Capítulo 5
El lugar por dentro es bastante luminoso, aunque se ve que es gigante parece estar bajo tierra, pues no he visto una sola ventana ni nada que conecte con el exterior.
Todos aquí lucen muy pálidos, los ojos de la mayoría son amarillos o verde intenso, como si fuesen luces navideñas, y algunos cuantos que tienen ojos rojos, pero son muy pocos.
—Que huelo... — dice uno al que nos acercamos —. ¿Me trajiste un regalo?
—Nada de regalos, es mi acompañante — niega Lucifer —. Aquí está tu lista — dice apareciendo una hoja en sus manos —. Todos están marcados, será fácil encontrarlos.
—Excelente, pediré que traigan tus cosas enseguida.
—¿Qué son? — pregunto en voz baja mirando a todos los que veo cerca.
—Vampiros — responde muy despreocupado.
Caso contrario es el mío, pues me tenso al escucharlo, esto es como estar en medio del mar en Australia con la regla.
—¿Me trajiste a un lugar donde pueden devorarme sin piedad? — reprocho separándome de él para ponérmele de frente.
—Así es, pero nadie se atreverá a acercarse siquiera a ti — responde tomándome del brazo y juntándome a él de nuevo —. Nadie en ningún lugar se atrevería a desafiarme.
—Príncipe — le saluda una chica acercándose.
—Calipso — responde éste con voz neutra, pero dedicándole una ligera sonrisa a la chica.
—Puede venir conmigo — dice refiriéndose a mí —, para que puedas tratar tus asuntos a solas. La cuidaré por ti.
El chico se voltea a mirarme, no preguntándose mi opinión, sólo pensando en la propuesta que acaban de hacerle.
—La quiero completa, sana, y con toda la sangre que tiene ahora cuando vuelva — condiciona.
—No te preocupes, jamás te he fallado.
—Bien. Ness, ve con ella.
—¿Qué? — cuestiono mirándolo de frente y con los ojos bien abiertos.
—Vas a estar bien — asegura —, ahora ve, Calipso va a cuidarte.
—Acompáñame — pide ella tomándome del brazo con cuidado, pero me estremezco ante su tacto helado.
Me veo obligada a separarme del chico, veo como toma su camino hacia un lugar desconocido, y a mí me llevan hacia el lado contrario.
—Te llamas Ness — dice ella haciéndome plática.
—Si...
—¿Cómo el lago?
—Así es — acepto soltando una risita un tanto nerviosa.
—¿Eres la humana de Lucifer?
—No, él y yo somos... — ¿qué somos?
—Son...
—No sé que somos — confieso —, soy como una huésped en su casa, él... me salvó la vida.
—Vaya... Lucifer haciendo actos de bondad nuevamente...
—Bueno, no creo que le agrade oír que le llamamos bondadoso a alguno de sus actos, así que sólo digamos que me vio muy desesperada y le di lástima, eso le gustará.
La chica suelta una carcajada y asiente ante lo que digo.
—Veo que comienzas a conocerlo, ¿cuanto tiempo llevas de tratar con él?
—Dos días.
—Vaya, dos días... me alegra oír que ya le estás tomando la medida con tan poco tiempo, él es un poco irritable, odia que le lleven la contraria y se atrevan a debatirle algo... eso es mortal.
—Lo sé, lo mejor es sólo aceptar y callar.
—Así es, es lo mejor que puedes hacer, y me alegra que ya lo estés comprendiendo, eso es muy bueno para ti.
—¿Por qué?
—Mira... digamos que él es tipo frío y calculador, nunca sabes su estado de ánimo, siempre está con cara seria, pensando, planeando... sin embargo yo voy a decirte algo, para que tengas precaución con eso. Nunca lo hagas enojar.
—Supongo que no es difícil molestarlo.
—Estás en lo cierto, él es muy relajado normalmente, pero al mismo tiempo suele ser impulsivo y aunque lo intenta la tolerancia no es una virtud que posea. Así que lo mejor es sólo obedecer, porque si haces que se moleste basta un solo toque para que explote. Y yo sé lo que te digo, no te gustará mirar a Lucifer con la ira a flor de piel.
