Draco abordó el tren escarlata en su cuarto año sintiéndose extremadamente incómodo. 

Cuando se había despedido de Astrid el día anterior, se alarmó al descubrirla cubierta de moretones, como si hubiera sido golpeada.

Ella había tratado de esconder su rostro debajo de una sudadera con capucha a pesar de que estaba a cien grados, cuando le preguntó por sus golpes, ella se encogió de hombros y afirmó que se había caído por las escaleras. 

Pero no fue hasta que llegó a casa ese mismo día cuando recordó que ella le había dicho que vivía en un piso de una planta, Con su padre. 

Entonces, sacando los pensamientos de la Muggle de su cabeza, siguió con su año, el año que se avecinaba en Hogwarts, sabia que iba a ser un año lleno de acontecimientos, y una vez más no dejaría el lugar hasta el próximo verano.

Y, vaya que si estuvo lleno de acontecimientos, el maldito Potter, por supuesto, se eligió a sí mismo como Campeón del Torneo de los Tres Magos, tan jodidamente típico del idiota.

¡Y luego hubo un incidente absolutamente horrible cuando ese maldito maestro lo convirtió en un hurón solo porque trató de hechizar al maldito Potter! 
No podía esperar para contarle a su padre sobre eso. 

Pero eso no fue todo. 

— ¡¿Un estudiante murió ?! — Astrid exclamó con horror cuando compartió esto con ella en el verano.

— Sí, y resultó que nuestro maestro era el impostor todo este tiempo — añadió Draco despreocupadamente mientras se sentaban uno al lado del otro en los columpios — mantuvo el real encerrado en su oficina durante todo el año.

No pudo evitar notar que Astrid dejó escapar un escalofrío involuntario a su lado, Sus ojos lo miraron y sintió un movimiento dentro de él, durante el último año, ella se había vuelto más hermosa de lo que él pensaba que sería posible. 

Sabía que no debería haber venido, que ahora, más que nunca, necesitaba cortar todos los lazos con el Muggle.

Pero no pudo mantenerse alejado. 

Su padre había regresado correctamente a sus costumbres de Mortífago ahora que el Señor Oscuro había regresado, Draco sabía que si alguna vez lo atrapaban confraternizando con muggles, estaría poniendo a toda su familia en peligro. 

Por no hablar de la propia Astrid. 

Y ya se sentía incómodo por la forma en que sospechaba que su propio padre la estaba tratando.

A lo largo del verano, había notado más los moretones, Su delicada piel pálida a veces tenía un desagradable hematoma que aparecía de la nada y que siempre trataba de ocultar. 

Si él preguntaba, ella se encogería de hombros e inventaría una excusa poco convincente.

No fue hasta el verano siguiente, el verano en el que estaban a punto de entrar a su sexto año, cuando no pudo soportarlo más. 

(...)

El quinto año fue uno de los peores años de mi vida. 

Comenzó como de costumbre.

Después de despedirme de Draco, mi vida escolar también se reanudó. 

Pero durante el transcurso del año, el abuso de mi padre había cambiado, me golpeaba menos.

Me dio menos patadas y puñetazos porque había encontrado una nueva forma de liberar sus frustraciones. 

Una forma que nunca podría expresar con palabras. 

Cabello rubio blanco, Ojos grises.

Repetía una y otra vez en mi cabeza mientras mi padre hacía una de sus visitas nocturnas a mi habitación. 

Pensar en Draco Malfoy fue lo único que me mantuvo cuerda.

Cuando Draco llegó a casa en Navidad, casi rompí a llorar al verlo caminar penosamente por la nieve hacia mí. 

— ¡Hace mucho frío! — Jadeó, frotándose las manos enguantadas — ¿no hay un lugar mejor al que podamos ir?

— Bueno... hay un lugar que conozco al que a veces simplemente voy y me siento — sugerí.

— Astrid — dijo Draco mientras nos sentábamos en un banco en la iglesia vacía a la que lo acababa de llevar — ¿por qué evitas ir a casa?

Mi corazón se detuvo, En todos los años que lo había conocido, nunca me había preguntado esto. 

