto es mi culpa, haberlo dicho no hubiera cambiado nada —la calmé.

—Claro que si —aseguró— Sam tu pulmón se fue llenando de sangre, si hubiera hablado antes no te hubieras casi ahogado —explicó— tú no te viste cayendo al suelo... brotando sangre de tu boca...

—Lo siento, no debí meterte en esto —la calmé— me dolía como no tienes idea, yo sabía que había algo mal, yo debí hacer algo —expliqué—  no es tu culpa.

Ella asintió aceptándolo, la abracé por un rato hasta que Silvana nos gritó.

Desayunamos como siempre para seguir el camino, dejamos a las gemelas primero, estaba por dejarme en el lugar de siempre cuando lo vió caminar con su porte de chico malo.

Ella acercó el coche a él para bajar la ventanilla.

—Te llevamos —le dijo al castaño.

Beck nos miró para sonreír.

—No rechazaría un viaje gratis —aceptó.

Él se subió a la parte trasera del auto, y no podía evitar notar las miradas que le tiraba mi hermana.

—Has crecido bastante —agregó.

—Claro, no creerías que sería más pequeño que tu toda la vida o si —sonrió.

Y es que el tiempo lo ayudo, ya no tenía cara de niño, ahora era un hombre bien formado y de buena apariencia.

—No esperaba volver a verte —aseguró.

—Y ahora estás aquí —guiño el ojo— queriendo probar un poco de esto —señaló su cuerpo.

—Tu por lo visto quieres volver a probar mi puño —sonrió parando el coche.

Ellos se miraron por un instante con gran intensidad.

—Dejen de coquetear —me quejé— o ya bésense pero paren esto.

Beck me miró con esa mirada que hacía callar a todos.

—No me puede besar, tengo novio —aclaró.

Mi hermana le miró sin creerle.

—Bajen los dos, ya tuve suficiente de ustedes por hoy —gruñó.

Hicimos caso, Beck podría ser muy duro pero hasta él le tenía miedo a mi hermana.

—Beck —lo llamó mi hermana.

Él se acercó para verla por la ventanilla del auto.

—Lamento lo de tu madre —dijo sincera.

—Gracias —contestó con una sonrisa forzada.

Ella se fue de ahí dejándonos solos, caminamos rumbo a la escuela.

—¿Eres gay? —pregunté por fin, había tenido muchas novias

—Bisexual —contestó, ya tenía sentido.

Seguí pensando por un momento.

—Espera dijiste que tenías novio —lo detuve— ¿Quién?

—Piénsalo un momento —dijo riendo.

Me quede pensando como él dijo hasta que caí en la cuenta, quien más se acercaría a él...

—Joder tu novio es Eliot —acerté asombrado.

—Así es —sonrió divertido.

—Tris te va a matar cuando se entere —asegure riendo.

—Nunca se va a enterar —comentó— eres el único que lo sabe así que si se entera ya sabré por quién es.

—¿Por qué lo ocultan? —pregunté confundido, a Beck le valía verga lo que pensaran sobre él.

—Los chicos como yo no salimos con personas en público —aseguró— preferimos amarnos entre nosotros sin exponerlo al público y estamos bien con eso.

—Me alegro por ti, mereces amar y ser amado —reconocí.

Él se acercó para revolver mi cabello.

—Venga apúrate que llegamos tarde —sonrío.

Al llegar él se fue por su lado, busque a mi fiel compañero para encontrarme con Tris que hablaba en los casilleros con Liam, los dejé un momento hasta que el chico se fue para acercarme con una sonrisa.

—Tristan —sonreí divertido.

—¿Por qué me ves así? —preguntó confundido.

—Por nada —conteste— de que hablaban tú y Liam.

—Del proyecto de química —me miró arqueando la ceja— del cual no has hecho nada.

—Te recuerdo que estuve en el hospital idiota —me quejé.

—Dos semanas en tu cama, durmiendo más de ocho horas y con la comida a tu cama —se burló— si que te la pasaste mal.

—Casi muero recuerdas —gruñi— me iba ahogar con mi sangre.

—Deja el drama para después —se quejó.

—Eres insoportable —aseguré irritado.

—Lo se —sonreí— vamos en clase te explico que haremos.

Me explico, como siempre no entendí y como siempre me grito que era un inútil.

Salí tras de él molesto pues aún tenía que pasar las clases con él.

—Si eres listo, todos lo sabemos —me quejé— pero puedes por lo menos ser un poco menos idiota.

—Ya me doy cuenta —estaba particularmente irritante hoy— no hace falta ser listo para saber que eres un estupido.

Sus palabras de verdad me dolieron.

—Mierda con razón no le gustas a Eliot —gruñi— te la das de listo porque es lo único que te queda pero eres un jodido niño, madura.

Él me miró molesto para empujarme y como seguía emputado le devolví el empujón.

—Crees que es fácil para mi ser el más pequeño—reclamó— que no te tomen enserio.

—Y crees que es fácil para mí que todos piensen que soy estupido —me queje.

Estaba listo para golpearlo cuando Back llegó riendo.

—Se ven adorables —se burló separándonos un poco.

—¡Tu no te metas! —exclamamos al unísono.

Él puso los ojos en blanco, bufó para acercarse a su casillero no muy lejos de ahí.

Al abrirlo cayó algo de su casillero, lo tomó para observarlo confundido.

Me sorprendió que tan pálido se puso de un segundo a otro, empezó a faltarle el aire y ambos nos percatamos.

—Beck —lo llame preocupado.

Él no respondió, me acerqué a él para tomarlo por el hombro.

—Beck —lo llamó Tris.

Él negó con la cabeza, lo tomamos entre los dos para llevarlo a un salón vacío.

Se tiro en el suelo sin poder respirar, podía ver su desesperación al tratar de respirar... verlo tan frágil.

—No... no puedo —dijo desesperado.

Miré a Tris en busca de apoyo.

—Tienes un ataque de pánico Beck —soltó Tris acercándose a él— pasara pero tienes que respirar.

—No... puedo... —le gritó.

Sabía que hacer, no era mi primera vez.

—Escúchame tienes que tranquilizarte de acuerdo —pedí— mírame, solo mírame y respira.

Él me miró nervioso, pero no podía.

—Tienes miedo pero solo se acabará si respiras —proseguí— has pasado esto con tu hermano, sabes que hacer.

Él asintió y trató de hacerlo pero no podía, sus labios empezaban a ponerse morados.

—¿Debería ir por ayuda? —preguntó Tris aterrado.

Respire e hice lo mejor que pude, le di un puñetazo.

—¡Respira carajo! —exclamé.

Y solo así entendió, empezó a respirar hasta normalizarse.

—Gracias —dijo cansado.

Asentí, los tres estábamos sentados en el suelo.

—¿Por qué lo golpeaste tú y no yo? —preguntó Tristan molesto.

—Al parecer no eres tan listo —me defendí brillante.

Empezamos a gritarnos hasta que nos detuvo.

—¡Cierren la boca de una puta vez! —regañó.

Nos quedamos mirándole, él bajó la vista hasta caer en su bolsillo para sacar algo.

—Lo saben...

Nos mostró lo que había caído de su casillero momentos antes, era una foto.

La foto de nosotros tres viendo como se hundía el coche.

No habíamos estado solos aquella noche.

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