Resurrección
Sammy... Sammy... Sammy
Me llamó la voz, una insistente voz.
Trate de decir algo pero de mi solo salió un ruido.
—Tranquilo Sammy —dijo la reconocida voz de mi madre.
Abrí los ojos con dificultad, frente a mí se encontraban mis padres.
—Sam —me llamó mi padre.
—¿Dónde estoy? —pregunté aturdido.
—Estás en el hospital Sammy —contestó mi madre.
Empecé a observar el lugar, odiaba los hospitales.
Mi nariz me picaba, y mis manos me dolían pero el dolor en el pecho había bajado considerablemente.
Trate de quitarme lo que tenía en la nariz pero me detuvieron.
—No Sam te ayuda a respirar —explicó mi padre.
—¿Qué pasó? —pregunté confundido.
—Pasó que te fracturaste un par de costillas, un fragmento perforó tu pulmón y de milagro no estás muerto —exclamó mi hermana molesta.
—Silvana no abrumes a tu hermano —calmó mi madre.
—¿Cómo te lastimaste? —preguntó mi hermana sin hacer caso de mi madre.
—Yo... —no sabía que decir, solo sabía que decir la verdad no era una opción.
Para mi suerte el doctor llegó.
—Samuel Dallas —sonrió el hombro de aspecto joven.
—Doctor —sonreí torpe.
—¿Cómo te sientes? —preguntó el doctor tranquilo.
—Me duele un poco el pecho —contesté.
—Bueno es normal tuviste cirugía —explicó el doctor— te pondrás bien pero para eso necesito saber cómo ocurrió esto.
—Yo... —dije mirando a mis padres nervioso.
El doctor los miró insinuando.
—Me dejarían a solas con él —pidió el doctor.
Mi hermana me miró molesta.
—Tu y yo nos arreglaremos después —amenazo Sylv para salir.
Mi padre lo dudo un poco.
—Mi hijo es menor de edad por lo que me veo en la obligación de quedarme con él —exclamó.
El doctor me miró y yo simplemente baje la mirada.
—James salgamos —ordenó mi madre— ya has hecho suficiente.
Mis padres salieron dejándome a solas.
—Si tu padre te golpea...
—Él no lo hizo —intervine calmado.
—Tu hermana...
—Es intimidante pero no... si se lo digo promete no decírselo a mi padres —pedí algo nervioso.
Él solo suspiró —Lo prometo.
—Yo... use el auto hace unos días, no iba lejos así que decidí no usar cinturón... un perrito se me atravesó y yo pare el coche.
—Te estrellaste contra el volante —dedujo.
Yo solo asentí.
—Ya estoy en problemas y no quiero estar en más problemas —explique— por eso no dije nada, creí que solo era un pequeño golpe.
—Bueno Sam has tenido suerte esta vez —dijo el doctor— aún pienso que deberías decirles a tus padres...
Yo solo negué con la cabeza, el doctor se fue para hablar con mis padres.
Se la había creído así que me había salido con la mía.
Me quedé dormido en minutos pues estaba cansado.
Al despertar estaba mi hermana sentada a mi lado, mis padres no estaban lo que no era novedad.
—Por favor no me mates —pedí nervioso.
Ella solo suspiró y me miró con la cara hinchada por llorar.
—Tú no entiendes que casi te pierdo —exclamó dolida.
—Silv lo siento, no estaba pensando —me disculpe.
—Ese siempre a sido tu problema Sam tu nunca piensas —gruñó— pudiste haberme avisado.
—Tu dijiste que debía estar con él —me defendí.
—Si pero no te dije que te fueras sin avisarme —gritó— en qué momento dejaste de contarme todo.
—Hermana Oso —exclamé.
—Al carajo si soy hermana oso, no entiendes qué pudiste morir, mierda Samuel te pudiste ahogar con tu propia sangre... —gritó entre chillidos.
—Lo siento —intervine— no quería lastimarte.
Ella solo me miró decepcionada y me abrazó con fuerza.
—Lo siento —susurre en su oído.
Había sido un idiota, casi me mataba por ayudar a un viejo amigo sin embargo no lo lamentaba.
Al menos no ahora.
—Entonces... ¿Cómo te lastimaste? —preguntó.
Me alegre pues el doctor no les había contado.
—Yo... use tu coche —sonreí torpe— yo no soy un asesino de perros como tú así que detuve el coche... me estrelle contra el volante.
Ella rodó los ojos irritada.
—Primero lo del perro fue un accidente y segundo si vuelves a tomar mi coche te mato —advirtió.
Yo solo sonreí.
Pase la noche en el hospital y por la mañana me dieron el alta.
Mis padre fueron por mí aunque ninguno de ellos me miraba a los ojos.
Al llegar las gemelas ya iban de salida.
—Nos alegra que sigas vivo —exclamó Sharon.
—Te hicimos un pastel así que nos dejas un pedazo —ordenó Serene.
Las gemelas tan frías como siempre se fueron a sus respectivas actividades.
Y yo como siempre me tiré en el sofá a comer pastel, gracias a dios las gemelas cocinaban muy bien.
Mis padres apenas y se acercaban a mí, para la cena me dejaron cenar en mi habitación cosa que nunca hacían.
—¿Podemos pasar? —preguntó mi padre.
—Si —acepté nervioso.
Mis padres entraron y se sentaron en mi pequeño sofá viejo.
—Sam queremos disculparnos —dijo mi madre.
—¿Qué? —pregunté asombrado.
—Si hijo tenías razón, nos hemos esforzado tanto por arreglar un mundo tan dañado que los hemos descuidado —explicó mi padre.
—Lo que dije no iba en serio...
—No, si lo era —intervino mi padre— y no queremos seguir así Sam, tu hermana está por graduarse, las gemelas... bueno si no se matan entre ellas terminarán por matarnos a nosotros y tú... casi te perdemos hijo, todo por que no te dimos la atención que mereces.
—Así que tu padre y yo trataremos de trabajar menos para pasar más tiempo con ustedes —dijo mi madre animada.
Yo solo sonreí.
—Gracias, lamentó haberlos hecho pasar por esto —me disculpe de verdad.
Me abrazaron con cariño para después salir sin antes yo intervenir.
—Papá sobre Beck...
—Sigue sin gustarme la idea pero si es tan importante para ti creo que lo permitiré —acepto no tan feliz.
—Gracias —sonreí feliz.
Mis padres salieron.
Recuerdo que ese día me sentí tan feliz por que las cosas empezaban a mejorar, lo que no sabía es que esa felicidad caería tan pronto.
Para alguien que trata de ocultar un crimen tener demasiada atención era un riesgo.
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