Me encogí de hombros, demasiado aterrorizada para mirarlo a los ojos. 

Y luego sentí que algo tocaba mi mano haciéndome saltar, cuando miré hacia abajo, vi sus dedos rozando tentativamente mi mano cerrada.

Sin dudarlo, giré mi mano, desplegué mis dedos y dejé que él se aferrara a ellos. 
Cerré los ojos, suspirando con satisfacción, Fue el sentimiento más exquisito del mundo.

No me presionó más sobre el tema esa Navidad, pero venía a verme todos los días y, a menudo, nos sentábamos juntos en la iglesia mientras me contaba historias sobre su escuela. 

El día de Navidad llegó al parque con un regalo envuelto en la mano. 

— Oh, Draco - es hermoso, gracias — los envoltorios cayeron para revelar un espejo de mano antiguo plateado, con incrustaciones de esmeraldas brillantes, Le di la vuelta en mi mano admirando su belleza única, había una serpiente tallada en el mango, que serpenteaba por la parte de atrás. 

— Solía ​​pertenecer a Salazar Slytherin — explicó Draco — es de la colección de mi padre.

Lo miré alarmada, no sabía lo incomoda que me sentía con que él hecho de que le robara cosas a su padre para regalarme.

— Draco, no puedo aceptar esto — dije tratando de devolvérselo — Esto no es tuyo para darmelo.

— Sí, lo es — insistió, tomando mi mano y envolviéndo mis dedos firmemente alrededor del espejo — todas las cosas de mi padre, serán mías algún día, Ni siquiera sabe la mitad de lo que tiene, Quiero que tengas esto.

Sus ojos grises se clavaron en los míos mientras me miraba.  — Por favor, Astrid.

Lo miré de nuevo, mi respiración se atascó en mi garganta.
Sus manos todavía estaban envueltas alrededor de las mías, obligándome a sostener el espejo, Algo brilló en sus ojos y sentí un repentino escalofrío de electricidad en el aire.

— Está bien — dije, dando un paso atrás permitiendo que mis manos cayeran lejos de las suyas, Mi corazón latía salvajemente en mi pecho y de repente me resultó difícil mirarlo a los ojos. 

No estoy seguro de lo que pasó entre nosotros, pero me había aterrorizado. 

El último día, antes de regresar a Hogwarts, estaba actuando más tranquilo de lo habitual, Lo sorprendí mirándome con tristeza un par de veces. 

— Astrid, sabes que no volveré hasta el verano — dijo en voz baja, casi en tono de disculpa — yo ... tengo exámenes.

— Lo sé — asentí con la cabeza — CGDES, yo también estoy en quinto año, recuerda.

La confusión cruzó sus rasgos  — Sí - umm ... eso.

Estábamos sentados en la parte trasera de la iglesia vacía, descansando uno frente al otro con los pies en alto en nuestro banco habitual.

— Te extrañare — dije con tristeza, y descubrí para mi horror, una sensación de picazón caliente detrás de mis ojos. 

Draco se sentó de repente, acercándose más a mí, sus ojos mirando intensamente a los míos. 

— Regresaré, Astrid, y si alguna vez me necesitas, bueno, sé que esto va a sonar tonto, pero piensa en mí cuando te mires en el espejo.

antes de que pudiera responder, me encontré envuelta en un par de brazos. 

Draco me había atraído hacia él, presionándome con fuerza contra su pecho, La repentina cercanía de él me dejó sin aliento por la conmoción, Cogí una bocanada de su colonia y tuve que luchar contra el impulso de levantar mi rostro y presionar mis labios contra su mandíbula.

— ¿Draco? — Eventualmente murmuré en su pecho, sus brazos aún firmemente alrededor de mí, haciéndome sentir más segura y protegida de lo que jamás me había sentido en mucho tiempo.

Me soltó lentamente y yo me enderecé a su lado, sintiéndome un poco nerviosa y terriblemente triste al mismo tiempo. 

— Volveré, Astrid — repitió de nuevo, sus ojos grises perforando ardientemente los míos. 

Y cerré los ojos, saboreando su promesa, recordándola para ayudarme a pasar los próximos seis meses.