—Creo que no.
—Llévate las cosas con calma, ya te lo dije, a pesar de sus temperamentos es relajado cuando está tranquilo, así que compórtate igual, siempre relajada, aún cuando estes que te lleva el carajo.
—¿Algún otro consejo?
—Hmm... le gustan las chicas con carácter fuerte, sin embargo vuelvo a lo mismo, con él siempre tienes que ser sumisa. Le agrada que no te dejes pisotear por nadie, incluso por él.
—¿Y cómo logras eso?
—Bueno, en efecto es bastante complicado lograr algo así... pero bien, te explicaré.
Entramos a un pasillo que está vacío, lámparas se extienden a lo largo de este, sin embargo todo luce demasiado lúgubre sin importar cuánta iluminación tenga.
Veo una sombra junto a mí, y por reflejo me hago a un lado, pegándome al cuerpo de Calipso, ésta me abraza y me pone al otro lado.
—No te le acerques — advierte al tipo que me mira con cara de hambre mortal —, viene con Lucifer, no creo que desees sentir su ira.
El tipo me quita los ojos de encima y se va sin decir palabra.
—Te juro que sentí sus colmillos en mi cuello — digo en sentido figurado.
—No pasa nada, entra — la chica abre la puerta de una habitación y me cede el paso —, bueno, empezaré, esto es sumamente complicado, así que si no te sientes segura de hacerlo mejor no lo intentes.
—Bien, te escucho — ambas nos sentamos en un sillón antiguo color azul marino.
—Primero que nada, debes imponerte frente a tu misma raza antes de que lo hagas con otras, en este caso, sé que hay más humanas en su casa... ¿sigue Astaroth y los demás con él?
—Si.
—Bueno, dentro de las humanas que tienen, siempre está la abeja reina, y por lo general ésta es la humana de Lucifer.
—Cierto — acepto pensando en la víbora de Larisa.
—¿Quién es?
—Ah, una chica que aborrezco desde el primer momento en que puse un pie en esa casa. Es la cosa más insoportable que puede existir en el mundo.
—¿Es una rubia de ojos azules, zorra en su máximo esplendor?
—Sí.
—No me digas que Larisa sigue ahí metida.
—¿La conoces? — pregunto con cierta gracia, pues la chica ha puesto los ojos en blanco al nombrarle.
—Claro que la conozco, es la aprendiz.
—¿Aprendiz de qué?
—Bueno, cuando Lucifer la conoció ella era aprendiz de las brujas noctis. Y la verdad es que siempre ha tenido sus encantos, a él le gustó y se le hizo fácil proponerle ser su humana. Por eso ahora lo es, aunque para mí que ya le duró el gusto demasiado, eso tiene más o menos cuatro años, y Larisa no es una persona propiamente agradable.
—¿O sea que Larisa es una bruja?...
—Casi, como te dije, era aprendiz, no logró consolidar su título por irse con Lucifer. Ahora bien, ella es insoportable y crecida, cree que tiene cierta autoridad sobre las demás sólo por ser la humana de Lucifer, cosa que es completamente falsa, él no le da ningún poder, así que no creas que le debes ningún respeto.
—Sé que no se lo debo.
—Muy bien, siempre debes tener en mente tu lugar en esa casa, y en este caso, si Lucifer no te ha hecho su humana, eres sólo una huésped, lo que técnicamente te da ciertos privilegios, pues ellas deben de servirte también por ser una invitada.
—No me gusta eso, no tienen por qué servirme, me caen bien.
—Pero Larisa no, y es tu oportunidad de ir en su contra, así que con eso empezarás. Si ella intenta sobajarte no se lo permitirás y la pondrás en su lugar. Intenta no llegar a los golpes, tampoco es para tanto... no al inicio por lo menos, y si eso sucede deja que ella empiece la pelea, así tú saldrás limpia y en el lugar de la víctima.
—Bien... ¿luego?
—Después de que les demuestres a todos que no permites que nadie se meta contigo, vamos con lo fuerte. Aunque te dije que lo mejor era hacerle caso a Lucifer, también tienes voz y puedes tomar ciertas decisiones, así que si él quiere algo y tú no, simplemente niégate a hacerlo.
—¿Y eso no es peligroso?
—Bueno, tampoco vas a negarte con todo, ademas de que debes de saber identificar en qué cosas puedes y qué cosas no. Puedes negarte en cuestiones que tengan que ver directamente contigo, por ejemplo, si Lucifer quiere que te pongas el vestido verde y no te gusta, entonces no lo uses. Puedes negarte en cuestiones que tengan contexto de decisión, por ejemplo, yo sé que cuando él te pregunta si deseas acompañarle a un lugar, es en realidad una orden, no una proposición, pero, ya que está dando oportunidad a una respuesta puedes decir no. En el caso de que te ordene textualmente que le acompañes a un lugar, lo harás.
—Creo que entiendo.
—Sólo hazlo cuando estés verdaderamente segura de tu respuesta y de ti misma, si él te ve dudando tirarás todo a la basura.
—Entiendo.
—Excelente.
—Pero... ¿cómo es que tú sabes tanto de él?
—Yo también fui su chica en algún momento de mi vida.
(...)
—Si te mueves te mato — le amenazo en broma mientras acerco el delineador a su párpado.
—Carajo, soy terrible con las amenazas de muerte — suelta Zoe.
Pinto la línea de forma rápida pero muy segura.
—Listo, quedó bien — digo mirándole ambos ojos.
—Gracias — contesta y se para a correr hacia el espejo —. Me encantó, ¡esta increíble!
—¿Te dedicabas al maquillaje? — pregunta Megan mientras se cuelga unos aretes.
—No, pero digamos que mi madre es la reina del glamour, así que nos enseñó desde muy jóvenes a maquillarnos y estar bien arregladas.
—¿Nos?
—A mis hermanas y a mí.
—Tienes hermanas.
—Y un hermano.
—Fabuloso.
—Carajo, esta cosa no queda — se queja Valary mientras intenta arreglarse el cabello.
—Te ayudo — me ofrezco parándome de la cama y yendo hacia ella —, dámelo.
La chica me entrega el pasador que tiene entre los dedos y lo metro entre su cabello, me pasa otro y voy atorando los mechones para hacer lucir su peinado alborotado.
—Con que están todas aquí metidas — oigo que habla Larisa mientras entra a la habitación.
Yo me quedo callada y continúo peinando a Valary, seguramente le podrá más que nadie le preste atención.
—¿Y a ti quién te invitó? — contesta Michelle.
—No necesito de invitaciones.
—Pues estás en mi habitación y nadie te dejó pasar — espeta Valary.
—Cállate carbón.
—Cállate tú, bruja — contesto por Valary, pues aunque le ha insultado a ella, no planeo dejar que se salga con la suya y esta es mi oportunidad.
—¿Qué dijiste?
—Ah, espera, yo lo siento mucho, sólo fuiste aprendiz.
—¿Qué estás diciendo? — continúa acercándose a mí.
—Lo que escuchas, o qué, ¿nadie aquí sabe que eras aspirante a bruja?
—Cuida tus palabras, niña.
—O qué, ¿vas a convertirme en sapo? — le reto parándome frente a ella, me saca media cabeza, pues tiene puestas zapatillas, pero no es cosa que me asuste, porque sé que esos mismos tacones me dan ventaja sobre ella.
Larisa me da un empujón, consiguiendo que retroceda algunos pasos, mismos que regreso para plantármele de nuevo enfrente.
La rubia alza la mano y se dispone a soltarme una cachetada, pero logro detener su brazo antes de que me golpee.
—No te atrevas a ponerme una sola mano encima, o lo vas a lamentar — sentencio mirándola a los ojos.
Aún cuando pensé que no haría nada por estar lista para la fiesta, me sorprende, se me echa encima y ambas terminamos en el piso.
La habitación se llena de gritos mientras intentan convencernos de detenernos, pues ninguna se atreve a acercarse demasiado.
