Las llamas del Infierno
Es increíble las cosas qué haces en tu ultimo día de vida, no sabes que es tu último y de saberlo... de saberlo yo no hubiera cambiado nada.
Desperté con el olor a tocino ese delicioso tocino que me reiniciaba la vida.
Al subir ahí estaban las gemelas, peleando como siempre.
—Sam dile a esta tonta que claramente Jacob es mejor —ordenó Serene molesta.
—Mejor dile a esta tarada que Edward es claramente el mejor —aclaró Sharon.
Mire a Silvi por ayuda.
—Descubrieron crepúsculo —me puso en contexto besando mi mejilla.
—Ay no —dije aterrado— otro trauma más con estas niñas —me quejé.
Ellas sonrieron victoriosas brincando a mi lado entusiasmadas contando quien sabe cuantas cosas de la película.
—Venga ya no lo abrumen —regañó mamá sentándose.
—Gracias —dije dramáticamente.
Ella negó divertida poniendo la mesa.
—El sábado los llevaré por algo de ropa de acuerdo —nos miró— eso te incluye a ti Sam.
—Era de esperarse —asentí— me iré preparando mentalmente.
—Dramático —negó mamá.
Ciertamente no lo era, ir de compras con las cuatro mujeres era desgastante... pero ir con mi amigo Cade eso si era insufrible aunque siempre terminaba comprándome algún juguete para que me distrajera y no me quejara.
Que tiempos...
Papá llegó con el desayuno para servirlo, mucho tocino y panqueques, una delicia.
Empecé a desayunar esa esa comida feliz como nunca.
—Mira lo que conseguí —dijo papá deslizando un par de boletos hacia mi.
—Boletos para el Hockey —mencioné confundido.
—Siempre dijiste que querías ir a uno no —sonrió— el viernes tu y yo, y todos los perros calientes que puedes comer.
Sonreí, algo que le llegué a decir alguna vez cuando era niño que había recordado.
—Quedarás en banca rota —se burló Silvi.
—Oh si —sonreí feliz.
Papá negó divertido, lo tomó de broma pero iba enserio, entre un banquete de hot dogs y yo no se interponía nadie.
Esa mañana me despedí de mi madre, un beso en la mejilla y un abrazo que sería lo último de mi, por una extraña razón las gemelas se despidieron de beso en la mejilla algo que nunca hacían.
Mi papá hizo lo mismo un beso y un abrazo, un te amo al aire fueron mis últimas palabras para él.
El nombre de mi asesino mi padre se esforzó en que mereciera el castigo máximo, porque aquellos planes que tenia para nosotros nunca se lograrían cumplir... en su mente morí pensando que era un mal padre.
El camino con mi hermana fue... como siempre de lo mejor de mi día, esos minutos en los que cantábamos a todo pulmón, riendo y cantando a más no poder.
—Recuerda que hoy tienes casa sola hasta las ocho —me recordó dejándome.
—Genial por fin un día en calzoncillos por la casa —sonreí feliz.
—Lo haces aunque estemos ahí —me recordó riendo.
Era verdad pero por mi andaba como dios me trajo al mundo, pero no.
—Te amo hermanito —se despidió Silvana dejándome.
—Yo más —besé su mejilla.
Arrancó el coche con su música a todo volumen.
En la entrada estaba Tris esperándome.
—Sigues vivo —me burlé negando.
—Algo así —suspiró— me van a enviar a un internado a terminar la escuela.
—No si no se lo permites —le recordé.
—Es mi madre de la que hablamos —señaló lo obvio.
Negué mientras caminábamos a los casilleros.
—Tris eres un chico súper listo si no le pones un límite terminarás teniendo cuarenta y viviendo en su sótano —expliqué lo obvio— dile lo que quieres.
—Pero es mi mamá...
—Si pero ella tiene su vida, que no viva la tuya —deje en claro.
Puedo decir que mis palabras impactaron en él, porque me hizo caso y se impuso justo en el momento que fue necesario.
—Tienes razón —aceptó— y si no será una lastima dejar esta escuela.
—Dejarme a mi querrás decir —señale.
—Claro —puso los ojos en blanco— aunque por una parte nuevas personas no estaría mal.
Empezamos a sacar las cosas del casillero.
—¿Porque lo dices? —Pregunté confundido.
