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De vuelta al infierno

Siempre me consideré un chico normal.

Puedo decir que no destacaba en mucho... casi en nada para ser honestos, yo era como uno del montón, si bien tenía amigos pero no muchos.

Siempre quise ser popular y vaya que lo logre solo que no de la manera que esperaba.

Mi fama llegó de la manera en la que sales en los periódicos y en algunos programas de televisión como las noticias.

"Incendio en Lawrence deja a chico en estado crítico"

Pues si, yo era ese chico.

El chico que llevaba un año en coma del cual no creían que despertaría. 

Cada día los doctores estaban a la espera de que despertara o como creían que mi cuerpo se diera por vencido.

Tenía quemaduras en todo el pecho y mis pulmones estaban desechos, los doctores creían que era un milagro que respirar, aunque en todo caso no era del todo cierto pues vivía con un tubo dentro de mi garganta.

Mi madre se la vivía en el hospital al igual que mi padre y ocasionalmente mis hermanas.

Mis padres estaban decididos a no dejarme ir, siempre escuchaba como los psicólogos trataban de hablar con mi madre acerca de dejarme ir, algo imposible para una madre.

Yo solo escuchaba como los sacaba de mi habitación a gritos, como quisiera que esto no hubiera sido así.

De verdad quería despertar.

Quería besar a mi madre y abrazar a mi padre con fuerza, quería molestar a mi hermana mayor y que mis hermanitas me usaran como muñeca para sus juegos.

Quería volver a ser yo y no el chico del coma.

Pero lo que más quería era decir la verdad sobre mi asesino, quería gritar a los cuatro vientos su verdadero nombre.

Pero para poder decir su nombre tengo que iniciar por contar como es que termine así.

Todo empezó hace un años y un par de meses en Lawrence Kansas cuando volví a mi casa de la infancia después de años.

Mi padre era un policía de alto rango así que casi nunca estaba en casa y mi madre era jueza en la corte así que trabaja hasta tarde, por lo que nunca los veía.

Habíamos llegado aquí con la ilusión de fortalecer nuestros vínculos familiares, claro que lo harían solo que no estaría ahí para verles.

Esa mañana, la mañana que menos esperaba sería el día que mi vida empezaría a cambiar.

—Es lindo volver no es así —comentó mi hermana mayor, Silvana.

—¡Vaya sí que extrañaba este lugar! —exclamé mientras sacaba mis maletas del auto.

—¿Crees que todo siga como antes? —preguntó ella entusiasmada.

Las gemelas pasaron a nuestro lado discutiendo como siempre.

—Yo quiero la habitación principal — gritó Sharon.

—No, yo tomaré la habitación principal y tú dormirás en el ático —ordenó Serene molesta.

—Chicas compartirán la habitación de la segunda plata —explicó mi padre— vamos luego platican.

Volvíamos al trabajo que fue así como por casi tres días.

Cuándo las habitaciones quedaron perfectas las vacaciones terminaban y teníamos que volver a la escuela.

Estaba nervioso la verdad, estaba muy nervioso, pues siempre me había costado hacer amigos y sabía que no sería la excepción aquí.

Al llegar a la escuela los recuerdos de este lugar me llegaron de tope, sin duda aquí había vivido los mejores momentos de mi vida.

Me encontraba en los casilleros cuando escuche esa voz tan reconocida, la voz un poco aguda pero lo bastante única para no olvidarla.

—Samuel Dallas —me llamó Tristan.

—Sir Tris —me burlé sonriendo y abrazando a mi viejo amigo.

Tristan era un chico de apariencia amigable, una piel muy pálida, un cabello algo chino y una sonrisa única.

—Escuché que volverías pero nunca me lo creí, siempre te vi en tu casa bien protegido de los osos —contestó sonriendo.

—Pues ya ves decidí volver —sonreí— y me alegra que sigas aquí.

Él sonrió con esa sonrisa única de él, en ese momento me di cuenta de lo mucho que le extrañaba.

—Vamos has visto la nueva sala de ciencia está genial —anunció sonriendo, era todo un nerd.

Me dió un recorrido por toda la escuela, el chico era menor que yo por unos años pues estaba un poco adelantado, era muy listo.

Para mí suerte terminamos teniendo la mismas clases lo que aliviaba mucho mi estrés, para la hora del almuerzo terminamos sentado en el comedor, todo era un caos, pero el caos normal de una cafetería.

Estaban gritando hasta que de un momento a otro todo fue silencio, ese silencio fue provocado por un chico.

Todos le miraron con terror, este solo bufo y continuó su camino, el tipo se veía algo aterrado para ser honestos.

Continuamos con lo nuestro como los demás sin embargo me quedé observándole pues algo en él me llamaba la atención.

—No hagas eso —regaño Tris bajando la mirada.

—¿Qué? —pregunté confundido.