Cuál vil gata, Larisa me araña la mejilla con sus largas uñas carmesí, yo le suelto un puñetazo en la cara, y como venganza le araño también.
—¡Deténganse! — se escucha una orden que me penetra los oídos y me simbra por dentro.
Empujo a Larisa y me pongo de pie, unos brazos me rodean, me alzan del piso y me cambian de lugar antes de que ella me dé un golpe.
Lucifer me sostiene con un brazo y tiene en el puño del otro la muñeca de Larisa.
—¿Qué te pasa? — cuestiona con voz enojada, y comienzo a buscar respuestas para contestarle.
—¡Fue ella! — responde Larisa, indicándome que la pregunta no había sido para mí.
—Larisa empezó todo — oigo que solloza Valary, y cuando la miro está en los brazos de Belcebú —, me insultó, ¡dijo que era un carbón!
Los ojos de Belcebú se van directamente hacia Lucifer, puedo ver que acaba de enojarse y esto puede no acabar muy bien.
—Al carajo con esto — brama soltando al Valary y dejando que Megan le abrace —. Tú jamás le has puesto un alto a Larisa, así que voy a hacerlo yo — el demonio hace a un lado a Lucifer y se sigue hasta donde la rubia espera perpleja —. Puede que Lucifer no te diga nada y te deje ser, pero ha sido suficiente para mí, no voy a tolerar otra maldita falta de respeto hacia Valary.
Lucifer tiene una manos sobre la frente mientras espera que el regaño termine.
—¡Esto es una maldita conspiración hacia mí! — reprocha Larisa enojada, y es cierto, conspiramos contra ella sin siquiera ponernos de acuerdo —, el malito problema lo inició Ness, ¡no yo!
—¡Eso no es cierto! Ness sólo intento defenderse cuando tú te le echaste encima — brama Michelle defendiéndome.
—¡¿Por qué carajo están haciendo esto?! — reprocha mirando a todas las chicas —. ¡Acaban de conocerla!
—¿Y eso qué? ¡Yo elegiría mil veces a Ness en vez que a ti! — dice ahora Zoe.
—Déjalo estar — le pide Lucifer a Belcebú con voz tranquila —, yo me encargo.
El chico me suelta, Belcebú se quita del camino y Lucifer toma de la muñeca a Larisa, la jala con violencia y la hace caminar hacia la salida.
—Quiero que te arregles ya, no vas a salir así — le ordena dejándola cerca de la puerta para que se vaya —. Ven acá — me ordena, y me muevo deprisa.
El chico me mira, pasa el dorso de los dedos sobre mi mejilla y me retiro un poco ante el dolor que me provoca.
Despega la mano de mi piel y la mira, un rastro de sangre se queda en sus dedos y se voltea a mirar a Larisa con enojo.
Vuelve a pasar la mano sobre mi mejilla, siento alivio al instante, y las puñaladas que sentía por la inflamación desaparecen.
—¿Puedes quitarme esto de la cara? — se queja Larisa señalando el rasguño que yo le dejé en la mejilla.
—Ve a arreglarte — ordena con tono indiscutible, dando por hecho que no piensa curarle nada.
—Gracias por defender a Val — me dice Belcebú en un tono calmado y ciertamente amigable —. Ella no es muy buena con eso de defenderse.
—No es nada... — respondo nerviosa, pues no sé cómo contestar un agradecimiento por parte de los demonios —. No iba a permitir que eso pasara.
El chico me dedica una sonrisa amistosa y va por Valary para salir de aquí.
—¿Estás bien? — me pregunta Lucifer acomodándose el cabello en un intento de relajarse.
—Lo estoy — aseguro con voz un poco baja —. De verdad lo siento, no debí hacer nada de lo que hice, no quería que todo terminara en pelea...
—Escucha, Ness, tú no tienes la culpa de nada, Larisa se pasó de la raya esta vez.
—Tal vez yo la provoqué... es sólo que me vi en la necesidad de defenderme, yo no quería que nada de esto pasara.
—Calma, hiciste lo correcto, eso me gusta... no eres tan vulnerable como creí.
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