───capítulo XXXVII.
*❥:・゚*❥:・゚*❥:・゚*❥:・゚*❥:・゚*❥:・゚
*❥:・゚*❥:・゚*❥:・゚*❥:・゚*❥:・゚*❥:・゚
PARTE I: ITALIA.
MADRID.
GABRIELLE.
Íbamos juntos en el carruaje que nos conduciría a la plazoleta donde se llevaba a cabo el festival del pueblo. Desde que iniciamos el trayecto, ninguno ha sido capaz de romper el hielo de manera seguida, es lo que más me confunde todavía. Antes de irme de París, manteniamos conversaciones bastante largas, reflejo de lo cual hoy no está siendo existente.
Sentí como tomó mi mano, y con delicadeza dejó plasmado sus labios sobre el dorso de la misma.
—Luces preciosa hoy.
—Y usted luce muy callado, monsieur— respondí, mirandole a los ojos—. No hemos hablado desde que nos adentramos en este... vehículo. ¿Ocurre algo?
Erik niega con la cabeza.
—No, por el contrario. Siento que nuestro ambiente se encuentra algo tenso porque hace un buen tiempo no nos hablábamos, se percibe como si volvieramos a conocernos.
—La primera vez que te conocí fue cuando caí al lago...— murmuré, me dio escalofrío al recordarlo. Erik soltó una carcajada, de invediato le golpeé con el codo— ¿Por qué te ríes?
Erik volteó a mirarme, detallandole un poco más con la mirada, acabo de notar que tiene algo muy particular... mi rosario.
—Usted y yo sabemos que esa no fue la primera vez que nos vimos, madame— dijo, con seriedad—, me temo que usted carece de buena memoria, pero lo que sí puede recordar es que su curiosidad traspasa niveles desconocidos.
Lo recordaba muy bien.
De hecho, hay cosas que me he saltado en contar, una de ellas es esta.
—¿Así que ahora eres católico?
El semblante de Erik cambió por completo, de inmediato su mirada se fue hacia su pecho.
—Que tenga colocado un rosario no significa que sea católico, puedo usarlo como un talismán si deseo.
—¿O sea que la dueña de ese rosario es su talismán?— cuestioné— Qué afortunada.
Volteé mi mirada hacia la pequeña ventana del carruaje, le escuché bufar, se había enfadado.
—Gabrielle.
Le miré de manera divertida, relamí mis labios con suavidad.
Toma mi mentón con cuidado, obligandome a mirarle de nuevo; sus ojos hicieron un ligero triángulo. Sabía que quería, pero tiene que pedirme permiso antes dé, no quiero hacer ver que ando urgida.
—¿Puedo?
—Posiblemente...
Fui interrumpida por sus labios.
Una de mis manos se apoyó en la mejilla que es cubierta por la máscara, nuestros labios se encontraban en una ligera danza cargada de muchos sentimientos. Pero no llegaban a un extremo lujurioso, sino todo lo opuesto.
Al separar nuestros labios, tomó mi mano y besó en dorso de esta.
—Afortunado soy porque tú seas mi talismán...— murmuró— afortunado es mi corazón por amarle aún sin haberla visto desde hace tiempo.
Sonreí al escuchar eso.
—Te quiero, Erik.
—Gabrielle, yo a usted la amo, más de lo que amo a la música— dijo, su tono de voz sonaba bastante decidido—. Y más allá de las palabras, se lo he logrado demostrar.
Engañarme no podía, mi corazón latía fuertemente por él, y quizá esto pueda ser temporal pero mi mente permanece tranquila porque verdaderamente lo amo.
Ambos nos sonreímos.
La carroza se detuvo, indicando que ya habíamos llegado a nuestro destino. El cochero muy amablemente nos abrió la puerta; después de responder con un "gracias" el enmascarado bajó de primeras y luego me ofreció su mano para yo poder bajar.
El ambiente estaba bastante animado, se escuchaba la música por todas partes, de igual forma la emoción de la gente. Habían personas bailando, otras cantando, otras bebiendo, y luego estaba Erik tratando de no sentirse ansioso por ver una múltitud.
—¿Todo bien?
Asintió.
—Pues no parece.
Erik no dijo nada.
—Hola, creí que no vendrían— escuché la voz de Christine tras de mí—. Luces preciosa Gabrielle, el rojo te luce.
Volteé a verle, hice una reverencia con mi cabeza.
Me puse este vestido rojo escarlata de tela satinada, con un escote de corazón y delicado encaje en los hombros, bastante señido a mi figura de una manera sutil. El adorno en la parte del pecho añade un toque elegante, y la falda fluida me hace sentir como en un cuento de hadas. O bueno, eso último me lo mencionó Meg, lastimosamente ella no quiso venir.
A ese atuendo le sumé unos delicados guantes de encaje negro con un diseño de malla, en las muñecas, un adorno discreto con perlas; en la parte del cabello decidí recogerlo totalmente, añadí una pequeña diadema de perlas, mis pendientes hacian juego con la diadema, y mi característico zafiro.
—Gracias, usted no se queda atrás, madame, el rosa es su color.