—No lo mires o nos golpeara —susurro nervioso.

Pero fue demasiado tarde el chico se acercó molesto.

—Algún problema —exclamó él.

—No... él no sabe lo que hace, es nuevo —me defendió Tristan con la mirada baja.

—Que lastima, debiste educarlo antes —sonrió burlón.

Él me tomó por la playera y me arrastro hasta los casillero, mis intentos de escape fueron inútiles.

El chico me levanto con fuerza y me estrello contra los casilleros, todo en el daba miedo, lo peor es que no dejaba de mirarme a los ojos.

En ese momento lo miré, esa era una mirada conocida, una mirada única, una mirada que nunca olvidaría.

—Beck —lo llamé con dificultad.

Él se sorprendió al escuchar su nombre, mi viejo amigo me miró confundido hasta que sus ojos se abrieron como platos.

—Sammy... —acertó sorprendido.

—Beck... déjame respirar —pedí ya desesperado pues su agarre no me había dejado hacerlo.

Él me soltó un poco pero sin dejarme caer, estaban todos mirándonos.

—Hablamos por la noche —susurró— ah y lamentó esto, después te lo explico.

Beck me soltó con fuerza para después darme un buen golpeo en el estomago que me saco todo el aire, pero no paró ahí pues prosiguió a darme un buen golpe que me rompió el labio.

Después de unos segundo solo pude verle desvanecerse por el pasillo, la voz de Tris me sacó de mis pensamientos.

—Vamos te llevaré a la enfermería —ofreció levantándome para salir de la multitud.

—¡Era Beck! —exclamé feliz.

—Si Sammy era Beck, pero él ya no es el de antes.

—¿De qué hablas Beck siempre nos golpeaba?, yo lo veo igual —defendí molesto.

—No Sam... desde que te fuiste las cosas cambiaron, Beck es diferente —explicó dolido.

—Explícate Tristan —pedí confundido, tal vez era la falta de oxígeno.

—Beck estuvo en prisión tres veces, sentencias mínimas pero estar ahí lo cambio de verdad —explicó asustado.

No le creí pues solía ser un poco exagerado así que deje el tema de lado.

Decidí no decir nada sobre la pequeña pelea a mis padres, aunque no tenía que hacerlo pues ellos nunca prestaban atención.

La única a la que le importó fue a mi hermana mayor, sin embargo una pequeña mentira fue más que suficiente.

Subí a mi habitación para dormir un buen rato pero cerca de las dos escuche un fuerte golpe.

Encendí las luces y ahí estaba Beck tirado en el suelo.

—Cuando entenderás que los mueble no van en la ventana —se quejó adolorido.

—Y tú cuando entenderás que puedes matarme de un susto si entras así por mi ventana —le regañe desde mi cama.

—Ah extrañaba eso —dijo levantándose del suelo, él se sentó en mi cama — ¿Y cómo estás? —preguntó con una sonrisa torpe.

—¿Es en serio?, hace unas horas casi me matas en la escuela y ahora estás como si nada — me queje.

—Oh vamos no te iba matar, me llevarían a la prisión otra vez —contestó abrumado.

—No te veo en siete años y así es como me recibes, casi matándome —me queje.

—Venga ya no empieces de dramático, que quieres que te dijera"Hey mientras tu disfrutabas la deliciosa miel en un lugar amigable yo me pudría en la carcel" —exclamó cansado.

—Bueno podrías no haberme golpeado y ya de paso un perdón por casi matarte no estaría mal —solucione.

El castaño me miró poniendo los ojos en blanco.

—Bien, perdón por casi matarte, me alegra que estés de regreso —se disculpó de mala gana.

—Perdonado —sonreí— ahora, ¿Por qué lo hiciste? —pregunté extrañado.

—Supervivencia del más apto —contesté mirando el vacío.

Yo solo sonreí, era el mismo imbecil de siempre.

—Bueno será mejor que te vayas porque si no el que morirá aquí seré yo por tenerte en mi habitación —sentencie aunque sonaba raro.

—Entiendo, nos vemos —dijo levantándose para salir.

—Espera para la próxima te veo en el sótano —pedí nervioso.

—¿Por? —preguntó extrañado.

—Por qué mi padre es policía, mi madre juez, tengo dos hermanas gemelas que despiertan fácil, una hermana que sabe disparar y tú tienes un historial criminal —expliqué.

—Buen punto —sonrió— te veré mañana.

Beck salió por la ventana con mucha agilidad.

Aquel chico de aspecto duro no era más que un chico tratando de sobrevivir.

Tristan creía que Beck había cambiado pero no era así, simplemente se había tenido que volverse más duro ante la vida.

Volverle a ver había sido uno de los principales factores en el descubrimiento del nombre de mi asesino.

Porque el día que Beck regreso a mi vida mi sentencia se hizo presente.

Ya que el nombre de mi asesino solo él lo sabía.

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