Draco Malfoy sintió una pequeña punzada de culpa cuando abordó el Expreso de Hogwarts en su tercer año.

Apenas había visto a Astrid en todo el verano. Pansy, junto con Crabbe y Goyle, habían estado cerca casi todos los días. Y Draco definitivamente sintió que necesitaba mantener sus alianzas seguras, especialmente con cosas como la apertura de la Cámara de los Secretos. Ser visto confraternizar con Muggles no iba a ayudar a su reputación.

Pero descubrió que la había echado de menos, y cuando se sentaba con Pansy, a menudo pensaba en ella en ese columpio.

A medida que pasaba su tercer año, descubrió que era otro año lleno de acontecimientos, Había tenido una experiencia extremadamente cercana con la muerte en su nueva clase: Cuidado de criaturas mágicas. Ese estúpido gran patán, Hagrid, había colocado un monstruo muy peligroso en toda la clase: un hipogrifo. Casi le había arrancado el brazo cuando Draco inocentemente intentó montarlo siguiendo las cuestionables órdenes de Hagrid.

Ese maldito pollo.

Draco había logrado que su padre lo condenara a muerte, pero de alguna manera se había escapado en el último minuto. Draco estaba seguro de que el trío dorado había estado detrás de eso, Estaban dando vueltas de manera bastante sospechosa justo antes de la ejecución, cuando ese Sangre Sucia decidió golpearlo sin que él lo provocara.

— ¿Te las arreglaste para mantener a todos tus profesores esta vez? — Astrid bromeó cuando se encontró con ella en los columpios a principios del verano siguiente.

— Er, no — Admitió Draco, tratando de averiguar cómo explicarle que resultó que un hombre lobo enseñando a los estudiantes no era una gran idea después de todo. — Uno se puso ... enfermo.

Draco estudió a la chica a su lado, No pudo evitar darse cuenta de lo mayor que parecía. No la había visto desde Navidad y definitivamente había cambiado, se veía ... bonita.

Rápidamente miró hacia otro lado de nuevo, su corazón latía con inquietud, No le gustaba pensar en ella de esa manera, Sabía que ser amigo de un muggle era bastante malo, pero tener algún tipo de sentimientos románticos, eso estaría muy mal. completamente antinatural.

— ¿Qué les haces a los pobres profesores de esa escuela? — se rió, sus ojos azules se iluminaron mientras lo hacía, El estómago de Draco dio un vuelco involuntario que trató desesperadamente de ignorar.

— dicen que está maldito. Solo compadezco al pobre tonto que sigue — dijo arrastrando las palabras, preguntándose desesperadamente cómo podía hacerla reír de nuevo.

— ¡¿Maldito ?! ¿Seguramente no crees en todo esas tonterías? — preguntó con incredulidad — ¡a continuación me dirás que los unicornios y los dragones son reales!

Draco se rió incómodo, tirando de su camisa, que de repente se sintió muy apretada alrededor de su cuello.

— Sí — murmuró — qué tonto sería eso ...

— Entonces ... ¿cómo está Pansy? — Preguntó, y Draco captó el pequeño matiz de amargura en su voz. No pudo evitar sentir un poco de alegría en su corazón.

Él se encogió de hombros — No sé, ella es solo Pansy — Para ser honesto, él realmente no quería hablar de ella. Había tenido suficiente de ella durante el último año. Había algo más de lo que quería hablar.

— Nunca lo adivinarás, ¡mi padre logró conseguirme entradas para el mundial de Quidditch este verano! — Astrid lo miró completamente desconcertada.

— ¿Hay un mundial? ¿Pensé que era solo algo que jugaba tu escuela?

Draco se maldijo a sí mismo de nuevo, Seguía diciendo demasiado, a veces pensaba que sería más fácil contarle todo a Astrid, aunque ella no lo diría, probablemente tampoco le creería, No después de todo este tiempo.

— Sí, bueno, es como una liga especial de escuelas — murmuró Draco, sintiéndose nervioso.

— Bueno, estoy segura de que será divertido — se encogió de hombros, afortunadamente sin presionarlo — desearía tener algo así que esperar.

De repente, Draco deseó poder invitarla a acompañarla, qué maravilloso sería mostrarle un pedazo de su mundo. Pero sabía que nunca sería posible.

Y luego, cuando fue testigo de lo que presenció después del juego, se alegró de que ella no hubiera estado allí.

Sabía que su padre era uno de los hombres enmascarados que torturaban a esa familia de muggles, Se había quedado de pie, mirando desde los árboles mientras la familia muggle se movía de un lado a otro en el cielo.

No pudo evitar pensar en Astrid, y sintió náuseas, Si su padre alguna vez se enteraba de su relación con un muggle ... bueno, estaba muerto.

(...)

Este verano había sido mucho mejor que el anterior. Vi a Draco mucho más a menudo, y no parecía tan molesto por regresar corriendo con Pansy esta vez.

Pero decir adiós antes de comenzar nuestro cuarto año fue más difícil de lo que esperaba.

Había regresado de su partido de la Copa del Mundo actuando un poco extraño. Era como si no pudiera mirarme a los ojos, Cuando le preguntaba al respecto, cambiaba abruptamente de tema.

Y luego, la noche anterior a la última vez que vi a Draco, mi padre había sido particularmente brutal.

— ¿Has estado escondiendo mi maldita cerveza otra vez? — me había escupido cuando volví a casa en nuestro desordenado piso después de pasar el día escondida en el parque.

Mi corazón dio un vuelco, por lo general ya estaba desmayado en ese momento, pero obviamente se había secado el lugar demasiado pronto y estaba buscando un chivo expiatorio.

Que era yo. Siempre soy yo.

sentí que mi cuerpo era arrojado contra la pared, cerré los ojos y, con todo mi esfuerzo, traté de hacer que mi mente abandonara mi cuerpo, Era una técnica que había aprendido a usar a lo largo de los años.

No estoy aquí, no estoy con mi papá.

Traté de no pensar en lo dolorosos que se sentían los repetidos golpes en mi cuerpo cuando los puños y los pies se conectaban a cada parte de mí.

Estoy con Draco. Corremos por el bosque, corriendo hacia el río.

— ¡Maldita perra inútil! ¡¿Por qué no puedes ser más como tu madre ?!

Cabello rubio blanco. Ojos grises que brillaban cada vez que se reía.

La paliza cesó, ahora había sollozos, La peor parte, Aceptaba las patadas y los golpes mil veces para evitar escuchar a mi padre derrumbarse de esta manera.

— Lo siento, calabaza — lloró una y otra vez, mientras yo gateaba a ciegas por el piso hasta mi habitación, dejándolo roto en el suelo — Lo siento...

Siempre lo siente.

Pero nunca lo suficiente como para no volver a hacerlo.