Mi hermana llevaba algo un poco más señorial, pero aún así, lucía hermosa.
Christine solo me sonrió, no mencionó nada más. Se quedó a mi lado mirando el espectáculo de baile, sus ojos color avellana analizaban todo de manera cautelosa, poco después llegó mi cuñado para hacer compañia.
—Gabrielle, Erik— saludó, yo no dudé en darle un abrazo—. Llegaron en un buen momento, está más animado que hace un rato. ¿Ya bebieron algo?
Negué con la cabeza.
—Por el momento no es de mi antojo, ¿Erik?
El susodicho negó con la cabeza, ni se molestó por responder.
—O bueno sí.
—¿Qué quieres?
—Un whisky.
Fruncí el ceño, le di una mirada rápida.
—Lo dije enserio, mon tresor.
Respiré profundo.
—Cambio de opinión, querido cuñado, dos copitas de whisky— pedí, Raoul se quedó mirandome confundido, yo simplemente asentí.
Mi mirada volvió de nuevo a la muchedumbre.
La guitarra resonaba por todo el espacio, al igual que las palmas y las voces de los asistentes, las faldas de las mujeres se movían de lado a lado cuales olas del mar en perfecta coordinación. Veía como la gente se divertía sin pensar en lo que dijeran los demás.
Recibí las copas de whiskey, sin decir nada me tomé una tras otra.
—¡Gabbie!—escuché exclamar al enmascarado, solo me encogí de hombros—Eso te puede hacer daño, mujer.
—Ya sé que te bebes más de dos botellas en el día, así que no me puedes juzgar— comenté, Erik alzó sus manos—. El whisky sabe horrible.
—Pero embriaga, y rápido— comenta el hombre, una sonrisa ladina se formó en mi rostro—. Jesus bendito.
Solté una risita.
—Suenas como un buen cristiano, y eres más ateo que diez mil juntos...— murmuro en español, aún mi mirada se encontraba en la multitud.
En ese momento una melodía que provenía de la guitarra comezó a ser un tanto familiar para mí, el cajón musical acompañaba la percusión dentro de la canción. Uno de mis pies comenzó a dar ligeros golpes siguiendo el sonido, mientras que mi mente vagaba a través de los recuerdos.
La mujer que acompañaba a los músicos, empezó a cantar.
No quiero ser tu nińa bonita...
Quiero tocar la luna con el corazón...
Mi corazón empezó a latir con rapidez, quizá sea por el efecto de la bebida, pensé.
Quiero ser una estrella en tu vida...
Para iluminar y verte...
—... en cada anochecer, y antes de amanecer— empecé a seguir la canción, mi conciencia aún no era capaz de sacar a flote aquel recuerdo, pero de lo que estaba segura, es que en algún momento alguien me la enseño—. Yo quiero ser quien cause la herida...
Hasta que un recuerdo llegó a mi mente: mamá y yo nos encontrabamos en el primer piso de la casa, yo me encontraba doblando unos vestidos míos, mientras que ella se encontraba limpiando el piano. De la nada comenzó a tocar unos acordes con diferentes teclas del piano, y empezó a cantar; su voz era más que bella, mencionaba que era una de las canciones que solía cantar mi abuela, y que llegó a representar sus sentimientos cuando conoció a mi papá.
—Para meterme dentro y ser tu adoración...— escuché una voz al lado mio, la pronunciación fue perfecta pero con toque francés— quiero contar las horas vividas... ¿qué ocurre?
Christine cuestiona en el momento que le dedico una mirada confundida, negué con la cabeza de inmediato.
—Era la canción favorita de tu madre, me la cantaba antes de dormir, o cuando jugaba conmigo, cuando eras bebé— comenta ella, sin yo haberle pedido explicación alguna—. Siempre la cantaba tan feliz, hasta que me la terminé aprendiendo... no creí recordarla, hasta hoy.
—No quiero ser tu niña bonita— me permito cantar en voz alta, aún mirando a mi hermana—, ni quiero estar perdida en tu sueño, quiero pertenecer a tu vida...
—Quiero causar la herida de amor— respondemos Christine y yo al mismo tiempo, ambas con una ligera sonrisa.
La tomo de la mano, provocando que soltara aquel velo que sostenía en sus manos, y aunque la gente nos mirase raro comencé a bailar junto a la castaña en el centro de donde nos encontrabamos. Mis manos se movían a la par del sonido de la guitarra, mientras que mis pies hacían caso a los golpes del cajón musical, cosa que a Christine le costó seguir en un principio.
—No quiero ser quien frene tu vida— canté, dejando mi cabello libre— Quiero mirar que crece tu imaginación— pasé mis manos de manera delicada sobre mis pechos, luego mi mirada se dirigió a una persona en específico, sonreí al hacer contacto visual.
—Quiero ser solo tu compañia... y quiero estar ahí, para romper el hielo...— continua mi hermana— romper el caracter insoportable que tiene Raoul en estos momentos, me urge.
Rodo los ojos.
—Cuando cambies tu manera de actuar, él lo hará— respondí, recibo una mirada confundida de Christine—. Por el momento dejate llevar, Daaé.