—Bueno la mayoría de las personas aquí piensan que soy insoportable y el único chico que me gustaba tiene novio así que...
El golpe del casillero casi me saca el corazón de un susto.
—Eso... eso no es verdad —señaló Liam.
—¿Qué? —preguntó Tris confundido.
—No todos piensan que eres insoportable —aclaró, ay dios lo iba hacer— algunos piensan que eres muy genial, divertido y muy inteligente.
—Sammy no cuenta él es muy amable —me miró.
Lo que tenía de inteligente le falta en comunicación social.
—Habla de él—expliqué— y hasta yo creo que eres insoportable.
Él miró al chico confundido quien temblaba, con esos ojitos azules lo miró.
—Y Eliot es un imbecil por rechazarte —agregó.
Tristan sonrió para respirar y hacer lo más valiente que lo vería hacer.
—¿Quieres salir algún día conmigo? —preguntó nervioso.
Liam sonrió feliz para asentir.
—Si... me gustaría —sonrió.
—El sábado, cine tú y yo —soltó torpe.
—Es una cita —aceptó.
Se pasaron sus números, eran la cosa más tierna del mundo.
—Nos vemos en clase —sonrió Liam.
—Nos vemos —se despidió aun tenso.
El chico se fue con una gran sonrisa en su rostro, miré a mi amigo que temblaba.
—Tienes una cita —sonreí.
—La tengo —asintió— ay dios vamos por una dona que se me bajó el azúcar.
Negué divertido para asentir y acompañarlo, no teníamos clase aún así que yo también me compré mi dona, en la cafetería ahí estaba Beck sentado escribiendo algo.
—¡Qué escribes! —exclamé llegando tras de él.
El chico arrugo la hoja para guardarla.
—Que te importa chismoso —gruño.
—Uy alguien despertó molesto —me senté— qué tal tu noche en tu nueva casa.
—Raro —suspiró— y Eliot ronca mucho.
Tris seguía temblando aún comiendo su dona.
—Y a este que le pasa —dijo riendo.
—Tiene una cita con Liam —me burlé.
—Ah por fin —negó— hasta yo sabía que estaba enamorado de este pendejo, ojalá no lo arruine.
—¿Ay dios que se hace en una cita? —murmuró nervioso
—Bien hecho lo rompiste —negué riendo.
Tristan empezó hablar... hablar y hablar como solo él sabe, Beck termino metiéndole la dona en la boca para que la cerrara.
Incluso aquella que fue la última pelea que presencié fue de lo más divertido.
—Hey tengo casa sola —le miré— tal vez puedas ir y jugamos videojuegos.
—¿Qué tenemos ocho años? —bufo burlón.
—Bueno amigo tenemos que recuperar mucho tiempo perdido —asenti.
El chico me dió una ligera sonrisa, miró aquel hombre entrar a la sala de terapia.
—Ah yo te veo ahí de acuerdo —asintió.
—Claro —sonreí.
El chico se fue para hablar con dicho hombre, me fui a tomar clases aunque particularmente no puse atención, estaba más divertido escuchando hablar a Tris.
Al salir el chico me miró para abrazarme con fuerza.
—¿Y esto? —pregunté devolviéndole el abrazo.
—Por el consejo —sonrió— y por ser mi amigo.
Sonreí para abrazarlo más fuerte.
—Te quiero amigo —me salió del corazón.
—Yo más —asintió.
Sin saberlo tuve la oportunidad de despedirme de él.
—Te irá bien en tu cita ya lo verás —anime.
—Uh te enviaré fotos —dijo emocionado— me debes ayudar a escoger mi ropa.
—Claro —asenti.
El claxon de su madre lo apuro.
—¡Nos vemos! —gritó feliz.
Esa sonrisa sería lo último que vería de él.
Me fui a casa para cumplir con mis planes de estar en calzoncillos.
La pizza llegó justo al mismo tiempo que Beck.
—No tienes remedio —negó mirando mis calzoncillos.
—Miedo al éxito —me defendí.
—Vamos tenemos que ponernos al día —suspiró.
Con pizza de por medio empezamos a jugar terminando el videojuego.
Vimos una película sin embargo lo notaba algo raro.
—Lo dirás o tendré que sacártelo a la mala —le miré.
El chico suspiró para verme.
—Rita me va adoptar —sonrió.
—Eso... eso es genial —me emocioné abrazándolo— estoy feliz por ti.
—Si bueno fue muy convincente —asíntio.
—De verdad amigo no puedes estar en mejores manos —asegure.
El asintio aún pensativo.
—Hay algo más —anime.
Él me miró inseguro para sacar su hoja aquella arrugada del almuerzo.
—Es mi lista —me la dió— mi lista de cosas que quería hacer con mi hermano.
La leí rápidamente.
1.- Ir a las playas de México
2.- Escalar una montaña
3.- Comer pasta en Francia
4.-Biblioteca de Canadá
5.-Ver una nevada
...
Cerca de veinte cosas que hacer por todo el mundo.
—No te veo en una biblioteca—me reí.
—Ni yo —negó— pero ya sabes amaba los libros mi niño.
Asentí mirandole.
—Me alegro de que tengas objetivos que hacer —sonreí feliz— tal vez te pueda acompañar en algunas
—Así será —asintió— sin embargo iré adelantando unas con Eli.
Le miré entendiendo lo que estaba por decir.
—Te irás ahora no es así —me adelante.
Beck suspiró para asentir.
—No quiero estar aquí sin mi hermanito —explicó— No por ahora, me tomaré el año viajaré un poco y al volver retomaré mi vida aquí, pero en estos momentos no tengo las fuerzas de estar sin él, espero no te moleste.
—Te entiendo —asentí— y esta bien Beck de verdad.
Yo tampoco quería seguir en California después de la muerte de mi mejor amigo... una razón más para venir aquí.
—Gracias Sammy —me sonrió.
—¿Cuando te vas? —pregunté confundido.
—Hoy —confesó— entre más rápido lo haga mejor, ya tenemos los boletos para México.
—Wow esto es muy rápido —mencione— pensé que al menos tendríamos un poco más de tiempo.
Beck me miró si decir más se lanzó a mi en un abrazo el cual correspondí.
—Gracias —susurró— si no hubiera sido por ti yo... yo no estaría aquí.
—Mereces ser feliz Beck —confirme.
—Lamento que sea así de rápido —suspiró.
—Beck ve, diviértete, sana —remarque— yo estaré aquí siempre que me necesites.
—Gracias idiota —suspiró.
—Chillon —le miré riendo ante esa lágrima.
Beck negó para ver la hora.
—Me tengo que ir —señaló el fin.
—Promete que me escribirías cada que puedas —pedí— y me traerás recuerdos de todos lados
—No tengo de otra o si —se quejó.
—Nop —sonreí cómplice.
Negó divertido para sonreír.
—Cuida de Tris quieres, serán duros con él cuando me vaya —explicó.
—Yo lo cuido —asenti.
Mi amigo se levantó para abrazarme otra vez... ese último abrazo de despedida.
—Estoy orgulloso de ti amigo —dije sincero.
—Te quiero hermano —me sonrió— y quiero que tengas esto.
El chico sacó aquel viejo encendedor que era su favorito.
—No... de verdad pero es... es tu favorito —dije asombrado.
—No lo puedo llevar conmigo así que es tuyo —me lo dió feliz— solo recuerda que se abre al abrir la tapa así que ten cuidado.
—Lo cuidare muy bien —dije feliz.
—Estoy seguro que si —sonrió— nos vemos amigo.
—Nos vemos Beck —me despedí.
El chico se giró para irse sin mirar atrás.
Aquel pequeño encendedor fue el que nos sentenció a ambos, mi descuido me hizo dejarlo en la mesa en una mala posición.
Me fui a costar despreocupado.
Aquel 19 de noviembre ese pequeño encendedor cayó al suelo, esa mala tapa hizo que la pequeña flama incendiara la alfombra... el fuego se fue esparciendo llegando a la sala de estar, la cocina y esparciéndose con rapideza.
Desperté por el humo picando mi garganta... al abrir mis ojos miré como ese humo gris entraba por la puerta.
—No... —dije entre un ataque de tos.
De ser más listo... de a ver razonado más no hubiera intentado abrir la puerta pero lo hice.
Aquella flama al abrir me quemó haciéndome caer golpeando mi cabeza, todo se puso negro.
En minutos todo acabaría para mi...
El nombre de mi asesino solo uno fue... Samuel Dallas ese es.
Ahh ya casi llegamos a la final 💕
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