Pueda que la bebida que decidí tomar de una manera brusca es la que se encuentra llevando el control de mi cuerpo, o pueda que sea yo consiente queríendo tener un buen rato con aquella persona que me ha odiado casi toda su vida. Su risa es más escandalosa que la mía, no había escuchado reírse así desde que volví a verle. Mamá en su momento me decía que Christine era muy risueña de pequeña, que no había hora en donde no se escuchara su risa.
Dimos un par de vueltas, aplicamos uno que otro de los consejos de Madame Giry, nos tomamos de las manos, y por cuestión que no entendimos,ella terminó abrazandome.
—...cada mañana escuchar tu corazón, sentir que tienes para mí todo el amor...— cantamos ambas; claramente a mi hermana no le importaba la pésima pronunciación que padece, no la juzgo es momento de disfrutar.
Escuché que alguien se había aclarado la garganta cerca de nosotras, paré de golpe.
—Madeimoselle, ¿me permite?
Era Erik.
El enmascarado me extendió su mano, mi mirada fue hacia mi hermana quien con una sonrisa pícara me dio a entender que lo hiciera.
—Será un placer.
Yo solo tengo para ti... cariño.
Tan pronto tomo su mano, Erik se encarga de hacerme dar un giro.
Te entrego todo lo que soy... mi amor.
Levanté un poco mi falda, pero al mismo tiempo la moví de lado a lado, mi mirada estaba fija en la suya. Con mi mano izquierda sujeté una punta de la falda, mientras que la derecha la posé sobre el hombro de él.
Erik colocó una de sus manos en mi cintura, nuestros pies seguían el compás del cajón musical, de manera delicada hizo que diera un giro logrando dejar mi espalda apoyada en su pecho.
Si yo te di mi corazón... cariño.
Sus manos bajaron cuidadosamente por mi pecho, hasta posarse en mis caderas, sentí un ligero apretón que hizo sobresaltarme. En una ágil maniobra logró que quedara frente a él de nuevo, ahora fue mi turno en verle sonreír.
Fue porque tomaste de mí... mi amor.
—Voy a entregarte todo lo que llevo dentro...— canté, mientras sonreía, me había soltado de su agarre. Mi cuerpo se movía siguiendo la melodía de la canción— Todo el cariño, todo el amor. A vivir todo el día en mi pensamiento, y estás metido en cada rincón.
—¿Ah sí?— le escuché hablar, negué con la cabeza mientras reía, Erik volvió a tomarme de la cintura— Porque casualmente eso me pasa.
Me alejé un poco de él mientras seguía bailando, di un giro para enrrollarme en su brazo para terminar de nuevo junto a él, ambos sonreímos.
Permanecimos en esa postura un buen rato, dejábamos que la música nos rodeara, quizás notabamos los latidos de cada uno o quizás no... éramos conscientes del amor que nos emanaba, que nos rodeaba o cualquier palabra que pudiera describir o decifrar lo que sentimos por ambos.
Su mano se posó en mi mejilla, dándole una ligera caricia. Su pulgar se deslizó a mis labios, automáticamente fijé mi mirada en los suyos, Erik mordió su labio inferior... dejé escapar un suspiro.
Sacudí mi cabeza cuando escuché la ovación de la gente, me separé abruptamente y comencé a aplaudir un tanto apenada. Sentí un calido beso en la mejilla.
—Cantas precioso en ese idioma... recuerdo aquella ocasión en la que me mencionaste que dominabas muchos idiomas, y que podías cantar en ellos si querías— comenta él, después de tomarme de la mano y caminar hacia donde estaba mi hermana y su esposo. Sonreí, no creí que recordara eso—. ¿Alguna vez ha probado en no conquistarme más de lo que ya me tiene?
—¿A caso le he conquistado?— respondo— No recuerdo bien haberme puesto en esa situación, monsieur.
Una sonrisa se forma en sus labios.
—Ay, Gabrielle Sophie...— suspira— Me estoy controlando muy bien para no besarla.
Nunca me cansaré de decir: amo en la manera en que dice mi nombre. Y extrañaba escucharlo con su voz más seguido.
—¿Qué le detiene?— pregunté, con un tono muy coqueto— Usted sabe que no debe pedir permiso para...
Sus labios se unieron a los míos.
Quiero quedarme así, de pronto para siempre.
Solo él y yo, ignorando lo que pasa a nuestro alrededor, siendo nosotros disfrutando del momento y de lo mucho que nos queremos.
Si tan solo los momentos bonitos duraran...
.
.
.
N/A: FELIZ AÑOOOOOOO!
Me siento tan mal por no haber actualizado tan seguido el 2024, pero como muchos saben no fue muy facil para esta autora. Anywayyyyyys.
¿Qué les pareciooo?
La verdad es un cap que llevaba demasiado en mis borradores esperando a que lo corrigiera y que lo terminara, pero creo que la espera valió la pena. Maybe, si considero editar la historia en algún momento, quizá añada más cositas pero ajá.
Espero que puedan leerme prontito.
Les amu.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro